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Capítulo 18: Fuegos Artificiales

Jamás lo admitiré delante de él, pero gracias a Mitsuki, logré dormir una noche del tirón, sin pesadillas o pensamientos a los que diera vueltas hasta altas horas de la madrugada.
Aquella sensación de seguridad que me dio... había renunciado a ella hace mucho tiempo.
Despertarme y verle a mi lado ha sido extraño, pero para mi sorpresa, no me ha importado.
Me ha hecho mucha gracia ver su reacción esta mañana. La verdad, en condiciones normales, le habría golpeado y empujado fuera de la cama. Pero había sido yo la que le había pedido que se quedase.
Algo ha vuelto a cambiar, pero me da miedo preguntarme qué es...

Me alegra poder ver a Kaito sonriendo hoy también. Nos hemos abrazado todos y, la verdad, sentir su calor es reconfortante. Apenas tenemos tiempo para hablar de todo lo sucedido, el tutor entra por la puerta y anuncia la llegada de un nuevo estudiante: Ray.
La noticia me deja totalmente descuadrada, sobre todo porque no dejo de pensar en la visión que tuve estando inconsciente. Visión que aún no he podido compartir con Mitsuki, espero poder hablar con él esta noche.
Las clases transcurren sin muchos más imprevistos, hasta que nos adentramos en el horario extraescolar.
Ray y Reika quieren unirse al club.
Mi primer impulso es negarme en rotundo a que ella ingrese, pero en el fondo siento algo de lástima... explica que tiene envidia de nuestro grupo y nuestra amistad. Creo que dice la verdad, así que finalmente acepto.
Pasamos el resto del día comentándoles cómo funciona el club y las distintas actividades preparadas, además, al parecer el señor Klein ha aceptado ser nuestro tutor, por lo que podemos expandirnos más... aunque no sé si me gusta la idea de que ese hombre ande cerca. Prefiero no darle muchas vueltas a eso de momento.
El tiempo corre y llega la hora de despedirse. Nami se va sola, al igual que Reika, pero Kaito y Ray regresan por el mismo camino, parecen haber congeniado bastante bien. Sonrío sin poder evitarlo.
Pese a que no ha sido un día malo, de repente recuerdo lo que me espera al llegar a casa: Mis abuelos.

Mi abuela comienza a gritar sin escuchar, ni siquiera tengo tiempo para contarle todo lo que había pensado decirle. Al final solo puedo decirle que es culpa del mar...
Cierro los ojos y agacho la cabeza mientras recibo el sermón.
"Tú y tu dichoso mar". Lo ha dicho, siento el corazón romperse en pedazos y unas ganas de llorar incontrolables.
Pensaba que estaba perdida, hasta que Mitsuki ha hablado. Se ha arrodillado y ha pedido quedarse en la casa hasta que me recupere... no doy crédito a mis ojos.

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-Por favor -repite.
Mis abuelos se miran sin saber cómo reaccionar, pero la situación parece ablandarlos y finalmente asienten con una ligera sonrisa.
-Levántate, hijo -contesta mi abuelo mientras le insta a separarse del suelo-. Puedes quedarte el tiempo que quieras, nosotros somos viejos y estando tú, Ayami no tendrá tantos problemas... y tendrá compañía.
Mitsuki hace varias reverencias, agradeciendo sus palabras.
-Gracias -contesto simplemente, agachando la cabeza. No me sale la voz, estoy un poco confundida por cómo se han desarrollado los acontecimientos. Pero el resultado es que Mitsuki puede quedarse.
Pese a todo, mi abuela termina de echarme la bronca, aunque finaliza la conversación con un abrazo cuando le explico con todo detalle la situación.
Al fin puedo respirar.

-No me creo que hayan accedido -le digo a Mitsuki cuando al fin subimos a mi habitación después de cenar. Me ayuda a sentarme en la cama y él agarra la silla de mi escritorio, apoyándose en el respaldo para hablar desde ahí.
-Lo importante es que puedo quedarme... gracias por proponerlo -añade, algo sonrojado.
No puedo evitar sonrojarme por alguna razón y añado con rapidez que no es nada.
Me tumbo en la cama y levanto la mano donde aún descansa mi pulsera.
-Mitsuki, tenemos que hablar muy seriamente de esto, de lo que está pasando.
Asiente y acerca la silla para estar más cerca de mí. Toma su colgante entre las manos.
-Creo que lo único de lo que estamos 100% seguros es que ellos nos muestran las visiones -comenta, refiriéndose al símbolo blanco que sostiene entre los dedos.
Asiento, me cuesta poner en palabras el lío de pensamientos que surca mi mente en estos instantes.
-Vale, sé que hemos visto escenas que parecen recuerdos del pasado... y alguna del futuro, creo.
Recordar la visión sobre el accidente de Kaito me hace estremecer, pero lo que realmente me perturba es la imagen de Mitsuki adulto y las palabras que me confió en ese momento: "No dejes que nadie más se vaya".
-Hay un vacío en mi memoria. -La voz pausada de Mitsuki me hace volver a prestar atención a la realidad-. Me apostaría la vida a que lo que he visto es verdad, que nos conocimos cuando éramos más pequeños y estuvimos juntos en España.
-No entiendo esa parte -comento, descuadrada-. ¿Qué se te perdió a ti en España?
Mitsuki se encoge de hombros, sombrío.
-Pensé que mi madre me daría una respuesta a esa pregunta pero...
-Lo siento -me apresuro a decir. No quería parecer tan insensible.
-No importa. -Mitsuki me sonríe y continúa hablando-. También hay otra cosa... no quiero admitirlo pero, debemos ponernos en la peor situación.
Me incorporo y me siento, apoyando la espalda contra la pared. No quiero escuchar lo que va a decir, pero es necesario.
-Ayami, hay gente que quiere hacernos daño.
No respondo. Sé lo que vi, aquellas personas con trajes oscuros y jeringuillas, la conversación del señor Klein con la madre de Mitsuki y Ray... hay mucho que asimilar.
-El señor Klein está implicado y Ray, en cierto modo, creo que también.
-Y mi madre lo estaba -añade. Tiene un brillo extraño en los ojos, no sé si debería dejar la conversación aquí.
-Mitsuki...
-No, Ayami, esto es más serio de lo que creemos y tenemos que aclarar todo lo que podamos.
Nos rodea un silencio momentáneo, hasta que una idea se pasa por mi mente.
-Oye... ¿y si juntamos los colgantes?
Mitsuki se tensa sobre el respaldo de la silla, abriendo los ojos de par en par.
-¿Crees que algo pasará?
-Si no lo probamos no lo sabremos -añado, quitándome la pulsera y tendiéndola hacia él.
Asiente y se acerca, con el colgante en la mano. Se sienta junto a mí y ambos tomamos aire, como si fuéramos a sumergirnos en el mar.
-¿Preparado?
Sin esperar respuesta, acerco mi joya negra hacia su gemela blanca, deslizándola con cuidado milímetro a milímetro... hasta que encajan.

Las imágenes estallan ante mis ojos como fuegos artificiales, desatando un millón de colores y texturas a una velocidad vertiginosa. No puedo distinguir los escenarios, ni las personas que veo, no puedo ver.
Pensaba que estaba sola en ese huracán de visiones, pero no.
Siento el tacto cálido de las manos de Mitsuki, no puedo verle, pero le siento. Tan real como el sonido de los fuegos artificales que sacuden mi mundo.
Entonces, las imágenes aumentan la velocidad y nos engullen, transportándonos a un solo lugar.
Estamos viendo una escalinata de piedra, rodeada de árboles frondosos por los que se cuelan los rayos del sol, creando sombras suaves que recuerdan al paisaje de verano.
"Sé dónde estamos", la voz de Mitsuki me llega algo embotada, pero la oigo.
La imagen cambia y nos lleva al final de las escaleras, mostrándonos un viejo templo cubierto de vegetación... parece abandonado.
Las puertas se abren de golpe y somos arrastrados al interior. No veo nada, a excepción una antigua caja de madera que parece vibrar con vida propia. Nos acercamos y la tapa se abre, revelando su contenido: nuestros colgantes.
El estallido de los fuegos artificales retumba en mi cabeza y el brillo intenso de sus colores se traga toda la oscuridad reinante...

