Capítulo 29: La serpiente venenosa
Danna lleva a Annie en una silla de ruedas por todo el lugar a una velocidad nada sana mientras se ríe.
—¡¡Frena!! —Dice la de cabellos negros mientras se agarra a la silla con las uñas.
—¡Esto es divertido! —La rubia por momentos levanta los pies del suelo y los sube en la silla en la parte trasera pasa deslizarse. Todos en el centro las ven por el ruido, pero se detienen en seco—. Fue buena idea comprar la silla también.
—No, no lo fue. —Annie busca los ojos de su compañera desde su asiento, molesta, sin embargo, termina por reírse.
—No pasó nada malo y así la reposas más, al igual que llegamos más rápido a nuestra tienda —dice Danna.
—Pero esto es muy caro, no me lo puedo permitir, Dann —expone Annie al ver lo ostentosa que es la presentación en las vitrinas de la tienda.
—Nah, no te preocupes, esta es de mi familia, solo lo pondré a mi cuenta y pago luego. Además, que lo estoy administrado ahora, mi padre me dijo que debía empezar a trabajar ya de una vez —dice esto usando su cabello de bigote.
—¿Y te gusta? ¿Administrar esto? ¿En qué tiempo aprendiste? —Comenta por la baja escolaridad que aún tiene su amiga.
—Bueno, te confieso que desde los catorce, cuando se fue Dani, he tenido que aprender todo esto, me llevan dando clases hace tiempo, cuando llegaba a casa de la escuela tenía que ir con los otros profesores. También los fines de semana mi padre me traía al trabajo para que viera que hacer, ya sabes, debo dirigir esto en el futuro. —Mantiene su perfecta sonrisa y Annie pone la mano en su cabeza, acariciándole.
—Te esfuerzas mucho, no lo sabía. —Mira los ojos de la rubia—. Date respiros también, Vamos a disfrutar este día, pero luego te pago lo que tome.
—Annie, no me molesta darlo si va a parar a ti, entiende eso —dice y cambia la vista al cristal huyendo a las palabras de la chica, le dieron en el pecho.
—Mejor así. —Tiene muchas dudas sobre Danna, pero no logra sospechar de ella o tacharla como alguien tóxica, así la quiere y necesita tenerla. Solo curva un poco los labios para bien.
—Vamos entonces, mi bella damisela. —Entra con la silla en la tienda y al verla llegar los trabajadores van donde las chicas a recibirlas con la mayor cortesía y respeto que son capaces de alcanzar.
—Señorita Karlsson —la aborda una chica con el uniforme impecable y deseosa por resaltar, es la mamá de Carlota.
—Enséñame los atuendos nuevos y prepáralos para que nos los probemos. —No pide favores, solo ordena con su perpetua alegría.
—Claro, señorita Karlsson. —Se retira a buscar las cosas.
—Se me hace raro que te llamen por tu apellido, es como cuando me quedé en tu casa —dice Annie al ver marchar a la mujer sin cuestionar la orden de Danna.
—Solo hay dos personas que no me llaman así, fuera de mi hermano, que sería raro que lo hiciera. Tú y Vane me dicen Danna, a secas. —Mira a su compañera y va a sentarse con ella a unas butacas forradas de gamuza blanca.
—Supongo que eso hace que no te sientas mal con nosotras. —Se levanta de la silla con cuidado y va a la otra.
—Sí, puedo decir que ese hecho hace que sea más cercana a ustedes. —Saca su móvil para revisar una cosa y lo guarda—. Tengo una cita en la noche con Vane, me acaba de mandar un mensaje para que vaya a comer a su casa.
—Normalmente lo dirías con más ánimo. —Busca el rostro de Danna, el cual a pesar de estar animado, ahora es más pacífico que antes, carece de la euforia.
—Es divertido estar con Vane y sé que le gusto, pero hay algo que... —Niega con la cabeza—. Prefiero no hablar de ello.
—Dime —Toma su mano—. Puedes hablar, es tema de chicas, algo que querías tocar en la salida.
—Vale. —Deja escapar un suspiro—. Extraño seguirla y averiguar cosas de ella por mi cuenta, ahora que me dice todo, pierde un poco la gracia, lo divertido de una persona es ir descifrando capa por capa su vida y personalidad, forma de pensar y demás, ¿no crees?
Danna mira la mano de Annie en la suya y piensa: "poder ser exactamente lo que buscan, una vez que lo consigues es aburrido".
—Si la amas, no debe ser así, aunque no soy la mejor para hablar de amor, creo que es querer estar con esa persona en cada segundo de alegría o tristeza, que pase algo bueno y pienses: ojalá estuviera aquí. Incluso cuando algo va mal, sabes que puedes contar con ese alguien que te purifica el alma. —Deja una leve sonrisa poco perceptible, está pensando en Héctor.
—Creo que tenemos diferentes conceptos de amor. —Observa a la tendera regresar y se acerca a ella dejando la conversación de lado.
