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i/iii

Viernes de bar y diversión. Ya era una tradición salir a divertirse los viernes por la noche después de una ardua semana laboral, su cuerpo exigiéndole un poco de alcohol para liberar toda la tensión que estuvo acumulando gracias al trabajo.

Eran pasadas las diez de la noche, la música y la iluminación dentro del bar no estaban en su apogeo máximo aun, la gente poco a poco iba llenando la pequeña pista de baile y ocupando los asientos vacíos en la barra. Siempre acordaban llegar a una hora prudente para sentarse a beber algo y ponerse al día con sus vidas para luego ir a bailar.

Sin embargo, esa noche el alcohol sabía más dulce de lo usual y Luhan no se percató del momento en que los rostros de sus amigos comenzaron a verse sutilmente borrosos, demasiado extasiado con las ganas de ir a bailar que le restó importancia a ese último par de shots de tequila que bebió.

Mientras bailaba y se dejaba coquetear por una chica que venía mirándolo desde hace un rato, un hombre con camisa negra llegó hasta donde se encontraban, mandándole una sonrisa a la chica y acercándose para decirle algo al oído. Claramente Luhan se detuvo sin saber qué hacer, ya que nunca le habían quitado a su pareja de baile sin siquiera reparar en su presencia, sin embargo, poco lo importaba porque podía ir a bailar con sus amigos y seguir divirtiéndose.

Allí fue cuando las cosas se tornaron extrañas, cuando unos largos dedos se enroscaron en su muñeca y detuvieron su escapada, jalándolo suavemente hasta voltearlo. Un calor sofocante abrazó su estómago al darse cuenta que no se trataba de la chica, sino del supuesto roba-parejas-de-baile.

Nunca creyó ver a un hombre tan sexy y hermoso en su vida, luciendo tan perfectamente bien con una simple camisa negra y unos pantalones entallados que le estilizaban a la perfección. Su mirada fue instintivamente al agarre de su brazo, quedándose sin respiración al notar la forma en la que resaltaban las venas en el brazo del chico desconocido.

—Por favor, bailemos —dijo cerca de su oreja cuando se inclinó hacia adelante—. Prometo que no te arrepentirás.

Los recuerdos son vagos y difusos, pero las sensaciones de aquella noche con el chico sexy fueron tan intensas que ni en mil años podría olvidar la forma en que su cuerpo se encendió con los pequeños roces de sus cuerpos mientras bailaban.

Una cosa llevó a otra y en algún punto se cuestionó lo que estaba haciendo, pero unos labios silenciaron cualquier parte de su razón y se dejó a merced del desconocido que lo mantuvo aprisionado contra la pared metálica del ascensor camino a quien sabe dónde.

Ropa volando, gemidos sin pizca de vergüenza y una cama tan cómoda y bien hecha que en ningún momento rechinó con toda la acción que se llevó a cabo.

Se sentía en un perfecto sueño, uno tan maravilloso del cual jamás quisiera despertar.

Pasadas las horas, unas manos fuertes lo sujetaban de la cintura y su piel prácticamente se derretía ante el calor que encendía cada lugar donde aquellos dedos se paseaban, brindándole perezosas caricias. Su segundo orgasmo había azotado con fuerza contra su conciencia, dejándolo un tanto somnoliento y con las ganas de haber seguido por una tercera ronda.

Soltó un suspiro de satisfacción cuando el trabajado pecho del hombre chocó contra su espalda desnuda y un suave beso hormigueó en el costado de su cuello.

—Sé que te prometí una larga noche, pero esto superó por completo mis expectativas, cariño.

Luhan no pudo estar más de acuerdo.

—Lo sé, siento que en cualquier momento se me cerrarán los ojos y despertaré en una semana más.

La risa del atractivo hombre resonó contra su cuerpo y no pensó mucho en lo melodiosa que se escuchaba, menos en lo satisfactorio que era aquella situación de tanta intimidad.

—Sé que puede sonar raro, pero me gustaría que esto volviese a repetirse y...

