Capítulo 17: Fragmentos de un solo espejo
Dévora camina un rato sin rumbo fijo hasta que llega a la puerta de la librería que Danna y Annie tienen de base. Desde fuera se puede escuchar una pequeña discusión del dueño con alguien, no se logra distinguir bien las palabras que dicen. La campanilla de la entrada suena y trata de salir una chica, pero es jalada dentro de nuevo.
—Ten más cuidado —le dice Dévora mientras coloca la mano en la manija del lugar para entrar y queda quieta ante lo que pasa dentro.
Un hombre vestido de azul, con mascarilla y gafas de sol, mantiene un cuchillo de cocina de quince centímetros en alto. Mientras, Xavier deposita en una bolsa el dinero de la caja con las manos sudorosas. La chica está ahora tirada en el suelo ante el jalón que le había dado el ladrón, además de obtener una cortada en la mejilla como castigo. Había solo tres personas antes de que Dévora llegara.
—Annie, sal, corre —dice Xavier tomando a Dévora por su habitual clienta.
—Cállate y apúrate, pelirrojo —agrega el hombre para que no se distrajera —: y tú quédate quieta niña —le dice a Dévora, pero la observa un segundo, como si conociera el cuerpo que habita.
—OK —dice ella caminando hacia uno de los asientos del local luego de haberlo evaluado bien.
Hay características físicas que reconoce de su vecino. La ropa, él carece de muchas, solo posee tres pullovers, el cabello corto acompañado de una alopecia prematura, y el tatuaje que sobresale de la ropa por la zona del cuello, un pequeño símbolo de araña de cuando pertenecía a bandas de joven.
El hombre del cuchillo termina de hacer el atraco y se marcha del sitio, con la esperanza de no ser descubierto por su vecina, al final la dan por loca tras el último ataque que suponían que tuvo.
Xavier coloca los codos sobre el mostrador y acomoda su cabello con cierta angustia para luego ver la herida de la otra chica en la mejilla e ir a ayudarle.
—¿Estás bien? Esto debe sanar, no es profundo —dice revisándolo.
—No te preocupes por el dinero, puedes recuperarlo si quieres —responde Dévora desde la silla, aun observándoles.
Xavier va a la mesa y busca un cicatrizante de su alijo junto a una gasa para curar a la clienta, se coloca las gafas para ver mejor.
—¿Cómo? —Levanta la vista un segundo hacia Dévora, le resulta raro que Annie vistiese así y porte lentes color ámbar sobre sus ojos.
—Es vecino mío, pasa un hambre como el demonio y alimenta una o dos hijas, no recuerdo bien. —Se observa las uñas y prosigue—. Es tu decisión si denunciarle o no, no es moralmente correcto lo que hizo, pero te aseguro que lo usará para pagar la comida de sus hijas.
Xavier la mira un segundo y sigue atendiendo a la chica herida de forma rápida y cuidadosa.
—Listo, ya esto está —le dice y luego responde—: Pensaré en ello. Igualmente no debería hacerse por esos medios, no es lo más correcto.
—Ya, ya eso lo sé, pero te invito a pasar hambre y que tus hijos la sufran también. —Se levanta de la silla.
—Trataré con esa persona, luego, de cualquier manera, supongo que es algo poético que pierda el dinero. —Deja escapar un suspiro, esas palabras tienen algún significado para él—. Annie, lo vi en la noticia, el ataque a tu casa, ¿Estás bien?
—¿Yo? —"¿Annie?, cierto, estoy en el espacio de Annie, se molestará conmigo si lo hago mal", piensa y continúa diciendo—: No mucho, no he podido regresar a casa, es un poco difícil. —Se encoge de hombros con cierta dificultad y trata de suavizar su postura un poco.
—Entiendo, tengo algo guardado para ti, aunque puede que no estés para estas cosas ahora, un regalo siempre es bueno. —Guarda el cicatrizante y bota el pedazo de gasa.
—No te preocupes, puedes dármelo, ¿un regalo? —Observa cada movimiento y luego mira hacia el espejo de la tienda, donde los clientes evalúan si el trabajo que les habían hecho es de su agrado o no.
Xavier duda, pero se acerca y le entrega un libro a Annie—. Este es de vuestro amigo, el chico de cabello negro y que viste bastante cubierto, debes saber quién es, estuvo con Danna y contigo en la librería.
