Capítulo 14: Azul cielo
Nota:
Hola a todos!!
Comentaros que hemos recibido distintas opiniones de lectores y hemos tomado una decisión para satisfacer a todos xD Como sabéis, cada nuevo cap comienza retomando lo sucedido en el anterior desde el punto de vista del otro protagonista, lo que se puede hacer un poco extenso. Así que, hemos decidido incluir una separación gráfica que distinga lo que es recuerdo del cap anterior y lo que es del nuevo, así, quien quiera omitir la zona del recuerdo puede ir directamente a la separación y empezar el nuevo cap desde ahí.
Buscad este símbolo &&&&& y ya podéis empezar a leer ^.^
Nuestra opinión personal es que nos encanta retomar lo sucedido en el anterior cap desde otro punto de vista, así que si os parece interesante lo que piensa cada uno de tal o cual situación, leerlo todo xD
Gracias por el apoyo💙
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Hay algo que me desconcierta... y si algo no me encaja, tengo la necesidad de resolverlo.
Y lo que me preocupa en este momento, son los ojos de Kaito. Está raro, muy raro.
Llevo dándole vueltas al asunto desde que nos despedimos de ellos por la tormenta y nos fuimos corriendo a casa sin darles muchas explicaciones. Es cierto que dos adolescentes viviendo juntos, solos, es algo por lo que extrañarse pero... no sé, la expresión de Kaito en ese momento era diferente a lo que me hubiera esperado, y creo saber por qué.
-¡Ayami! -Oigo la voz de Mitsuki desde el baño, no he entendido muy bien qué quiere pero creo que iré a preguntar.
-¿Qué pasa Mitsu...?
No.
No puede ser.
La vista se me dispara hacia abajo, inevitablemente, aunque yo no quiera, aunque sepa lo que me voy a encontrar ahí.
El contacto visual de mis retinas y su cuerpo desnudo dura solo unos segundos, pero lo suficiente como para descubrir la verdadera figura de Mitsuki. Mis ojos lo recorren a ultravelocidad hasta llegar a su cara, toda roja, como la mía.
Cierro la puerta de sopetón y escucho su voz amortiguada desde el otro lado dando explicaciones. Le paso la toalla y me voy corriendo a otra habitación, donde sea, pero lejos de él.
Siento que el corazón se me va a salir del pecho y noto la piel arder hasta las orejas... trato de calmarme y olvidarlo, pero es complicado.
Voy a la cocina y me echo agua fría por las mejillas.
-Ya está, ya está.
Me lo repito todo el tiempo hasta que Mitsuki sale de la ducha. Los dos actuamos normales, pero no es verdad, algo ha cambiado.
Decido que lo mejor es tratar de olvidarlo y dejar las cosas como están.
Por la mañana al fin vamos todos a clase. He quemado el desayuno y casi llegamos tarde, Mitsuki ha vuelto a coger el ritmo a las clases y hemos comido los cuatro juntos. Parece un buen día, salvo por la mirada perdida de Kaito.
Quiero hablar con él, pero no sé cuando...
Hoy hace sol, mucho sol y eso me molesta, sobre todo cuando estoy preocupada, me impide pensar con claridad.
Pese a los ánimos del grupo, los chicos proponen ir a la playa y que probemos las tablas. Soy un pato, la verdad, así que no creo que me suba... pero al final accedemos.
-¡Venga, Ayami!
Mitsuki no deja de insistir en que me suba a la tabla, pero sé que me voy a caer y sé que está tramando algo a mi costa. Por mucho que me queje, no tengo más opción que hacerle caso e ir con él nadando contras las suaves olas.
-De verdad... -susurro. No dejo de mirar a Kaito que espera junto a Nami en la playa. Está tan oscuro, tan gris.
Con un poco de esfuerzo consigo montarme en la tabla... mentiría si digo que no tengo miedo en estos instantes, no hay olas, pero podría venir una en cualquier momento y...
Es en ese instante de vacilación Mitsuki golpea la madera, haciéndome perder el equilibrio de mala manera. No puedo evitarlo, me caigo encima de él.
