Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 8: Agua, sal y espuma

No puedo dejar de sonreír, no me creo que Reika haya sido derrotada por Kaito. Esto es maravilloso, aún no consigo asimilarlo.
Llevo pensando en eso desde que salimos de clase, ni siquiera el verme superada por Nanami en las pruebas físicas ha podido borrarme la alegría de la cara. La verdad es que no me encuentro en mi mejor condición física, pero ni estando al cien por cien hubiera podido ganarla, Nami es muy buena, tiene buena resistencia. Es perfecta para nuestro club de buceo.
El club... Me muero de ganas de empezar con ello de verdad tras las compras.

Es muy emocionante y divertido pasear entre las tiendas con estos tres, sobre todo disfruto de las caras que ponen los chicos. Se me escapa la risa con solo mirarles, parece que el centro comercial les roba la vida.
-¿Quieres un poco? -Le digo en un momento dado a Mitsuki. Me acabo de comprar un helado y llevo viendo su cara de deseo contenido desde que la comida llegó a mis manos.
Parece que se resiste y luego asiente, le brillan los ojos, pero no soy tan buena. Le acerco el helado y se lo quito de los labios justo antes de que pudiera probarlo.
-¡Lo siento! ¡Lo siento! -Digo entre carcajadas. Al final me calmo y le doy un poco, parece muy fácil hacerle feliz.

