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00. Final

'' El número que usted marcó está fuera del área de servicio...'


Sehun no sabe porque sigue intentando contactarlo cuando sabe que la única respuesta que tendrá será el de la contestadora automática.

Las velas de su pastel se apagaron una vez que se derritieron sobre este.

Sentado hecho un ovillo frente a la mesa deja el móvil sobre esta y sus lágrimas bajan sin entender qué es lo que realmente lo tiene tan triste en un día tan especial.

Su mañana fue tan común como todas las que había pasado desde hace un año, desde que el infierno agridulce comenzó. Cada vez que ese día volvía a su mente, su corazón se contraía hasta ahogarlo en llanto.

Era el doce de abril.

Sehun amaba esa flor que brotó el día de su cumpleaños número 19, amaba como se ponía feliz por recibir los rayos del sol. Fue el primer regalo que Kris le dio cuando celebraron juntos su primer cumpleaños. Ahora, estaba ahí, resguardada por bálsamos y cuidados especiales porque debía durar toda la vida.

— Toda la eternidad, es lo mínimo que anhelo estar contigo. —Y Sehun había jurado que los ojos de Kris brillaban con tanta intensidad que lo deslumbró hasta dejarlo ciego de amor. 

Y sin embargo, desde hace un año, las cosas habían ido diferente, toda la vida había cambiado.

Esa mañana las cosas fueron diferentes. Muy diferentes, y lo supo cuando una nota al lado de su almohada decía que su esposo tenía que irse por una junta importante y Kris debía regresar a medio día para poder ir a comer juntos y salir a dar un pequeño paseo antes del regalo sorpresa que su esposo había preparado.

Estaba emocionado, tan feliz que nunca pensó sería una de sus pocas sonrisas después de ese día, sin embargo, Kris nunca llego para el almuerzo. Tampoco para la cena. Mucho menos para la fiesta.

Kris llego una semana después diciendo que debía irse de viaje y que regresaría pronto, su padre había declinado al puesto y ahora él tenía que tomar la responsabilidad de dirigir imperio que la familia Wu se empeñó crear durante las últimas décadas. Sehun lo entendía, comprendía bien que sus ganancias como fotógrafo profesional nunca cubrirían los gastos como lo hacían los ingresos de su esposo. No habría replica, ni queja alguna sobre ello, pero lo que Sehun no apoyó, ni apoyaría nunca fue el abandono y el olvido.

Kris no volvió sino un par de veces en el año, de noche para irse de mañana sin despedirse. Sin un 'te amo' de sus labios.

Los días pasaban en una casa silenciosa, en un recinto donde lo único que se escuchaba eventualmente era el sonido de los pasos de Sehun, el teléfono dando el aviso que el número estaba fuera del área de servicio. Lo eventual.

Las palabras de su boca cada vez eran menores. Sehun apenas y lograba articular alguna palabra con sus amigos. Su retiro de las exposiciones había tomando por sorpresa a muchos, y  lo aisló en el silencio más profundo por un par de semanas porque eventualmente, la casa comenzó a tener mayor ruido. Mucho más. Se podía oír el llanto nocturno de Sehun abrazando una fría almohada. Se podía escuchar el sonido de sus palabras dejando mensajes de voz que jamás eran respondidos.

Se podía escuchar como día a día el alma de Sehun se iba consumiendo en el abandono de su esposo. De la persona que más amaba con su vida.

Hoy era de nuevo, doce de abril... su cumpleaños.

Silenciosamente, como todo lo que hacía, Sehun dejó el móvil sobre la mesa, era la llamada número treinta que hacía en menos de una hora a la misma persona que un día prometió frente al altar estar con él en las buenas y en las malas, en la salud y en la enfermedad.

Botó al bote de basura la pequeña tarjeta de regalo que había llegado por la mañana por parte de Kris y se puso en pie pateando el regalo lejos de su vista.

" Mi amor, hoy estaré contigo. He sido una persona horrible, y no merezco a un ángel como tú...pero esto es por nosotros, entiende un poco, necesitas vivir con todo lo que necesitas.

Quiero lo mejor para ti. Prometo volver. Prometo hacerlo.

Lo prometo mi amor.

Te amo mi dulce ángel, mi Sehunnie."


Palabras. Para Sehun todo ello eran simples palabras que no podían enmendar lo que sentía por cada promesa fallida.

No recordaba cuántas eran las veces que Kris había dicho lo mismo, las veces que Kris había prometido algo a lo largo del año y jamás cumplió alguna.
Eran todas las notas que Sehun sacaba de esa pequeña bolsa en la que guardaba su cámara profesional y ahora usaba para guardar las notas.

— Una...dos...tres

Contó subiendo las escaleras y dejando caer un puñado de papeles a su paso hasta llegar a la habitación.

— Mentiroso.

Observó el lugar con una expresión ida, como si su mente dejara de funcionar. Lo observó repetidas ocasiones hasta que su mano se estiro y tomó la maleta pequeña que había preparado unas horas antes, justo después de comprar el boleto de vuelta a su casa, a ese lugar donde jamás el monstruo de la soledad lo asfixiaría hasta poner en pánico a su corazón. Con sus padres, aquellos que siempre se negó a ver después de que aborrecieran su profesión pero que ahora lo querían con ellos, querían a su hijo volviendo a sonreír.

Bajó lento, tan lento que parecía estar esperando a que Kris apareciera en ese instante abriendo la puerta y gritando que estaba de regreso con esa fea corbata que él se negaba a dejar de usar porque fue hecha por Sehun.

Y la dejó sobre la mesa. Blanca y pulcra letra a puño de un niño cuya caligrafía era casi perfecta.

Su carta. Su adiós.

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