La mujer llega con un bastidor lleno de diferentes atuendos de marcas caras de diseñador—. Esto es todo el nuevo lote, señorita Karlsson.
—Perfecto. —Se acerca y toma un vestido verde claro en tono pastel y se lo pone en frente—. ¿Qué crees, Ann?, pega con mis ojos —dice alegre, como si la plática anterior no fuese real.
Annie evalúa a su amiga y a raíz de la anterior conversación ha entendido algo: si quería conservarla, debía ocultarle la mayor cantidad de cosas posibles para tenerla a su lado bajo la curiosidad.
—Te queda genial, Dann. ¿Por qué no pruebas algo diferente? Habitualmente tienes esos tonos claros.
—Y tú casi siempre vistes de oscuro, mmm, ¡ya sé! Tú elegirás mi ropa y yo la tuya, así cambiaremos —dice la rubia.
–No me gustan los colores pastel. —La vista se desliza por el conjunto verde.
—Y a mí no me gusta el negro, pero podemos salir de nuestra zona de confort. —Acerca el vestido a Annie y se detiene, toma uno igual en azul cielo—. Como el color de tus ojos.
A Annie se le eriza la piel ante ese recordatorio, pero acepta el vestido y con cuidado va al probador.
—Buscaré uno oscuro para ti —expresa la de cabellos negros.
Su mente es un desastre, últimamente todo le parece sospechoso, no puede confiar en nadie. Se queda parada frente al espejo del bastidor y comienza a quitarse la ropa que trae con cuidado. Va haciendo reparo en las diferentes heridas que quedaban en su cuerpo, cuyas marcas no se irían nunca. Luego revisa las de su espalda, esos tres pequeños puntos con forma circular.
—Todavía no sé por qué estás aquí, no te recuerdo. —Nota que ha bajado de peso por el estrés.
El reflejo del espejo se vuelve Zack y le observa con lástima.
—Tienes que comer mejor, hermanita. No me odies, todo lo hago para ayudarte. —La mano sale del espejo y acaricia la mejilla de Annie—. Sabes que te quiero.
El rostro de Annie regresa al espejo y es consciente de las ojeras bajo sus hermosos y dolorosos ojos azules.
Ella no grita ni llora, solo la ve como una costumbre y comienza a ponerse los colores pastel de Danna, está algo ida en esa idea: "Al final de cuentas, creo que entiendo un poco mejor la forma de Danna, es una capa de colores dulces sobre una piel que carga mucha presión".
Abre los labios y piensa viéndose en el espejo: "¿Podré hacerlo yo?"
Sonríe alegre como lo hace su amiga, como si cargara la mayor falsedad del mundo, pero no va con las ojeras, primero debe hacer algo con ellas. Annie sale del cubículo sonriendo a la manera de Danna y el cabello suelto sin la coleta, ya llega al nivel de la cintura
—¿Qué tal? —Pide la de cabellos oscurecidos.
—¡Estás hermosa! —Saca el móvil y comienza a hacerle muchas fotos captando cada ángulo—. He encontrado un tesoro.
—Sí, sí, pero ahora te toca a ti. —Selecciona un atuendo negro de mangas largas y falda corta para presentárselo a Danna con cierta malicia—. Te verás genial.
—Siento la venganza en tu mirada, mi querida Anita. —Toma la ropa—. Yo no le tengo miedo al éxito.
Danna va al vestidor, se cambia rápido para salir lista y con el cabello hacia un lado, trata de posar sensual en la entrada, pero no le sale bien.
—¿Qué tal? ¿Te sientes seducida? —Muerde un lápiz simulando que es una rosa, pero se le cae al no poder aguantar la risa.
—Te es imposible tomarte algo en serio, ¿eh? —Dice Annie y también se ríe al verla.
—No es broma, soy lo más bello que vas a ver hoy, una Danna sexy. —Vuelve a posar, pero al agacharse a recoger el lápiz se le desacomoda el cabello, regresando a su desordenado inicio, algo tierno—. ¿Me es imposible?
—También va con ello el maquillaje, debes volverlo más llamativo, y la seguridad que sientas ayuda.
—Sabes mucho de ello. —Se acerca a ella buscando más atuendos.
—Una amiga me dio consejos. —Confiesa Annie pensando en Dévora.
Las dos chicas pasan la tarde entre tiendas y restaurantes, siempre respetando el hecho de que Annie no debe forzar ni apoyar el pie dañado. Eventualmente llega la hora del encuentro del médico y van en el auto a esperarlo. Es sorprendente cómo el chófer sigue cada capricho de Danna, aunque en realidad le pagan por ello.
—Míralo ahí —dice Annie con unas gafas de sol, ambas portan una y ahora traen ropas muy diferentes a la tarde.
—Síguelo —le indica la rubia a su chofer.
El doctor se monta en su coche para salir al punto de reunión mientras las chicas salen detrás de él dándole cierto espacio y distancia para que no note que lo siguen.
—Ojalá y sea —expresa Danna.
—Es posible, pero también lo deseo —dice con preocupación.
—Iré yo al punto de encuentro, tú estás herida.
—Quiero verlo yo también —replica Annie.
—No, tranquila, déjale esto a tu hada madrina, grabaré lo importante y te lo traigo. —Le guiña un ojo.
—Vale, te espero aquí, pero procura traer bien el material, lo necesito si quiero que Héctor me crea —comenta Annie.
—Yo me haré cargo. —Baja del auto y camina normal hacia la cafetería, tiene puestas unas gafas de sol y su estilo es actualmente más gótico, como el de Annie.
El sitio al que llega el tío de Danna es la cafetería "Smile Pumpkin", pero hoy no es turno laboral de la novia de su sobrina. Él se sienta en uno de los puestos cerca del cristal donde una mujer hermosa, que resulta ser la Violeta que desea Annie, está sentada. Danna a su vez ocupa la mesa de al lado y pide un jugo para ir consumiendo, saca el móvil y deja la cámara prendida hacia ellos en el bolso grabando la escena.
—Tardaste —habla la mujer con cierto nerviosismo.
—Sabes que tengo mucho trabajo, Violeta —dice él, sentándose.
—Seré rápida. —Da ligeros golpes en la mesa con el dedo índice—. Deja de molestar a mi novio, sabes que ese niño no tiene nada que ver contigo.
—Solo quiero alejar a mi amigo de arpías como tú. ¿Sabe la de veces que le engañaste cuando estaban la otra vez o cuándo te fuiste con el joyero aquel, pero no funcionó porque su esposa los pilló en la cama? —Reclama él calmadamente.
—Eso da igual, ahora estoy esperando un hijo suyo y quiero hacer las cosas bien, quiero que crezca junto a su padre. —Se lleva la mano al vientre.
–Bueno, a mí me da igual, mientras me pagues a tiempo las cosas. —Sale con cierto despecho ese comentario.
—¿Cuándo me vas a dejar tranquila? —Le da un sobre marrón.
Abraham abre el paquete y cuenta con la vista el dinero en su interior.
—Es poco, falta aún. Pudiste haber sido más cuidadosa, no dejarte ver en consulta ni venir conmigo tras los celos por una adolescente.
—Basta, ya llevas tres meses así, no es justo —dice Violeta.
—La vida no es justa, al final tú quisiste que fuera así. ¿Por qué no buscaste otra persona para la inseminación? —dice él.
—Se demostró que no era culpable y me he topado con tanto desastre de hombre que realmente prefiero sentar cabeza con él. Héctor me cuida mucho y respeta, no como otros. —Le lanza una mirada despectiva.
—Ni qué te fuera tan mal conmigo, aunque sí hubiera preferido que de verdad fuera mi hijo y no de Blanco. —Toma la mano de ella y la mujer se demora en retirarla, como recordando algo.
—No, no voy a caer en eso de nuevo, mejor me voy ya. —Se levanta de la silla.
—Tarde o temprano vas a volver a mí —sentencia el hombre.
—Ya es tarde para eso, Abraham. —Se dispone a irse y él la toma del brazo.
—Sabes que no necesito el dinero, ¿verdad?
—Ya no tiene caso, déjame ir de una vez, esto te pasa por ser un maldito mujeriego. Héctor es mejor que tú.
—¿Y si te digo que voy a cambiar ahora? Él solo sigue contigo porque es estúpido, luego de todas las infidelidades que has cometido.
—Llevas dos años diciéndolo. —Se larga de la cafetería dejando al médico solo, el cual se va detrás de ella.
Danna saca el móvil y revisa el video una y otra vez. "Bueno, resulta que sí es hijo del profesor, a ver como edito esto para que eso no salga, tal vez si le hago creer que es de mi tío...", piensa mientras bebe su jugo y corta los pedazos, dejando solo la parte en que confiesan haber tenido algo y hace otro aparte con el que ella dice que sí es de Héctor.
—Listo. —Se empieza a reír —. Con esto está listo.
"Si uso el primero puedo hacer que Héctor tenga discusiones con su novia a un buen punto, tal vez se dejen por la infidelidad y este otro me puede servir más adelante si necesito recuperar a Ann y ser de nuevo su pilar, en el caso de que ese hombre llegue a ganar su confianza más que yo", esto es solo uno de los pensamientos que pasan por su cabeza mientras modifica las pruebas.
Sale de la aplicación y abre la galería para ver las fotos de su amiga y de Vanessa mientras regresa al auto. Sin embargo, mientras se desliza por ese mar de imágenes, se encuentra con la de Dévora caminando en la calle luego de perseguir a Nathaniel, la segunda foto enviada por la carita sonriente. Termina eliminándola.
—Si Annie la ve, sería un problema —dice en voz baja y va hacia el auto.
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