El tiempo vuela y, sin darnos cuenta, ya han pasado un par de horas y ya tenemos todo listo para iniciar las actividades del club, así que nos ponemos a ello. Los chicos proponen ir a probar las tablas a la playa y nosotras nos llevamos el equipo de buceo, aunque no sé si llegaremos a usarlo hoy.
Nami, al igual que yo, lleva haciendo buceo desde hace algunos años, por lo que no nos falta experiencia. El problema es que tenemos que buscar un buen sitio en la playa para poder hacer la inmersión, así que después de que los chicos prueben las tablas, daremos un paseo en busca de un buen lugar y probaremos.
Cuando al fin llegamos a la orilla, nosotras nos sentamos sobre la arena y dejamos que Mitsuki y Kaito se preparen. Cierro los ojos, adoro esta sensación... el sonido de las olas y la brisa marina sobre mi piel.
-¡Mitsuki! -Escucho gritar a Kaito.
Abro los ojos de golpe y veo al rubio aún flotando agarrado a su tabla, mirando a su amigo, que cabalga sobre las olas con velocidad.
No puedo creerlo, tenía entendido que Mitsuki no había hecho surf antes y aún así... está sonriendo, le brillan los ojos y no puedo apartar la mirada de él. Hay algo que no entiendo, que me descoloca, algo que envuelve a ese chico que es irracional.
No sé que es, pero lo averiguaré.
Por un momento, mis pensamientos me nublan la vista y me alejan de allí, la figura de Mitsuki deslizándose sobre el agua desaparece y ya no veo nada.
Solo regreso a la realidad cuando escucho a Nami gritar. Parpadeo y alcanzo a ver cómo la ola desvía la tabla del moreno y lo engulle entre una tormenta de agua, sal y espuma.
De repente, me invade el miedo y me paralizo. Veo que Nami se levanta corriendo y a Kaito soltar su tabla y nadar rápidamente hacia la zona donde, hasta hace unos segundo, surfeaba Mitsuki.
Todo sucede demasiado deprisa, pero no puedo hacer nada, no me muevo. El tiempo se congela y se apelmaza a mi alrededor, quiero respirar y no puedo.
Y entonces, Mitsuki emerge del agua. Escucho el chapoteo que hace y la tos repentina que lo acompaña, vuelvo a oir con claridad y el tiempo regresa a la normalidad cuando me fijo en la sonrisa de su cara.
Kaito llega hasta él y le pega una colleja mientras le grita. Nami también lo llama desde la orilla, pero parece que nuestro amigo está bien, no ha pasado nada. Mitsuki no deja de sonreír.
Respiro hondo y meto la cabeza entre las rodillas. Podía haber pasado algo grave y me he quedado parada, no he podido ni acercarme... no entiendo lo que ha pasado. Siento tanta vergüenza que no sé cómo voy a mirar a la cara al resto.
-Aya, ¿estás bien?
Levanto la cabeza, sobresaltada. Nami está junto a mí de nuevo, con cara de preocupación.
-Sí... sí, estoy bien.
Decido no mencionar nada al respecto y hacer como si no hubiera pasado. Tampoco sabría qué decirle.
-Voy a estudiar la costa -digo apresuradamente mientras me levanto y cojo unas gafas de buceo.
-¿No íbamos a ir todos juntos?
Nami está preocupada, su cara dulce y aniñada es un libro abierto para el mundo.
Trato de fingir que todo va bien.
-Voy a adelantarme -respondo con cuidado-. En cuanto pillen un par de olas más venid a buscarme.
Asiente y regresa la mirada a los dos chicos que, al parecer y pese al susto repentino que hemos tenido, han decidido regresar al juego.
No tiene por qué suceder algo de nuevo, esta vez tendrán más cuidado.
Me marcho caminando a paso rápido por la orilla... necesito estar sola unos minutos.
Estamos bastante lejos del sitio secreto que me disputo con Mitsuki, pero esta zona no está tan mal. Hay grandes rocas y parece que la orilla alcanza una buena profundidad a escasos metros de la playa. Me gusta este lugar.
Giro la cabeza en la dirección que he venido. Me he alejado considerablemente y todavía parece que no llegan.
No importa, será solo un momento.
Me pongo las gafas, dejo la toalla para que el resto sepa dónde estoy y me meto despacio en el agua, un mar frío y algo picado, pero no es mucho problema.
Tomo una gran bocanada de aire y me sumerjo entre las olas... ese cambio de sonido cuando se llenan los oídos de agua, es lo más maravilloso que podría escuchar.
Estoy relajada, aunque sé que no estoy en mis plenas facultades, pero creo que soy capaz de investigar un poco el fondo antes de subir otra vez.
La marea es más fuerte de lo que había pensado, quizá esa fuera la razón de la caída de Mitsuki y, aunque cuesta nadar, el esfuerzo no me detiene.
Desciendo un par de metros más, observando las rocas, las zonas seguras y las que debemos explorar con las bombonas más a fondo. Es un lugar muy curioso y estoy deseando que Nami lo vea.
Iba a dar media vuelta y subir cuando, de repente, mis ojos captan un destello perdido entre la arena de una de las zonas más profundas.
No puedo evitarlo, voy directamente hacia allí.
Siento cómo el mar se revuelve y tira de mi débil cuerpo hacia la superficie, tratando de alejarme de mi objetivo. Soy consciente de que me estoy quedando sin aire, pero debo llegar hasta ahí... hay algo que brilla o desprende luz, es una visión extraña, parece un resplandor opaco y profundo. Quiero llegar hasta él.
Apresuro mi nado y desciendo otros dos metros más o menos, he perdido la cuenta y la noción del espacio llegado a este punto.
Cada vez estoy más cerca, comienzo a verlo con claridad... algo oscuro y deforme semienterrado.
Comienza a arderme el pecho, trato de no pensar en ello pero se me escapan un par de burbujas por la boca. Sigo nadando.
No sé cómo voy a subir, ni cuánto tiempo llevo bucendo, pero me da igual.
Saco las últimas fuerzas que me quedan y doy una fuerte brazada... Lo veo. Estiro los dedos y lo agarro, apretando con fuerza el objeto en mi puño. Ya solo me queda una cosa por hacer.
Sintiendo estrecharse mis pulmones, me impulso con una potente patada sobre la arena y comienzo a nadar tan rápido como puedo.
Estoy perdiendo aire, visión y fuerza, pero veo la superficie muy cerca... un esfuerzo más y podré respirar.