Siente un vuelco en el pecho—. Sí, sé quién es, ¿qué pasó? —Toma el libro.
—Lo dejó aquí, pero cuando lo abrí la primera página te la había dedicado, así que supongo que fue un regalo o algo así y se te quedó en la mesa cuando te fuiste.
—Sí, puede ser, aunque no somos tan amigos. —Al final ella y Annie no son la misma, Nathaniel no tiene por qué tener una relación real con Annie.
—Yo te lo entrego, ya si es una equivocación puedes devolvérselo.
El reflejo del espejo de Dévora se independiza un segundo, sonriéndole ampliamente de forma distorsionada y agitando la mano. Termina por caer el espejo al suelo y romperse en pedazos.
"¿Annie?", piensa ella.
—Demonios, hoy parece que nada va bien, ahora se rompe el espejo —protesta Xavier acercándose a barrer los trozos y recogerlos.
—Sí, parece que hoy es un día complicado. —Dévora baja la vista a la portada del libro para leer el título: "El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde".
Abre la primera página y se encuentra con la dedicatoria de Nathaniel.
"¿Dime si es esto verdad? Aunque lo vi un poco ficticio, quiero creer todo antes de pensar que me odias o algo así."
La frase continúa, pero se cae una página del libro que fue arrancada y tiene dibujada una carita sonriente con bolígrafo.
—Un día bastante complicado —agrega la chica llevándose la mano a la frente con cierta preocupación, para luego ver el cristal roto en el suelo y apoyarse en una silla ante un mareo.
"Calma", se dice a sí misma.
—Bueno, esto serían siete años de mala suerte. —Termina de recoger los pedazos de espejo y cuando se voltea a ver ya Dévora no está ahí—. Qué raro que se pusiera lentes, tiene bonitos ojos.
Dévora sale de la tienda aguantándose de la pared, tiene la respiración agitada y un fuerte dolor de cabeza. Trata de caminar, pero la luz del sol le molesta, aun así logra llegar hasta un callejón y se sienta ahí agarrando el libro contra el pecho. Mira la carita sonriente en la nota y se vuelve más fuerte el malestar, como si fuesen punzadas, termina por aplastarla y lanzarla a la pared del frente.
—Nath... —Mira el pomo de pastillas del bolso de Annie y toma una para luego cerrar los ojos un rato, trata de calmar su respiración, deja que pase el momento de la mejor manera que pudo.
Unos veinte minutos después Annie abre los ojos suavemente, se queda mirando el lugar y no reconoce mucho. Trata de no moverse hasta estar lo más calmada posible. Baja la vista al libro en sus manos y lee el título, luego abre para ver la dedicatoria, recuerda partes del diálogo de dentro menos el final.
—Este no era el libro, recuerdo haber leído otro título, el de Agatha Christie. —Levanta la cabeza hacia el cielo y muerde su labio para dar ligeros golpecitos a su cabeza con la pared—. ¿Qué voy a hacer? ¿Qué voy a hacer?
Se levanta y casi vira un pie al sentir los tacones de Dévora al caminar, le son superincómodos. Termina por retirárselos y andar descalza por la ciudad hacia casa de Danna.
Llega una llamada a su teléfono desde un número que conoce de memoria.
—Dime, Héctor —habla bajito aún por el dolor de cabeza.
—¿Estás bien? Acabo de llegar y vi lo de tu casa.
—No sé qué decirte, ¿no debo estar bien verdad? Realmente creo que no lo estoy. —Mira el libro en su mano—. No, no lo estoy, Héctor.
—Es normal Annie, han sido muchas cosas.
—No, no creo que sea normal, para qué te voy a mentir —su voz se escucha bajita.
—Todo va a mejorar, ¿dónde estás?
—Voy a casa de Danna, ¿por qué?, ¿me puedo quedar contigo hoy?
—Hoy no sería posible, viene Violeta. Pero estarás bien con tus amigos.
—Con mi amiga, y sí, estaré bien con ella —hace una pausa—. Sabes, odio a Violeta —dice con una voz suave y mira el libro.
—No tendrías por qué, si la conocieras, te caería bien, es una buena persona.
—Tienes razón, no es odio, es envidia. —Deja escapar una ligera sonrisa tras un suspiro.
Héctor mantiene un segundo de silencio y responde—. Annie...eso no...
—Lo sé, eso no, yo no. Voy a estar bien, tranquilo, llegaré bien a casa de Dan. —Sonríe con tranquilidad—. Seré feliz, Héctor, voy a serlo.
La chica cuelga el teléfono con gran pesar.
Eran las cinco de la tarde cuando se realizó la llamada, el viaje hasta casa de Danna toma apenas unos treinta minutos a pie, y en autobús diez minutos, pero no es hasta las ocho de la noche que Annie llega a la residencia de su amiga. Había cosas que necesitaba hacer antes de continuar con su vida.
Cuando llega a la habitación de Danna la encuentra bajo la sábana con una laptop, revisando varios documentos cual paranoica.
—¿Dann?, ¿qué haces? —Se acerca a la cama con curiosidad.
—Busco cómo librarme de un juicio.
—¿Qué? —La mira con una ceja levantada y se acerca al bulto bajo la sábana, destapándola, viendo el contenido de la computadora.
—Vanessa demandó a Antonio antes del incidente, por obra de su hermana y ahora estoy en un lío porque se van a enterar mis padres.
—Ellos no deberían tomarlo tan mal, eres una víctima.
—¡Ja!, lo harán, lo harán, créeme que sí, lo primero de todo es que si ellos ven mi imagen dañada así, van a matarme.
—No exageres. —La despeina para suavizar su pensamiento.
—No, verás. Pero al menos te tendré por acá, un asesino no les dejará echarte. —Suspira profundo—. Pobre Antonio.
—¿Por qué?, es algo que se merece, si lo hizo, bien merecido lo tiene.
—Por lo del asalto a su casa y ahora esto. Veré si logro convencer a Vane por ahí de retirar la denuncia, pero no sé mucho de estos temas legales, ando investigando. Por ahora sé que si no declaro como víctima puedo ser vista como culpable o cómplice. —Toma a Annie de los hombros y la agita—. ¡Necesito lluvia de ideas!
—Es inevitable que se enteren, mejor céntrate en cómo disminuir los daños. —Deja el libro sobre la cama.
—Me voy a morir. —Se deja caer en el colchón y mira el libro—. ¿Y esto?
—Un regalo de Nathaniel.
—Últimamente andas mucho con temas de él, ¿tienen algo?
—No, solo que es amigo de alguien que conozco y pues, está más cerca ahora, nada importante. Realmente creo que no nos llevamos bien.
—Bueno, estaré vigilándote Annita. —Señala sus propios ojos y luego los de su compañera.
—Deja eso, no es importante. Centrémonos en cómo sacarte de tu lío.
—No hay, me voy a cambiar de nombre e ir del país, te llevo a ti y a Vane.
—Deja de volver las cosas serias, una broma, céntrate.
—No puedo, no sería yo, además, no quiero estresarme, me desmayé en el café —dice con cierta timidez—. Siento que me había saturado un poco, aunque gracias a ello, luego Vane me cuidó e invitó a comer.
—¿Estás bien, Dann?, ¿en serio este tema te preocupa mucho? —Acaricia su cabello.
—Sí, lo fácil que sería si solo...No, no debo decirlo.
—¿Qué cosa? Dilo.
—Si Antonio hubiera muerto, no habría a quién demandar.
—Puede ser, pero no se merece morir ¿No crees? —responde Annie.
—Tienes razón, no se lo merece —sentencia Danna.
Durante un plazo de dos semanas, el pueblo de Varenchya estuvo tranquilo, no ocurrieron más asesinatos desde el incidente de los Silva. La policía había doblado la seguridad en las calles y todos estaban al pendiente de cualquier movimiento nocturno; sin embargo, a pesar de los esfuerzos, no se logró encontrar al asesino, pero sí frenarlo un poco o puede que solo esté dejando un periodo de enfriamiento.
El caso de Danna, Vanessa y Antonio fue tratado con discreción por la influencia de los padres de la primera chica y a la vez, esta no fue vista en la escuela durante todo ese tiempo. Nadie supo de ella, la tuvieron recluida en casa. Su única comunicación con el exterior era Annie durante la primera semana, posteriormente fue obligada a volver a su hogar tras un "pedido" de la cabeza de la familia Karlsson.
Por otra parte, la recuperación de Antonio marchó bien. Las heridas que tenía fueron sanando de forma efectiva, desgraciadamente al regresar a su casa, únicamente bastaron dos días para que fuera reportado como desaparecido.
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