Capítulo 26: La tercera víctima de Zack
—¿Héctor Blanco? —Pregunta Dévora por si escuchó mal.
—Sí, hace tiempo no le veo, pero Vanessa sí, no le culpamos, al final fue una víctima más.
Dévora empieza a oír la voz de Annie en su cabeza. "Pregunta, necesito saber".
—¿Cómo demostraron que no era culpable? —Dice con calma.
—Según recuerdo fue porque estaba en un bar borracho y le robaron ahí el auto, él había dormido en el local o algo así. No se le veía muy bien en ese entonces —responde Julia.
"¿Habrá sido cuando lo de su hermana?", siente la voz en su cabeza.
Mientras hablan Vanessa sale de su habitación con los cascos puestos, se puede escuchar por fuera de estos el ruido que desprenden. Llega a la nevera y toma la jarra de agua para servirse, está tan cómoda que anda descalza. Sin embargo, mientras toma, sus ojos se desvían hacia la visita, esto la lleva a tragar de forma rápida.
—¿Qué hace esta aquí? —Mira a Dévora.
—Dev vino de visita —dice Susana con una sonrisa.
—¿Sigue jugando contigo? —Responde Vanessa levantando una ceja.
—Ella no juega conmigo, Dev... —Va a continuar hablando, pero en realidad, ¿de qué otra forma podrían llamar a su vieja relación si era un juego?—. Así lo quisimos —agrega sin siquiera ser su propio pensamiento.
—No me agrada tenerla en mi casa. —Guarda la jarra en la nevera—. Es una mala influencia para ti.
Dévora mira a Vanessa a los ojos sin bajar su ego.
—Es normal que piense así, quieres cuidar a tu hermana, aunque por lo visto has estado molestando a la mía con tus ideas raras. —Deja ver una sonrisa cínica—. Susana, de cualquier manera, puedes avisarme si necesitas algo. —Acaricia el cabello rojo a su lado para levantarse del asiento—. Voy a retirarme por ahora, es bastante tarde y el camino es largo.
El viaje del club al descampado no es lejano, pero hasta su casa debe tomar algún medio de transporte para llegar. El problema es que la mujer odia los autobuses, suele utilizar automóviles.
—Puedes quedarte si deseas, no le hagas caso. —Ante las palabras de Julia, Vanessa revira los ojos y se retira a su habitación.
—No, tranquila, debo llegar a casa y hacer algunas cosas, hice un poco de tiempo para verte. —Acerca el rostro a su vieja amante y le besa en los labios como un gesto de despedida, este toma un poco de intensidad, pero se resiste a seguir.
Las mejillas de la joven se llenan de rubor y responde de forma rápida—. ¿Ten cuidado, sí?
—Lo tendré, tranquila, un amigo me va a llevar de vuelta.
—¿Un amigo? —Pregunta con curiosidad mientras abre la puerta, allá se puede ver a lo lejos la luz del teléfono iluminando el rostro de Nathaniel, el cual levanta la vista al verlas salir.
—Ese que está parado allá. —Le señala con las cejas.
—Ya... —Susana revisa lo máximo que puede los rasgos de aquel joven, lo poco que se puede ver de él en esa oscuridad.
—Te dejo, Su. —Coloca la mano en su mejilla y besa la otra—. Hasta pronto, no pierdas el contacto.
Dévora camina sorprendentemente bien sobre la tierra del descampado a pesar de estar sobre unos tacones altos y tener el tobillo lesionado.
—Te llevo a casa —dice Nathaniel alumbrando el suelo para que camine.
—Solo hasta la calle a tomar un auto, ¿no vamos de fiesta?
—Ni hablar, de noche es peligroso, más con un loco suelto, imagina que te secuestran.
—No tengo ojos azules —señala Dévora.
—¿Eso qué tiene que ver?
—Que esa persona solo parece atacar a quien los tenga así, al menos a propósito. Bueno, aunque con el tiempo que lleva sin hacerlo, posiblemente cualquier víctima le agrade, solo por puro placer. —Coloca una mano en su cintura y con la otra se apoya en el hombro de él para empezar a caminar.
—Sabes mucho de eso. —La ayuda el chico.
—No soy fan del tema, pero lo averiguo lo mejor que puedo, por mi hermana, la atacaron al final de cuentas —lo dice con una extraña tranquilidad—. Si la matan sería un grave problema.
—Aún así, te faltan los desaparecidos, creo que hay más de un loco suelto.
Los ojos de Dévora no se desvían del frente, ni deja titubear la voz, sin embargo, siente que algo se hace más presente en su cabeza, como si quisiera escuchar la conversación. Hay algo peligroso ahí, y es que Zack llegue a considerar a Nathaniel como persona no grata. Le molesta aceptarlo, pero había perdido terreno los últimos días, demasiado, su única carta es la confianza que la dueña original del cuerpo deposita en ella, sin eso, perdería su lugar.
—Siempre han existido personas que se marchan del pueblo, no es algo nuevo, una simple y molesta coincidencia solamente —responde la mujer.
—Dévora, el nuevo desaparecido del que cuelgan los carteles, fue al que vi que tu hermana golpeaba en el callejón tras la fiesta. No quería hablarte mucho de esto porque pensaba que eras tú.Pero, luego de lo del lago, creo que debería ver un doctor y entregarse —le confiesa Nathaniel.
"Dévora, lo sabes, sabes lo que tienes que hacer, debes cuidar a nuestra niña", escucha esa voz en su cabeza mientras aumentan los dolores, está sufriendo otra crisis. "Sé que tú no puedes, no matarías a alguien, déjamelo a mí".
—Ella no fue, te equivocas. —La chica se muerde el labio y abre la boca para hablar, trata de calmar su respiración, no aguantará mucho tiempo.
—Estaba en la fiesta de Antonio, ella pidió que fuéramos, así que fui a ayudar, pero cuando llegué e iba a intervenir, la situación dio un giro de ciento ochenta grados, parecía tener más fuerza y agilidad, como si algo raro le hubiese poseído —Nathaniel narra lo que vio.
—Nath, cállate... —Aprieta el agarre en su hombro y su vista se hace borrosa—. No es ella, no lo es.
Es la última oportunidad que le da a su amigo antes de que la situación se vuelva un desastre mayor.
—¿Dévora?, ¿qué pasa? —Se pone en el frente y la ayuda a sentarse en uno de los bancos del descampado.
—Nada, nada...dame un momento. —Cierra los ojos y trata de mantener su respiración constante, de calmarse—. Nathaniel, —lo llama por su nombre entero, algo que usualmente no hace—: Hazme caso y vete ahora.
—¿Por qué? —Está preocupado por el estado de la chica.
—Hazme caso, otro día vamos a esa fiesta, pero vete. —Trata de hablar lo mejor que puede.
—No te voy a dejar sola con esto, cálmate, vamos al médico, anda.
—¡No, que te vayas! —Dice de forma baja, pero se nota la fuerza en sus palabras.
—Déjate de tonterías, vamos al médico, puede volverse peligroso —responde él sin ceder.
—Maldito testarudo. —Aumenta el agarre en su hombro. El chico no sabe lo tanto que puede complicarse la situación.
"Annie, necesito que salgas, necesito que salgas ya, por favor, muévete", piensa mientras ve a Zack de forma borrosa al lado de Nathaniel poniendo la mano en su otro hombro.
"Dévora, es necesario, hay que deshacerse de él", la silueta borrosa de Zack coloca las manos alrededor del cuello del chico. Esto solo lo puede ver Dévora, sin embargo, poco a poco va perdiendo la conciencia. "Seré rápido, es un lugar oscuro, luego solo habría que enterrarlo, no estamos lejos de los demás", la silueta sonríe de forma amplia.
—¡Dévora!, reacciona —dice el chico comenzando a cargarla para correr a donde pasa el tráfico.
—Ve donde hayan personas, apúrate... —Indica eso en su oído, tras ser cargada, parecía estar haciendo su mejor esfuerzo—. No te quedes solo conmigo...busca a alguien.
"¡¡Annie!!", trata de pensar en ella hasta que pierde por completo los sentidos.
—Espera, trataré de ir lo más rápido que pueda —dice agitado mientras avanza a su mayor velocidad con ese peso en la espalda por la calle.
Los alrededores son casas distantes entre sí, a los lados de una calle bastante larga a la par que oscura, con algún que otro auto que pasa.
Zack observa un segundo el cabello de la persona que le lleva a cuestas, no hace ruidos, una de sus manos realiza un movimiento suave hacia el bolso de Dévora para tomar de este una pequeña navaja roja que la mujer se había llevado. Aparte de eso, hay más objetos dedicados a la defensa personal, como gas pimienta.
—Aguanta, solo necesitamos que pase alguien y nos lleve. —Sigue corriendo agitado por la calle, esperando que cualquiera venga. El chico siente el brazo de la joven rodeando su cuello, pero lo interpreta como que trata de sostenerse para no caer por la carrera. Sin embargo, algo metálico se pega a su cuello, puede sentir el frío y filo de esto—. ¿Qué haces?
De los callejones sale un tipo de gran tamaño, tiene la cara cubierta por un pasamontañas. Parece que está cazando en medio de la noche algo de dinero fácil, ¿aunque realmente robar se considera un trabajo fácil?
—Entreguen todo lo que tengan de valor. —Son apuntados por un arma de fuego.
—Necesitamos llegar al médico —dice el chico deteniéndose—. Está grave, puede morir si nos detenemos.
La mano de la mujer en su cuello oculta la navaja del espectador y le mira con recelo.
—No me interesa, ¡entreguen todo! —El arma sigue en alto hacia ellos.
La mujer, ¿debería seguir haciéndose referencia a ella como "mujer"? Al final de cuentas, Zack es un hombre de aproximadamente veintidós años. Este baja los pies de la espalda de Nathaniel, a primera vista su cuerpo sigue siendo muy provocativo, pero en una mala postura. Mantiene oculta la navaja en la parte trasera de su mano. Luego toma su bolso acercándose al ladrón sin hacer movimientos bruscos para hacer el gesto de entregarlo.
—Eso, buena chica, no presenten resistencia, ya que te estás portando bien, podemos ir a divertirnos al callejón, sería un desperdicio no saborear bien esas curvas. Tú, cabrón, aprende de ella y dame las cosas —exige el maleante.
Mientras habla el ladrón y ya con la distancia reducida, Zack deja caer el bolso y toma la mano de la pistola por la muñeca, colocándola al costado de él. Prosigue a cortar los tendones de esta con la navaja oculta para que no pueda hacer fuerza y se cuela por el frente del hombre, dándole la espalda, prosiguiendo a proyectarle al suelo de forma rápida.
La pierna del esguince le duele del demonio, no sabe cómo Dévora fue capaz de caminar con eso, pero lo ignora, tomando el arma.
—No te muevas. —Son las primeras palabras que pronuncia mientras le apunta. La voz suena más grave de lo normal, no se parece en nada al tono suave de la voz de Annie o el seductor de Dévora, es como algo más fuerte y desagradable.
—Dévora, suelta el arma y vamos —dice el amigo de las ausentes y los ojos del cuerpo femenino recorren a Nathaniel, hace perdida a su presa.
La mano del ladrón no para de soltar sangre, cosa que crea un pequeño charco en el suelo.
—¡Piedad!, ¡yo no te iba a hacer nada en verdad! —El rostro del hombre ahora muestra desesperación, o eso sería si el pasamontañas lo dejara ver.
—Vámonos, Dev, no empeores las cosas. —La voz de Nathaniel denota sorpresa y preocupación en altos grados.
El arma sigue apuntando al hombre en el suelo y la sonrisa de Zack se amplía cada vez más hasta ser desagradable para un rostro femenino.
—No mereces perdón, escoria, nadie habla así de ella. —Se acerca al asaltante sin cambiar la dirección del arma y en vez de disparar por el ruido que haría, coloca el pie dañado de forma certera en el ojo del hombre, clavando el tacón hasta el fondo en diagonal hacia arriba rápidamente—. Una basura menos en el mundo.
—¿Qué has hecho...? ¿Estás loca? Esto es un gran problema —dice Nathaniel y trata de ir hacia ella para aguantarla, pero el arma apunta a él sin vacilar.
—Elige, me ayudas a enterrarlo o serás el próximo, Nathaniel —pronuncia esa voz grave, tras aquella escalofriante sonrisa.
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