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Misión

"Hoy, al fin podré ayudar a todas esas almas desesperadas, a todos los que necesitando afecto terminan por corromper su esencia, que en algún punto puede llegara  ser pura o por lo menos sensata"- Pensaba Neika.

-La curiosidad en pequeñas cantidades es buena en la infancia, para conocer y aprender hay que tener curiosidad, que alimenta la iniciativa de aprender y hacer- Dijo el guardián que era su mentor en ese último año: Rattkif- A veces la curiosidad si no es controlada te puede llevar a cometer errores, pues si pones primero tus ganas de saber o conocer antes que las órdenes o incluso un llamado de un corazón, sería egoísmo y todo sería en vano. ¡Vamos!, debes prepararte.

-Oh Rattkif, muchas gracias por sus consejos, me mantendré alerta. Aunque no creo que sea necesaria la preparación, si voy arreglada o no al espejo, nadie me verá- Dijo Neika con una sonrisa dulce, que no exhalaba ni tristeza ni decepción, si no más bien el consuelo de que era más de lo necesario en su vida, de la esperanza y del alivio de no necesitar nada más en su vida.

La ceremonia inició, Neika lucía un vestido blanco, casi como en una boda, un largo vestido de satén brilloso, que cubría solo del pecho a las rodillas, las mangas, largas hasta los dedos, cuello alto y el largo de la falda que faltaba  para llegar a  sus tobillos, estaba hecho de encaje tan fino como la seda pura y de un diseño tan hermoso e intrincado que ninguna mano humana común, hubiera podido confeccionarlo.

Tantos años de pruebas, donde Neika, había demostrado ser la portadora del corazón correcto, dejando el juguete a otro niño aunque ella quisiera jugarlo, no respondiendo a agresiones u ofensas en momentos críticos, siempre ayudando a otros cuando no podían hacer alguna tarea o encargo, cuando alguien se sentía mal, cargando a veces con la culpa de alguna travesura para que no regañaran a otros, todo para este momento.

Neika, después de su entrada a la sala del espejo, que era el salón más grande del "corazón" el cual resguardaba el espejo y el cristal que conectaba todo; dio sus últimas palabras de agradecimiento a todos los guardianes y compañeros de entrenamiento.

-...Y les prometo que haré que muchos sean felices. Hasta mi último aliento lo usaré para rescatar a la humanidad de la oscuridad.- Fueron las últimas palabras que pronunció del juramento que en sí era lo que hacían antes de entrar al espejo, no tanto una despedida. Dio la vuelta a los asistentes a la ceremonia, los guardianes trazaron una serie de símbolos interconectados con las palabras que estaban grabadas en el marco, hasta que éste resplandeció en los colores del arcoiris, haciendo que el cristal se volviera una especie de plasma acuoso ondulando como las olas del mar en tranquilidad.

Neika dió su primer paso dentro del espejo, sintiendo un dolor insoportable que le arrancó un grito desgarrador, al fin y al cabo, estaba atravesando la muerte, o por lo menos en parte para poder ser mitad espíritu. Neika se adentro más, sin retractarse, valientemente terminó de entrar al espejo. Una vez dentro, el dolor había desaparecido, se sentía muy liviana y con más energía y vitalidad de la que hubiera sentido nunca, se sentía capaz de todo y casi era así.  Era como estar en una amplia sala blanca, solo con techo, piso y 3 paredes, pues la cuarta, que estaba frente a ella, era en forma circular hecha de cristales, dejando una vista panorámica más allá del horizonte. Miles  de espejos conformaban una vista. En un momento, cada uno de esos cristales que reflejaban un paisaje a lo lejano hicieron una especie de reverencia, moviéndose todos coordinados al igual que si tuvieran vida propia, reflejando su rostro en una imagen grande como si la estuvieran reconociendo y recordando al mismo tiempo. 

