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Capítulo 6: Cian

Creo que decidir reabrir el club de buceo ha sido lo mejor que ha pasado en días, me ha subido el ánimo.
La idea me la ha soltado Nanami, literalmente a la cara cuando he entrado en el aula, mostrándome un pequeño panfleto arrugado... el mismo que yo había visto en el pasillo.
Me pierdo en mis pensamientos, dando vueltas al tema del club, el lugar secreto y los exámenes, cuando el nombre de Reika resuena en la clase. El profesor está hablando sobre las elecciones para representante del salón 2-E (nuestra clase) y si nadie se presenta, esa chica arrogante ocupará el puesto. No me apetece que sea ella quien nos represente, a lo mejor puedo convencer a Nanami para...
Me toco la frente con fuerza, me estoy mareando. Trago saliva y trato de serenarme, necesito aparentar unas horas más y podré descansar en casa por fin.
Representante de grupo... no quiero que sea Reika, no puede ser ella. Pero ese es un problema que resolveré mañana, cuando me encuentre mejor.
Por ahora, trato de centrarme en las clases mientras dejo que el tiempo corra a través de las manecillas del reloj.

Tras la comida y el final de las explicaciones de los profesores, al fin podemos dedicarnos a las actividades extraescolares.
El club de buceo y el de surf tienen un aula común, debería haberlo imaginado. Respiro hondo, y me concentro en limpiar el polvo arraigado sobre las paredes del pequeño cobertizo. El polvo y la agradable conversación con mis compañeros es mucho mejor que quedarme descansando en casa sin nada que hacer.
El tiempo pasa demasiado deprisa y, para cuando me quiero dar cuenta, Nami y Kaito se han ido y me he quedado sola con Mitsuki. Es extraño, pero no incómodo, hablando con él siento que es el tipo de persona con el que soy capaz de abrirme completamente, ser más cercana.
Sonrío para mí, mientras terminamos de limpiar el resto de la sala.

La noche comienza a caer sobre nosotros cuando al fin damos por terminada la limpieza. El cobertizo está como nuevo, con mobiliario antiguo pero totalmente limpio y listo para usar.
-Podremos empezar mañana mismo -susurro en voz baja-. Podríamos...
No me sale la voz. Me llevo una mano a la cabeza, me duele demasiado y me tiembla todo el cuerpo.
Trato de serenarme y relajarme, pero siento que todo está fuera de sí, he perdido el control de mí misma por completo.
Sé que Mitsuki está diciendo algo, pero no puedo oírle, un irritante pitido martillea mis oídos.
-Oye... Mitsu... -No puedo terminar de llamarlo.
Toda mi fuerza se desvanece en un instante y el mundo entero cae sobre mí con fuerza, nublando mi visión e incapacitando mis sentidos.
Sé que estoy en el suelo, sé que me he hecho daño, mucho, pero no puedo moverme. Escucho la voz de Mitsuki llamarme desde un lugar muy lejano al que soy incapaz de llegar... Todo mi ser se sumerge en la más profunda oscuridad.

