Capítulo 31: La noche de los solitarios
Danna envía el video tras ver subir a Héctor y se retira del edificio. Sin embargo, choca con Nathaniel en la puerta. No esperaba ver al joven en el sitio, cosa que le recuerda que Annie últimamente parecía cercana a él.
—¿Nath? —Lo toma del brazo con una sonrisa.
—¿Qué quieres? —El chico parece que iba a entrar.
—Vengo de ver a mi amiga, pero ¿qué vas a hacer tú? No recuerdo que vivieras por aquí. —Ladea la cabeza.
—Voy a hablar con la presidenta, solo eso.
—Está durmiendo, la dejé descansando, tenía fiebre. —Aún no le suelta, pero él se zafa, incómodo.
—Tch...¿Sabes dónde está su hermana? —Mira a Danna al rostro ahora, su capucha no deja ver bien el propio, lo oculta en las sombras.
—Sí, te digo si salimos a comer un rato —dice la rubia antes de reírse y recoger su mano.
—¿Por qué quieres perder el tiempo? —Levanta una ceja.
—No es perder, creo que debes relacionarte más con tus amigos —plantea Danna notando el moretón en el ojo del joven, pero no dice nada sobre esto.
"¿Para qué fingir que me importa?", piensa ella.
—No eres mi amiga —dice seco Nathaniel.
—Una lástima, yo sé dónde está esa persona que quieres ver. Dévora se llama, ¿no? —Le mira a los ojos desde la posición inclinada de su cabeza.
— ¿Solo dime, por qué tanto lío? —Se acerca a ella.
—Porque me aburro, y Vane está trabajando de noche hoy. —Sonríe amablemente la chica.
—No soy un juguete para que te quites el aburrimiento, Danna —responde él.
Ella hace reparo en las profundas ojeras del muchacho para proseguir la conversación.
—Duermes muy poco, ¿vamos a por helado? —Se da la vuelta para salir por completo del recinto y el muchacho le sigue.
—No me gustan los dulces. —Hace una pausa antes de seguir—: ¿Qué sabes de Dévora?
—Algo o mucho, no sé, aunque sí que se llevan, tienen algo. —Recuerda como los vio esa noche, aunque no entiende por qué la chica se detuvo en media calle dejando escapar a Nathaniel si podía alcanzarlo, claramente ella nunca vio el choque, solo fue algo de la mente de Annie—. Te diré, si logras aclararme mis dudas.
—¿Qué dudas? —Empieza a caminar al lado de ella—. Dime rápido y así salimos de esto.
A él no le gusta hablar con extraños, no es que quiera ser así, sin embargo, no logra tratarlos de otra manera, pequeñas barreras creadas por sus experiencias.
—Quiero entenderte, quiero mejorar mi análisis de las personas, no quiero fallar más —dice la chica haciendo un gesto a su chofer, el cual lleva el auto al paso de ellos—. Últimamente, no las entiendo del todo.
—Es normal, raro sería que entendieras a todas, no hay quien te entienda a ti tampoco, bueno, si te miran por arriba verán una chica rica y tonta —dice sin contenerse.
—Tu actitud no me gusta, me dará problemas, Nath. —Hace reparo en la ropa ennegrecida que ella misma trae, se ve muy diferente.
—Parece que te tiñeron de negro —indica al ver el gesto que hace.
—Detalles. ¿Crees que este color me pega, el negro? —Se para delante de él y posa riendo.
—No, te quedan mejor los colores pasteles, eres muy metida, pero si vistes así das grima con todo lo que te ríes, guarda los dientes un rato. —Se detiene delante de ella esperando a que camine.
—¿No se ven lindos fuera? Es decir, la sonrisa es parte de lo perfecto, tú en contadas ocasiones sonríes, eres un desastre.
—Lo soy, ¿y eso qué?...tch —Pasa por el lado de ella, chocando con su hombro, ocultando su rostro magullado.
