Otra muerte.
Karlos estaba preparado para una mañana de enfado, sabía que tendría problemas con Lina y después con Diana. Se resignó a ello. Casi se estaba acostumbrando a aquellas tres mujeres que tenían un ingenio admirable.
La noche pasó, y Karlos estaba todavía dormido en el sofá cuando se levantó Lina de la cama, eran las 7 de la mañana y había dormido del tirón. Se metió en el cuarto de baño y se duchó, se quitó el vendaje del brazo para poder ducharse bien, miró su brazo y se lo vio claramente mejor. Esa misma tarde le quitarían los puntos, probó de moverlo y quedó contenta del resultado, no había perdido movilidad.
Salió del baño y preparó café para los dos. Cuando ya casi estaba listo avisó a Karlos.
-Karlos, despierta que tenemos que ir a la oficina.
-Voy, ¿Qué hora es?
-Las siete y media, yo ya estoy lista, puedes tomarte el café y darte una ducha. Creo que no tienes ropa para cambiarte, si quieres antes de ir a la oficina pasamos por tu casa y te cambias.
Karlos se quedó sorprendido por tanta amabilidad, no esperaba algo así tras haberla llevado en brazos hasta su casa.
-Está bien Lina, dame el café y me ducharé en mi casa.
Se tomaron el café y salieron con el coche. Conducía Karlos, Lina iba muy callada, y Karlos ya estaba temiendo ver por dónde iba a estallar... Porque estaba seguro que estallaría.
-Karlos, anoche me subiste en brazos hasta casa ¿Verdad?.
-Si, estabas muy dormida y no logré que despertaras.
-Me querías llevar hasta mi cama otra vez ¿Verdad?
-No, la próxima vez que te lleve a la cama será por otros motivos.
-¿Por qué no me dejaste en la puerta de mi habitación?
-Estabas muy dormida Lina, sólo quería asegurarme de que llegabas a la cama sin caerte.
Lina lo miraba con gesto serio, pero se dio cuenta de que estaba siendo sincero, así que le dijo:
-Como se te ocurra decirle algo de esto a quien sea, te acordarás del día en que naciste.
-Soy una tumba Lina, pero no creo que tenga tanta importancia.
Llegaron a la casa de Karlos y Lina pretendía quedarse en el coche, pero Karlos no la dejó. Así que tuvo que subir a su piso otra vez. Mientras él se duchaba y se vestía, ella curioseaba por el salón. Era innato en ella ser fisgona. Vio varias fotografías en las que estaba con los que parecían sus padres, otra en la que aparecía una chica más o menos de su edad con actitud cariñosa.
Vio trofeos de competiciones de fútbol, y cuando estaba curioseando por el mueble del comedor apareció Karlos con un pantalón negro ajustado, sin camiseta y secándose el pelo con una toalla. Lina lo miró y no pudo evitar fijarse en sus abdominales bien marcados, estaba muy bien Karlos, si no trabajasen juntos igual se hubiese liado con él. Pero enseguida cambió el chip y al mirar el reloj le dijo que espabilase que llegaban tarde.
Al salir de casa de Karlos, Lina vio una panadería y entró a comprar algo para desayunar. Le ofreció a Karlos y se subieron en el coche.
Llegaron los últimos a la oficina, y Rosa ya había aguantado el chaparrón de Diana por haberla engañado.
-Vamos a repasar los papeles que ayer separemos como posibles indicios.- Dijo Lina.
Entre los cuatro encontraron evidencias de que se habían falsificado documentos y resultados clínicos.
-Son las 9, tenemos el tiempo justo de llegar a las puertas de la empresa Cabañas y esperar que salgan estos tres hombres a desayunar. Los esperaremos y los seguiremos a ver si se reúnen con algún cómplice o alguien de otras empresas.
Para poderlos seguir sin que se dieran cuenta se disfrazaron los cuatro. Karlos y Lina, con ropa de trabajo de electricistas, y una peluca cada uno irían detrás de Pablo Ternero, Diana, con un vestido premamá con un vientre abultado artificialmente detrás de Santiago Fernandez, y Rosa con peluca y porte de secretaria perseguiría a Alberto Moral.
