Los humanos son... tontos.

Bolas de carne que creen saberlo todo, pero no. Nunca comprenderían las dimensiones que los rodean, y los motivos que tenemos para hacerlos correr y danzar ante las palmas de nuestras manos. Lo único que nos consuela de esta existencia a medias es su sangre; fresca como un manantial puro de elixir de la vida y la muerte. No es algo que ellos puedan entender alguna vez.

Es bizarro, pero es la verdad. Son como lo que ellos llamarían "conejitos": adorables e ingenuos. A mi me dan eso. A mis hermanos, no tanto. Debe ser porque ellos alguna vez fueron esos conejos tratando de no ser capturados. Lo fueron. Ahora sufren.

Yo no. Yo soy idéntico o superior a mi realidad, a la suya. Soy descendiente y progenitor a la vez. Cuando ellos sufrían, yo apenas nacía y me formaba. Mientras ellos se resignaban a una vida eterna de cazadores hambrientos, yo me formaba para reinarlos.

Porque no hay nada más satisfactorio que estar por encima de ex-humanos. Tontos mortales que no pudieron ganar contra la grandeza de la realidad. Creyeron superarla y vencerla.

Perdieron.

Y cada día caen más. Uno tras otro, grandes y viejos, con dientes o sin pelo, blancos o negros. No hay distinción. Todos deben correr, mientras yo los persigo y me burlo de ellos. Recorren pasillos buscando una salida, creen que la encuentran. Mis hermanos inferiores los atrapan. Nuestro mundo crece. Nivela el suyo.

Conejos. Criaturas que nunca paran de reproducirse. Puede que me llamen monstruo, pero me gusta más el término "salvador de su propia perdición". Yo evito que todos mueran aplastándose unos contra otros. Pongo a prueba su verdadera valía, porque los humanos se han rebelado contra la selección natural; ahora protegen a los débiles como si valieran más que cien vidas juntas. Por eso son tontos. Y por eso siempre estarán en el mismo agujero

Yo solo he venido a salvarlos presentandoles un mundo completamente nuevo, donde no hay nada más que la existencia, la vida y la muerte misma.

Y yo, con una copa, esperando a beber de ellos hasta terminar con su adorable y a la vez irritante existencia.