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Capítulo 23: De regreso a Varenchya

Annie y Héctor logran regresar a sus habitaciones en la noche sin ser descubiertos y la fiesta ocurrió de la mejor manera posible para los estudiantes que estaban en el bosque. Vanessa y Danna la pasaron de risas entre ellas sin que la última le quitara el ojo de arriba a su víctima para evaluar si estaba clara de lo que no podía hacer.

Los tres autobuses salen del hotelito del campo con dirección al pueblo de Varenchya a las ocho de la mañana, nada destacable ocurre en el viaje a excepción de las miradas de preocupación que Annie lanza a ratos a Carlota.

Annie llega cansada de todo el desplazamiento a su vivienda y al abrir la puerta se da cuenta de que está sin el seguro. Con una ligera inspección del interior es capaz de notar que faltan determinados objetos de valor, aunque no son muchos los que podrían entrar a este calificativo.

—¿Ahora esto? —Rechista y va a dejar la maleta en su habitación para revisar detenidamente qué falta, primero se asegura que no hayan corrido la nueva cortina que cubría la posición de las manchas de sangre viejas—. Hasta comida del refrigerador se llevaron.

Suspira cerrando la puerta de este y saca el móvil para llamar a la policía.

—¿En qué podemos ayudarle? —Una voz de mujer atiende la llamada.

—Es para reportar un caso de robo.

—¿Puede darme la dirección?

—Calle Nenúfar, edificio número 1010, apartamento 2 del cuarto piso —le explica Annie.

—¿Otra vez?, perdón, estará una patrulla allá en unos diez minutos, trate de no tocar nada —dice la operadora.

—Entiendo. —Cuelga la llamada—. Eso debió ser alguno de estos idiotas del edificio que se dieron cuenta de que estaba vacía la casa —dice para sí en un análisis corto de la situación.

Revisa los correos y demás que tiene acumulados por la falta de conexión y hay más de veinte mensajes de Susana.

"Tendré que buscarle una excusa, tal vez visita al campo", piensa.

Pasado el tiempo llega el hermano de Danna junto a su compañero habitual, el mismo que le acompañó la otra vez.

—¿Siempre que nos vemos es luego de algún delito? —Dice la chica cruzando los brazos.

La última vez que se vieron fue cuando el caso de baleo a su padre. Está tranquila para acabar de ser robada, quizás porque no perdió nada tan grande o porque los hechos negativos anteriores son demasiado en comparación a este.

—No puedo decir que me guste —responde mientras se acercan a ella—. Tomarán las huellas del lugar y rastro de olor, necesito que me hagas una lista de todo lo que desapareció.

—No mucho, no había nada muy valioso dentro, pero se llevaron toda la comida de la nevera, los focos de las luces, las sábanas de la cama, el despertador, almohadas, una olla y un sartén.

Daniel va apuntando todo—. ¿Alguna idea de quién pudo ser?

—¿Con sinceridad? Menos esa puerta del frente. —Señala la de Héctor—: Cualquiera de este edificio, robar es el día a día de ellos.

—Ya... —Un perito entra en la casa de la chica a tomar las huellas, y otro trabaja con un perro para el rastro de olor—. Sí fue hace poco podríamos encontrarle.

—Teniendo en cuenta que me fui hace unos dos días, es el plazo posible. —Mira la puerta de Héctor—. Hay una posibilidad de que hayan robado allí también.

—Sin una denuncia del dueño no podríamos entrar o comprobarlo —agrega el hombre.

—Déjame ver. —Camina a la puerta de su vecino, mueve la manija para abrirla y efectivamente, está forzada, esta sede sin esfuerzo y se abre la entrada a la casa—. Bueno, ya lo ve.

La vivienda tiene menos objetos de los que había visto aquella noche en la que se quedó allí. De las dos habitaciones del fondo, la puerta del cuarto de Héctor está abierta y la otra permanece cerrada, parece que no pudo ser violada.

—¿Puedes contactar con el dueño? —Dice al ver la situación.

—Sí, ahora le hablo, debe estar en el trabajo. —Saca el teléfono para ir a una esquina a hacer la llamada, sin embargo, solo da tono sin que alguien responda—. Debe estar ocupado. —Se acerca a la puerta y cierra esta, dejándola superpuesta para que no pareciera abierta—. Luego le aviso para que entren, de cualquier manera debió ser la misma persona.