Se pusieron en marcha y ya en la puerta de la empresa se separaron.
Diana vio a Santiago Fernandez enseguida y fue detrás de él. Se dirigió hacia una cafetería alejada de la empresa, en la cual se sentó a desayunar. Diana enseguida se dio cuenta de que ese hombre era diestro, porque abrió la puerta con la mano derecha y comía también con la derecha. Así que ese no era el asesino.
Pablo Ternero salió un poco más tarde, con paso decidido se dirigió a la misma cafetería que Santiago, iba sin chaqueta, muy informal con la camisa abierta. Para ser un coordinador iba demasiado informal. Lina y Karlos lo siguieron también. Cuando entraron en la cafetería vieron a Diana que se escondía detrás de un periódico en una mesa un poco apartada de la de Santiago.
Se sentaron en otra mesa también un poco apartada de la de los dos sospechosos, y se quedaron observándolos.
Por su lado Rosa estaba todavía esperando para ver salir a Alberto Moral, pero en vista de que no salía decidió entrar a ver dónde estaba y con quién.
Entró a la empresa y le preguntó directamente a la persona de recepción dónde estaba el despacho de Alberto Moral.
-Lo siento, esta persona no tiene despacho, hace poco que trabaja aquí y realiza trabajos de investigación de productos nuevos.
-¿Dónde podría encontrarlo?.
-Es raro que no haya salido a almorzar, igual se ha quedado por trabajo, quizás esté en la planta -1. En el departamento de innovación.
-Tengo que tratar un asunto de trabajo con él, no tardaré mucho.
Rosa no esperó respuesta de la recepcionista y bajó por las escaleras hasta el piso -1. Una vez allí, revisó la zona para ver si lo podía encontrar, pero no lo halló.
Ya estaba a punto de rendirse cuando se le ocurrió que quizás estuviese en el despacho de Pablo Ternero, si era el topo de la empresa aprovecharía la hora de descanso para conseguir la información confidencial de los nuevos productos.
Se dirigía hacia allí cuando de pronto oyó a alguien gritar desde aquella dirección. Se acercó corriendo y entonces lo vio. Ya no hacía falta seguirlo, ya no se movería más.
Llamó a la policía y trató de calmar a aquella pobre mujer que había encontrado el cuerpo sin vida de Alberto Moral. Antes que nada era una profesional, así que aprovechó que era la primera en ver la escena para tomar nota mentalmente de la situación del cadáver y el motivo de su muerte.
Se acercó en primer lugar a Alberto Moral y le buscó el pulso, ya sabía que no iba a encontrárselo pero quería ver si estaba muerto desde hacía mucho rato o era reciente.
El pobre hombre había recibido un disparo en la cabeza, desde cerca, los ojos abiertos y una mueca de terror indicaban que había visto a su asesino o asesina. El cuerpo aún no tenía el rigor mortis, así que hacía menos de una hora que lo habían matado. A su lado se encontraba una pistola, con silenciador, colocada como si se hubiese disparado él mismo. Pero por el lugar donde tenía el orificio de la bala era imposible que se hubiera suicidado. En el suelo, al lado suyo había unos papeles desparramados y Rosa los cogió disimuladamente y se los guardó para hojearlos más tarde. Le habían disparado en el despacho de Ternero, y éste había salido hacía poco más de diez minutos, Santiago hacía un poco más de tiempo.
En cuanto llegó la policía acordonaron la zona y a Rosa la estuvieron interrogando. A la persona que encontró el cuerpo también la interrogaron y a todos los que en aquel momento se encontraban en la empresa. Cuando pudo salir de allí, mandó a Lina y Diana un mensaje para ver dónde estaban y avisarles que tenía noticias.
- Rosa tiene algo, voy a mandarle un mensaje a Di.
-No hace falta, ya se lo ha enviado Rosa. Acaba de hacernos una señal.
-Es una pérdida de tiempo que estemos los tres aquí, debería ir a ver a Rosa por si necesita ayuda. No sabemos si puede estar en peligro.
-Pues te acompaño.- Dijo Karlos.
-Tienes que quedarte aquí, si cuando salgan se separan tendréis que seguir cada uno a un sospechoso.
-Pero no te puedo dejar sola, tengo que protegerte, no te voy a perder de vista. Ya los seguiremos mañana.
Eran las 11 de la mañana, y ya empezaban a discutir.
-Me voy, Karlos quédate aquí.
-Ni hablar Lina, si te vas yo voy contigo.
Sonó el móvil de Lina al llegar un nuevo mensaje de Rosa.
Rosa: Ya salgo de aquí, mandarme alguna de vosotras vuestra ubicación, ahora os cuento.
Di: Ahora te la envío, estamos en la cafetería delante del edificio de correos.
Rosa: Voy para allí, ya sé dónde está.
Mientras tanto Ternero y Santiago estaban sentados en una de las mesas hablando sin darse cuenta de que les observaban, o al menos eso parecía. Llegó Rosa, y se sentó en la misma mesa que Lina y Karlos, ya que estaban más lejos de los dos hombres.
-Hola , Ya estoy aquí, os tengo que contar algo, es importante.
-Hola Rosa, ¿vienes corriendo? pareces alterada.
-Sí, he esperado escondida que saliese Alberto Moral, pero en vista de que no salía he decidido entrar yo a buscarlo dentro y vigilarlo desde allí.
-¿Te ha descubierto?.-Pregunta Karlos.
-No, Cuando he entrado he bajado al piso -1 y lo acababan de encontrar muerto.
Los dos la miraron sorprendidos, pero no dijeron nada a la espera de que Rosa les explicara un poco más.
-Me he acercado y he intentado averiguar la máxima información posible. Estaba muerto desde hacía poco, menos de una hora. Tenía una pistola con silenciador a su lado, como si se hubiese suicidado, pero era imposible, la pistola con el silenciador era demasiado larga para haber podido hacerse un agujero donde lo tiene. No es posible suicidarse de ese modo.
-¿Han llamado a la policía?- Le preguntó Lina.
-Sí, y ya me han interrogado a mi y a otras tantas personas que estaban en el lugar.
-¿Dónde estaba?
-En el despacho de Ternero, Lina.
-Tenemos que reunirnos para analizar lo que puede haber pasado. Pero estos dos no se mueven de ahí.
Esperaron media hora más, hasta que por fin se fueron a las 11 y media. Era el tiempo que tenían de descanso para desayunar. En cuanto salieron por la puerta, los 4 salieron detrás a una distancia prudencial, por separado y vigilando para no ser descubiertos.
Los dos sospechosos se metieron de nuevo en la empresa y en ese momento se reunieron.
-Vamos a la oficina, no creo que salgan antes de las 2 de la tarde.
-Está bien Rosa, vamos y nos lo cuentas todo. Yo he podido descifrar algo de lo que han hablado estos dos, leyendo los labios.
-Genial Di, vamos a quitarnos los disfraces y a ver qué podemos sacar en claro con los nuevos datos que tenemos.
Se alejaron de la empresa Cabañas para dirigirse a las oficinas. Una vez allí todos se volvieron a mirar a Rosa para que les pusiese al día.
-Vamos a ver, ha muerto por disparo en la cabeza, intentan que parezca un suicidio, pero la persona que lo ha matado no es un profesional. Se puede ver claramente que es asesinato.
-¿Porqué lo matarían?
-Supongo que para que no hablara. Puede que descubriera al asesino y quisiese denunciarlo, o sólo intentase robar documentación y lo pillaran. Pero he conseguido recoger estos papeles en la escena que nos pueden ayudar a descubrirlo.
-¿Más papeles?. -Dijo Diana frotándose los ojos.
-Esta vez son pocos, no tardaremos mucho.
Sacó Rosa los papeles que estaban en el suelo junto al cadáver y los leyeron uno a uno todos.
-¿Qué os parece? .-Preguntó Lina.
