Que linda ella con sus galaxias y amores desbordados, con sus tonos luminosos tras sus gafas de sol que la protegen de las decepciones venideras.
Que linda ella que se viste de sonrisa y es suficiente para alumbrar la habitación sin necesidad de seguir modas de alta costura, maquillada con colores de amor propio, con sus curvas de más, con sus espinas aplanadas a base de abrazos sinceros, de esos que todos necesitamos de vez en mes.
Luce hermosa, cromática, con sus sombras y luces.

Y fue entonces... todo empezó ahí, un domingo cualquiera, dejó de doler, se miró en el espejo y por primera vez después de días de tormenta se sintió como mar en calma... Se sintió hermosa.