No fue intencional, pero comenzó a disociar cuando el sueño se apoderó por completo de sus parpados y comenzaron a cerrarse, escuchando que el hombre hablaba sobre algo, pero sin siquiera entender en lo más mínimo.

—Si —fue lo último que dijo para poder quedarse dormido en paz, aprobando su propia respuesta cuando se vio envuelto entre esos cálidos brazos con cierta emoción—. Buenas noches...







Despertó con su ceño fruncido, mirando el techo de su habitación con una gran pregunta rondando en su mente.

—¿Por qué no puedo recordar su rostro?

Inhaló profundamente y se sentó en la cama, mirando el pequeño reloj sobre la mesita de noche que marcaba justamente la seis de la mañana. Exhaló con frustración porque ya estaba siendo una costumbre despertar una hora antes de que sonara el despertador y todo gracias al mismo recuerdo de su noche apasionada con el desconocido padre de su hijo.

No le quedó más remedio que levantarse y prepararse un contundente desayuno, agradeciéndole a todo ser divino existente que la época de nauseas matutinas pasaran y que el asco dejara de privarlo de la deliciosa comida que tanto amaba.

Tres meses y su estómago no se veía muy distinto, haciéndole pasar muy desapercibido el embarazo y dándole cierta calma antes de que las cosas comenzaran a ponerse difíciles.

Llevó una mano a su estómago mientras desayunaba, una pequeña emoción logrando que sus ojos se pusieran llorosos.

—Ya pasamos los tres meses, pequeña burbuja, no hay nada que temer.

Aun recordaba su primera cita con el médico y cuando este le advirtió que todo podía pasar en los primeros tres meses, haciéndole llorar desconsolado cuando le comentó que podía perder a su pequeña burbuja en ese lapso de tiempo. Baekhyun le había preguntado por qué tenía tanta tristeza si nunca quiso tener hijos, pero él fue incapaz de contestarle lógicamente al no sentirse del todo seguro de sus sentimientos.

Sin embargo, ya con tres meses y la vida de su bebé a salvo, podía confesar sin vergüenza que le aterraba la idea de perder a su única compañía, a un ser que dependería de él y se convertiría en lo más importante por el resto de su vida. ¿Cómo podía seguir ocultando lo emocionante que era pensar en un pequeño Luhan merodeando a su alrededor?

Y aunque todo parecía estar yendo de maravilla en su vida, los vagos recuerdos de su última noche apasionada se paseaban tranquilamente en su mente, cultivando curiosidad y un tanto de incertidumbre ante una realidad que él mismo se esmeró en bajarle el perfil: ¿Quién era el padre?

Estuvo demasiado borracho esa noche como para siquiera recordar algún rasgo distintivo del hombre, no así con todo lo que siguió luego de que le propusiera ir a un lugar más tranquilo para poder charlar a gusto. De vez en cuando despertaba acalorado por los recuerdos, pero otras veces, como esa mañana, lo hacía con demasiadas preguntas sin respuesta que poco a poco iban sofocándolo.

¿Quizás nunca lo volvería a ver? O tal vez él tampoco lo recordaba, reduciendo a cero cualquier posibilidad.

Sacudió la cabeza, deseando alejar todos los pensamientos negativos. Se levantó de la mesa y dejó los platos sucios en el fregadero, diciéndose a si mismo que a la vuelta los lavaría y caminó directo hacia la habitación para tomar la carpeta donde se encontraban todos sus papeles médicos. Ya con el bebé a salvo de cualquier aborto espontáneo, era hora de notificarle a su jefe sobre su situación.








—No quiero parecer tonto, ¿Pero en algún momento nos avisaron de esta reunión sorpresa?

Sentado con todo su equipo de trabajo y mirándose entre ellos con desconcierto, Luhan volvió a mirar hacia el otro extremo de la mesa y conectó mirada con su jefe, frunciéndole el ceño cuando este solo le sonrió como si nada pasara.

