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Capítulo 30.1: Juzgar

Danna llega al auto y le enseña el video a Annie en el que se ve a la novia de Héctor confirmar que tiene un romance o que tuvo uno con Abraham mientras estaban juntos, además de los demás hombres.

—Entonces, sí le ha estado engañando, ese bebé podría ser de cualquiera —dice Annie con cierta esperanza.

—Exactamente, no tiene por qué ser de Héctor, además, no lo ve como su primera opción, solo lo tiene de colchón porque ha tenido mala suerte con los hombres. —Se ríe de lo siguiente—: Mira que confiar en un hombre de mi familia, todos son mujeriegos.

—Menos mal que el hijo no es de él, no quisiera que perdiera a su bebé o tenga problemas por mi culpa de esa manera.

—Pues ya sabes, camino libre, solo debes darle este video y listo, aunque para hacerlo mejor se lo enviaré yo desde otro número, así no te embarras las manos con esto. Si se lo entregas también serás la chica que siguió a su pareja, la grabó y terminó su relación —plantea Danna y se lleva un dedo a la mejilla.

—Puede que tengas razón, Danna, estoy feliz, serio, es que realmente pensé que lo iba a perder por esto. Al final me sentiría como un asco si le arrebatara su sueño de tener una familia —expresa en su ignorancia.

—Annie, pero se lo vas a arrebatar, si no se entera de esto, tendrá su familia deseada. —Agita el móvil con una sonrisa, tentándola.

—Pero no quiero que sea con base en mentiras, quiero estar con él. Si es así haré lo que sea —sus palabras salen con más fuerza. El chofer les lanza una mirada con el rabillo del ojo, pero raras veces interviene.

—Bueno, por ahora ve a tu casa, si puedes salúdalo o algo a las ocho de la noche, a esa hora se lo enviaré. Así te ve y no piensa que eres tú —apunta Danna.

—Es mucho trabajo, ¿no crees? —Pregunta Annie llena de curiosidad.

—Te sorprendería cómo afectan los pequeños detalles a las personas. —Le da un golpecito en la frente.

—Confiaré en ti, gracias por todo Danna. —Le abraza llena de esperanzas.

—No tienes que agradecer, eres mi hermana al final de cuentas, Ann. —Le corresponde el abrazo y empieza a bromear, arrimándose—. Ya me lo pagarás con mimos o cuidándome, no pido mucho.

El conductor pone en marcha el auto hacia casa de Annie. No puede evitar mirar con desaprobación y asco el barrio donde vive la amiga de Danna, sobre todo por una chica de unos aparentes veinte años que da la impresión de consumir estupefacientes. Su desaliñado cabello y sus ojos son negros, la ropa no es de mala calidad, pero se nota el descuido. La joven se acerca a la rubia cuando esta baja del auto.

—¿Puede darme un poco de dinero?, lo necesito para comer —dice la chica de la calle, su mentira es evidente.

Danna sonríe amable y le va a dar un billete algo grande cuando es detenida por la mano de Annie.

—No se lo des, Lilith solo lo gasta en drogas, en su casa hay comida. —Baja la mano de Danna y es mirada con desaprobación por la pobre criatura.

—Una lástima. —Guarda el dinero y se lo entrega a su mayordomo, el tema le pica cerca, recuerda la cara de su hermano en los ojos de la joven—. Tráele algo de comer por si llega a ser cierto que no logra alimentarse, después de todo está en los huesos.

—No lo entenderías, no entenderían por qué lo necesito. —La mujer se ve triste y molesta—. No necesito comida, ahora, necesito volver allí...

—Ya eso es tu problema —dice Danna de forma amable dejando escapar un suspiro y sigue de largo ayudando a Annie—. Acepta lo que te doy, si no lo quieres puedes seguir como estás, bastante amable fui.

—No es necesario que subas, Dann, no me agrada mucho la idea de que pases tiempo en el edificio, puede incomodarte —confiesa Annie.

—No me preocupa, me da igual, te ayudo a subir, va a ser difícil con las muletas. ¿Quieres que te deje la silla de ruedas? —Cuestiona Danna.

—Está bien, pero no te fijes mucho e ignora a todos. Quédate con la silla, no es que la vaya a utilizar, sin alguien llevándome es difícil. —Aparca otro auto y baja Violeta de este, se detiene a darle el dinero a la joven de la entrada un segundo para luego seguir.

Violeta ignora a Annie y continúa el camino hacia su casa ignorándola, sin embargo, los ojos de la adolescente sí la siguen hasta que desaparece.

—Venga, Ann. —Danna sostiene a su amiga y pasa su brazo correspondiente al pie herido por su hombro y la ayuda a subir las escaleras detrás de la novia de Héctor.

Van a un paso lento y a veces se les pierde entre los corredores la mujer que va delante. Danna tenía razón, los pequeños detalles mellan la mente. Annie la ve subir con suma elegancia, cargando en el vientre el bebé que se cree que sea de la persona que ella ama y a pesar de todos sus errores, sigue teniendo lo que quiere.

Y luego se analiza a ella misma, llena de problemas y situaciones que no sabe cómo controlar, siendo un juguete entre los deseos de las personas que habitan en su cuerpo y a veces temerosa de su entorno.

"¿Héctor no será más feliz con Violeta?, al final yo soy una carga", piensa mientras lleva la mano a su cabeza y observa su pie vendado.

—¡Ánimo, Ann! —Dice Danna ayudándola a subir—. Ya falta poco

"Es cierto, solo nos resta un piso", se recuerda a sí misma.

Cuando llegan a la puerta correspondiente ya Violeta no se ve por todo aquello, debe haber entrado a la casa.

—Ann, no puedes dejar que te desanime solo verla ¿Sabes que cuando estás triste tus ojos son muy expresivos? —La deja acomodarse las muletas.

—Sí, me lo decían de pequeña, pero estoy bien, solo fue un pensamiento pasajero. Veré si duermo un poco hasta las ocho. —Saca la llave del bolso y abre la entrada a su morada—. Es pequeña, pero es donde vivo.

"Me niega a llamarlo: hogar," apunta en su cabeza Annie.

—Me dan ganas de registrarlo de arriba abajo, lástima que tengo que ir a trabajar ahora. —Asoma la cabeza dentro para ver el sitio—. Está bastante organizado.

—Desde que mi padre no está se mantiene así, aunque pronto lo darán de alta y regresará. —No suena animada por eso.

—Parece que no quieres. ¿Dónde está? —Sus palabras suenan curiosas.

—Otro día te cuento, ve a trabajar. —Le da un golpecito en la frente—. Se te van a caer los ojos de mirar tanto.

—Es que no sé cuándo me dejes subir de nuevo, eres muy reservada. —Se reincorpora y besa su mejilla antes de alejarse—. Te veo mañana Ann, cumpliré eso, no te preocupes, pero trata de estar ahí o que te vea, me avisas si se da antes.

—Ve con cuidado, te aviso entonces. —Le despide con la mano mientras Danna se aleja.

Cuando deja de verla, empieza a pensar la idea de hablar con Violeta y termina por golpear suavemente la superficie de madera.

La mujer abre la puerta con la misma ropa que llegó y mira incrédula a la adolescente.

—¿Qué quieres? —No le tiene buena voluntad a Annie, pero tampoco la trataría mal.

—Quería decírtelo directamente, aunque ya lo sabes. Me gusta Héctor, desde hace ya cuatro años y seguirá siendo así. Tengo toda la intención del mundo de seguir intentándolo, no me voy a rendir con eso —le confiesa sus intenciones.

Violeta le revira los ojos sin creer la estupidez que sale de los labios de esa que considera una niña.

—Se te pasará, es solo el pensamiento de una adolescente, aún eres una infanta. Que alguien te dé un poco de ayuda no quiere decir que tengas que babear por esa persona. —Se apoya en la puerta mirando desde arriba a Annie.

—No es tan simple. —Recuerda aquel momento de su pasado, donde él le ayudó y muchos otros en los que fueron el pilar del otro—. Es más que solo un encaprichamiento. Es casi todo lo que tengo.

—Qué triste tu vida si dependes tanto de alguien así, quiérete un poco más, niña. —Le intenta golpear con lo que cree que es la realidad y un consejo adulto—. ¿Algo más?

Annie niega con la cabeza sin tener nada más que decir, solo quería ser sincera con Violeta y con ella misma, impidiéndose retroceder.

—Solo quería decirte eso. Lo creí mejor a intentar hacer algo a tus espaldas —responde con la verdad—:Tienes mucha suerte realmente.

Violeta fue a cerrar la puerta, pero en ese momento Héctor llega al pasillo, le resulta muy raro ver a ambas hablando solas, todo podría resultar de esa escena.

—¿Y esto? —Cuestiona el hombre.

—Cariño —le llama con un tono suave—: Le daba consejos a la vecina, nada importante.

"Sí es importante...", piensa Annie.

—Los dejaré solos por ahora —comenta la joven y siente un mensaje llegar a su teléfono en mano, pero no lo responde, a la par llega otro al de Héctor.

No duda más en marcharse. Ella no sonríe en ningún momento y no muestra expresiones, solo entra a su casa sin siquiera saludar o preguntar algo a ese hombre que ama. Los deja estar.

Dentro de su casa, en silencio, toma el teléfono y lee el mensaje. Este es de Danna avisándole que vio subir a Héctor, que mandaría el video ahora. La chica va hacia el sofá y abre la galería, viendo fotos viejas, como huyendo de pensar.

¿Realmente se quería tan poco? ¿Tenía derecho esa mujer a juzgarla sin saber cómo se sentía ella? A veces es muy fácil hablar si no estás en la piel de ese alguien, pero en cierto punto le dolió. Porque después de todo, ella desea ser como Dévora, sin miedo, ataduras, dependiendo de sí misma y capaz de cuidarse. Suena fácil, pero es sumamente complicado.

—Debo esforzarme. —Va al espejo y empieza a llamar a Zack.

—Es raro que quieras hablar conmigo. —El reflejo se deforma volviéndose el de un hombre.

—¿Zack, tú crees que soy débil o dependiente? —Dice ella con un tono neutro.

—¿Por depender de nosotros? Somos familia, es normal cuidarnos, tú también me cuidas. ¿No? Al final no me entregas —responde el asesino de hombres.

—No lo digo por eso. —Los entiende como parte de ella misma, aunque en una forma más específica podían no llegar a serlo —. Me refiero a Héctor o Danna.

—¿El vecino? No me gusta, pero en su momento te ayudó, es normal que quieras cuidarlo, los humanos son así, necesitan de los demás para existir —responde Zack.

—¿Cómo tú de Danna? —Dice ella sin cambiar el tono.

—Vaya ¿Ya sabes que me ayudó? —Chifla.

—Sí, a no ser que tengas un círculo muy grande, no hay muchas opciones, y a ella la creo capaz de hacerlo —responde Annie, es consciente de hasta dónde puede llegar su amiga.

—Al menos sabes identificar las banderas rojas en las personas. ¿Te alejarás de ella? No tengo una opinión particular sobre su persona, solo teníamos el mismo fin, aunque nuestros objetivos no sean iguales, se parecen.

—No creo alejarme, no quiero perderla. —Apoya la mano en el espejo—. Acepto que ganó, la necesito en mi vida. Haga mal o no, me ha ayudado demasiado. Por eso te pregunto, creo que soy muy dependiente de ellos.

—Ten cuidado, solo eso. —Sonríe a su forma distorsionada—. Cuando dejes de ser su entretenimiento te va a desechar.

—No creo que llegue a conocer todo lo que hay. —Pega la cabeza al espejo acercando su cuerpo al del reflejo—. Ni yo me logro conocer completamente. A veces desearía que estuvieran fuera de mi cuerpo, como una familia real, pero sería un problema

La chica se distrae con las discusiones que empiezan en el apartamento de al lado, son las voces de Héctor y Violeta.

—Parece que la cosa va a mal allá. —La mano de Zack acaricia la cabeza de Annie.

—Deja de matar, Zack, es lo único que quiero pedirte. —Ignora lo último que dijo—. Quiero vivir sin miedo.

—No me van a atrapar. —La mano, media distorsionada y en grados leves de transparencia, mantiene el tacto en los cabellos—. Además, solo elimino a los abusadores.

—Antonio no mandó el video, fue Danna ¿Ya lo sabes? —La voz ahora sí se quiebra un poco.

—Lo sé, reconozco que me equivoqué, pero pensé que fue él. Lo hice para ayudar a tu preciada amiga.

—Zack...tú deseas matar a nuestro padre, ¿verdad? —Sus rodillas se pegan al suelo, cayendo suavemente.

El chico en el espejo hace silencio.

—Dime con sinceridad —agrega Annie.

—Tú también lo deseas. —Zack se agacha al nivel de ella.

—Sin embargo, ninguno de los dos es capaz de hacerlo. —Rompe en llanto y comprende la naturaleza del nacimiento de Zack, ese rencor a todos los años que sufrió el abuso reiterado sin días de paz.

Cierto, Violeta no podía juzgarla, nadie que no estuviera en su piel tiene el derecho a hacerlo, nadie que no tuviera el alma tan rota y fragmentada.

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