Por un momento, dudé que pudiera conseguirlo.
Cuando al fin saco la cabeza del agua me cuesta demasiado volver a llenarme de aire. Doy fuertes bocanadas mientras toso y trato de llegar a las rocas. Me agarro a una de ellas y salgo fuera del agua, desplomándome sobre la arena.
Tengo la vista nublada y la sensación de que voy a perder el conocimiento. De la fuerte respiración descontrolada he pasado a tomar aire demasiado despacio, con cansancio, agotada. Trato de recomponerme y me pongo bocaarriba, levantando el puño por encima de mí. Lo abro.
Es una pulsera: una cadena negra de algún metal desgastado, adornada con un único colgante de aspecto antiguo. Parpadeo un par de veces antes de asimilar lo que estoy viendo, es un Yan.
Su curva negra y fina se me graba a fuego en la retina. Quiero tocarlo...
Mis dedos lo rozan y siento un calambrazo, pero estoy tan cansada que no soy capaz de apartar la mano. La piel me arde mientras lo toco y entonces, el mundo empieza a dar vueltas a mi alrededor.
Cierro los ojos, buscando concentrarme, pero en la oscuridad de mi mente veo algo. Es el mismo resplandor que despedía la pulsera, pero cada vez se hace más grande y de él surgen colores... y una silueta.
No distingo bien, la imagen no es clara pero estoy empezando a oir algo, algo familiar.
Pero entonces regreso a la realidad.
-¡Ayami!
Abro los ojos y me levanto instintivamente.
Mis amigos están a unos metros de mí, vienen corriendo y se les ve preocupados. Les sonrío en la distancia.
Cuando llegan hasta a mí les falta el aire, irónico.
-Nos has asustado, Aya -dice Nami, agachándose junto a mí.
-Te hemos visto ahí tirada y creíamos que algo malo había pasado. -Mitsuki está acelarado, con el pelo empapado y las mejillas colaradas del sofocón.
Niego con la cabeza.
-Estoy bien, tranquilos -me apresuro a aclarar. En este instante, decido esconder el encuentro del colgante, así que lo oculto en mi puño a la espera de poder guardarlo en otro lugar-. Solo he ido a investigar y me he cansado, no ha pasado nada.
Ya están más aliviados.
-Creo que deberíamos terminar por hoy -comenta Nami-. Podemos volver mañana algo más calmados.
Todos asentimos, a nadie le apetece hacer algo más ahora. Así que recogemos las cosas y salimos de la playa.
Llegamos a la bifurcación donde nos separamos, donde todos menos yo siguen por la derecha y yo por la izquierda.
-Acompaño a Ayami -dice Mitsuki de repente-. Solo para impedir que cometa alguna locura de camino a casa.
-¿No será al reves? -le contesto riéndome.
Se encoge de hombros y nos despedimos de los otros dos. En cuanto les perdemos de vista, nos detenemos.
-¿Vamos?
-Claro.

Llegamos a nuestro lugar secreto. Es tarde y el sol está ya muy bajo, pero no importa, no hemos venido a meternos al mar, sino a negociar. Nos subimos a lo alto de las rocas y comienza la discusión.
-Yo llegué primero -argumenta, cruzándose de brazos.
-Esa no es una razón válida.
-¿Cuál es tu argumento, entonces?
Me quedo pensativa unos instantes.
-Que también me gusta este sitio y no veo tu nombre escrito en ningún lado.
Abre la boca para decir algo, pero decide callarse. Se mantiene en silencio unos segundos hasta que al fin responde:
-Pues ahora verás cómo lo escribo.
Corriendo, se agacha y toma una piedra suelta que había cerca nuestro, dispuesto a tallar sobre la roca su nombre. No pienso dejarle.
-No si antes lo hago yo.
Me muevo con rapidez y me sitúo tras su espalda, alargo el brazo y le agarro la muñeca derecha con la que sujeta la piedra.
Un chispazo.
De repente ya no veo a Mitsuki, ni las rocas, ni el mar al anochecer . Estoy viendo el sol brillar en lo más alto de un cielo despejado, sobre una playa de arena blanca y fina, muy distinta a la de aquí. Un mar en calma sin apenas un soplo de aire que mueva la superficie.
"-¡Ayami!"
¿Quién es? Es una voz aguda y alegre, como la de un niño, pero tengo la sensación de haberla oído antes.
Ante mis ojos se dibuja una pequeña figura que se adentra poco a poco en la orilla, acunada por la espuma.
"-¡Ayami!" -Repite.
Y entonces el niño se da la vuelta, sonriendo.
Piel blanca, pelo moreno liso, ojos rasgados... Y un reflejo azul marino.

Parpadeo con fuerza, respirando acaloradamente. Levanto la cabeza y me encuentro con la mirada asustada de Mitsuki.
-¿Qué ha sido eso? -susurra.
No puedo hablar, él también ha tenido una visión.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro