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¡Atrapados!

Despertaron en medio de la oscuridad, primero Karlos, que enseguida llamó a Lina. No sabía qué había pasado exactamente pero tenía claro que a él lo habían secuestrado. Desconocía si ella se había podido escapar y esperaba que si.

Estaba en una silla, atado por los pies y las manos con bridas. Estaba muy oscuro y no tenía ni idea de cuánto tiempo había pasado inconsciente. Notó que detrás suyo había otra silla y llamó a Lina para saber si era ella y si se encontraba bien.

-No grites Karlos, me va a estallar la cabeza.

-Perdona Lina, ¿Estás bien?

-En estas circunstancias si, estoy viva.

-Hay que salir de aquí.

-No se me había ocurrido...¡si no salimos estamos muertos Karlos! ¿ves algo que nos pueda ayudar por tu lado?

-Por aquí sólo distingo una puerta de madera y la silueta de algún mueble.

-Yo por aquí nada más veo la pared, aunque parece que en el suelo quizás hay algo, no lo distingo bien, podría ser un alambre o más bridas.

- ¿está muy lejos de donde te encuentras?

-Quizás si me tiro al suelo con la silla llegaría a cogerlo con la boca...

En ese momento y sin esperar que le contestaran se tiró hacia delante dándose un fuerte golpe con el suelo.

-Mierda, me he dado en el brazo. Pero parece que si me contorsiono un poco puedo moverme hacia esa cosa que no se que es.

- Estás loca Lina, puede ser cualquier cosa y lo más probable es que no nos sirva de nada.

-Calla que estoy llegando.

Mientras se arrastraba hacia aquel objeto alargado y fino los gemidos de dolor se le escapaban involuntariamente.

-Lina te estás haciendo daño, voy a intentar acercarme al mueble con la silla y mirar si hay algo que podamos usar para soltarnos.

-Yo casi llego...

Karlos fue dando pequeños saltitos en la silla para conseguir que ésta se fuera acercando al mueble, pero los avances eran muy lentos.

-Ya casi estoy Karlos, ahora lo veo mejor, parece un alambre, con suerte podré soltarme y te ayudo.

-Con un alambre vas a tardar siglos en romper la brida...

-Eso lo dices tú, sé una técnica para soltarlos que me enseñó un amigo.

-¿Tú tienes amigos?

-Idiota, sí, y más de los que te imaginas.

A Lina le iba a estallar la cabeza, sentía un dolor agudo en la parte trasera de su cabeza y notaba que le caía un líquido por el cuello. No había que ser muy lista para saber que se trataba de sangre. Debía darse prisa por soltarse y salir de allí lo antes posible pero Karlos no paraba de hablarle y le agudizaba el dolor.

Al fin llegó al alambre y lo pudo coger con la boca. Con un movimiento de la cabeza pudo acercar el alambre hasta casi tocar su mano, un movimiento con el cuerpo y cogió con su mano derecha el alambre.

La parte fácil estaba hecha.

-Ya tengo el alambre, ahora viene lo difícil, pero creo que lo conseguiré enseguida.

-Yo casi estoy llegando al armario, espero encontrar algo que me sirva para soltarme.

Lina se concentró en su mano, agarró con precisión el alambre, e intentó introducir el mismo por el enganche de la brida. En un primer intento no acertó, era más difícil de lo que parecía pues tumbada de lado en el suelo, con las manos atadas a la silla y sin tener apenas visibilidad necesitaba toda la suerte del mundo para saber dónde estaba el enganche de la brida.

Tras mucho esfuerzo descubrió que el enganche estaba en la parte exterior de su muñeca, lo que le resultaría más complicado de acceder a él. 

Con calma dobló el alambre hasta formar una especie de L,  con un extremo en su mano, pudo llegar a tocar la brida y el enganche.

En el tercer intento consiguió su objetivo, introdujo el alambre y al mismo tiempo realizaba fuerza para que la brida se fuera aflojando poco a poco. 

-¿Cómo vas Lina? ¿Estás bien? Hace rato que no te oigo .

-Casi lo tengo Karlos, pero esto duele horrores.

-¿Qué estás haciendo?

-Bolillos... ¿Tú que crees? Estoy desatándome.

- vale, vale, no te enfades conmigo...

Al fin lo aflojó lo suficiente para sacar la mano.

-¡Dios, como duele! ya voy a ayudarte Karlos.

Se desató los pies y la otra mano, con más facilidad, aunque también se hizo daño. cuando estaba libre se volvió y pudo distinguir entre las sombras a Karlos que seguía empeñado en llegar al dichoso armario. Se acercó a él y le ayudó a soltarse de la silla.

-Gracias Lina, te debo una.

-Calla, cuando logremos salir de aquí ya hablaremos.

-Vamos a comprobar la puerta, aunque seguro que está cerrada.

Fueron a tientas hacia la puerta y efectivamente estaba cerrada. Buscaron un interruptor por los lados de la puerta pero no encontraron ninguno.

-El interruptor está por fuera, esto debe ser un  sótano. Por eso no hay ventanas.

-Entonces nuestra única vía de escape es la puerta.

-Muy lista Lina.

-Cállate estoy pensando en voz alta.

Estudiaron la puerta, que era de madera maciza, la cerradura era fuerte, y estaba echada la llave.

-Lina, ¿Tienes el alambre?

-Sí, aquí lo tienes.

-Déjame probar si puedo abrir la cerradura.

Karlos intentó forzar la cerradura, tras varios minutos de manipular el alambre consiguió lo que se proponía, que era abrir la puerta. Pero aunque la cerradura estaba abierta, desde fuera había un candado o algo parecido que impedía que se abriese.

-Mucha seguridad para un sótano -¿No crees Karlos?

-Si, si lo miramos bien seguro que encontramos alguna cosa valiosa por aquí.

-Me estoy empezando a agobiar en este lugar, necesito respirar aire libre.

-Tranquila Lina, saldremos de aquí. 

Fueron a mirar en el armario a ver si encontraban algo que les ayudara a abrir la puerta. Registraron todo y sólo encontraron algunas velas y fósforos.

Se decidieron a encender una vela para iluminar la estancia y entonces se dieron cuenta de que en la otra esquina había una segunda puerta.

Fueron hacia ella y la intentaron abrir.

Evidentemente no cedió al primer empujón, pero tras mirarla detenidamente comprobaron que la cerradura de esta puerta era más sencilla y fácil de romper.

Entonces Karlos empezó a embestir la puerta con todas sus fuerzas, apoyando todo su peso en los hombros. 

Al tercer empujón la puerta se abrió de golpe y Karlos se vio impulsado hacia delante cayendo al sueloy provocando un gran estruendo.

-¿Estás bien?.- Le preguntó Lina.

-Si, no es nada. Sigamos por este túnel a ver dónde nos conduce.

Se movían despacio alumbrados con la tenue luz de la vela que se iba consumiendo inexorablemente. Cuando llevaban recorridos unos 600 metros, el túnel hizo un giro de 90 grados y pudieron ver a lo lejos la luz del día, y oyeron ruido como de lluvia.

Sin perder tiempo se acercaron a la salida de aquel túnel, y cuando estaban casi llegando extremaron las precauciones.

Se acercaron a la abertura despacio, ya con la vela apagada, se asomaron al exterior y se encontraron en un rincón de la naturaleza precioso.

Estaban en el interior de una cascada pequeña, que desembocaba en un río también pequeño, que fluía por una pendiente. 

El entorno era un bosque, no se veía ningún camino transitable. No tenían ni idea de dónde estaban, pero tenían que salir de allí lo antes posible porque pronto se darían cuenta de que se habían escapado.

-Debemos decidir si ir rio arriba o rio abajo.

-Yo creo que lo mejor será ir rio abajo, pero será lo primero que nuestros captores pensarán que hicimos, tal vez rio arriba consigamos mejores vistas del entorno y sepamos dónde estamos.

-No lo sé Karlos, no puedo pensar, me duele muchísimo la cabeza.

Karlos entonces se giró para mirar detenidamente a Lina y se dio cuenta de que tenía sangre en la cabeza que todavía goteaba.

-Espera un momento Lina, déjame verte bien.

Se acercó a ella y vio la herida en la parte de atrás de la cabeza.

-Ven, acércate a la cascada, voy a refrescar la herida y te pondré algo para que no siga sangrando.

Lina le hizo caso sin protestar, lo que preocupó todavía más a Karlos.
Le mojó toda la cabeza, por suerte el pelo corto dejaba ver bien la herida y la limpió lo mejor que pudo. Después improvisó una compresa con su camiseta, que había mojado previamente.
No era una maravilla pero si presionaba Lina la camiseta, lograría parar la pérdida de sangre.

-Gracias Karlos, vamos a largarnos de aquí antes de que nos encuentren.

- Vamos rio abajo, encontraremos alguna carretera o casa, o con suerte algún pueblo.

Los dos se pusieron en marcha a buen ritmo. Seguían el rio, los matojos de hierbas y arbustos hacían la travesía dificil, y en ocasiones tenían que ir por dentro del agua.
Al ir sin camiseta Karlos iba ya totalmente arañado por la vegetación. 

-¿Qué hora debe ser?. - Preguntó Lina.

Karlos metió su mano en el bolsillo para sacar el móvil pero claro, se lo habían quitado mientras estaban inconscientes.

-No lo sé, está nublado y no te sabría decir la hora por el sol.