○•○•○

"Ayam... Ayami..."
Alguien me está llamando.
"Aguanta"
Es una voz familiar... ¿Mitsuki?
"¡Ayami!"
Trato de abrir los ojos, pero solo consigo una fina línea de visión. Poco a poco mis sentidos se vuelven a activar, lenta y pesadamente, pero me dan una idea aproximada de lo que ocurre a mi alrededor.
-Mitsuki... -logro decir al fin. La cabeza me da vueltas, pero creo que lo peor ya ha pasado.
Con un poco de esfuerzo, consigo analizar la situación.
Estoy sobre la espalda de Mitsuki, el cual corre a toda prisa por el paseo marítimo. No puedo verle la cara porque me es imposible girar el cuello ahora mismo, necesito un poco más de tiempo.
-Mitsuki... para -repito, parece que no me ha escuchado la primera vez.
-¡¿Ayami?!
Se detiene en seco y ajusta sus brazos, elevándome un poco más en esa posición de "caballito" en la que me lleva.
Lo escucho respirar acaloradamente, ¿cuánto lleva corriendo conmigo a cuestas? ¿Y hacia dónde vamos?
-Mitsuki bájame, por favor -Digo mientras me incorporo un poco, apoyándome sobre sus hombros.
-¿Estás loca? -Me mira, airado-. No te bajaré hasta que lleguemos a tu casa.
-¿Mi casa?
Mitsuki asiente con decisión y reemprende la marcha, esta vez, algo más despacio. Parece que el que haya recobrado la consciencia le ha relajado un poco, tiene todos los músculos en tensión.
-Tú no sabes donde vivo -le reprocho. Aún me duele mucho la cabeza y siento mi piel arder, pero me encuentro mejor que cuando perdí el sentido en la escuela-. Quiero bajar.
Me revuelvo un poco en su espalda, levantando la cabeza por encima se sus hombros. No estamos lejos de mi casa.
-He llamado a Kaito -comienza a decir Mitsuki- y él ha hablado con Nanami para que me diera tu dirección.
Iba a protestar, pero él me interrumpe.
-Si hubiera llamado a una ambulancia me habrías decapitado en cuanto despertaras y como no estabas herida pensé que llegar a casa sería lo mejor y más rápido.
Estoy demasiado cansada y embotada como para quejarme, así que acepto cualquier explicación que me dé al respecto. Solo tengo clara una cosa...
-Para.
Mitsuki me mira de reojo, pensativo, no llega a pararse pero deja de correr, limitándose a andar.
-Necesitas llegar a casa cuanto antes. Resoplo, me agotan este tipo de conversaciones. Como veo que Mitsuki no me hará caso, decido bajarme en este instante.
No se lo espera así que, cuando saco las piernas de entre su cuerpo y sus brazos, aunque se revuelve, logro mi objetivo.
Estoy mucho más cómoda andando por mi propio pie, aunque esté mareada, llevo aguantando así varios días de todos modos.
-No deberías esforzarte y... -Sé lo que va a decir, así que lo detengo.
-Voy a caminar hasta mi casa, puedo sola. -Trago saliva mientras me retiro el sudor de la cara, me encuentro fatal-. Ya estamos cerca de casa, así que...
Empiezo a andar, me duele todo el cuerpo y me pesan las extremidades, pero no puedo hacer nada.
La brisa marina de la noche me sienta bien, pero trae con ella una voz demasiado insistente.
-Te voy a acompañar hasta que te vea entrar por la puerta -dice Mitsuki, plantándose delante de mí con los brazos cruzados y el ceño fruncido-. Podrías volver a perder el conocimiento y hacerte daño realmente.
Quiero decirle que no, que deje de preocuparse, pero la verdad es que no sé si seré capaz de llegar por mi propio pie.
Asiento y comenzamos a andar. No hablamos mucho durante el camino, más que nada porque soy incapaz de mantener una conversación en estas condiciones. Me cuenta que obviamente no les ha dicho a Kaito y a Nanami para qué quería mi dirección.
-Tendremos que pensar una buena excusa mañana -comenta. Mañana ya solucionaremos todo.
El tiempo pasa y al fin llegamos a la puerta de mi casa, no quiero ni preguntar qué hora es.
Antes de llamar a la puerta, me vuelvo hacia Mitsuki:
-Gracias por todo, de verdad.
-Ni lo menciones, solo espero que se lo digas a tus abuelos y mañana no aparezcas por clase.
Sonrío a mi pesar.
-Ni se lo voy a decir a mis abuelos, ni voy a faltar a clases mañana. No pienso preocupar a nadie...
Me parece que Mitsuki quiere añadir algo más, pero se muerde la lengua y decide asentir finalmente.
Vuelvo a darle las gracias y él se despide, escabulléndose por la calle de al lado.
Abro la puerta y no tardo en escuchar la voz de mi abuela. Son las diez de la noche, tarde. Rapidamente le explico que nos hemos retrasado arreglando el aula del club y que me he entretenido charlando con mis compañeros.
Mi abuelo no dice nada, se limita a observar la situación mientras mi abuela decide si creerme o no. Finalmente asiente y logro llegar a mi habitación sin pararme a cenar con la excusa del cansancio.
Al fin estoy sobre la cama, tengo frío y la cabeza lista para estallar en cualquier momento. Solo necesito dormir.

Cuando amanezco al día siguiente me encuentro muchísimo mejor, aún me duele un poco la cabeza pero ya no siento escalofríos. Desayuno con ganas y me voy corriendo a clases, me alegra haber recobrado un poco del espíritu que la enfermedad me había quitado. Lo peor ya ha pasado.
Llego al aula y me encuentro con Kaito, Nami y Mitsuki alrededor de mi mesa, charlando alegremente.
Les saludo y sonrío, iba a decirles algo cuando suena el timbre que marca el comienzo de las clases, que obliga a los chicos a ir a sus asientos.
Mitsuki pasa a mi lado y me dedica una mirada interrogante, también de reproche. Simplemente le sonrío.
Mientras me siento y coloco las cosas, antes de que Nami pueda preguntarme cualquier cosa, encuentro una nota en la cajonera de mi mesa:

"Les he dicho que lo de ayer fue para gastarte una broma. Decir que podía ver el futuro y que por eso sabía tu dirección, demostrando que podía llevarte a casa sin que me lo dijeras.
Parece que ha colado, así que no diré nada...
Te dije que NO vinieras"

Doblo el papel, lo guardo en mi mochila y me giro hacia Mitsuki. Levanto el dedo pulgar en señal de aprobación y le saco la lengua, él se ríe. Es mi forma de decirle que me encuentro bien.
Por fin, ya está todo en orden.
-Hoy elegiremos al representante de clase -dice el profesor-. ¿Algún voluntario?
Me había olvidado de este asunto, no he podido decirle nada a Nami y...
Reika se levanta del asiento con la mano levantada, toda estirada y con una sonrisa triunfante en los labios.
-Muy bien Reika, ven aquí... ¿alguien más?
Aprieto los puños y miro a Nami.
-Serías una buena delegada -susurro. Nami es una buena chica con ganas de hacer muchas cosas por los demás, realmente lo haría bien.
Ella niega con la cabeza con fuerza... es demasiaso tímida.
-¿Nadie? -Necesito tiempo para pensar, pero no tengo-. De ser así Rei...
-¡Espere!
Mi cuerpo se ha movido solo, tirando de mí hacia arriba. Voy a cometer una locura.
-A mí también me gustaría presentarme.
El profesor sonríe y me invita a situarme al lado de Reika. Si las miradas matasen...
Nuestro tutor hace un llamamiento más y, para mi sorpresa, Kaito levanta la mano y se sitúa junto a mí. Me guiña un ojo, puede que este chico esté más loco que yo.
-Bien, exponed vuestros discursos y votemos.
Chasqueo la lengua. Los siguientes minutos se pasan lentos y tediosos. Reika no hace más que parlotear, directamente no la escucho.
Cuando llega mi turno cuento un poco cómo he llegado a estudiar en Japón y las ganas que tengo de ayudar e integrarme... la verdad.
Las palabras de Kaito me parecen las mejores, realmente se le ve motivado.

Ya están las cartas sobre la mesa. Escribimos nuestros nombres en la pizarra y dejamos que la clase vote. La persona con mayor número de votos será el representante y el segundo más votado, el suplente y ayudante.
El silencio pesa sobre mí, así que me altero cuando el profesor elige a Mitsuki para como mano inocente y contar los votos, leyéndolos en alto.
Poco a poco, nuestros nombres van flotando en el aire.
Estoy nerviosa, no quedan muchos votos más y está todo muy igualado. Cierro los ojos. Me limito a pensar en lo que haremos en el club cuando esto acabe.

-Y el último va para...
La voz de Mitsuki aparta mis pensamientos de golpe. Tiene un timbre bonito, una voz color cian.

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