Me crecieron raíces mientras navegabas a través del sol, nevó en mis montañas, cayeron mis otoñales hojas secas, menguó mi luna y se cubrieron de polvo mis esperanzas. Desesperé queriendo escuchar tu voz mientras volabas en tu perfecta estrella fugaz hacia tus lejanas constelaciones y yo con los pies en el suelo, como niño que cuenta las horas que parecen no avanzar, esperé.
Vi dolorosamente suicidarse a tu interés o tal vez lo asesiné de a poco envenenándolo con mi mezcla de inseguridades y desesperación, quizás todo fue solo un mal sueño del que aún no logro despertar.
No irrumpieron mi meditada paz tus mensajes o espontaneas llamadas de buenas noches, esas jamás arribaron desde tu pintoresca vía láctea para darle sabor a mis sueños.
Tú, mi sistema planetario, solo pasas una vez sobrevolando las cercanías de mi ventana en medio de mi apagada noche, no muy lejos para que pueda apreciar la perfección de tu silueta, no muy cerca como para estar al agarre de tu tacto, pero al final se que no puedo negarte la libertad.