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Capítulo 12: Propuesta

La última nota de su piano se pierde en el aire.
Hacía mucho tiempo que no cantaba con tanta intensidad, ha sido... extraño.
Abro los ojos y me quedo obsevando las teclas blancas y negras, la forma de sus dedos colocados estratégicamente sobre ellas. Sí, ha sido extraño.
Mitsuki carraspea y se aparta del instrumento, levantándose con agilidad.
-Voy a buscar la ropa y esas cosas -dice en voz baja. Lleva la cabeza gacha y el flequillo le ensombrece el rostro, por lo que no veo bien su expresión. Lleva actuando raro desde esta mañana y eso me preocupa, quizá aún tenga pensamientos suicidas rondando por su mente.
Antes de que salga del cuarto le agarro del brazo y lo miro, desafiante.
-Estás raro.
Mitsuki abre mucho los ojos y se sonroja. Tiene la piel muy pálida, así que se le nota con facilidad ese tono rosado bajo las pestañas.
-No... ehm... estoy bien.
Levanto una ceja y le suelto de nuevo.
-Te espero abajo -digo y me alejo de él algo mosqueada. No me gusta que me mientan y menos cuando es tan claro que lo están haciendo.
Me siento en las escaleras del portal y respiro profundamente. El aire arrastra sabor a sal y ozono, resquicios de la noche anterior... adoro ese olor.
La conversación que he mantenido esta mañana con Mitsuki se abre paso entre mis pensamientos y me descuadra. Por alguna razón que desconocemos, hemos estado viendo cosas, parecen recuerdos o... ¿visiones? No estoy segura. Podrían ser simplemente sueños sin importancia o puede que realmente esté pasando algo a nuestro alrededor.
Más bien, tengo la sensación de que algo está cambiando, algo que se mueve a nuestro alrededor y no podemos controlar.
Me quedo observando la pulsera que aún cuelga de mi muñeca. Desde que la encontré, todo han sido problemas... Si recapitulo, ambos hemos visto escenas de nosotros de niños, del pasado y también vi a Mitsuki de adulto.
Me gustaría decir en alto que no me preocupa, pero mentiría.
Decido que es mejor resignarse de momento y esperar, no sé exactamente a qué pero sí, esperar.
-Estoy listo.
Me giro y veo a mi próximo compañero de habitación bajando las escaleras con una bolsa de deporte bien cargada. Mitsuki podrá ser alto y bien parecido, pero resulta muy gracioso verle perder el control como está haciendo ahora, cargado con la bolsa y tratando de buscar las llaves correctas para cerrar. Está nervioso.
No puedo evitar reírme.
-¿Qué te pasa? -dice mirándome. Está tan desconcertado que me hace más gracia todavía y no puedo parar.
Me duele el estómago de tanta carcajada mientras escucho la voz de Mitsuki preguntándome qué ocurre.
Tras unos minutos recupero el ritmo normal de mi respiración.
-Anda -consigo decir al fin-, dejemos las cosas en mi casa y vamos a pasarnos por los clubs al menos. Nami y Kaito estarán preocupados.

