Capítulo 7.1: La forma de amar de Danna
Luego de salir de la biblioteca, la chica de cabellos rubios, ojos verdes y mejillas con un rosa inocente se dispone a ir envuelta en nervios a ver a Vanessa. Sabe que algo preocupa a su amiga, pero debe sacar esta posibilidad de la mente de Annie, de que la chica que le gusta se atreviera a hacer algo como eso. La conoce y cree hacerlo bien tras los ocho años de vigilancia que rozan lo ilegal. Las veces que la defendió de pequeña, y cada acto que vio le deja la idea de que es una delincuente juvenil, pero con un corazón en el pecho. Eso para ella es prueba suficiente, aún así necesita una justificación para el mundo.
La dirección que Vanessa le dio fue la de su casa. Inicialmente, pidió ir a la de Danna, pero esta se rehusó, sus padres le tienen prohibidas las visitas y en caso de arriesgarse, las investigaciones sobre: "¿Quién es Vanessa?", iniciarían por parte de su madre.
—Respira...Todo va a estar bien ¡Tú puedes, Danna! —Se da dos palmaditas en las mejillas. La mejor descripción para ella es la de una niña en un cuerpo grande. Es demasiado dulce, trata siempre de ser positiva y alegre.
Un sol, le dicen todos, la chica perfecta.
Llega hasta un descampado lleno de casas móviles que no podrían despegarse del lugar sin una buena reparación. Inicialmente, esta imagen le hubiese impactado, pero como buena acosadora que es ya sabía que su amada vive en este sitio, la había seguido varias veces al salir de la escuela y de su trabajo.
Hay una mujer joven que aparenta unos veintidós años de edad, sus cabellos rojos caen por sus hombros mientras se pone de puntas para tender la ropa. El levantar las manos para llegar a la tendedera deja ver sus voluminosos pechos en un mejor plano. Cuando Danna se acerca, la residente va hasta ella con una palangana en las manos que contiene aún la ropa recién lavada.
—¿Buenas tardes, quién eres? ¿Vienes a ver a Vane? —Danna sabe que esta joven baila en un club nocturno bajo el nombre de Susana—. Soy su hermana mayor, Julia —dice colocando el recipiente en el suelo y extendiéndole la mano con una sonrisa. Annie hubiese temblado al ver esta escena.
—Sí, soy su amiga de la escuela, Danna. Vane me dijo que viniera. —Toma su mano sin saber mucho qué hacer, tiene miedo de dar una mala impresión, al final de cuentas, debe caerle bien a la hermana de su "amada". Gracias a estos gestos logra darse un segundo para pensar en algo como excusa—. Por una tarea.
—No ha llegado, pero puedes pasar y esperarla dentro, usualmente a esta hora está en el descampado tomando con Cristian y Paul, pero dijo que llegaría pronto. Sígueme —agrega entrando a la casa con Danna, le deja en la sala tras señalarle un sofá pequeño de color verde para que se siente—. Dame un segundo para terminar de tender y vengo a hacerte compañía.
Susana, no, Julia sonríe con su habitual mirada coqueta, pero cálida y sale dejando la puerta abierta. Su aura da la sensación de que intenta seducirte aún si no quiere.
La sala es sencilla, se nota la falta de flujo de dinero, aún así está bien cuidada, denota el mejor sentido de la limpieza. Esta no es tampoco una imagen nueva para Danna, ya había visto este recinto desde las ventanas cuando ellas no estaban, nunca les hizo daño, pero se imaginó en cada lugar de esa habitación compartiendo con Vanessa, haciéndola feliz.
—Vane...Solo dame una oportunidad... —En cuanto Susana aparta la vista de ella, se levanta del sofá y camina hacia la puerta del cuarto de la chica que ama—. Del otro lado está tu espacio personal... ¿Me dejarías compartirlo contigo?
Se detiene y voltea rápido disimulando sus acciones cual inocente niño al sentir entrar a Julia.
—¿Estás cómoda? Ya terminé. —Deja las cosas en un espacio específico para ellas. Se limpia el sudor de la frente. Es inevitable preguntarse si sus pechos son naturales o no, son demasiado grandes y llamativos—. Tengo unas galletas por aquí.
Va a la pequeña cocina y regresa con unos bocadillos de dulce de guayaba con queso, parecen caseros.
—No era necesario que se molestara en ello. —Regresa al sofá con cierto nervio de que le pillaran—. Usted y Vane son muy parecidas en sus rostros, es solo diferente la intensidad del rojo en vuestro cabello, el tuyo es mayor. —También piensa que Vanessa era una tabla, pero no iba a dejar salir el comentario.
—Sí, nos lo dicen mucho, pero últimamente como nuestros estilos son muy diferentes...Se ha perdido un poco esa impresión —dice con cierto pesar, se nota el distanciamiento de su hermana. Agrega alegre, por cómo es la chica, estas palabras no van bañadas con dobles intenciones—: ¿Y tú? Vane no me había hablado de ti antes, y no suele traer amigos a casa, me da curiosidad saber.
—La tarea, vengo por ello, debo mantener mi promedio...Y...me tocó en equipo con Vanessa. —Mentiras, solo mentiras, pero hablar del video no es una opción.
—Ya veo, me alegra que le vuelva a prestar atención a los estudios. Desde el accidente de nuestros padres dejó muchas cosas de lado y... —comenta con pesar, pero sus palabras son interrumpidas por la llegada de quien hablan—. Vane, llegaste rápido hoy, te está esperando una amiga.
El corazón de Danna se acelera a un ritmo que le hace pensar que serían capaces de escucharlo todos a su alrededor al ver a Vane. Se queda prendada de la imagen, pero logra regresar en sí con dificultad.