—Si quieres que Dévora te ame, tienes que ser más interesante para ella. No va a querer a alguien tan apagado. —Lo alcanza y camina a su lado.
—¿Que sabes tú? ¿Por qué me ayudas? —Sus ojeras son notorias, llevaba estos días sin dormir bien.
—¿Quién sabe? Soy una buena persona, ¿no crees? —Ladea la cabeza como un tierno peluche
—No existen las buenas personas, nadie es completamente bueno, ni tú, aunque sonrías tanto, Danna —expone Nathaniel.
Llegan a un pequeño carrito ambulante de helados que está cerca del barrio, es barato. El vendedor siempre estaba parqueado en la zona y Danna acostumbraba a verle desde la distancia como todos "los normales" se reunían con sus parejas. Hacía poco, pudo hacerlo con Vanessa, sin embargo, le supo rancio, lo vio más interesante desde lejos.
—Por favor, uno de fresa con almendras, chicle y frutos del bosque. Si puede échele sirope de chocolate —le dice Danna al heladero y este prosigue a servirle.
—Eso no es sano, te va a sentar mal. —Mira al carrito—. Uno de café, solo café.
—¿Lo necesitas para no dormir? Tus ojeras son más profundas que antes. ¿Algo te preocupa? —Sonríe amablemente.
Desde Dévora, esperar la noche despierto era el único medio de Nathaniel para encontrar la felicidad. Para encontrarla a ella y ahora es para ahuyentar la imagen de ese cadáver de su cabeza.
—Solo odio el día, no es tampoco nada que te importe. —La mira con el rabillo del ojo, cerrando más su coraza.
—Me diviertes, Nath, pero son más profundas. Oh, mi helado, gracias, señor. —Lo toma y paga, parece un niño pequeño ante el dulce—. Esto es delicioso.
"Es delicioso, es delicioso", piensa Danna probando lo rancio y sonriendo. ¿Su personaje no ama los dulces?
—Vas a ser una vieja diabética —dice el chico tras rechistar y paga el suyo.
Van a uno de los bancos del parque a sentarse. El sitio está lleno de árboles y gatos maullando por los rincones. Los bancos están oxidados y solo unos pocos conservan todas sus partes, hacía mucho habían dejado de lado la restauración, no es prioridad. A su vez, los chatarreros necesitan comer. Está bastante tranquilo en general, también porque la noche ya se encuentra asentada en Varenchya.
—No como tantos, esto es solo porque no hay nadie vigilando, en casa no puedo comer dulces. —Lo disfruta.
—A lo mejor por eso te gusta, porque te lo prohíben. —Prueba su helado y para su sorpresa es de mala calidad.
"¿A ella no debería disgustarle lo barato?", piensa Nathaniel.
—¿Será? Hay muy pocas cosas que no tengo o que no tendría si las quisiera. —Se ve preocupada en un pequeño nivel.
—¿Y esa cara de gato atropellado? —Rechista él, luego de hablar.
—Es frustrante, no tener algo que quiero. Dime, ¿cómo sobrellevas el no tener nada? —Le dice seria y luego disimula con sonrisas.
—Eres insoportable. —Revira los ojos —. Sí, tengo, tengo a Dévora.
—Sabes que no la tienes. Dime, ¿qué tienes? —Reclina la cabeza en el banco y sus zapatos son manchados de helado.
—Tengo a Dévora, ella me ama, lo sé —dice molesto.
—Cada quien que muera donde quiera. ¿Cierto?, yo moriré donde Annie, debo dejarle ser feliz hoy. —Respira profundo y su risa se vuelve una carcajada fuera de la realidad, que se ahoga rápido.
—¿Te gusta la presidenta? —La mira sorprendido—. Estas con Vanessa.
—Te lo podría explicar, pero no lo entenderías. No es ese tipo de gustar. Oye, Nathaniel, me gustas —le confiesa Danna sonriendo.
—Déjate de bromas, me irritas.
—¿Por qué? ¿Qué tiene de malo? ¿No puedes gustarme? —Aguanta la risa.
—Porque se nota que mientes, no tiene sentido.
—Solo quería probar, aunque si pudieras gustarme, porque no te gusto. Dime, ¿qué es el amor? —Le comenta ella esperando una verdadera respuesta.
—Es alguien que no te hace sentir solo —le dice él luego de dudar si lo quiere escuchar de verdad su compañera.
—Sentirse solo. Todo el tiempo me siento sola —dice Danna sin dudarlo ni dejar de sonreír—. Al menos creo que Annie podrá aceptarme.
"Si le cuento todo lo que pasa por mi cabeza ¿Ella seguiría a mi lado? Si supiera todo lo que hago por los que quiero ¿Odiaría mi forma de amar?", los pensamientos bailan en la cabeza de Dana.
—¿Qué puede ser tan difícil de aceptar? —Plantea él sin entender.
"Dévora me ama, aun con lo asqueroso de mi persona. Con todos mis pecados, con mis defectos", cree fervientemente Nathaniel mientras desliza su mano por la pierna ortopédica bajo su pantalón.
—Si tú guardas mi secreto, yo guardo el tuyo —dice Danna.
—Tú no sabes nada de mí.
—Sé que ayudaste a matar a alguien, te vi esa noche —indica ella tranquila, dejando caer el helado en el piso y apoyando la cabeza en el hombro de Nathaniel.
—Eso no pasó. —Se pone nervioso esta vez, ante ser descubierto.
—Pasó, saliendo de casa de Vanessa. —Cierra los ojos —. Fui a espiarla como habitualmente hago, pero no me sentí igual, fue vacío, como si aunque ella me pillara no tuviera impacto. Pierde gracia. —Deja de reír dejándole ver un semblante muerto a la luna.
—¿Qué me cuentas? —Está preocupado.
—Cómo me siento...vacía, ¿por qué no me interesa más Vanessa? —Mira el frente aun con la cabeza ahí.
—Tal vez sea porque solo quieres las cosas mientras no las tienes, cuando las posees ya pasan a ser algo más del montón, pero eso las dañará. —La mira, observando cierta tristeza en el rostro de la rubia, pero no dice nada.
–Hueles mal, báñate. —Se aleja y tapa la nariz—. No es tu culpa. Ocultarlo sí, pero no matarlo, cálmate.
—¿Por qué no nos delataste? Te aseguro que Dévora no es siempre así, fue solo esa vez. —La defiende tratando de convencer a Danna, esa mujer es su todo.
—¿Quién sabe? De cualquier manera, no me interesa si va a la cárcel o no. —Miente, debe dejarle ver que no tiene impedimentos en decirle a la policía.
—¿Qué quieres de esto? —Dice el joven alterado.
—Quería comprobar algo y todavía puedo controlar las cosas de alguna manera —Mira su mano sucia de helado—. No te delataré, no me interesas. Estuve pasando muchas cosas por alto y alguien se me fue de las manos.
—¿Annie? —Dice Nathaniel revisando los ojos.
–¿Qué te importa? —Imita al chico y saca la lengua—. ¿Te llevo a tu casa?
—Iré a pie, ve y déjame en paz. —Se levanta del banco, al final solo él toma el helado en realidad.
"¿No estaba ansiosa por el helado?", piensa sobre Danna. "Solo lo dejó derretirse y caer al suelo".
—Está bien —dice ella para besar la mejilla de Nathaniel—. Te lo dejo de regalo por escucharme. No diré nada, no tengo qué ganar con eso, pero ten cuidado.
La chica entra en el auto que hizo que le esperara todo este tiempo, aquel que posiblemente cueste más que toda la casa del chico.
—Qué molesta es... —murmura él.
"¿Qué demonios quería esa loca? Da igual."