—No lo sé, pero tenemos demasiado trabajo que hacer como para otra de sus reuniones —susurró Baekhyun a su lado, sin esconder la mirada hostil hacia el aludido—. Él mismo aprobó el acuerdo con la otra empresa, debería saber cuanto trabajo es para nosotros.

—Creo que es una reunión de familiarización —murmuró otro colega, ganándose la atención de ambos—. Escuché a la chica de recepción hablar de lo importante que son las personas que aceptaron el acuerdo.

Mientras Baekhyun y el otro hombre comenzaban a rumorear sobre aquello, Luhan sentía sus manos sudar por los nervios, decidido a aprovechar aquel tiempo muerto para contarle a su jefe sobre su gran noticia. Se levantó de la gran mesa de conferencias y caminó hacia el gerente Kim, aclarándose la garganta para captar su atención una vez estuvo a su lado.

—Jefe, ¿Podemos hablar un segundo?

Miró su reloj antes de voltear la cabeza hacia Luhan y asintió, levantándose de su silla para guiarlos hacia fuera del salón.

—¿Qué sucede, Lu? Siempre que quieres hablar conmigo tengo una crisis existencial de una semana.

Luhan rio ante el comentario, recordando que efectivamente siempre pedía hablar con el gerente Kim cuando se presentaban problemas en el departamento de finanzas con respecto a la empresa. La última vez se trató de un ejecutivo que estaba malgastando fondos, algo que casi los llevó a la quiebra y que por poco le provoca un infarto al gerente.

—Le prometo que esta vez no es nada malo, no tiene que ver con la empresa sino con un tema personal.

El gerente Kim Doyoung era más joven que él y había ascendido al cargo luego de una excelente eficiencia como ejecutivo por mucho tiempo mientras terminaba la universidad. Solía flaquear cuando se trataba del manejo del personal de la empresa, demostrando su falta de experiencia en el liderazgo y al contrario de lo despiadado y calculador que podía llegar a ser con los negocios.

Es por eso que quizás por ingenuidad, o el ego de la juventud, sus orejas se tornaron rojas y dio un paso atrás, mirando con desconcierto a Luhan.

—No me digas que te me vas a confesar —dijo con tono bajo, mirando hacia ambos lados para verificar que nadie estuviese cerca escuchando—. Mira, yo no le juego a ese bando Lu-

—Estoy embarazado, gerente Kim —se apresuró a decir Luhan, a punto de abofetearlo de los nervios por tal conclusión estúpida—. Ya llevo tres meses, así que era momento de notificarle considerando todo lo que un embarazo conlleva en temas médicos.

Los ojos de Doyoung se abrieron de manera desmesurada, procesando la información que Luhan le acababa de soltar cual balde de agua fría sobre su cabeza. Sin duda era una noticia inesperada, puesto que Luhan era uno de los empleados más aplicados y reiteradas veces le escuchó decir que no tenía pareja ni muchos menos quería hijos.

—Estoy un poco impactado, pero muchas felicid-

—Doyoung, amigo mío.

Una sensación extraña revolvió su estómago. Notó la amplia sonrisa que se extendió por la cara de su jefe, quien dio una media vuelta y abrió sus brazos hacia un par de hombres parados a unos metros de distancia, todos en elegantes trajes y demasiado bien presentados.

Doyoung era tan alto como ellos, por lo que no pudo apreciar el rostro del que parecía haber hablado, pero si pudo visualizar en una de las credenciales de los otros hombres el logo de la empresa con la que habían hecho las negociaciones. Comprendió rápidamente que los invitados ya habían llegado y debían volver a la sala.

—Los esperamos dentro, gerente Kim.

Entró al salón y les hizo una seña a todos para que guardaran silencio, retomando su lugar junto a Baekhyun.

—¿Me vas a creer que pensó que me estaba confesando? —susurró para su amigo, logrando que este aguantara su risa.

—No me extraña la verdad, es un muchacho muy joven.

El gerente abrió la puerta con una expresión sonriente y enseguida todos se pusieron de pie al ver cómo 3 hombres entraban por la puerta, inclinándose levemente en forma de saludo hacia los superiores. Luhan enderezó su espalda y observó nuevamente a los hombres, quedándose petrificado al conectar miradas con la persona que no pudo ver en primera instancia.

¿Bastaba volver a verlo para recordar su rostro? Por supuesto que sí, el hormigueo intenso en su estómago era clara señal de ello. El calor comenzó a acumularse en su rostro cuando los recuerdos de su noche apasionada llegaron como grandes explosiones, obligándolo a desviar la vista al no ser capaz de sostener tanta intensidad andante.

Recordaba sus rasgos siendo bañados bajo las luces artificiales del bar, pero nada daba crédito a lo increíble que se veía a plena luz del día y con un traje totalmente entallado a su porte. Era alto, sacándole un par de centímetros, su contextura era delgada, pero venía acompañada de músculos tan trabajados que no cabía duda el tiempo que le dedicaba al gimnasio. Su piel era radiante y contrastaba con su cabello castaño, haciendo juego con sus ojos también, siendo la cereza del pastel aquella expresión tan seria y feroz que en la vida alguien podría imaginarse la calidez con la que trataba a sus amantes en la cama.

O eso es al menos lo que Luhan pudo deducir luego de un rato fantaseando con su ligue de una noche.

Veía cómo gesticulaba el gerente Kim, mas no era capaz de entender ninguna sola palabra de lo que estaba diciendo, no cuando sentía tan fijamente los ojos del hombre sexy en su pequeño ser. ¿Por qué lo recordaba? Porque claramente él se veía como la clase de hombre con el que podía divertirse una noche tal y como había acontecido, por lo que su lista de amantes debía ser bastante amplía y él se consideraba insignificante como para ser recordado por aquello. ¿Quizás estaría pensando que lo estaba siguiendo como un acosador? Era una estupidez, pero no podía descartar las conclusiones que podía sacar aquel hombre todavía.

—Espero que esto sea el comienzo de una gran alianza, Oh Sehun —Luhan logró espabilar y prestar atención a las palabras de Doyoung—. No solo somos amigos, sino también socios de ahora en adelante.

Todos comenzaron a aplaudir cuando ellos se dieron la mano y un pequeño abrazo, dando ya casi por terminada la reunión. Luhan solo pudo sentirse aliviado, esperando el momento perfecto para escapar y no tener que lidiar con otro estúpido narcisista que armaría un teatro por su encuentro tan inesperado.

—¡Se me olvidaba algo! —Dijo de pronto Kim, ganando el silencio y la expectación de todos— No solo estamos agrandando la familia con este acuerdo, sino también uno de nuestros más connotados empleados que acaba de notificarme con una maravillosa noticia.

"Bien, primero debes aspirar y luego exhalar"  Se dijo a si mismo Luhan cuando su corazón comenzó a latir desenfrenado, al borde de un ataque de pánico cuando los ojos risueños de Doyoung se posaron en él y todas las miradas le siguieron, acorralándolo a un punto sin retorno.

—¡Nuestro querido Luhan ya cumplió tres meses de embarazo! ¡Muchas felicidades!

Todos guardaron silencio por breves segundos, alternando la mirada entre él y el gerente Kim.

—¿Luhan? ¿Luhan del departamento de finanzas? ¿Nuestro Luhan del departamento de finanzas que en su vida iba a tener hijos? —saltó un empleado de otro departamento, haciendo la pregunta que todos querían, pero que nadie se atrevía.

—Si, nuestro querido Luhan del departamento de finanzas. ¡Esto es una bendición, así que no se queden callados!

Enseguida todos sus compañeros se levantaron y lo rodearon con rostros sonrientes, contando hasta tres antes de gritar un "Felicidades" que lo dejó aún más aturdido. No les prestó atención cuando la ronda de abrazos llegó, ya que su visión instintivamente estaba sobre Oh Sehun, quien lucía un tono más pálido y con sus ojos llenos de confusión.

Quizás al final debía prepararse para una larga charla con el que secretamente era el padre de su pequeña burbuja. 

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