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Capítulo 14: Advertencia amable


Annie y Danna sienten un alivio enorme de que el chico despertara, pero aun así les preocupa que él pudiera saber algo sobre ellas. Esperan que no sea mucho, dado que no se topó directamente con la rubia en ningún momento.

—Está bien hermano, iremos a verte ¿Dónde estarás? —dice con cierto alivio por la noticia.

—En la cafetería "Smile Pumpkin", ya estoy llegando, muévanse —agrega para que no quede duda y completa antes de colgar el teléfono—: Las dos.

Ambas chicas se levantan y cambian sus atuendos, se colocan algo que les permita visitar el hospital si fuera necesario.

—Tranquila, si despertó no hay problema ¿No? No debe saber nada sobre ti. —"Aún no sé qué hacías ahí", piensa Annie.

Danna se mete en el baño y coloca unos pantalones ajustados con una blusa sencilla blanca, parece evitar el negro en su ropa o colores oscuros que le recuerden esa noche.

—Aún no sé bien qué le voy a decir a mi hermano, pero no creo que él me deje de lado, incluso si le hubiera hecho algo yo —habla Danna desde el baño.

—Por eso, tranquila.

Annie revisa su mochila y se dispone a cambiarse el short. Su teléfono suena con una notificación, un SMS de Nathaniel, el cual dice:

"Presidenta, escuché del problema en su casa ¿Se encuentra bien?"

—Maldito bastardo... —susurra la chica entre dientes e ignora el mensaje, guardando el teléfono en el bolso pequeño que lleva.

Cuando ambas están listas salen de la mansión hacia la cafetería, el chófer de Danna se ofrece a llevarlas, pero necesitan libertad de movimiento, cosa que no le daría la presencia de una niñera.

El sitio es bastante familiar, la luz, la distribución de las mesas, todo da una sentida privacidad. En el local atienden dos camareras, una es Vanessa, el amor de la vida de Danna; el otro es el mejor amigo de Antonio, Luis, pero no se ve por todo ese lugar y es normal, tras todo lo ocurrido a su compañero.

Las chicas divisan al policía rubio y de ojos verdes, parece una copia de Danna, aunque detrás de su gentileza se sabe que no tuvo un buen expediente. Está lleno de manchas por agresiones, a la par que consumo de drogas ¿Cómo salió de ese mundo?, es algo que no ha contado, pero un día decidió que quería cambiar y ser policía, dándolo todo por dejar eso detrás. Tal vez alguien algún día llegue a ser lo suficientemente curioso para averiguarlo.

Las chicas se acercan a la mesa previamente ocupada y se sientan en silencio esperando ser juzgadas o, al menos, que él inicie la conversación.

—Hablen —es la primera palabra que él dice—. Yo ya sé todo, solo les estoy dando un voto de confianza.

Ambas se miran y Annie toma la mano de su amiga por debajo de la mesa para apoyarla, es algo muy de ellas.

Danna abre los labios como para hablar sin salir las palabras, no sabe qué contar y hasta qué punto será juzgada, no quiere ser expuesta en su totalidad. Annie se atreve a responder por ella, sin saber ni siquiera la verdad, pero de ser así tampoco sería capaz de contarla.

—La noche anterior hubo una fiesta en casa de Antonio y fuimos, Danna se escapó de casa para ir por lo que no queríamos que se supiera que salió tan tarde sin permiso, sabes lo rigurosos que son tus padres. —Las mentiras salen de sus labios como si fueran la mayor verdad, esas dos están acostumbradas a nadar en ellas, pero aún así parece no funcionar.

—Estás mintiendo —dice él sin rodeos, no lo dudó.

—Es la verdad, se me había perdido el teléfono en casa de Antonio —le contesta Danna tratando de apoyar el argumento—. Fui ese día a las cuatro de la mañana porque él me escribió por la laptop diciendo que lo había encontrado.

El chico las mira unos segundos sin responder, como dejando un vacío de sonido para darle paso a seguir hablando y lo va a hacer, pero Annie presiona la mano de Danna para que no caiga.

El hombre suelta un suspiro al ver que no hablan y entonces decide "creerles".

—¿Entonces fue eso? Bueno, no creo que ella hiciera algo realmente, pero fue muy extraño que estuvieras ahí, si me hubieras contestado las llamadas podría pensar que no estabas ocultando nada, sin embargo, me huías, hermanita.

