Capítulo 13: Verdades a medias
Annie sale aprisa donde Daniel tras ver eso, ya con todas sus cosas encima.
—¿Qué significa lo de la pared? —Señala dentro de la casa.
—Es información del caso, Annie, no puedo decirte —responde el hombre mientras mira a su superior.
—Hay un puto cadáver en mi cama, y mi habitación escrita con esas cosas, así que dime, merezco saber ¿No crees? —exclama con el pulso acelerado.
El padre de la chica escucha la plática e interviene, le desagrada su hija pero más los policías.
—Cuando entré, había dos ojos y una lengua clavados ahí, los de Francisca. —Era el nombre de la difunta.
—¿Cómo qué ojos? —El pulso se le acelera aún más y le tiemblan los labios —. Decía que no eran azules ¿Eso quiere decir que entraron a casa con un propósito específico?
Todos la miran, sus ojos azules claros ahora están más oscuros. Es algo presente en la mente de los que están ahí luego de ver a la dueña de la habitación y sus colores.
—¿Ese asesino psicópata entró en casa buscándonos? ¿Tal vez buscándome a mí? ¿Por qué? —la voz le sale con dificultad, en menos de veinticuatro horas ya había dos personas tras su cabeza, o bueno ¿Una tras sus ojos y lengua?
—Annie, cálmate, por ahora deja esto en manos de la policía, averiguaremos todo, tú ve con Danna y no pienses en esto; en su casa estarás mejor —dice Daniel.
La chica lo mira, incrédula, está cansada de ser perseguida, de siempre ser una víctima.
—Voy a ir, pero te llamo luego. —Se le nota un cierto cansancio—. Le pediré tu número a tu hermana.
—Másvte vale regresar mañana, alguien tiene que limpiar esto —es lo último que dice el padre antes de que la chica se marche.
Annie llega a la mansión de Danna, aunque es mejor decir que es la mansión de los Karlsson.
El sitio se encuentra rodeado de arbustos bien cuidados, los cuales limitan la vista al interior. El portón principal tiene un portero que deja entrar o no a las personas. Se le ve bastante formal.
—Perdone, soy Annie, le avisé a Danna que llegaría ¿Puedo pasar?
El hombre la mira de arriba abajo. La chica viste un short, tiene la camisa de hombre de Héctor aún puesta y el cabello recogido en una cola de caballo media suelta. Una figura que no encaja para nada con la casa.
—Claro, señorita, deje primero avisar de que entrará —dice de manera amable, dejando notar su mirada sobre Annie como si la evaluara.
Las puertas del lugar se abren y la joven entra en el territorio de la familia. Puede jurar que caminó una o dos cuadras y aún no llega a la casa propiamente dicha. Piensa por un momento que se ha perdido, hasta que siente una voz que la llama.
—¿Señorita Annie? —Una mujer bien vestida con ropa de servicio le llama desde detrás.
—Sí, soy yo.
—La señorita me dijo que la acompañara porque podría perderse.
Ella mira ese espacio lleno de verde, de diferentes casas juntas y a la vez aisladas, la opulencia del lugar. Le es imposible no pensar en lo diferente de los mundos en que ambas viven.
¿Cuántas veces su pequeño apartamento cabría en este terreno?
—Le sigo entonces —responde de forma rápida y se dispone a caminar al lado de la señora.
Luego de unos tres minutos avanzando llegan a casa de su amiga y es prácticamente una mansión por sí sola. Una pequeña piscina personal acompaña el lateral de la edificación que se compone de dos pisos bastante amplios. Completa decorada con verde y enredaderas, al fin y al cabo, Danna ama el color verde igual al de sus ojos.
—Vaya... —no puede evitar decir por la sorpresa y la trabajadora le dedica solo una mirada.
—Venga conmigo. —Avanzan por el interior hasta llegar a la habitación de Danna, la cual le espera tras la puerta.
A penas esta se abre, se ve la cara de la chica con una sonrisa, como si le hubieran dicho que esperara ahí sin moverse. Automáticamente, salta sobre Annie y la abraza.
—¡Viva! Vas a vivir conmigo —dice con alegría y se escucha a la señora toser de fondo— Perdón ¿Cómo estás? —Recuerda los "por qué" de esta situación.
Annie rodea con sus brazos a Danna y niega con la cabeza para que no se preocupe.
—Es algo complicado, realmente no es que le tuviera cariño a esa mujer, pero que se metan en mi casa no me deja precisamente tranquila. —"Menos la situación de los ojos y la lengua extirpados", piensa.
La señora se va, dejándolas solas y cerrando la puerta, así que mudan la conversación hacia el balcón de la habitación que tiene dos muebles bastante suaves y cómodos, además de un toldo para evitar el sol.
—Mi hermano me contó algunas cosas, realmente no muchas, también he evitado hablar con él desde aquel día, siento que me mira como juzgandome —le comenta Danna.
Annie coloca la mochila en sus muslos—. Creo que es normal que lo haga, aún no sabe por qué te escuchó ahí. Debes elegir si le dirás la verdad o mentirás.
—¿Puedo mentirle? A estas alturas lo veo bastante difícil, tengo miedo de que piense que puedo ser yo. —Levanta las piernas descalzas y se las abraza.
—No creo, Dann, tú no harías eso, no te veo capaz de hacer algo malo a posta.
La rubia siente un fuerte golpe en el pecho y baja la cabeza como esquivando su mirada—. Sí, tienes razón. —La levanta con una sonrisa.
—Me preocupa que el asesino te siga o algo. —Saca su teléfono con la foto para verla— Pero no parece estarte buscando, aunque tampoco es que por esta foto pueda distinguir quién eres o algo así, o eso creo.
Danna toma el aparato en sus manos y revisa la imagen unos segundos.
—Esta habitación, es el baño, el asesino no estaba ahí cuando llegué, si fuera él debía estar en el segundo piso por el ángulo —dice agrandando la imagen—. Cuando hice esto, él estaba entrando a la habitación del niño, lo ví, no es posible que estuviera haciendo la foto, alguien más estaba en la casa.
—¿Pero por qué me enviaría la foto a mí? —pregunta Annie.
—No lo sé, pero debe conocerte. Lo peor de todo es que estuvo observando todo en silencio, sin hacer acto de presencia, como una sombra ¿Por qué le debes un favor?
—¿Te soy sincera?
—Siempre —responde Danna.
—Creo que se refiere a que pudo matarte ahí y te dejó ir —dice expectante de la reacción de su amiga.
—¡¿E-eh?! ¿Por qué me mataría? —Se le nota la preocupación en la voz.
—No sé; no sé por qué mata, ni quién es, o qué quiere, solo sé que trata de estar en todos lados a cada rato dejando huellas como estas para que sepa que está ahí, y puede hacer más, a veces siento que me observa —deja salir la chica como si se estuviera liberando.
—¿Quieres decir que ha pasado antes? —dice la rubia tras percatarse de ello.
Annie la mira dudando y termina asintiendo.
—Entonces, Ann, cuéntame, prometo no hablarlo con nadie, voy a tragar mil agujas si lo hago.
Lo piensa un momento mientras mira a los ojos a su amiga y deja salir las cosas, aunque no está lista para contar toda la verdad.
—He estado recibiendo notas de tono amenazador desde el día de la fiesta, y cada vez es sobre algo malo o por algo que pasa. Con tu foto fue la segunda vez. La primera fue sobre un cadáver en un callejón y me devolvieron unas botas.
—¿Botas? ¿Por qué tus botas estarían al lado de un cadáver? —Toma la mano de su amiga para animarle a seguir.
—Verás, e día de la fiesta, salí al callejón a ayudar a una mujer por una agresión y ella se fue, entonces el hombre me empezó a atacar, logró dejarme inconsciente, pero en mis últimos momentos claros vi a alguien asomarse, como su silueta, traté de pedirle ayuda, pero no podía hablar ya. —Levanta la mirada a los ojos de la otra—. Cuando desperté el hombre estaba muerto y desfigurado, mi ropa estaba sucia y mis botas no estaban, pienso que el de la sonrisa misteriosa o como quieras llamarle lo hizo. Pero fue algo realmente horrible de ver.
—Pero no pusieron en las noticias nada de alguien asesinado —comenta Danna.
—A la mañana siguiente desaparecieron el cuerpo y me devolvieron mis zapatos...junto a la nota, por eso siento que me está haciendo favores, pero no tengo idea de quién es. Pensé que sería Nathaniel. —Se lleva las manos al cuello recordando—: aunque no creo.
—¿El emo? ¿Por qué? Él siempre anda en su mundo y sin hablar con nadie.
—No sé, me pidió mi número en clases y empecé a pensar más en él, también a verlo en más sitios. Si te soy sincera, sé que no era información suficiente.
—No creo que pueda, recuerdo que era bastante flojo en primer año, incluso una vez, Vane le defendió. Ella es tan perfecta —agrega en su enamoramiento.
—Igual, siendo él o no, necesito averiguar quién es, por ahora me está ayudando, pero como mismo pasó con tu foto, si decide hacerme daño estaré indefensa. Y no quiero que sea así —le dice Annie mordiendo sus uñas.
—Tendremos que buscar cómo atraparlo o tenderle una trampa. —Lo piensa unos segundos y agrega sería—: si matas a alguien, esa persona podría aparecer y robar el cuerpo.
Annie la mira y Danna se empieza a reír de forma inocente.
—No hagas bromas con eso —dice Ann.
—Es la realidad. Pero no, no, no estoy loca como para decirte eso en serio.
En ese momento entra una llamada de Daniel, ambas chicas miran el teléfono pensando si responder o no hasta que Danna extiende el brazo y contesta nerviosa.
—Dime, hermano. —Coloca el teléfono en altavoz.
—Danni, necesito verte, en serio, sabes que tengo que hablar contigo —dice de forma cariñosa hacia la chica en un tono preocupado, no deja de sonar como si detrás viniera un regaño.
—Yo, ahora estoy con Annie —busca como primera excusa.
—No importa, las quiero ver a las dos, es importante —la última palabra se escucha algo seria.
—¿Pasó algo? ¿Algo más...? —pregunta con el corazón en la boca.
—Antonio despertó y está a punto de declarar —hace una pausa y agrega —: quiero hablar con ustedes antes para ver que tanto están metidas en esto, Danna. Sí, también tu amiga, en su casa se metió el mismo asesino que en la de los Cárdenas.
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