-¡MITSUKI!
Nami y Kaito se le tiran encima en cuanto le ven cruzar el umbral de la puerta de la caseta de los clubs.
-¿Estás bien? ¡Te echábamos mucho de menos! -dice Nami mientras le abraza con fuerza.
Kaito está más callado, serio, lo cual no es habitual en él. Le da un significativo abrazo y se aparta un poco de él, apoyándose en una mesa, respirando hondo.
-Menos mal... -susurra. Tiene una tímida sonrisa en el rostro.
Levanto una ceja involuntariamente, sí, creo que al final, yo tenía razón.
Sacudo la cabeza y doy una fuerte palmada que resuena por toda la estancia.
-Bueno chicos, ahora que ya estamos todos creo que deberíamos prepararnos para las jornadas de los clubs.
A Nami le brillan los ojos.
-¿Buscaremos más miembros?
Asiento, decidida.
-Exacto, pero no podremos hacerlo si no tenemos algo con qué atraerlos. Así que... -Me dirijo a una de las taquillas donde suelo guardar mis cosas y saco un poster y un tríptico arrugado. Extiendo con fuerza los papeles sobre la mesa-. Vamos a hacer eso.
Los otros tres miembros se acercan y observan las fotos y letras pintadas con colores brillantes sobre el papel satinado.
-¿El Torneo anual de Surf? -Comenta Kaito, tiene la boca abierta y me mira, extrañado.
-Yes -respondo, determinada y dando golpecitos con los dedos sobre la madera.
-¿Y esto? -Nami señala el tríptico, donde se sitúan diversas imágenes de un fondo marino.
-Ofreceremos una excursión de buceo.
Por un momento reina el silencio en la caseta, mis amigos cambian la mirada de mí a los papeles sobre la mesa, una y otra vez.
-Estás loca -suelta Kaito de repente.
Aprieto los puños, sé que es una buena idea. Señalo el póster donde está dibujada una preciosa tabla de surf.
-No es descabellado -comienzo diciendo-. Vosotros dos participaréis en el torneo y representaréis al club de surf de nuestra escuela, pondremos publicidad por los pasillos para que los alumnos se enteren y vayan a apoyaros. En cuanto a nosotras, -hago una pausa y tomo a Nami de las manos-, anunciaremos paseos por el fondo marino de la costa para principiantes. Nada peligroso, algo rápido que llame la atención de los curiosos y les deje un buen sabor de boca.
Kaito se rasca la cabeza con rabia.
-No estoy seguro de la parte que nos toca. -Señala a Mitsuki, que se encuentra a su lado, en silencio total desde que he sacado los papeles de la taquilla.
Me encojo de hombros.
-Es una propuesta, si se os ocurre algo mejor...
Nami se acerca a mí y me agarra del brazo, sonriendo.
-Creo que podría ser una buena idea -concluye-. Kaito, deja de hacerte el duro, sabes que te gusta la idea.
Kaito aprieta los dientes y vuelve a mirar el poster, resoplando al fin.
-Está bien. -El pelo amarillo chillón le cae sobre los ojos, ocultando su mirada resignada. Hoy está raro, pensé que le haría ilusión todo esto.
Ya solo falta uno.
-¿Tú que dices, Mitsuki? -comenta Kaito, sin mirarle.
El aludido pega un brinco en el sitio, me mira, con esos ojos azul oscuro que parecen reflejar su alma.
-Ya es mayoría -dice al fin-, no voy a fastidiarlo si todos estáis de acuerdo así que, por mí bien.
Nami aplaude, visiblemente emocionada. No era la respuesta que esperaba, la verdad, pero de eso ya me ocuparé más tarde.
Sonrío.
-Pues ahora que está decidido solo faltan dos cosas. -Levanto dos dedos y me voy directa a la puerta-. Necesitamos un profesor responsable y que vayáis a inscribiros en el torneo.
-¿Solo uno? -pregunta Kaito, yendo detrás de mí, como si quisiera pararme los pies. Hoy está muy... ¿responsable? No entiendo nada-. Somos dos clubs, Ayami.
Niego con la cabeza.
-He estado pensando mucho en eso... creo que deberíamos fundirlos en uno solo, ya que comparten caseta. Así será más fácil todo... Podríamos ser el Club del Mar, ¿no?
Me río yo sola y me escapo por la puerta antes de que alguien diga o haga algo.
Estoy muy emocionada, me apetece mucho hacer esto y quiero que salga bien.
Voy corriendo a la sala de profesores. Durante estos días sin Mitsuki por la escuela, he tenido tiempo para planearlo todo y tenerlo todo previsto, así que ya sé con quien tengo que hablar.

Trago saliva y llamo, educadamente.
Se escucha un suave "pase" al otro lado, de modo que abro la puerta y me adentro en un mar de mesas llenas de montañas de papeles, bolígrafos, libros y vasos de café. La mesa del director está al fondo, así que paso con cuidado entre los huecos de las sillas y las mesas, tratando de no molestar a los que trabajan en silencio.
-Perdone -digo en voz baja al llegar a la mesa del director-. Me gustaría hablar con el profesor Jacob Klein.
El hombre me lleva amablemente hasta una mesa en la habitación de al lado. Al contrario que el resto, los papeles están perfectamente ordenados y clasificados en distintas carpetas de colores, los útiles de papelería púlcramente situados en latas metálicas y la madera de la mesa limpia y brillante.
-Klein, la señorita Ayami quiere hablar con usted -comenta el director y regresa a su asiento.
-Cuéntame, señorita.
Jacob Klein, profesor de historia mundial, 32 años, funcionario en esta escuela desde hace 17 años y... marino.
Tiene una mirada castaña brillante, decorada con una suave sonrisa. Lleva el pelo castaño claro corto, bien recortado y sus rasgos duros, cuadrados y afilados gritan su ascendencia occidental.
-Señor Klein -no puedo evitar sonreír. Creo que es el indicado-, quería hacerle una propuesta.

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