—Es que no sabía cómo explicarlo, y fue una imagen difícil de ver, la del perro. Por cierto, no le hice nada al niño, él es un bocazas, solo lo saqué de la casa.

—Evita ver al niño, puede que te reconozca si te ve o escucha hablar. También tomaron tu ADN de sus uñas —agrega de una forma más seria—. Así que no te metas en líos, a la mínima que tengan los resultados podrían saber que fuiste tú.

Al escuchar eso los labios de la rubia empiezan a temblar, siente que está a nada de que sepa todo, está a nada de ser descubierta. Va a contestar cuando a su mesa se acerca una pelirroja que ella conoce bien.

—Buenas tardes, para tomar su pedido. —dice Vanessa.

—Dos cafés y un jugo —responde Annie.

—Anotado entonces. —Dirige la vista a Danna y habla—. Luego quiero verte, ¿Puede ser?

Danna levanta la vista por primera vez desde las últimas palabras de su hermano y asiente para luego tratar de sonreír con falsa calma.

—Sí, te veo antes de irme.

—Está bien, búscame entonces —responde y se marcha de la mesa a entregar el pedido.

Los tres se vuelven a quedar a solas y el hermano de Danna continúa hablando.

—No es por asustarles, solo trato de que actúen con cabeza. —Lo medita un momento y saca su teléfono para enseñarles unas fotos tomadas a los archivos del caso—. Miren esto un segundo y no hagan gestos raros.

Las fotos no son normales, no se resumen a palabras con detalles, sino a imágenes que hablan de un crimen brutal. Primero son las fotos de la madrastra de Annie, esta tiene los ojos y lengua retirados de su rostro, las cuentas vacías son repugnantes de ver, mientras que el resto del cuerpo está lleno de cortadas post mortem. Por otro lado, hay una señora en el parque amarrada a un árbol con el cuerpo cortado de igual manera y el cuero cabelludo extirpado, como si le hubieran tratado de retirar el cabello. Hay dos casos más, donde en una le arrancaron las uñas y a la otra le despellejaron la piel de la espalda y muslos. El hombre toma el teléfono de vuelta cerrando esa puerta al desastre.

—Se cree que es el mismo que entró en la residencia de los Cárdenas, y el objetivo era la madre. Esto porque siempre se deshace de todos los que estén en la casa, para ello, aún así, no es seguro. Si esto es cierto, Danna, esa mujer, Antonio y el niño siguen vivos gracias a tu llamada.

Las dos chicas no saben qué decir, sienten una mezcla de asco y mareo tras ver las fotos, no entienden qué cabeza tan retorcida podría llevar a cabo cosas como estas.

—¿Por qué se metió en mi casa, quería mis ojos y lengua? —Dice Annie.

—Parece que saca partes del cuerpo de las mujeres con ciertas medidas determinadas, y quería ojos azules, sea como sea, es alguien que está en vuestro entorno y tiene acceso a verlas.

El hombre para la conversación y Vanessa deja en la mesa sus pedidos.

—Espero que los disfruten. —Se marcha, no sin dejar de prestar atención a Danna como si estuviera algo ansiosa.

Ninguna de las dos chicas puede tocar su pedido, en cambio, Daniel toma de forma rápida su café.

—Debo ir al hospital, se me hace tarde, y con esto les advierto, no se metan en el tema, ya vieron lo peligroso que es, si es posible, quédense en casa de los Karlsson hasta que se solucione. —Pone el dinero en la mesa para pagar los tres pedidos y se marcha, no sin antes dejar un beso en la cabeza de su hermana y despedirse de Annie.

Las dos chicas se quedan en silencio un rato luego de que él se fuera, procesando las fotos, su cerebro está saturado por esa información y se plantean de verdad dejar todo esto de lado, al menos Danna lo ve claro, sin embargo, Annie no.

—Va a venir a por mí, sé que lo hará.

—No puedes estar segura, tal vez encuentre otros ojos azules.
—Coloca sus manos en el vaso de jugo y se lo lleva a los labios, se nota un ligero temblor en estas.

—Algo me dice que así será, creo que va tras de mí.

—Ann, debe ser solo una casualidad, por favor, para. —Deja el vaso en la mesa sin ser capaz de beber, su hermano lo había logrado, logró llevarla a un punto en el que siente que seguir sería equiparable a recibir esos horrores en su propia piel.

