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Capítulo 9.2: Bienvenida Al Mundo De Los Espejos

Annie se queda boquiabierta al ver el brazo de Nathaniel en ese estado, las palabras no salen de su boca, pero puede ver cómo en las grietas está su reflejo, como roturas en un espejo.

—¿Sabes?, te extrañé del otro lado. Me forzaste a venir a ti, por estar huyendo y huyendo. Siempre dijiste que no te gustaba ese mundo, pero no pensé que a este punto. Y tampoco incumpliendo todas las reglas, saben que faltas allá, no dejaste a tu doble atrapada, andas conviviendo en el mismo cuerpo. Eso es una aberración —el joven continúa su monólogo sin hacer mucho reparo en las expresiones de la chica.

El chico se deja caer del techito de la salida hasta ella y para al frente, quedando más arriba, al Annie estar sentada, para seguir hablando.

—Sí, ya lo sé, no debes de saber nada de esto porque pensaste que eran cosas de tu cabeza. En el aula creía que eras consciente de todo, ya me parecía raro que no reaccionaras a mí. Pero no eres Dév. —Se agacha quedando a la altura—. Debes de tener demasiadas preguntas, pero qué tan débil debes ser mentalmente para creerte que ella era otra tú. Debo ser rápido o vendrá y tratará de callarme. Esta marca es de nuestra persecución de anoche.

La herida del brazo de Nathaniel se sana poco a poco, volviendo los cristales de la herida a parecer carne humana.

Annie está en blanco, es demasiada información de golpe para ella. ¿Dévora no es otra personalidad de la joven? ¿No es cierto su trastorno de personalidad múltiple? Le dan miedo los espejos y se siente atraída por ellos, pero lo ve como algo simple.

Desde pequeña su madre se asustaba ante la chica y sus cambios de personalidad, a veces se levantaba tras días sin recordar quién era y se identificaba con el nombre de Zack, un niño algo introvertido con gustos excéntricos, pero jamás vio a Dévora. Ella nació cuando su madre murió y más al final del abismo se sintió la chica. Annie la interpretó como una más de sus personalidades y trastornos; al final, el psicólogo le dijo que era una medida de defensa para llevarse el dolor. Pero había algo diferente en esta, empezó las pláticas con Annie a través de los espejos, casi siempre eran pláticas depresivas y sobre renunciar a la vida, aun así, la chica nunca aceptó, jamás se dejó llevar por el reflejo, y ante la equivocada elección de momento de Dévora, llegaron a hacerse amigas, como un asesino que intenta llevar a su víctima al matadero y termina tomándole cariño. Cuando empezó a padecer este fenómeno fue a un psicólogo con el poco dinero que ahorró y este le llegó a diagnosticar depresión y TPD (Trastorno de la Personalidad Disociativa), un secreto que planeaba llevarse a la tumba y no se atrevía a contar a nadie, solo su padre lo sabía, y la golpeaba mientras la hacía un fenómeno.

Abre la boca como tratando de decir algo, pero no logra hacerlo, tiene la garganta cerrada, no sabe qué hacer pero su cuerpo tiembla ante cada dato extra. Nathaniel niega con la cabeza para que ella sigua en silencio. El cuerpo no le responde, solo siente un fuerte dolor de cabeza y la voz de Dévora pidiéndole salir, que corra.

—Annie te llamas. Lo siento niña, te pasa por ser tan débil mentalmente. Aunque es técnicamente imposible que esa mujer pueda estar en tu cuerpo y siga tu alma ahí, muy raro, ya debió haberte matado, pero no lo ha hecho. Parece que te tiene cariño. —Lleva su mano al rostro de la chica y la toma por las mejillas, acercándola a él, sellando sus labios en un beso suave, parece que para Nath significa algo.