Le riño, me saca la lengua y me voy a la playa. Es el momento perfecto: Nanami se dirige hacia Mitsuki para montar ella también y Kaito se ha quedado solo sentado en la arena.
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-Kaito... -Ni siquiera me mira, tiene la mirada perdida en el mar-. Necesito hablar contigo.
Me siento a su lado y pierdo la vista donde él la tiene sumergida.
-Te gusta Mitsuki, ¿verdad?
No sé realmente qué clase de reacción me esperaba, pero no la que tuvo. No me miró, siguió mirando al mar mientras se hacía un ovillo, escondiendo su rostro entre las rodillas.
Respiro hondo. Lo llevo intuyendo desde el primer día que los vi juntos, resulta muy fácil darse cuenta de estas cosas. Cuando una persona se enamora, ni el mejor mentiroso puede ocultarlo.
-Kaito, no puedes estar así. -Le pongo una mano sobre el hombro y lo acaricio, despacio. Cualquier resquicio del chico alegre y activo que es siempre, se ha desvanecido por completo-. Cuéntame qué te pasa, por favor.
Por fin sus ojos se clavan en los míos, apagados, sin fuerza.
-No puedo Aya... no a ti.
-¡Puedes! ¿Por qué no ibas a poder?
Me duele eso, mucho.
-Simplemente no puedo.
Me muerdo el labio, quiero que se desahogue, lo necesita, quiero ayudarle a que vuelva a ser el de antes.
-Si piensas que entre Mitsuki y yo hay algo, estás muy equivocado.
Aprieta los puños. Era eso.
-Aya...
-Kaito, -hablo en voz baja, como tratando de calmarle-, tienes que hacer lo que necesites hacer. Creo que no puedo darte mejor consejo.
Respira profundamente y se levanta, arrastrando sus pies mientras recoge la tabla y se dirige hacia donde están Mitsuki y Nami.
Estoy inquieta, veo a Nami venir nadando hasta a mí y a Kaito llegar hasta la tabla de su compañero.
-Mitsuki dice que viene una ola grande -comenta con una sonrisa, ajena a todo lo que está ocurriendo-, van a intentar montarla.
Asiento mientras veo como la espuma se retira de la orilla y tira de la arena y las conchas hacia el interior, veo cómo se forma la ola en el horizonte, centelleando como cristal roto bajo los rayos del sol... es perfecta.
Mitsuki y Kaito nadan contra la resaca y consiguen subirse a la tabla.
El mundo se ha detenido un instante a mi alrededor, solo puedo verles a ellos.
La ola crea un tubo precioso, grande, blanco y azul hielo, que genera un pequeño arcoiris entre sus gotas bañadas por la luz. Ahora no veo sus tablas, no veo más que el mar.
Miro el final del tubo y los veo salir cortando el agua, dirigiéndose hacia el lado más rocoso de la playa.
-¡Ha sido genial! -Grita Nami a mi lado.
Asiento sin prestarle mucha atención. Ambos han desaparecido entre las rocas y los he perdido de vista.
-Creo que van a coger más olas -le miento-. Voy a ver cómo están, tú quédate vigilando las cosas, ¿vale?
Nami levanta el pulgar derecho en señal de aprobación y se sienta en la arena, tomando el sol con los ojos cerrados.
No pierdo el tiempo y corro hacia las rocas. No me preocupa que se hayan hecho daño o por el estilo, si no lo que vayan a decirse ahora mismo... y sé que está mal ir, pero siento que no puedo dejar a Kaito solo en este momento.
Cuando estoy llegando reduzco la velocidad y me muevo despacio... hasta que escucho sus voces. Me escondo detrás de una roca más o menos de mi altura y me asomo. Ahí están, de pie sobre la tierra mojada, lo suficientemente lejos como para que no me vean pero lo suficientemente cerca como para escuchar sus palabras.
No me gusta esto, me estoy odiando a mí misma por ello, pero no quiero dejarle solo... le estoy viendo ahora, más alto y atlético que Mitsuki, de aspecto más aterrador y activo, pero parece tan pequeño en estos momentos, que su aura ha perdido todo el brillo.
-Mitsuki -lo llama. Tiene la voz ahogada y le tiembla al hablar-. Antes de que algo más pase, necesito que sepas una cosa.
El aludido se encoge de hombros, totalmente ajeno a lo que ocurre.
-Claro, dime. Estás muy raro últimamente, ¿ha pasado algo?
Kaito no aparta la mirada de la de Mitsuki, no parece acobardado, pero mantiene los puños cerrados para que no le vea temblar.
Respira hondo y se acerca aún más a Mitsuki, están muy pegados.
-Eres tan idiota -dice Kaito, tiene una sonrisa triste en el rostro, como si fuera a echarse a llorar en cualquier momento-. Nos conocemos desde hace muchos años ya y aún no comprendes nada, ¿verdad?
-¿Qué tengo que comprender? -Contraataca Mitsuki, realmente no tiene ni idea de nada-. Te has pasado los últimos cursos detrás de mí, metiéndote conmigo de vez en cuando y tirándome pullas en las clases.
Se ha reído, no de burla, si no de felicidad, parece que ha recordado algún suceso que aconteció entre los dos.
Kaito se muerde el labio y lo mira directamente.
-Sí, he pasado mucho tiempo molestándote. -Está muy serio y parece que Mitsuki comienza a entender la atmósfera de la situación-. Nuestra amistad siempre ha sido así... hasta no hace mucho, cuando realmente lo entendí todo.
Mitsuki lo mira extrañado.
-No sé a qué te refieres.
Kaito mira hacia otro lado y luego regresa a mirarle, sonriendo dulcemente.
-Siempre me has obligado a hacer cosas innecesarias porque tú no comprendías el mundo a tu alrededor, idiota.
La última palabra es apenas un susurro... un susurro que termina fundiéndose en los labios de Mitsuki.
No debería estar aquí, no debería estar viendo esto, pero...
Apenas ha sido un roce, como la caída de un petálo sobre el suelo. Mitsuki no se ha apartado, no se ha movido.
Levanta la mano y se toca los labios, donde momentos antes descansaban los de su amigo.
Kaito tiene la mirada apagada y una expresión de honda tristeza.
-Solo quería que lo supieras -dice al fin. Su timbre es frío y lejano-. Sé que no me corresponderás pero así me quedo más tranquilo... Me has gustado desde la secundaria y nunca he sabido cómo hacértelo llegar, perdona por molestarte todos estos años.
Mitsuki no dice nada, no deja de mirarle sin pronunciar una palabra.
-Ahora puedo olvidarme de ti, ¿sabes? -Mitsuki asiente-. Ya todo puede volver a la normalidad.
Se quedan callados unos segundos, sin saber qué hacer o decir. Hasta que Mitsuki rompe el silencio:
-Ganaremos este fin de semana. -Está sonriendo de oreja a oreja, una sonrisa sincera y llena de cariño. Una muestra de amistad verdadera.
Mitsuki le ofrece la mano y Kaito, sonriendo a su vez, se la estrecha con decisión.
-Por supuesto.
Al fin suelto el aire que estaba conteniendo. Parece que los dos están bien... No.
-Vamos a coger más olas, Kaito -dice Mitsuki, bastante animado.
-Ve yendo, ahora te alcanzo.
El moreno se despide y se lanza a nadar en su tabla. Me escondo un poco más para que no me vea y cuando sé que estoy fuera de peligro, salgo en busca de Kaito.
-Kaito... -lo llamo. Está de pie, mirando el horizonte con los ojos de cristal, cristal opaco y nublado... unos ojos gris tormenta.
-Aya, yo... -Agacha la cabeza y se derrumba, llorando en silencio.
Me acerco a él y le abrazo, consolándole tan bien como puedo.
-Ya está, has hecho lo que era mejor para ti.
Me abraza con fuerza, tratando de dar explicaciones:
-Siento haber estado así estos días y más contigo... perdóname.
-No hay nada que perdonar. -Le separo un poco de mí y le levanto la cara-. El amor existe de muchas maneras y la amistad es la forma más bella, al menos es como yo lo veo.
Kaito asiente y respira hondo, calmándose poco a poco.
