La puerta se abre y los sentidos adormilados de Sehun se activan de forma inmediata.

Sentado a la cabeza del comedor observa la figura de su esposo acercarse. Sehun tiene una extraña sensación en su pecho, alegría y miedo uniéndose con la ansiedad de lo que está por hacer.

—Hunnie...pensé que estarías dormido.

—Son los ocho de la noche.

Kris abre los ojos ante la tosca respuesta que recibe. Observa a su esposo vestido de negro, Sehun rara vez vestía de ese color, lo hacía ver más pálido y delgado de lo que era, o quizá era que su esposo estaba poniéndose más pálido y había perdido peso.

—No me di cuenta de la hora, ¿ya cenaste?

Sehun quiere seguir la conversación, intentar que sus labios sonrían negando y atreverse a invitarlo a comer juntos, pero no puede y se ha jurado no ceder.

—¿Podemos hablar?

Kris jamás imagino escuchar aquello.

—¿Qué sucede?

Y ahí es cuando Sehun no puede más, sus labios se abren pero las palabras no salen, le cuesta respirar y la extrema necesidad de desahogarse le da valor.

—En estos meses...

El sonido del móvil de su esposo de nuevo lo irrita, golpea la mesa cuando Kris hace el amago de tomar el dispositivo y las lágrimas se estancan de la rabia.

—¡Solo cinco minutos!, solo eso pido para mí.

Su esposo aleja la mano de su bolsillo mirando impresionado a Sehun, al hombre que jamás había visto alterarse, con el rostro aun más pálido y las mejillas empapadas de lágrimas.

—¿Qu-Qué te pasa?

Y Sehun no sabe si quiere ir a donde él y estrellar su puño en la cara de su esposo o tomar el maldito móvil que no deja de sonar.

—¿Qué me pasa?¿Es en serio Kris? —Las lágrimas ahogan su voz, cada vez siente como su pecho se contrae más y el aire le comienza a faltar.

—Hunnie, por favor...

—¡No has venido en meses!

Kris aprieta los puños mirando a su esposo, quiere ir y abrazarlo, quiere envolverlo en su cuerpo y evitar que las lágrimas sigan cayendo pero su cuerpo se estanca. Tiene que seguir con su plan y una vez que todo termine, podrá hacerlo y así su esposo, su pequeño esposo lo entenderá...si Sehun pudiera...

—Ya no sé si esto es un matrimonio...

Y esas son las palabras que Kris temió escuchar. Su pulso se acelera y ahora más que nunca sabe que debe terminar con lo que ha comenzando.

—No digas eso, no lo digas —Kris comienza a moverse —No mi amor, no es así...escucha, yo tengo que terminar con esto, mi padre pretende...Maldición—Y el sonido no se detiene, el ruido se hace tan molesto que Kris erróneamente decide que lo mejor es dar la media vuelta y responder la llamada.

Para cuando termina, Sehun no está en la sala.

—Perdón.

Dice a nadie esperando que el sonido de su voz llegue a la habitación donde su esposo duerme después de meses de insomnio, porque Sehun ya no tiene que preocuparse más por él. La decisión fue clara, y él debe aceptarla.