Abro los ojos, justo al mismo tiempo que Mitsuki y antes de decir o hacer algo, miro la hora en el reloj: las 23:56, la visión no ha durado ni un minuto. Me preocupaba que hubiésemos cometido un grave error.
-Aya, tu nariz.
Parpadeo un par de veces, tratando de entender lo que Mitsuki quiere decir, hasta que siento un calor inesperado por encima del labio. Me llevo un par de dedos a la zona y cuando los vuelvo a mirar...
-Sangre.
Trago saliva y un mareo intenso se apodera de mí. Mitsuki hace un amago de acercarse más pero se detiene en seco, llevándose las manos a la boca y saliendo corriendo de la habitación. Le escucho vomitar en el baño.
Decido tumbarme y cerrar los ojos, agarrando varios pañuelos para detener el sangrado y hacer que el mareo desaparezca. Pasan unos minutos hasta que Mitsuki vuelve a la cama.
-¿Estás bien? -decimos los dos a la vez.
Mitsuki asiente y yo le devuelvo el gesto con cansancio. Estoy sin fuerzas y él tampoco parece encontrarse mejor, está pálido.
-Eso ha sido intenso... -le digo.
-Al menos ha merecido la pena, ahora tenemos una pista más.
Se me están cerrando los párpados, se ha apoderado de mí un sopor que no puedo controlar.
-Me voy a la cama -dice Mitsuki mientras se levanta-. Mañana hablaremos de esto.
-Mañana no. -No sé muy bien qué es lo que estoy diciendo-. Mañana es el concierto...
No sé si hay respuesta, pero, como tantas otras veces, todo mi ser cae rendido al sueño.

El sonido de la alarma del despertador es una de las cosas que más odio en la vida. Pero hoy me espera un día muy largo, así que tengo que hacerle caso.
Estiro el brazo para llegar hasta el reloj y cuando toco el botón, la luz del sol se apaga.

Estamos Mitsuki y yo en un concierto, en el concierto de esta noche. "Nn" está cantando una de las canciones favoritas de Mitsuki y él la sigue a pleno pulmón. Todo es tan perfecto: la música, la gente, las luces... pero mis sentidos se alteran de repente.
Miro en todas direcciones, buscando algo que no entiendo, pero que está mal...

-¡Ayami!
Abro los ojos de golpe y veo a Mitsuki sujetándome por los hombros, tirando de mí hacia arriba y tumbándome en la cama. Estaba a punto de caerme.
-Madre mía, Ayami, no te muevas tanto en la cama.
Lo miro, sin comprender muy bien lo que acaba de pasar. El brillo oscuro de mi pulsera me recuerda lo que acabo de ver, pero quiero olvidarlo.
-Sí, debo tener más cuidado.
Sonrío y me dejo ayudar por Mitsuki para incorporarme, me acerca las muletas y se va.
Respiro hondo.
No sé si debería decírselo, pero no quiero preocuparle, no hoy. Está tan ilusionado por el concierto que no quiero estropearlo.
-Puede que no sea nada -susurro. Llevo la pulsera hacia mi pecho y la estrecho con suavidad-. Protégenos, por favor.
Mi determinación regresa y me visto, preparándome para lo que me espera hoy. Haremos cosas del club con los chicos, como siempre, prepararemos los eventos para la búsqueda de nuevos miembros la semana que viene y Mitsuki tendrá su regalo de cumpleaños inolvidable.
Las conversaciones serias las tendremos mañana, cuando todo se haya calmado y tenga las cosas claras.
Y, si por alguna razón alguien o algo quisiese arruinarnos la fiesta, no lo iba a tener tan fácil.
Estaría atenta.
-Esta vez, no dejaré que nada suceda.

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