En un instante, lo primero que escuchó fue un lagrimeo, luego un suspiro y poco a poco se formó una imagen frente a ella, era una chica de apenas 12 o quizá 13 años, llorando en un callejón frío y sucio entre basura y sobras de aparatos destartalados, aunque la niña se veía bien vestida, algo sucia pero no parecía que perteneciera ahí o llevara mucho tiempo en las calles.

 Neika se acercó a la imagen y tocando los cristales hizo conforme a lo que le habían enseñado. La compasión habría la llave de cualquier corazón y al sentirse así, pudo ver a través de uno de los cristales los recuerdos de los hechos que habían llevado a la niña en cuestión a ese lugar y a ese sentir. La pobre estaba perdida, pues la habían intentado secuestrar pero logró escaparse después, se escondió entre la basura y no se atrevía a moverse de ahí pues pensaba que la encontrarían y la matarían con la navaja con la que habían cortado a su madre en la cara y con la que presionando su cuello habían logrado llevársela durante un buen rato hasta que logro escapar. 

Neika sabía que hacer, el llanto por miedo era uno de los males favoritos de Neika, recordó como la prepararon para esos momentos, mientras otros niños durante las noches de tormentas eléctricas gritaban y lloraban por los truenos y relámpagos, ella aunque también con algo de miedo, había logrado calmar a otros, con cuentos, palabras de confort, algunos abrazos y arrullos.

Tomó esos recuerdos con gran cariño y atravesando el cristal solo en forma espiritual, es decir, su cuerpo quedaba en el espejo, mientras su esencia podía llegar hasta la niña, en una especie de forma vaporosa aunque invisible para el ojo humano. Abrazó a la niña y acariciando su espalda, a su oído hablaba palabras de consuelo, infundiendo tranquilidad maternal a la pequeña. Neika sabiendo que sus perseguidores no estaban cerca pues los reflejos que había utilizado para verificar la zona no indicaban a nadie cerca, aseguraba a la pequeña que todo iría bien, la niña en su subconsciente tenía una transformación en marcha, ahora, con nuevas fuerzas y calmada se levantó para caminar un poco, dobló la esquina y cerca de 2 calles más allá en una estación de policía entró. La madre de la niña, aún con algo de sangre visible a través de la gasa que le habían puesto en la mejilla, estaba  dentro y recibió  a la niña con un efusivo abrazo. Neika orgullosa de haber cumplido su primer tarea, se tocó el pecho, cerrando los ojos y regresó a la habitación del espejo.

Pasaron los días y Neika observaba a la humanidad tan llena de compasión que no tardaba ni un instante en actuar ante la llamada de cualquier corazón destrozado, no había habido necesidad de que los guardianes al otro lado del espejo hicieran uso del otro marco que funcionaba de audio portal.

El tiempo pasó y en una ocasión, en una de sus misiones, ocurrió algo más que curioso.

Un chico adolescente algo flaco y de lentes grandes, con su mochila al hombro y de uniforme escolar, se había subido al ultimo piso de un edificio en construcción, por lo que no contaba con las paredes ni el techo terminados, solo con las barras de acero que mostraban con claridad la fortaleza de aquella construcción. El chico después de escribir en uno de sus cuadernos y fumar un cigarrillo, se levantó de entre los ladrillos y varillas en los que se había sentado horas atrás. 

Neika sabía lo que haría, lo había visto repetirse en la mente del chico varias veces cuando recibió el llamado, ella  tendió su mano en el momento en el que el chico se paró en una de las barras de acero que sobresalían del edificio, quedando expuesto al aire y al vacío, tocó sus ojos, mostrándole la belleza de lo que alcanzaba a abarcar su visión: un atardecer cobrizo, rodeado de algunas nubes rosas, y un horizonte violeta que conmovería hasta el más duro corazón, una ciudad que entre luces que empezaban a brillar y aún otras apagadas, parecía alguna especie de árbol navideño con su juego de luces bailando mientras la música del tráfico y las voces de la ciudad entonaban la melodía del villancico. El chico secó las lágrimas que poco a poco empezaron a rodar por sus mejillas y comenzó la guerra.

-¿Por que quieres morir?

-Nadie necesita de mi, no soy nadie y nadie no es necesario, al ser nadie, ninguno me extrañara- Se decía a sí mismo combatiendo la pregunta que su mente, según él, había formulado.

-¿Ya olvidaste a tu madre?

-Mi madre me olvida con el alcohol, pronto no recordará si quiera que haya tenido hijos, mejor para ella.- alegó con una mueca irónica.

-¿Ya olvidaste a tu hermana?

El chico comenzó a llorar y sollozar más fuerte

-Quiero estar con ella, era la única persona que valía la pena, la única persona a la que alguna vez le importé.

-Ella quería que fueras feliz.

-Seré feliz con ella

-Ella quería que lucharas... Que vivieras por ella, por la vida que no pudo tener, lo quiere aún, por que te ama y el amor no distingue distancias.

-No puedo

-Ella sabía que si puedes y no querrás defraudarla, por que también la amas.

-Yo, yo....- el chico no pudo seguir con su lucha mental, no entendía como sus mismos pensamientos en los que se había reforzado cada día durante  más de 3 meses la idea que estaba a punto de llevar a cabo, intentaban hacerlo cobarde, retractarse y vivir.

-No eres un cobarde si vives, los cobardes toman la muerte sin esperar su turno pues quieren huir, tu no eres un cobarde, tu hermana sabía eso.

-Extraño a Vicky...

-Hazla feliz, si la amas, hazla feliz viviendo. Ella siempre quiso que tu lo fueras, aunque era una niña siempre vio en ti a su héroe. Si ahora sientes que nadie te quiere, ten por seguro que si lo hay, Vicky siempre te amará.

-Lo siento, lo siento...

-Ya... todo est- Las palabras de Neika fueron interrumpidas por un movimiento tan rápido como un parpadeo.

El chico se había aventado desde la viga de acero al vacío y mientras caía Neika observaba con dolor lo que ocurría. Algo extraño en la cara del muchacho capto su atención en el trayecto en picada, el chico que antes lloraba con un corazón oscuro y amargura en el rostro, mostraba una sonrisa cálida y placentera mientras caía, como si su vida fuera de lo más feliz y saltar fuera una manera de festejarlo, entonces ¿por qué? 

El cuerpo tendido en la acera del chico con gafas, había dejado una marca carmesí tan grande como el asombro y dolor que había experimentado Neika. Ella había sentido como el corazón del adolescente estaba cambiando, como el amor y el consuelo envolvían su corazón como un bálsamo cubriendo cada rincón de su alma, pero de un momento a otro había saltado¿Su corazón había fallado? ¿Sus palabras no fueron suficientes? Si no podía ayudar a otros, ¿como enfrentaría al ser oscuro en caso de toparse con él? Quería ir donde los guardianes y preguntarles que había ocurrido, pero debía esperar a que ellos se comunicaran con ella. ¿Que pasaría si ella no servía para ser vigilante? ¿Los guardianes se habían equivocado? No, no podía ser. ¿Que ocurría entonces? ¿por qué el chico sonreía mientras caía? 

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Holaaaa! Mis peques consentidos! Aquí esta el segundo capitulo de esta su historia, hasta ahora que les parece? tienen alguna teoría de por que sonreía el joven?

Neika se habrá equivocado?

Hasta ahora no tengo día específico para subir capitulo, pero es casi seguro que estaré subiendo capitulo cada semana, especialmente a inicios de cada semana pues los demás días me concentro en "Corazón y melodía", la otra historia, que escribo, aunque es más extensa por si se quieren dar una vuelta por ahí.

Espero que les esté gustando leerla tanto como a mi escribirla, los quiero, besitos byebye!


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