—Vane...ssa —completa el nombre por miedo a no ser lo suficientemente íntimas—. Vine como me dijiste, para la tarea —agrega antes de que su compañera cambie la historia.
La chica solo se digna a tomar a Danna de la mano y arrastrarla a su habitación, ni se molesta en dirigirle la palabra a su hermana. Desde el fatídico accidente no se hablaban, había y hay un muro levantado entre ellas, uno de puro dolor y recuerdos a flor de piel.
Dentro de la habitación, la chica de cabellos rubios por fin realiza su sueño; el de estar en ese espacio personal de la de cabellos rojos casi castaños. No escatima en memorizar todo. Una cama pequeña con sábanas violetas, un afiche de "Asking Alexandria" en la pared y otro de "Maneskin". Un pequeño equipo de música con bandas viejas en casetes. ¿Casetes? ¿Quién usaba eso a estas alturas? Pero ahí está, eso le saca una sonrisa y agrega estas pequeñas cosas a su lista de "puntos especiales de Vanessa".
—¿Estás bien? —le despierta la pelirroja, sacándola de ese mundo de sueño de golpe.
Se lo piensa, lo primero a decir sería: "Claro, estoy cumpliendo el sueño de estar en tu habitación", pero eso sería un problema. Solo se limita a hablar con un rostro de pesar, dejando ver la tristeza, la de la tarde.
—No, pero que me hagas venir aquí me calma...Para saber que no eres tú, es decir, no tienes por qué preocuparte por mí si fuera de la otra forma.
—Tch —deja escapar ese ruido—. Te vi salir de la escuela esta mañana en mal estado y fue cuando me enteré del video, tenía preparado un texto para decirte, pero lo voy a resumir. Sé quién fue, Cristian me ayudó a descubrirlo. El primer mensaje y demás salieron del teléfono de Antonio, el dueño de la casa.
Danna se deja caer en la cama sentada al recordar el video y sus ojos se aguaron en respuesta. Aun así, sus labios terminan curvándose un poco ante la idea de que fuera "Antonio", sin embargo, internamente no parece afectarle.
—¿Estás segura...? ¿Vanessa?
—Sí, no hay duda de ello, el video fue publicado desde su cuenta personal. —Se sienta al lado de Danna en la cama y toma su mano—. Mira, sé que esto es duro para ti, por eso trato de ser amable, pero no me gusta verte llorar. Vamos a resolver esto, empecemos por darle una paliza.
—¡Espera! —La detiene antes de que se mueva—. No deberíamos ser tan rudos con él...Es que...bueno ¿Estás segura? Yo...No sé si pueda...
Danna tiene motivos para pensar que no fue Antonio. Él no fue, y ella lo sabe mejor que nadie, porque había planeado la grabación del video. Vanessa podría estar con cualquiera, pero no se iba al ver llorar a alguien, se sentía en obligación de cuidar a esa persona, y no había algo que Danna quisiera más que atar a Vanessa a ella, aún si era a costa de esta vergüenza.
—Vas a poder, mírame. —Pone sus manos alrededor del rostro de Danna secando sus falsas lágrimas—. Todo va a salir bien, vamos a borrarlo, y te prometo que todo el que se atreva a hablar de ello va a lamentarlo ¿OK?
Los ojos de Danna siguen expulsando lágrimas, sus labios tiemblan, y sus mejillas se ponen rojas ante el tacto de la chica.
—Yo...yo voy a hacerte caso...Haré lo que digas... —Aprovecha la situación para apoyar la cabeza en el hombro de su compañera y luego abrazarla—. Castigaremos a Antonio.
Sus palabras pueden llegar a crear situaciones crueles, pero en su cabeza lo máximo que Vanessa y su banda le harían sería darle una paliza que no olvidaría. Si esto hace que pueda ganarse el apego de su amada, es un precio que está dispuesta a pagar con su conciencia.
—Mañana haré todo ello, déjamelo a mí. —Se siente incómoda con la cercanía de la chica llorosa, pero acepta esto, y de alguna manera se ve culpable, al final de cuentas, la sabía ebria cuando tuvieron su acercamiento y, aun así, avanzó con ello—. Tranquila, puedes quedarte así el tiempo que necesites, solucionaré esto por ti...Perdón, Danna.
Del otro lado de la puerta, Susana escucha la plática de su hermana tras sentir el grito de Danna al detenerla, pero no dice palabra y se retira a sus labores. Está feliz de que su hermana tenga a alguien cercano de nuevo, aunque la situación le preocupa.
Al salir de casa de Vanessa bajo la promesa de protección, Danna se dirige a la suya. Solo cuando está lo suficientemente lejos empieza a reír y a saltar de alegría, corre por la calle y se para frente al río de la ciudad. Toma aire de sus pulmones y grita.
—¡¡¡¡Te amo!!!!
Sus ojos siguen rojos de llorar, pero la sonrisa de sus labios brilla demasiado, es como un sol, y los rayos de sus cabellos bañan de alegría las calles.
En la noche llama a Annie, pero esta no contesta el teléfono, así que se decide por dejarle un audio, el cual no se envía al momento por problemas con la señal. La chica toma aire y se calma, poniendo su voz más triste, y apartando un poco la felicidad.
El mensaje de voz dice: "Annie, no fue Vane, ella se disculpó y me comentó que luego de investigar bien...el culpable fue Antonio, el de la fiesta, el vídeo salió de su teléfono".
Termina el audio y se sienta a la mesa de su ordenador tomando el teléfono de Antonio, eliminando cualquier prueba en este relacionado con ella.
"Fue buena idea robarlo, pero ahora debo deshacerme de ti", piensa mientras mira el teléfono, es hora de devolverlo.
Sale de su casa por la puerta del servicio a completar su crimen perfecto, por amor.
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