La chica lo abofetea por inercia al sentirlo y se queda aún más en shock, no entiende nada, su mente está bloqueando todo, es demasiado difícil de creer. Annie solo abre los ojos con miedo, la voz de Dévora no se detiene. "Corre Annie, por favor".

El chico se aparta y la mira a los ojos, ella aún no reacciona. —Pronto podremos estar juntos de nuevo... —dice él con cierto grado de alegría, la vida de Annie como humana no le importa, solo quería dejar un cuerpo vacío para que Dévora pudiera ser una sola—: usualmente habitamos cuerpos que se paran deseando morir delante de espejos. Somos sus otros yo desde el mundo paralelo, El Mundo de los Reflejos. Algunos dicen que somos la versión más negativa de ti que se negó a nacer. Pero no sé por qué te explico esto, si debo matarte ahora mismo. Te juro que no quiero, Dévora, pero tú me obligaste a esto, te di la oportunidad de dejar a la chica en el espejo y quedarte con su cuerpo y cada mañana rechazabas las oportunidades que te daba ¿Por qué rechazas la posibilidad de tener tu propio cuerpo? —El chico lleva sus dedos al cuello de Annie tratando de asfixiarle. La fuerza de sus manos es superior a la humana, como alguien que no conoce los límites de la ciencia.

—Suel...ta...me —dice Annie tratando de retirar sus manos, ahora es cuando menos puede hablar y es que intenta hacerlo.

Tantos malos recuerdos llegan a su cabeza en ese justo momento, como cada vez que pensó en morir, pero tres personas pasan por su mente: Danna lloraría y perdería a su amiga; Héctor, quería besar a ese hombre al menos una vez antes de morir y Dévora, con todo lo que había hecho ella por ayudarla, no podía rendirse así.

El aire no logra llegar a sus pulmones ni a su cerebro. Araña las manos del chico y se niega a morir ahí, es una de las pocas veces que ha luchado por no perderse. Sus ojos se humedecieron sin rendirse.

—Quédate tranquila, no me hagas esto más difícil, Annie. No puedes conmigo, aunque por aquella "vez" pensé que serías más fuerte. —Por la mente de Nathaniel pasa la noche de la fiesta y la pelea en el callejón, él sabe cosas de ese evento, y posiblemente sea el único que puede contarle a ella qué pasó realmente Todo el dolor en los ojos del joven va dirigido a su vieja compañera, ni un segundo se inmuta en qué podría pasar al matar a Annie, en qué pasaría con esa chica—. Cuando su alma se vaya, podrás quedarte aquí conmigo de nuevo. Juntos otra vez.

Annie logra alcanzar la llave en su bolsillo con los dedos y clava estas repetidas veces en el cuello del chico, del cual empieza a brotar sangre que salpica en la mano de ella. Él para el agarre para cubrirse el cuello y evitar que saliera más. La joven lo empuja y empieza a arrastrarse por el suelo rallando sus rodillas hasta levantarse y correr escaleras abajo, desesperada.

"¿¡Qué demonios está pasando!?", piensa asustada.

—¡¡AUXILIO!! —Es la primera palabra que sale completa de su boca desde ese encuentro y las dice mientras corre por las escaleras y los pasillos tocando cada puerta que ve—. ¡¡AUXILIO!!

Las personas salen de las casas con una cara de preocupación y van llenando el pasillo en busca de la loca desesperada que interrumpe sus vidas.

Ante esto Nathaniel no puede bajar las escaleras para que no lo vean, al fin de cuentas debe vivir con ese rostro, por lo que regresa al techo. Además, esa herida no lo matará, pero sí le será difícil sanarla de forma rápida, tampoco es inmortal.

—Tienes tus sorpresas, pero tengo tiempo, no vas a poder huir para siempre —dice el hombre de los espejos.

Annie avanza tocando puertas, incluso un tipo de los que abre le da una cachetada por parecer una loca desquiciada gritando, pero no es nada raro en este edificio. Logra llegar a su casa y no sabe qué hacer, se siente en peligro, mirara por donde lo mirara, incluso juraría que siente la vista de Nathaniel sobre ella.

—¡No, no, no! ¡Ya no quiero esto! ¡¡No quiero sentirme así!! —Se agacha frente a la puerta de su casa, bajo la mirada de todos, siente un fuerte miedo a quedarse sola sin la presencia de la multitud.

Todos en el pasillo la miraban y piensan: "Genial, otra loca más aquí".

Héctor llega en ese momento de la escuela con Annie ignorando su presencia, está tapándose el rostro y gritando, se encuentra fuera de sí en su totalidad. Uno de los vecinos saca un teléfono y empieza a grabarla.

—¡Ayuda! Ayuda, por favor... ¡Es eso! Es eso. Me debo estar volviendo loca —dice sin abrir los ojos y recuerda la presión en el cuello, pero despierta ante la sangre de Nathaniel que hay en sus manos aún. Empieza a arañar sus propios brazos tratando de quitarla, en este proceso su sangre brota un poco, quiere quitarse de alguna forma la piel—. Es eso, es eso. Un sueño, si me duermo todo va a desaparecer ¡Lo hará!

Héctor le quita el teléfono al chico riñiendole para luego ir donde Annie.

—Annie, Annie, cálmate. —Trata de levantarla del suelo, pero lo que recibe son varios golpes lanzados sin un objetivo específico. La chica recuerda ante su tacto todos los hechos anteriores y reacciona gritando.

—¡Suéltame! ¡Suéltame! —Empieza a llorar, pero Héctor a pesar de los puños y patadas se la lleva a la fuerza y entra a su casa. El espectáculo parece haberse acabado, al menos por ahora en el exterior.

Dentro de la casa Héctor la deja en el sofá de la sala y se agacha delante de ella tomando sus mejillas.

—Oye, Annie, mírame, mírame, todo va a estar bien, estoy aquí, sea lo que sea ya pasó. —Pone todos sus esfuerzos en calmarla hasta que la respiración de la chica va volviendo a la normalidad—. ¿Puedes hablar? ¿Qué te puso así?

—Héctor, me quieren matar. Él me quiere matar... —Comienza a morder sus propias uñas con ligero sabor a hierro—. Siento sus manos aún en mi cuello, deben estar las marcas, mira, mira.

Levanta un poco la cabeza para que él vea y para su sorpresa, no hay nada, su cuerpo lo ha sanado, parece ser algo que comparte con Dévora. Héctor evita seguirle esa parte al no ver nada, prefiere no indagar en algo que no "existe".

—¿Él, quién, Annie? —Responde.

—Él, Nathaniel, el reflejo de Nathaniel, el real murió o está dentro del espejo, no lo sé bien, pero su reflejo me quiere matar porque el mío no lo hizo.—dice bajito y con apariencia de loca.

¿Realmente lo es? Ojos llorosos, manos llenas de ligeras gotas de sangre por los arañazos autoinfligidos, gritos y pensamientos sobre ser perseguida. La mente del hombre no puede evitar desviarse hacia la esquizofrenia, pero decide darle una oportunidad a la adolescente. Termina abrazándola por la lástima que le tiene.

—Annie, todo va a estar bien, verás que sí. Quédate aquí hoy. —Se separa un poco del abrazo y pega la frente a la de ella para mirarle a los ojos—. Calma, estás segura aquí.

—Solo no me dejes sola, por favor, es lo único que te pido. Yo ya no quiero que me pasen estas cosas, por favor. —Corresponde el abrazo con desespero.

Se va calmando hasta que en la pantalla del televisor, que queda frente a ella y a la espalda de Héctor, su propio reflejo se independiza.

Dévora le mira desde la pantalla y sin hablar, solo deja leer en sus labios: "No digas nada o pensarán que estás loca. Lo siento, Annie". Los llantos inician otra vez ¿Realmente está loca?

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