Nathaniel se queda en el banco observando el cielo mientras escucha música en sus oídos por los cascos, al final Danna no le dijo nada de Dévora y llevó la conversación por donde quiso. Él ni siquiera se dio cuenta en su momento.
"Solo a mí se me ocurre escucharla."
No quiere volver a casa, no tiene algo importante que hacer allí y tampoco lograría dormir. Necesita ver a Dévora por lo que manda varios SMS a su teléfono, pero no le contesta ninguno.
"¿Dónde estás?"
Aprieta el móvil en su mano y se inclina hacia delante tratando de dejar salir la tensión. No puede olvidar la otra noche y no sabe con quién hablar de ello, al menos la rubia le ayudó, pero solo para molestarlo, eso entendió.
El chico se toca el moretón de su rostro pensando en la paliza que le dieron sus tíos ante la noticia de que se estaba gastando los ahorros de sus padres en las entradas a un club nocturno.
"Debía encontrarla de nuevo."
Mira hacia la tienda de Xavier que está al lado del parque y ve movimiento dentro en la oscuridad, así que se decide a acercarse a la vitrina para tener mejor visión.
—¿Xavier? —dice Nathaniel.
Percibe que sobresalen unas piernas de mujer de detrás de la mesa de la caja registradora.
"¿Estará con una señora?"
Piensa eso hasta que se fija en el suelo, donde hay lo que parece ser una soga algo gruesa.
—Qué demonios... ¡Oye!, ¿estás bien? —Da golpes suaves en el cristal para llamar la atención de la persona, pero no responde, al contrario, siente un ruido en la parte trasera de la tienda.
Va a la puerta y para su suerte o desgracia está abierta, sin embargo, no se nota ningún indicio de que haya sido forzada. La termina de abrir y se queda helado cuando pisa algo extraño y descubre que la soga no es especialmente eso, sino los intestinos de la joven que habían sido dejados ahí, haciendo que él resbale con estos.
Se apoya de la pared para pararse y tomar el teléfono, le queda muy poca batería.
—Demonios... —Susurra y marca el número telefónico de la policía.
—¿Dónde se encuentra, cuál es su emergencia? —Suena la voz de una mujer al otro lado del teléfono.
—Una chica parece estar herida... —Comenta el chico apresurado y sus palabras se consumen ante lo que ve.
La chica es Carlota, que presenta las cuencas de los ojos vacíos y estos cada uno en una mano. Además, su rostro está lleno de cortadas. Su estómago se encuentra abierto y el cuerpo tiene signos de varias heridas hechas recientemente y otras hace un rato. La pobre joven se encuentra desnuda. La sangre aún está corriendo por el suelo.
—Qué carajos...Carlota... —Se lleva la mano a la boca ante la arcada.
—Estaremos allí pronto, ¿pero dónde está? —Sigue sonando tras el móvil.
—En la zona del... —Se disponía a salir de la tienda para evitar más problemas, pero desde la espalda golpean su cabeza, cayendo sobre el cuerpo de la joven y quedando inconsciente.
—¿Señor?, responda, ¿señor?... —Sigue la voz tras el teléfono descolgado.
Nathaniel despierta varios minutos después y se asusta al ver el cuerpo bajo de él tras haber caído, su ropa ahora está manchada de la sangre de la difunta.
"Qué dolor..."
Se quita de ahí y lleva la mano a la cabeza para sentir la sangre salir de esta. Toma su celular que está al lado en el suelo. No le da tiempo a pensar o hacer mucho, solo sale de la tienda de forma rápida para alejarse del lugar, pero en ese momento va llegando Xavier.
—¡Oye, que hacías dentro! ¡Ladrón! —Le grita el pelirrojo.
Los nervios y el miedo le ganan al chico, que termina huyendo cuando las luces de las casas se iluminan para saber qué pasa esa noche en el pueblo de Varenchya.
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