- Diana y Rosa estarán preocupadas por nosotros. Habrán llamado al móvil, y si no les he hablado yo sabrán que nos ha pasado algo. Espero que ellas estén bien. 

-Ha sido un error grave, deberíamos haber estado más atentos, esta gente es muy peligrosa.

- Los hemos subestimado, Esto es imperdonable por nuestra parte.

-Tampoco es eso Lina, no sabíamos a quién nos enfrentábamos, parece que hay más gente implicada. Tendremos que extremar las precauciones, es posible que intenten matarnos, ahora mismo tenemos claro que Ternero está implicado. Puede que no haya sido el autor material de los asesinatos, pero es cómplice de ellos.

-Tenemos que investigar quién está detrás de todo, pero primero tenemos que salir con vida de aquí.

-¿Cómo va tu cabeza Lina? Tienes un corte muy feo.

-Parece que el dolor va desapareciendo, ahora miraré si no me sangra más y te devuelvo la camiseta.

-No, déjatela puesta. Si el dolor mejora es buena señal.

Caminaron más de media hora sin que hubiese señales de que les estuvieran siguiendo. 

Lina paró un momento, necesitaba descansar un minuto.

-Espera Karlos, si no los hemos escuchado seguirnos es posible que estuviéramos solos en ese lugar. Deben de habernos dejado allí y haberse marchado.

Karlos se paró para que Lina recuperara las fuerzas para seguir. 

-No creo que estemos en el lugar en el que nos golpearon, más bien creo que nos han traido inconscientes hasta este lugar y luego se han ido.

-Espero que tengas razón y que tarden en volver.

-Piensa que cuando hemos roto la puerta para salir, el estruendo lo tendrían que haber oido y hubieran mirado para comprobar si estábamos intentando escapar. Pero es raro que no hayan dejado a nadie para vigilarnos.

- Creerán que no podemos escapar.

Tras pasar media hora más caminando, habrían recorrido aproximadamente unos 4 kilómetros desde la casa. Parecía que la vegetación estaba cambiando. Pronto llegaron a una zona más despejada, donde pudieron ver a lo lejos lo que parecía un pueblo. 

Al no haber tantos árboles pudieron ver un camino que les llevaría directamente al pueblo, pero ir por allí entrañaba riesgos.

-Si vamos por el camino y da la coincidencia de que los que nos encerraron  vuelven a por nosotros, nos verán y nos apresarán de nuevo o algo peor.

- Tienes razón Lina, pero ya ves que no hay casi árboles en esta zona, no sé dónde nos vamos a ocultar hasta llegar al pueblo.

Lina miró los alrededores, y estudió el paisaje intentando encontrar un camino seguro.

Hacia la derecha se abría un campo de trigo, hacia la izquierda el terreno estaba sin cultivar pero no había tampoco ningún sitio donde esconderse. El camino recorría los campos y sólo se veían en los bordes del camino algún que otro árbol, Almendros en su mayoría, que no les proporcionarían ninguna protección.

-Creo que lo mejor sería ir por el medio del campo de trigo, está lo suficientemente crecido para que si vamos agachados no nos descubra nadie.

-El dueño del prado se va a enfadar.

-Lo sé, pero no tenemos opción.

Así que se decidieron por esconderse por medio del campo de trigo. 

Iban uno detrás del otro intentando caminar agachados y pisando lo menos posible la cosecha.

Su aspecto era como poco extraño y sospechoso. Lina con la herida de la cabeza, su pelo habitualmente lila convertido en una maraña roja lila y marrón, sujetando una camiseta contra su cabeza. Karlos con el torso desnudo, arañado y con el pelo enmarañado y también cubierto de sangre.

Karlos iba delante y Lina desde detrás observaba su espalda amplia. Estaba llena de arañazos, los músculos se marcaban mientras caminaba. Pensó por un instante en que tenía un buen cuerpo, pero enseguida se regañó a sí misma por prestar atención a esas cosas en un momento como aquél.

Cuando llegaron al final de aquel campo de trigo, la primera casa del pueblo estaba a sólo 100 metros. Se apresuraron en llegar a la primera vivienda y se ocultaron detrás.

El pueblo era muy pequeño, de apenas unas veinticinco o treinta casas, pero se las ingeniaron para pasar entre las casas y llegaron a un bar en el centro del pueblo.

- Tenemos que arriesgarnos a entrar y pedir que nos dejen hablar por teléfono. Hay  que llamar a Rosa o Diana para que vengan a recogernos. Después decidiremos lo que hacemos. El riesgo es que estén por aquí y nos vuelvan a atrapar.

Ante la única opción que les quedaba, y pese a los riesgos, decidieron entrar a pedir que les dejaran llamar por teléfono.

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