—¿Qué demonios pasa en este edificio? —Dice el hombre con cierto cansancio tras todos los hechos que había tenido que atender desde que le asignaron esta área.

—Es así casi todos los días.

—No podría vivir aquí, deberías tratar de mudarte, si vives mucho en este ambiente te vas a volver como ellos.

—El dinero no llueve del cielo, a veces se te sale lo niño pijo.

—Es solo un consejo, no es el mejor sitio para vivir. Ayer tuve que venir por un caso de sobredosis en el piso de abajo —dice Daniel y deja escapar un suspiro antes de observar a los peritos trabajar.

—Lo típico, ese debió ser Joan, siempre andaba drogado en los pasillos, es así desde que le echaron del trabajo y le dejó su mujer. —No tiene empatía por ellos—. ¿Algo nuevo del otro caso?, el asesinato de mi madrastra.

—No ha vuelto a atacar, y su rastro de olor se perdió en las afueras del edificio, no ha dejado huellas ni alguien le ha visto, parece hacer todo muy metódicamente; por suerte aumentamos la seguridad de la ciudad. Eso y reportaron a otro desaparecido.

—¿Un desaparecido? —Le entra la curiosidad—. ¿Quién?

—Osvaldo García, parece que salió a beber con sus amigos hace un mes y no ha regresado, un familiar suyo de otro pueblo fue quien lo expuso tras llevar tiempo sin comunicarse. Varenchya está demasiado convulso últimamente —explica Daniel.

—No le conozco, ¿tienes foto o algo? —Pide Annie.

—Sí, espera. —Saca el móvil y busca en la galería las fotos que le habían pasado—. Es este, si sabes algo, házmelo saber.

Annie mira la foto y no necesita mucho para reconocerlo, es el hombre del callejón, aquel que su cuerpo desapareció con la lluvia.

—No, no lo he visto, pero si sé algo te aviso. —Una incomodidad enorme sube por su estómago hasta su boca, los nervios le ganan, pero se niega a dejarlos salir, sin embargo, Daniel no le da chance, no retira la vista de sobre ella.

—Entiendo —dice a pesar de notar el estado de la chica—. Si llegas a enterarte de algo me lo dices. —Sale el perro de la casa con su compañero—. ¿Tienen algo?

—Tiene un rastro, veremos hasta dónde da, mientras no se haya montado en un vehículo podríamos encontrarle —apunta la perito pelirroja.

—En sus manos está entonces.

El canino sigue por el pasillo y solo baja un piso deteniéndose delante de una puerta.

—Ay, no puede ser —expone Annie llevándose la mano a la cabeza.

—¿Le conoces? —Le responde Daniel.

—Sí. —Se dispone a llamar al timbre, pero está roto. Lo que hace que deje salir un sonido molesto.

Una mujer con ropa de embarazada, pero ya sin barriga y con un bebé en brazos, abre la puerta.

—¿Puedo ayudar en algo? Oficial. —Se le ve un poco nerviosa y el bebé se nota muy delgado para lo que debería estar, signos de malnutrición.

El perro la olfatea y ladra una vez.

—Señorita, es usted compatible con el rastro de olor del robo a los Silvas.

—No, no, cómo cree, yo nunca haría eso. —El angelito comienza a llorar y ella le mece. Es la misma mujer que hacía un mes Annie veía caminar embarazada sin la presencia de su esposo.

—Es mejor que no mienta —dice Annie dejando escapar un suspiro.

¿Realmente en este punto qué se podría hacer? Está mal robar, pero cualquier cosa que una madre haga por su hijo y lo que una persona esté dispuesta a hacer para comer, ¿puede ser un justificante suficiente?

—Yo no fui, oficial, no le haga caso, ella está loca, todos en el edificio lo saben —expone la mujer sin dejar de mecer al bebé que comenzó a llorar.

—Cállate, ladrona —Escupe las palabras Annie, molesta.

—Cálmese, señora, venga con nosotros a testificar, si no es la culpable no tendrá de que preocuparse —dice él con suma calma.

