Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 2: Un lugar para mí

Al llegar a su casa puede observar las botellas en la entrada, eso solo puede significar dos cosas: adolescentes se establecieron en la mañana a beber o un hombre borracho bastante molesto se acordó de dónde vivía. Al abrir la puerta un hedor a alcohol le invade, lo que le hace hacer un gesto involuntario de desagrado. Se apresura a revisar que no falte nada, pero se detiene al ver al señor dormido en el sofá con una botella aún media llena al lado. Tiene la misma ropa con que lo vio la semana pasada.

—Tch... ¿Por qué no te mueres de frío en la noche, vago? —Deja de hacer ruido y camina al cuarto asegurándose de guardar bien la ropa del trabajo y accesorios—. ¿Qué harías si supieras esto?

Luego esconde el dinero en el fondo del armario y algunas cosas en la mochila, se maquilla en tonos claros y se detiene frente al espejo observando su reflejo.

"¿Asesino serial? Por muchos que haya no va a ser peor que estar aquí cuando él despierte", piensa mientras revisa en su celular dónde era la fiesta escolar. "¿Debería? Realmente yo no iría, esto sería algo más de ella".

Apoya sus manos en el rostro aun mirándose en el espejo, para decidirse primeramente a salir de casa en silencio enviando un mensaje de texto a Danna.

Se dispone a abandonar su departamento y termina topándose en el pasillo con aquel vecino, ese que le hace quedarse muda. Logra armarse de valor para dirigirle la palabra.

—¡Héctor! —Hace silencio al notar lo alto que habló—. Perdón, era que... —Se da cuenta de que no tiene algo por lo cual llamarlo, solo lo hizo, por impulso, por querer hacerle dar la vuelta, por llamar de alguna forma su atención ¿Por qué toda la inteligencia que tiene desaparece al verle? Es algo que no sabe, y le molesta no tener el control de la situación. La joven sale de sus pensamientos ante la interrupción de aquel hombre.

—Tranquila, puedes darme el paraguas luego, aún quedan muchas lluvias este mes, además, tengo otro. —Se maldice a sí misma por parecer tan estúpida ahora, era claro que tenía la justificación perfecta.

—No, pero no era solo eso, quería preguntarte...Si querías hacer algo. —Lo piensa dos veces, y ¿Por qué no usar la carta que siempre usa? Su inocencia—. Mi padre volvió a casa borracho otra vez, quería saber si podía quedarme contigo hasta que se le pase.

Aquella oración no podría impedir que le dijeran un sí, él ya había visto las discusiones que se formaban en el hogar de la muchacha, los ruidos atravesaban los muros, varias veces tuvo que sacarla de ellas e incluso enfrentado a aquel hombre.

—Está bien, puedes pasar, pero no te puedes quedar tanto, pronto viene mi novia.

La palabra "novia" resuena en su cabeza incontables veces, sabía que él encontraría a alguien, pero no pensó que se hiciera real, nadie quiere perder así, sin embargo, no se rendirá, aunque vea escasas las oportunidades de una adolescente.

—Sí, solo estaré un rato, hasta que se vaya, además... —Clava sus propias palabras fuertemente en el corazón, desconocía que tuviera pareja actualmente—. ¿Quién podría tener celos de una adolescente?

—Te sorprendería, pero no te preocupes, no te haré nada malo. —Abre la puerta del departamento, está algo desorganizado, lo usual para alguien que se la pasa de trabajo en trabajo, sin tiempo—. Siéntate como en casa, iré a preparar la cena, te haré un poco.

—No hace falta, comeré luego, no quiero darte más problemas —dice en voz baja y mirando el departamento aun sin sentarse—. ¿A qué hora viene la chica?

—En unas horas, debe estar en el trabajo aún. —Mira su reloj.

—Héctor, creo que mejor me iré, no quiero causarte problemas —dice camino a la salida del lugar, no le da tiempo a ir tras ella, cuando logra verla ya está en la puerta baja del edificio.

—Será peligroso que salgas sola, ¡Annie! No tienes que irte. —Trata de llamar su atención, pero la chica se niega a aceptar que le escucha.

Annie empieza a caminar con su mochila a cuestas hasta el parque de la ciudad, se sienta en su banca favorita y queda viendo a las personas pasar en silencio.

"Soy una idiota, Dios, si tú existes, creo que me odias". Suspira profundamente y siente un fuerte dolor en el pecho

—¿Da igual si no la tomo por un día, no? —dice en voz baja.

Mira la mochila en su regazo y saca un pomo de pastillas sin etiqueta, luego se toma una con facilidad ya acostumbrada a ellas.

—Otro asco más. —Descansa un rato y se pone a hacer los deberes en aquel asiento, haciendo tiempo a que su padre abandone la casa en busca de alcohol o problemas, otra vez.

La oscuridad se empieza a notar y guarda las libretas, hoy no tiene trabajo, así que emprende el camino a casa hasta que siente que alguien la sigue y apresura el paso. En ese momento la plática que tuvo con Danna empieza a pasar por su cabeza ¿Había un asesino suelto en el pueblo?

—Annie —dice una voz conocida para la joven. Siente un gran alivio, por un momento pensó que realmente serían sus últimos minutos de vida.

—Danna, cierto, te había mandado un mensaje ¿Por qué demoraste tanto?— dice sintiéndose tonta de haberlo olvidado.

—Es que tardé en librarme de mi madre, terminé fugándome, ya sabes, todos en el trabajo.

—Pero ¿Por qué estás tan arreglada? — No puede evitar sentir curiosidad sobre ello al verla con un hermoso vestido rosa ajustado al cuerpo. —No me digas que vas a ir a la fiesta.

—¿Para qué dices eso si sabes que quiero ir? Además, me enteré de que va Vanessa. —Se le nota un ligero brillo en los ojos al decir esto—. Te traje un vestido, supuse que no estaba en tus planes ir, y también maquillaje, aunque veo que no estás mal, solo un poco desarreglada. —La joven no lo dice, pero se da cuenta de que está corrido.

—No voy a ir, Danna, tengo cosas que hacer —comenta solo para darse cuenta de que realmente nada la espera esta noche, al menos nada bueno, así que deja a un lado esa idea negativa y cierra los ojos suspirando, dejando parecer que es la insistencia de la chica la que le da el empujón para ir—. De acuerdo, pero no podemos regresar tarde, ya son las ocho de la noche y mañana tenemos escuela.

—Te prometo que no te arrepentirás, verás que todo irá bien, esta te la pago, eres la mejor amiga del mundo, Annie. — La abraza—. Si Vanessa y yo adoptamos niños, prometo que serás la madrina. —Se ríe ante la broma.

—Sabes que no me agrada, pero bueno, son tus gustos.

"¿Quién soy yo para juzgar?", piensa.

Las chicas caminan por el barrio en proceso de apagarse el sol, buscando el baño público del parque, donde Annie cambiaría su ropa escolar a una más informal, un vestido azul, quedaba bien junto con sus cabellos negros lacios, pero le daban un toque frío. Ella ama el azul, adora ese color helado, y aprendió a odiar el rojo, aun cuando amó la sensación que le causaba.

—¿Annie, te falta mucho? —Espera la joven a que su compañera se cambie.

—Dame un tiempo, acabo de entrar. —La chica a medio vestir siente un ruido dentro del baño, algo escapa por la ventana, la que ocupa el cubículo al lado del suyo—. ¿Quién anda ahí? —Se para en el váter para poder ver hacia el otro sitio, pero solo nota una pequeña ventana abierta.

"¿Habrá sido un gato? Mejor me apuro"

Por fin termina de vestirse y logran dirigirse a la fiesta; fuera parece todo tranquilo, pero con una música algo elevada. Es normal este tipo de fiestas en el pueblo, un sitio acostumbrado a que nunca pase nada interesante.

—Ok, ya podemos irnos —dice Annie y su amiga la detiene tomando su mano.

—No seas cobarde, haz algo de vida social, no todo son estudios, nunca te das un poco de libertad a ti misma.