Me pongo de pie y le animo a levantarse, sonriendo.
-Mis amigos lo son todo para mí, significan más que una pareja o cualquier otra cosa... -No sé si esto le ayuda, pero creo que podría hacerle sentir mejor-. Valoro mucho más el amor de una amistad, quiero que lo sepas.
Kaito me sonríe, parece más alegre, dolido y roto por dentro, pero parece que empieza a recuperarse.
Me abraza sin previo aviso y después me toma de la mano, agarrando con la otra su tabla de surf.
-Volvamos con los demás, Aya.
-Sí, deben estar preocupados.
Me subo con Kaito a su tabla y remamos con tranquilidad hasta la playa. Tiene los ojos hinchados y algo enrojecidos, pero vuelven a tener brillo de nuevo y una pequeña e indecisa sonrisa se enrolla entre sus labios.
Ahora, por fin puedo escucharle respirar tranquilo.
●○•○●
-Aya...
Me doy la vuelta, sin prestar atención.
-Ayami, levanta.
Aprieto con fuerza la almohada y me hago un ovillo.
-Venga Ayami, vamos a llegar tarde a clase.
Clases. Tarde... Mierda.
Abro los ojos de sopetón y de un brinco me lavanto de la cama, empujo a Mitsuki fuera de la habitación y me cambio lo más rápido que puedo.
-¡Podrías haberme despertado antes! -Le grito a través de la puerta, viendo la hora en el reloj: las 7:51.
-Lo intenté. -Mitsuki se ríe-. Tienes una tostada en la cocina, coge tus cosas y te la tomas por el camino.
No queda otra, parece que el viernes no ha empezado con buen pie.
Llegamos por los pelos a la hora, justo cuando el profesor entra en clase, por lo que no tenemos apenas tiempo de dar los buenos días a Kaito y a Nanami. Pero me fijo en sus caras... los dos parecen alegres, como siempre.
Las clases se pasan bastante rápido y la hora del almuerzo llega cuando menos nos lo esperábamos.
Terminamos de comer y entonces, Kaito se levanta de la silla con una sonrisa y un paquete de galletas en la mano que le tiende a su amigo.
-¡Felicidades tío! -Se abalanza sobre Mitsuki y le da un golpe amistoso en la espalda-. No es gran cosa, pero sé que son tus favoritas.
El moreno ni siquiera tiene tiempo de hacerle el gesto de que guarde silencio.
-¿Es tu cumpleaños? -Contesto.
-Se podría decir que sí...
-¡Felicidades! -Grita Nami, dándole un suave beso en la mejilla.
Yo no me muevo, ni digo nada. Mitsuki me ha mentido y no entiendo por qué, me siento una estúpida.
La campana suena, impidiendo a Mitsuki dar explicaciones y yo regreso a mi sitio, molesta.
El resto del día me lo paso sin dirigirle la palabra, me duele que me mintiera con algo tan importante... Así que cuando llega la hora de las actividades del club decido escabullirme. A lo mejor me da tiempo a comprarle algo y dárselo esta noche.
-Chicos empezad sin mí, he olvidado algo en casa.
Sin esperar respuesta salgo corriendo, sin prestar atención a nada más que mis pensamientos.
¿Qué podría comprarle? ¿Comida? ¿Ropa? ¿Unos auriculares nuevos? Quiero regalarle algo que le haga ilusión...
No veo mis pies, ni a las personas que dejo atrás mientras corro calle abajo. Es por eso que estoy cruzando la calle sin mirar, por aquí nunca pasan coches.
Hasta hoy.
El sonido del claxón me trae de vuelta a la realidad.
Todo mi peso parece concentrarse en un único paso que ralentiza todos mis movimientos.
Veo el capó de un coche oscuro dirigiéndose hacia mí y la cara aterrorizada del conductor, el profesor de historia.
En apenas unos segundos capto todo tipo de detalles del mundo que me rodea, todo es más colorido y los sonidos se han magnificado.
Antes de que mi mente se cierre al universo, escucho con claridad el latido acompasado de mi corazón y lo último en lo que pienso es si a Mitsuki le gustarán unos auriculares azul cielo.
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