-Creo que es información muy concreta del nuevo producto que van a sacar al mercado, podría ser que Alberto Moral fuera realmente el topo de la empresa, se hubiese acercado al despacho de Ternero para llevarse más documentación y allí lo hubiesen descubierto, se habría asustado y antes de ir a la cárcel se hubiese quitado la vida, pero eso no tiene ni pies ni cabeza.-Dijo Karlos.
-Creo que quieren hacernos creer que él es el culpable de todo este caso. Si os fijáis en los papeles, todos son referentes al nuevo producto y también hay uno que está falsificado, mirad.
Diana acercó al centro de la mesa un documento de análisis clínicos con la firma de Alberto Moral, en la que se especificaban todos los efectos secundarios del producto, y en cuyo final había un anexo que instaba a realizarlo de nuevo falseando los resultados.
-Di, este hombre no tenía ninguna autoridad para emitir este tipo de documentación, acababa de incorporarse a la empresa hacía tan sólo unos meses. Alguien quería que cargara con todas las culpas. No me extrañaría que el arma sea el que mató a Mario Cabañas.
-Hasta que no lo analicen no sabremos nada Lina, pero me encargaré de que seamos los primeros en saberlo tengo una conocida que trabaja allí, hablaré con ella.-Dijo Karlos.
-Genial, hasta que no sepamos eso tenemos que trabajar con lo que tenemos seguro. Di, ¿Qué has podido entender de la conversación que mantenían Santiago Fernandez y Pablo Ternero?.
-Sólo podía ver de cara a Santiago, por sus gestos estaba enfadado. Decía algo así como que las cosas se estaban deteriorando, Ternero le estaba diciendo algo y él le contestaba que esperaba que el resultado valiera la pena. Un momento después le decía que el tiempo corría en su contra y tenían que hacer algo, y más tarde me parecía entender algo así como que los perros seguían el rastro y tenían que irse.
-Pues es bastante sospechosa la conversación... Pero no nos aclara nada-Dijo Rosa.
Cuando acabaron de ponerse al día, ya eran las 2 del mediodía, y no les iba a dar tiempo de llegar a la empresa Cabañas para seguirle la pista a Santiago y Ternero. Decidieron dejarlo para el día siguiente, y acompañar todos a Lina al hospital para que le quitaran los puntos del brazo.
-No hace falta que vengáis todos, ¿no tenéis nada que hacer?
-NO. -Contestaron todos a la vez.
Se acercaron al hospital con el coche de Rosa, se bajaron en la puerta Diana Karlos y Lina, y Rosa se marchó a buscar aparcamiento.
Estaban en la sala de espera los tres, cuando llamaron a Lina.
-¿ Puede acompañarle su pareja? -Le preguntó la enfermera.
-No es mi pareja.
-Perdón, pero si puede entrar sería mejor, ya que igual se marea al quitarle los puntos.
-No voy a marearme, no me da miedo la sangre.
-Insisto en que le acompañe alguien.
Karlos que lo había escuchado todo se levantó y se acercó a la puerta de la consulta.
-Lina, deja que entre, si no no acabaremos nunca.
-Bufff, está bien, pero no va a hacer falta.
-Por si acaso.- Insistió la enfermera.
Entraron los dos, bajo la atenta mirada de Diana que se había hecho un poco la sorda para dejarles a ellos solos.
Dentro de la consulta el médico pidió a Lina que se quitara la parte de arriba de la ropa. Karlos estaba allí mismo, inmóvil mirándola, y Lina sin opción a protestar tuvo que sacarse su camiseta y su sujetador, quedando expuesta ante Karlos y el médico.
Karlos sintió cómo algo dentro de él se alteraba al verla, y una especie de ¿celos?, se despertó en él cuando vio acercarse al médico y casi rozar sus senos a Lina.
El proceso de extracción de puntos fue muy rápido y enseguida se pudo vestir, pero Lina se había dado cuenta de cómo la había mirado Karlos cuando estaba sin camiseta. Y aunque no lo admitiría nunca, la mirada de deseo de Karlos había removido algo dentro de ella.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro