Capítulo 33: Las voces tras las máscaras
Annie mira el teléfono desconcertada. ¿Qué se supone que había pasado la otra noche?
—¡Dévora! —Grita y luego se cubre la boca al ver que las personas le miran—. Sal.
"No fui yo, fue Zack, Annie, calma", siente en su cabeza.
—¿Qué demonios pasó? —Susurra.
"Zack mató un asaltante delante de Nathaniel y él me ayudó a enterrarlo, cerca de la caseta quemada en el bosque", escucha su voz.
—¡¿Pero qué demonios les pasa?! —Deja la bolsa en el suelo delante del edificio—. ¿Qué hago?
"No puede ir a testificar, puede doblegarse y hablar de lo que pasó esa noche, déjame esto a mí", los pensamientos de Dévora rondan la cabeza de Annie.
—No, cada vez que les dejo hacer algo va a peor —sentencia la joven.
Toma la bolsa y la sube hasta su casa para luego dejarla en la sala, por suerte su padre sigue roncando en el sofá. Ya a los pies de este hay una botella media vacía, ella solo se dedica a revirar los ojos y sale de la morada.
"Ya que me descubriste, tengo un arma en tu zapatera, harías bien en tomarla por si necesitas defenderte", siente la voz de Zack riéndose en su cabeza. "Te iba a violar, juro que no iba a hacer nada antes de eso".
La chica se detiene a mitad de pasillo e ignora lo que él dice, sin embargo, no puede evitar morderse el labio de la rabia y miedo.
—¿Algo más que me estén ocultando?
Un hombre igual a Nathaniel pasa por el lado de ella y la ve hablando sola—. Loca —dice antes de seguir de largo.
—Imbécil —dice Annie, molesta, sabe que Nathaniel no está ahí, por lo que es el inicio otra crisis.
Sigue bajando las escaleras preguntándose qué demonios va a hacer, pero tiene que ir a verlo, si le atrapan sería un problema.
Annie toma un autobús para quedar lo más cerca del lugar y luego sigue caminando. A demás de en Nathaniel, piensa en que estaría cerca de donde habían enterrado los primeros cuerpos.
"¿Tal vez ahí esté el de mamá?"
A su mente vienen los recuerdos de esa noche, por lo que saca un cigarrillo y empieza a fumar. Siente que alguien le mira, pero ignora esto y sigue caminando, en las crisis recientemente había descubierto que se siente así, observada.
—Annie. —El Nathaniel de los espejos está a su lado—. Parece que vas a ayudarme y ambos sabemos que te vas a hundir más.
Su mirada se clava en la joven con las ojeras más pronunciadas de lo habitual y una sonrisa distorsionada.
—No, no será así. Voy a ayudarte, no hagas nada más. —Se abraza a sí misma, quitándose un escalofrío que recorre su cuerpo.
—Yo sería el menor de tus problemas. —Mira el bosque que hay al lado de la carretera camino a la cabaña—. ¿Quieres que te lleve? Sé dónde están los cuerpos.
—No, solo veré a Nathaniel.
—Ya me estás viendo, venga allí está el de tu madre y el tuyo.
—Yo estoy viva —dice ella sin soltarse y la mano de Nathaniel toca su cabeza.
—No hablo de vida, hablo de recuerdos. Los que se llevó Zack. —El chico se empieza a reír y se va, dejándola sola con el sonido de las aves y a pocos metros de la cabaña.
—No, no le haré caso. —Va suave con la muleta hasta el sitio sin hacerse más daño en el pie.
Dentro del lugar está el Nathaniel real, abrazando sus propias piernas y mirando el cielo. Su ropa está manchada de la sangre de Carlota.
—Dev —dice con ánimo, pero este baja al ver a Annie—. ¿Qué haces aquí?
—Confórmate conmigo, Dévora está ocupada y vine en su lugar. —Mira la sangre del chico y se le hace cada vez más real todo.
—No tienes cómo ayudarme, ella sabría. —Se levanta del suelo—. Yo no fui.
—Lo sé, sé que no fuiste —dice Annie y deja escapar un suspiro—. Ve con la policía, te están buscando, no puedes huir para siempre.
—Me van a apresar y terminarán por culparme, me vieron huir de ahí —responde él.
—Sí, pero habrá otras formas. Si huyes te volverás aún más sospechoso, ve, Danna me dijo que estuviste con ella anoche. Puedes testificar eso.
—También llamé a la policía y me golpearon. —Se lleva la mano a la herida de la cabeza.
—Estarás mejor presentándote a declarar. Incluso si toma un tiempo, no irás preso por falta de pruebas; solo tienes mala suerte Nathaniel, mucha —comenta ella.
Annie cierra los ojos y cuando los abre, por el cuerpo del chico están trepando un montón de arañas, pero este no reacciona. Ella termina por mirar a otro lado ante la impresión y taparse los oídos.
—¿Estás bien? —Cuestiona él y se acerca llevando la mano a su hombro.
—¡Aléjate! Espera, dame un segundo. —Trata de respirar con calma y mentalizarse—. Solo fue una mala impresión, no te preocupes.
Annie regresa la vista a su compañero y ya no hay presencia de los bichos.
—Siempre estás rara. ¿Segura? ¿No pasará nada por ir? —La suelta.
—No debe. No fuiste tú, lo sé —comenta y le mira con sus profundos ojos azules.
—¿Por qué? —No entiende esa confianza injustificada.
—Porque ayudaste a Dévora y no puedes cargar con la culpa, aún cuando tú no fuiste quien le mató, menos capaz serías de torturar a alguien así. Discúlpame por culparte de todo y creer que eras peligroso —le confiesa la chica.
—También fue culpa mía, en un inicio sí, fui un poco invasivo, pero quería encontrar a Dév. Ahora no sé si yo sea tan importante para ella como pensé, ni siquiera fue capaz de venir cuando la necesito —expone él, pasando las manos por su cabello, peinándolo hacia atrás, exasperado.
—También es culpa mía, no pido que lo entiendas ni te diré nada, solo no la culpes. Le importas —plantea ella.
"Todo es culpa de Zack, todo estaba bien hasta que él llegó", piensa Dévora.
"Yo solo las estoy ayudando, no pueden defenderse solas", responde Zack, los dos en la cabeza de Annie.
—¡Cállense! —Dice ella, a lo que Nathaniel responde levantando una ceja.
—¿Por qué me mandas a callar? —Pregunta él.
—Nada Nath, ve, solo ve, yo debo irme —dice al ver sus manos ahora llenas de gusanos.
Sale de la cabaña e introduce la mano en su bolso para sacar las pastillas y tomarse una sin un líquido para que baje por su garganta. La ansiedad recorre su cuerpo, Carlota muerta, otro asesinato más de Zack y Nathaniel estando en el borde de todo teniendo el poder para delatarla, justo cuando pensaba que todo estaría bien.
"Cálmate", se propone a sí misma.
El chico sale del sitio y va donde ella, preocupado, su estado no le parece nada normal.
—Presidenta, no diré nada de su hermana, pero dime con sinceridad. ¿Ella es así? Fue un error lo de esa noche, ¿no? ¿Ella normalmente no es capaz de matar a nadie? —Pide realmente una mentira con sus palabras, la verdad no puede ser la realidad.
Annie empieza a escuchar de forma distorsionada las palabras de él, le duele la cabeza y termina por agacharse, cubriendo sus oídos.
—Nathaniel, por favor, has algo, lo que sea, pero, ¡¡has que se callen!!
Las voces de Dévora, de Zack, de Anastasia, del otro Nathaniel, y otros más irreconocibles, no paran en su cabeza.
—¿Presidenta? —Se agacha delante de ella y tiene un déjà vu de la situación, la misma o al menos fue parecida la crisis que le dio a Dévora.
—Por favor, te lo pido, nada bueno pasa nunca de esto. Estoy cansada, por favor —suplica ella.
Siente que si más cosas así pasan, la vida que por fin tomaba buen rumbo terminaría por desmoronarse.
—Calma, no te muevas, solo quédate quieta. —Tapa los oídos de Annie —. Mantén los ojos cerrados, dime qué es, así podré ayudar.
—Ahógame hasta que pierda la conciencia.
—No puedo hacer eso, mantén los ojos cerrados, ven.
Va a cargarla, pero ella se asusta y abre los ojos para ver una situación bastante diferente a la realidad. Nadie aparte de la joven sabría qué pasa por su mente, sin embargo, esta termina golpeando al chico en el pecho con la pierna y huyendo.
—¡Annie, espera! —Nathaniel se levanta del suelo y va detrás de ella, el camino es el mismo que recorrieron la otra vez para llegar a las tumbas.
Annie llega hasta donde están enterrados los cuatro cuerpos e inspecciona el sitio, por algún motivo se acuerda de haber estado ahí de pequeña junto a su padre enterrando a su madre.
"¿Por qué había olvidado esta parte?", se pregunta a sí misma.
—No, no. ¿Zack, Dév? ¿Mamá? —Estar ahí le está afectando.
"Annie, vete de aquí, no entres más ahí, déjame esto a mí. Yo me ocuparé de él", dice Anastasia, su madre.
—¡Nathaniel, llévatela!" —agrega Dévora usando los labios de la chica, pero suena raro para el que la escucha sin contexto.
"Mi pequeña, no queremos que sufras, como familia te protegemos, raramente voy a dejar que tu padre te ponga un dedo encima", dice por último Anastasia.
—¡Cállense, cállense, cállense! —Grita ahogada en desesperación.
—Presidenta, esto no es bueno para ti, no parece serlo, volvamos —diciendo esto, la chica cae desmayada ante él—. Genial, cada día más rara. Se supone que me ibas a ayudar tú.
Nathaniel revira los ojos ante esto y termina por cargarla camino a la carretera.
Ya son las siete de la noche cuando salen del bosque dejando atrás la cabaña y los trailers. En ese momento una camioneta oscura aparca al lado de ellos, es Daniel.
—Así que aquí están —dice el rubio, desganado—. Si vas a ir a la comisaría te llevo, parece que necesitas ayuda.
Nathaniel chista y abre la puerta del auto para acomodar a Annie primero y luego montarse él.
—Yo no fui —expone el adolescente.
Daniel pone en marcha el vehículo sin juzgarlo.
—Lo sé, sé que no fuiste tú, vayamos a comisaría. —Mira a Annie—. ¿Qué le pasó a Silva? —Pregunta Daniel.
—Se mandó a correr y desmayó, se supone que venía a ayudarme y terminó dándome más problemas. Rayos. —Rechista y se apoya en la ventanilla—. ¿La conoce?
—Es amiga de mi hermana, soy el hermano mayor de Danna —explica él y le dedica una ligera sonrisa sin quitar la vista de la carretera—. No puedo creer que te subieras al auto de un extraño.
A Nathaniel realmente no le importa lo que dice, así que cambia el tema a lo que le interesa.
—¿Qué hacías por aquí, por las afueras de la ciudad? —Mira a Annie sudar y pone la mano en su frente quitándole el cabello del rostro.
"Me pareces tan familiar, la condenada es hermosa", rechista de nuevo Nathaniel por lo que piensa y aparta la vista.
—Vine a ver a un amigo donde las caravanas. Te dejaré en la comisaría y la llevaré al médico. —Los mira un momento por el retrovisor.
—Sí, creo que lo necesitará —confiesa el más joven.
"Me recuerda mucho a Dévora, tal vez sea porque son hermanas, pero también sufren la misma crisis", piensa sin verlos a ellos.
No hablan más hasta dejar a Nathaniel frente a la estación de policía sobre las ocho de la noche.
—Cuídala, si es el hermano de su amiga, supongo que estará bien —dice el joven saliendo del auto.
—Lo haré, si no fuiste tú, no tienes nada de qué preocuparte. Sería peor si te mantienes huyendo. —Enciende el motor del auto.
—No fui yo, me molesta el hecho de que tenga que tener estos problemas sin comerla ni beberla.
—El mundo es así, no siempre los culpables pagan, a veces los inocentes cargan las culpas. Me iré, mientras más rápido la deje en el hospital, mejor.
—Cuídala, es molesta, pero no quiero que le pase algo malo —dice Nathaniel girándose para entrar en comisaría, los nervios le matan, tiene miedo de confiar en su mala suerte.
Cuando el chico se marcha, Daniel dirige el auto hasta un callejón y saca un pomo de cristal de un pequeño compartimento de la camioneta y baña ligeramente un pañuelo en este, pegándolo luego a la nariz de Annie para que lo respire.
—Sería un problema que despertaras a mitad. —La chica sigue dormida atrás—. Tan parecida a Celina.
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