—No hagas nada, Dann, lo haré sola, no puedo ni estar tranquila en mi puta casa y estoy harta, harta de todo esto, quiero poder dormir sin miedo a que un psicópata me asfixie —esas palabras no salieron sin base—. Que me termine asesinando. Yo quiero...quiero no tener miedo, Danna, estoy cansada —sus palabras salen como susurros, pero parecen gritos en la mente de su amiga.

—Annie... —La mira y traga en seco ¿Qué no sería capaz de hacer por ella?—. No sé qué pueda hacer, pero trataré de ayudar. Te juro que esto me asusta, pero me esforzaré, por ti, solo te pido que te quedes en mi casa unos días ¿Está bien?

—Sí, perdón por meterte en estas cosas, yo...perdón Dann. —La abraza desde su puesto.

Su amiga corresponde el abrazo aún con la preocupación. Levanta la mirada y ve a Vanessa observándola, pero esta la desvía cuando es notada. Se separan y ambas toman sus bebidas en las manos, la rubia apenas puede beber la mitad de la suya.

—Voy a hablar con Antonio, debo ir al hospital —dice y se toma su café de una.

—¿Por qué?

—Él lo vio de frente, puede saber algo, cómo caminaba, si es hombre o mujer, cualquier cosa, debo averiguar lo que sea. Tú no vayas, es peligroso que te vea el niño y mientras más lejos de esa casa mejor —dice Annie.

—No te quiero dejar sola, eres capaz de meterte en cosas peores, yo te espero en otro piso del hospital o sala, pero te acompaño —le responde Danna.

—No, despeja por hoy, sé que tienes esas imágenes en tu cabeza. —Le mira a los ojos—. Trata de pasar el día con Vanessa, eso te animaría.

—¿Pero, Annie? —dice a forma de protesta, una suave.

—Más tarde estaremos juntas ¿Está bien? —Pone la mano en su hombro.

—Vale, pero cuídate y me llamas en cuanto sepas algo ¿Ok?

—Está bien, me voy entonces. —Besa su mejilla y se marcha hacia el hospital dejando a Danna en la mesa.

Danna se levanta con el dinero en mano y va hasta Vanessa, tiene ánimos de verla, pero aún sigue pálida por las noticias, no está acostumbrada a estas cosas, ni siquiera sabe cómo su amiga es capaz de seguir detrás de esa persona aún después de ver esas imágenes.

—Vane, ya estoy. —Llega sonriendo, tratando de que no se le note el malestar.

—Danna ¿Estás bien? Siéntate anda. —La lleva hasta la mesa más cercana—. ¿Qué te pasó?

—¿Eh? Solo un malestar estomacal, nada de qué preocuparte. —Mantiene su sonrisa inocente.

La pelirroja se da cuenta de que no es eso y también de la barrera puesta ante la posibilidad de seguir indagando en el tema.

—Quería decirte algo, pero si estás así mejor lo dejo para otro día.

—No, no, dime, quiero saber. —Toma la mano de Vanessa.

Vanessa, como conocedora de la información a transmitir, primero besa los labios de la chica para calmarla un poco, no sabe hasta qué punto, pero sí que está interesada en su persona. Danna se siente feliz por el beso, quiere continuarlo, pero solo se queda en algo suave, no llega a más.

—Seré sincera, mi hermana escuchó la plática que tuvimos el otro día.

—Aja ¿Y eso qué tiene? —pregunta Danna, expectante.

—Tras una serie de acontecimientos algo difíciles de explicar. —Deja escapar un suspiro—. Fuimos a denunciar a Antonio Cárdenas a la policía por lo que hizo.

Algo estalla en la cabeza de Danna, como si golpearan un cristal con un martillo.

—¿Eh? ¿Por qué hiciste eso? —responde con calma, pero cada vez se pone más pálida.

—Porque en el fondo era lo mejor, es un asqueroso y hay que penalizarle lo que hizo, además...que...

Esa es la última parte audible para Danna, siente un pitido fuerte en los oídos, la presión es demasiada en ese punto. Si denunciaron a Antonio sería demasiado fácil que la relacionaran cada vez más con él ¿Y si la descubren? ¿Y si se enteran de lo que había hecho? ¿No debió salvar a ese niño? Todo está colgando de un hilo.

Los ojos de Danna se cierran y cae al suelo, perdiendo el conocimiento.

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