—Va a ser la culpable, porque es obvio, lástima me da ese niño que tiene una madre que no sabe cuidarlo ni trabajar en vez de robar, de cualquier manera si es ella no pienso levantar car... —sus palabras son interrumpidas por las de la señora.

—¿¡Como tu madre, que era prostituta, yo no haré eso!? —Pierde los estribos ante las palabras de la chica.

Annie golpea el rostro de la mujer con una bofetada que saca sangre de sus labios.

—Atrévete a hablar así de mi madre y va a ser lo último que hagas —la amenaza Annie.

Daniel las separa evitando que continúe la agresión física.

—Compórtense, Annie, tú también. —El bebé empieza a llorar cada vez más fuerte—. Vete a tu casa, déjanos el resto.

Ella no dice nada, solo se marcha al piso de arriba, molesta. Acepta que la rabia le había ganado por un momento, era estúpido hacer una amenaza delante de la policía, pero es difícil ver a Daniel como tal y no como el hermano de Danna, debía tener cuidado.

¿Que se marchara del edificio? Es difícil, ya la chica encaja perfectamente en este sitio.

Annie llega a la puerta de su casa y como si algo le llamara, toma en la dirección contraria, hacia la casa de Héctor, entrando en esta. Todo está igual a excepción de los objetos que faltan. Se dispone a ir a su cuarto y acaricia la cama con los dedos, luego revisa su ropa dejando que los olores se guarden profundamente en sus recuerdos. Sonríe viendo todo como una niña pequeña, se imagina cómo sería si estuvieran juntos.

—No demores mucho. —Toma un cuadro de la habitación, era él con una chica que no conoce, pero por el parecido supone que es la hermana—. Si no hubieras muerto, puede que nada de esto hubiera pasado y quizás la muerta sería yo, qué curioso... ¿No crees? Tal vez deba darte las gracias, pero si yo no existiera puede que otras personas siguieran haciéndolo; también es tu culpa, por tanto, ¿te odiarán?, creo que ellos me odian.

Coloca el cuadro en su sitio y sale de la habitación con cuidado.

La puerta cerrada llama su atención e intenta abrirla sin resultados positivos, parece tener puesto seguro y un olor a incienso sale de ahí.

—¿Será como un almacén? —No insiste y va a salir de la casa cuando llega Violeta lo que la fuerza a correr al cuarto, la mejor opción que encuentra es bajo la cama.

—¡Héctor, ya llegué! —Dice al ver la puerta abierta—. Te llevo llamando una hora, pero no contestas. —Lo busca por la casa—. Qué raro, ¿no ha llegado?

Violeta avanza hasta la habitación y deja el bolso sobre la mesita de noche.

Annie observa a la mujer entrar, es demasiado hermosa, piernas largas, ropa cara, cabellos castaños largos hasta la cintura, ojos negros, nariz y labios finos. Parece alguien de otro mundo en perfección.

"A buena hora llegas", piensa.

Violeta llama a su pareja de nuevo, pero sigue sin contestar el teléfono.

—¿Estará trabajando? —Le habla al teléfono y sale al pequeño balcón a fumar. Esto le da la oportunidad a Annie de salir a rastras de abajo de la cama, pero Violeta comienza a hablar por llamada, lo que capta su atención—. Madre, sí, todo está bien. Creo que va a mejor. Sí, quiero ver si nos casamos, aunque está muy distante últimamente, sé que no es la mejor opción, pero es mejor a hacerlo sola, el único problema es la vecina que tiene, siempre está hablando de ella y me molesta, es ciego, demasiado para eso.

Annie trata de escuchar la conversación cuando de pronto alguien le tapa la boca, esta le da un codazo en el abdomen y se voltea para ver a Héctor, el cual la pilla colada en su hogar. Él solo hace el gesto con la mano de que salga, sabe que pronto tendrá una conversación algo incómoda sobre esto. La chica se va de la casa para cerrar la puerta suavemente al salir.

—Debo encontrar una forma de alejarla, debe haberla, aunque también tengo que solucionar otro asunto. —Va a su habitación y corre la nueva cortina roja que cubre la mancha de sangre del anterior caso, nunca pudo retirarla por completo, aunque ahora en esta posición se encuentra una serie de papeles, líneas de hilo e imágenes sobre el caso del asesino serial de Varenchya—. No me he olvidado de ti.

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