Sehun debió prever que las cosas no salen siempre como uno lo espera.

Se tendió en la cama improvisada que había hecho para la ocasión. Arriba, el cielo le regalaba un cielo estrellado y una luna vagabunda en su cuarto menguante.

A él no le gustaba tomar, de hecho, desde que tenía memoria su contacto con el alcohol se limitó al que utilizaba para limpiar alguna herida, porque el alcohol para eso servía, para limpiar las heridas que uno se iba haciendo con el paso del tiempo.

— Feliz aniversario, mi amor...

Debió prever que las cosas se empezarían a tornar así, pero el astibo de esperanza en su corazón era el que lo seguía manteniendo en medio de la azotea de su casa, en medio del frío que comenzaba a arropar su cuerpo y lograban entumir un poco las lágrimas en sus mejillas.

— Juntos en el bien y en el mal.

El sabor amargo quemó su garganta, no entendía cómo las personas llamaban a ese tipo de vino uno dulce cuando el sabor era tan amargo como el momento que estaba pasando.

¿Así iba a ser siempre? ¿Así era cómo empezarían a ser las cosas ahora que su esposo se estaba dedicando al negocio de su familia?

¿Tendría que vivir replegado y olvidado, esperando minutos, horas y días por su presencia?

Un trago más y esta vez supo mejor que el anterior, incluso, le dio valor para sentarse y observar la mesa con la comida fría que él mismo había preparado para la ocasión, ¿se había olvidado de lo importante que era hoy?

Era el aniversario de ambos.

Kris había dicho que estaría temprano, o eso es lo que la mente de Sehun debió crear con las ambiguas y desinteresadas respuestas que recibió durante la llamada de medio segundo.

Había sido olvidado...

Como ayer en la cena.

Como hace una semana en la pequeña visita que iban a hacer juntos al médico.

Como hace un mes, donde había dormido con un ser ajeno a él más preocupado en sus negocios que en la persona que se desveló para conservar la imagen de su marido porque no sabía si lo vería días seguidos.

Había sido olvidado.

— ¿Sehun?

Ah, él había llegado.

Sehun se encoje de hombros, alza su vista al cielo sin decir palabra alguna mientras sigue escuchando como el hombre se disculpa, no hace caso cuando los "lo siento" se escuchan más cerca, ni cuando su esposo se sienta a su lado y lo observa con los ojos acuosos sabiendo que había fallado.

De nuevo.

— ¿No es hermoso el cielo?..¡Está muuy alto!

Sehun extiende sus brazos y la amargura de su sonrisa se funde con las lágrimas que bajan de nueva cuenta por sus mejillas. Ríe sin ganas y se mece suave hasta autoabrazarse.

— Has estado bebiendo...tú no tomas.

No, pero tampoco esperaba por horas enteras a la persona que juro estar con él por el resto de su vida, no alguien atado a una computadora pórtatil.

— Hola.

Ladea su rostro, observa como Kris está llorando. Siente la mano ajena limpiar sus mejillas y como un par de labios se posicionan sobre su frente volviendo a murmurar esas palabras que el corazón de Sehun está comenzando a odiar.

— Lo siento...

Asiente porque no tiene más que hacer, porque su corazón no tiene rencores en ese momento y al final de cuentas porque Kris apareció, era eso lo que él quería...verlo, verlo un poco más de tiempo.

— ¿Quieres bailar?

Su esposo asiente, no hay música, pero los dedos de Sehun buscan el control remoto de viejo estéreo y pone play a la canción que bailaron el día de su boda.

Kris se aferra a su cuerpo, lo siente tan efímero, tan frágil valioso, que oír el llanto sobre su hombro, sentir como su camisa se humedece por esas lágrimas le duele.

— Perdón, perdón mi amor...

La cabeza de Sehun, sus ojos cristalizados miran fíjamente al más alto y la presión en su pecho se va desvaneciendo conforme los pasos del vals lo llevan a sumirse en un sueño tranquilo.

Ese día, Sehun aprendió que el alcohol sirve para curar, pero que muchas veces uno mismo deja que las heridas se propaguen en el cuerpo y el alma.