Annie le mira, quiere decirle por qué no se deja ser libre, quiere contarle más de su vida, pero no es el lugar, no lo había contado nunca y no sería ahora, no en un momento como este, insignificante antes de una fiesta.

—Vamos, solo te advierto que no tomaré, y no voy a cargarte borracha. — Sus palabras tienen bases para esto, no debe mezclar sus pastillas con alcohol.

Tocan a la puerta y un chico algo desarreglado les abre, tiene una camisa sencilla con un la figura de un alien en ella, unos vaqueros fuera de temporada y un vaso de cerveza en la mano.

—¡Pero mira a quiénes tenemos aquí, Danna y la presidenta! —Nadie en esa habitación se esperaba que ellas fueran. Una no se presenta a eventos que no sean escolares y la familia de Danna es conocida por la rigurosa educación que intentan darle a su hija luego del fracaso que entendían por su hermano mayor.

—No tienes que hacer un escándalo —dice la rubia y pasa por debajo del brazo del muchacho. Lo primero que hace es localizar a Vanessa con la mirada, pero no sirve de nada, al menos su objetivo sería difícilmente cumplido, la chica está rodeada por su grupo de amigos, tienen fama de ser bastante agresivos y lo que la madre de ella llamaría "personas sin futuro"—. No puede ser...

—Tranquila. —Annie le da un empujoncito—. Te queda noche aún, podrás hablarle en un rato. —Esto inspira un poco de confianza en su amiga y le dedica una sonrisa.

—Daré lo mejor —dicho esto cambia su plan a tomar lo suficiente para poder acercarse a hablarle. Danna ha estado enamorada de Vanessa desde quién sabe cuándo, pero, además de las miradas y las pláticas unilaterales, no ha podido tener un encuentro cercano con ella, aunque pareciera cliché, son lo que las novelas que le gustan catalogarían como de "diferentes sociedades".

Annie al perder de vista a su compañera, que se mete de cabeza en la mesa de las bebidas, se aparta a una esquina. Mira el panorama y se pregunta: "¿Qué hago acá?"

Se siente realmente excluida, no es su ambiente, no es lo que quería, y ni siquiera puede ser ella. Aun así, la pregunta que más se formula es: "¿Quién soy realmente?"

Contra todo pronóstico, disfruta bailar en aquel tubo metálico, disfruta que digan ese nombre falso; Dévora. Le gusta poder ser, por unos segundos, el centro del mundo, le gusta poder significar algo, aunque fuera una ilusión, aunque fuera un problema. Quiere que le tengan presente al menos una vez.

"Pero yo no soy Dévora", piensa.

—No sé qué hago aquí. —Se aparta de la esquina y camina escaleras arriba buscando un balcón; al encontrar lo que necesita cierra las puertas y ventanas de este y saca su paquete de cigarrillos de la mochila. Apartada de todos empieza a fumar para bajar la ansiedad. Está así unos minutos hasta que alguien intenta abrir la puerta. En el borrado de evidencia lanza el cigarrillo por la ventana y se dispone a ver quién desea entrar—. Espera, ya abro. —Quita el cierre que había puesto y ve entrar a Danna, estaba borracha.

—Ann...Lo hice, lo hice, pude hablarle. —Se le nota animada.

—Danna, creo que deberías parar de beber. —Retira el vaso de su mano—. Tus padres no deberían verte así. —Ayuda a su amiga a salir y que tome aire.

—Tranquila, estoy bien, aún puedo caminar y veo bien, solo tengo un subidón de energía. —Ella de por sí es bastante hiperactiva.

—¿Segura? —dice, incrédula.

—Sí, no te preocupes, quería darte la noticia; volveré al salón, esta es mi oportunidad. —Como mismo entró, se dispuso a salir.

—Eres un caso. —Se ríe un poco de la actitud de Danna y posa la vista en el vaso que lleva en la mano—. Puede ser contraproducente...tch, perdí un cigarro.

Iba a dejar el balcón cuando ve a una chica en la acera del frente corriendo asustada saliendo de un callejón.

"¿Por qué corres?" Mira con atención la escena.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro