R i r p h u
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El peruano se hallaba sentado en una de las bancas mas alejadas de todo el alboroto, viendo totalmente aburrido a los pocos que se peleaban, se supone que esta vez si iban a llegar a un acuerdo con respecto a lo anterior, ya que casi inician una pequeña guerra la semana pasada al observar como un estadounidense y un argentino casi se ahorcan, esto debido a que el chico comenzó con comentarios machistas que inicio un tremendo pleito (además de que aquel tenía apoyo de alguna que otra potencia). A lo que el italiano ordeno al austriaco que se deshaga del joven o algo parecido, no tomo tanta atención, no mas de la que le correspondia. Solo se dedico a imaginar como seria después de esto, llegaría a dormir, o tal vez se terminaría peleando con cualquiera que pase en su camino, no tiene muchos amigos que digamos en aquel ámbito. Aunque sinceramente, le pude importar menos.
Siente como mueven su silla hasta que termina en el suelo. Alza la mirada irritado. Se topa con aquel ecuatoriano, joder, si lo iba a molestar que al menos no se meta con sus horas de sueño, es lo mas tranquilo hasta ahora.
- ¿Qué quieres, mono?
- ¿Qué crees, gallina?
Rueda los ojos. Voltea la mirada hacia un lado y ve como un boliviano amenazaba al chileno, y aquel no hacia mas que intentar explicarle pacíficamente del porque no podía tener su mar, ofreciéndole una infusión para que se relaje. Suspira. Era su deber como 'hermano', controlar al boliviano, aquel era un demonio que muchos de Sudamérica temían, su actitud huraña y engreída lo hacia odiado, el único que lo podía manejar (por así decirlo) era el peruano, esto se debe a que el menor aun se sentía algo arrepentido por la guerra, y por así decirlo, las únicas veces que el peruano le habla es para controlarlo, así que se deja.
Murmura una maldición. Se levanta aunque el mas alto lo patea nuevamente, provocando que se cayese de poto. Esta vez se levanta con mas fuerza y le mete un puñetazo en el brazo con fuerza, a veces odia no tener mas músculos o ser mas alto para poder arrancarle la cabeza con facilidad. Avanza hacia el boliviano y este ni se inmuta.
- Oye imbécil.
- ¿Gabriel? - murmura al darse cuenta del opuesto, dejando de hostigar al mas alto de los tres, quien suspira de alivio. - ¿Qué quie-
- Sht. — Lo calla. — Deja de joder al mongol este. - Suelta directo, volteándose para irse y no dirigirle mas palabra. Ve de lejos a la venezolana acercársele molesta. Maldición, No puede ser una Reunión normal y dejarse dormir sin que lo jodan dos segundos. - ¿Que?
- Allen quiere hablar contigo, apresúrate.
- Jodete, ¿Y sabes algo? ¡Dile que se joda!
Camina hacia el lado opuesto a donde estaba el norteamericano, no sabia para que lo querían, y realmente no le interesaba en lo mas mínimo. Aunque logro observar al chileno yendo a hablar con el anglosajón (posiblemente para que convenza al estadounidense de no enfadarse con el menor), y aquel simplemente asegura que ninguno de ambos les agrada, sabe que son tan risueños y alegres porque en realidad son los mas psicóticos del lugar, conoce como el pelirrosa le mete veneno de ratas a algunos dulce, ha visto como ambos han jugado al juego de la ruleta (esa de pistolas giratorias) y si detesta a los fastidiosos, repugna a los hipócritas y doble cara. Aun así, sabe que por alguna razón (Que desconoce) el chileno lo defiende a su enferma manera de ser. Simplemente no le hace caso, otro loco será.
Escucha como varios reclamos llegan hacia un canadiense que se largaba por la puerta principal, ah, como le encantaría hacer eso. Tiene que llegar a su casa. Este cansancio lo esta matando.
Mientras que desde el otro lado del gigante lugar, se hallaba una bielorrusa observando tranquilamente desde la ventana, no tenia mas que hacer, ayudo a algunos que se habían lastimado pero sentía que no debía estar ahí, tanta violencia la hostigaba. Asi que decidio observar fijamente la gran ventana, el paisaje era tranquilo, aun siendo tan gris y oscuro, le agradaba la sensación de una ligera brisa en el rostro, y mirar detalladamente a las personas que cruzaban las calles, yendo hacia un lugar que desconocía y le daba curiosidad; aunque noto algo extraño, varias de esas personas se iban hacia un mismo lugar, y ese era la entrada del edificio donde les había tocado ejercer la reunion. Y luego gritos de espanto.
Se levanto bruscamente de su asiento, dispuesto a avisar a otros.
No fue lo suficientemente rápida.
.
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¡ . !
Una bala paso delante de sus ojos, impactó en alguien.
Alboroto, y silencio a la par.
- Au...
- ¿..Flavio? - murmuro su gemelo anonado, quedándose en blanco unos segundos, antes de correr aun con su ceño fruncido a verificar si el rubio se hallaba bien. Pese a su expresión irritada se le notaba la preocupación en sus ojos. - ¡¿Que mierda esperan?! ¡Traigan al maldito desgraciado que hizo esto ahora! - Ordeno con fuerza.
El alemán no dudo en hacerle caso al italiano, siendo seguido por mas naciones dispuestos a controlar la situación, o atacar en el mejor de los casos, dejando al italiano a un lado del herido, murmurando maldiciones y evitando que siga sangrando, y a su manera delicada de ser, sacando la bala siendo vigilado por el japonés, que le indicaba como realizar aquella acción sin provocar que el italiano sureño no se quejase tanto. La mayoría de americanos les valio aquello, tan solo se fueron a ver por el gran cristal a los que habían disparado, estaban cubiertos de negro y parecían volver a hacerlo.
Y para la mala suerte. Sucedió peor de lo que se espero, porque al segundo de llegar al suelo, comenzó a soltar un gas bastante denso, y bomba tras bomba, varios ya ni siquiera podían ver por donde avanzaban, los que se fueron con el alemán obviamente lo evitaron, sin embargo la mayoría estaba perdido, los que lograban llegar a la puerta corrian de ahí, aquel gas era toxico lastimaba sus ojos, y era bastante extraño, que algunos comenzaron a escupir sangre, algo asi no podía ser creación de un humano, fue lo que pensó paises como Japón y Finlandia, apenas se dieron cuenta de los efectos que tenia ese gas sobre ellos. El italiano saco una mascara de gas y se la coloco a su hermano mayor, su primera reacción fue sacarlo de lugar.
Pero otros mas alejados de la puerta se hallaban perdidos, caminando, algunos con dolores internos, cerrando sus ojos, o haciendo presión en su boca, murmurando insultos.
De paso a paso, va a peor.
Una colombiana lo noto. No dudo en comunicarlo.
- ¡Balacera!
Las cosas empeoraran de manera radical. Aunque eso no involucraba al peruano, ya que se sentía muy mareado y su cuerpo no le funcionaba, se tambaleaba lado a lado, y de su boca y nariz salían hilos de sangre, sus ojos rojos de tanto frotarse, y su expresión molestan tan característica de el. Se apoyo en el gran cristal, si se desmayaba o moria al menos se relajaría antes, no le daba tanta importancia joder. Aun pese a que escuche como voces gritaban su nombre, que raro, nadie en su sano juicio se preocuparía por el...bueno, si habían. Aunque le cueste admitirlo.
Y su vista, la cual estaba a nada de cerrarse, enfocó a través de la luna como uno de los sujetos que disparaban lo apuntaba con el arma, mierda, y el sin poder moverse sin dar un paso en falso. Las reuniones realmente son lo peor.
Más disparos. Y de la nada su cuerpo en un simple parpadeó se sintió protegido y rodeado por unos brazos delgados, cambiando de posición, ahora del lado opuesto. El sonido de la bala atravesar el vidrio se sintió tan cerca que pudo jurar que fue detrás suyo.
Ahora sangre.
El chileno estaba bañado en sangre, sonriendo de manera enfermiza, asegurándose en plena cordura de que el peruano se encuentre bien, otra bala, y otra bala le atraviesan la espalda, ya no las siente, solo una pequeña punzada en el cerebro. El humo se disipa de la nada. Aunque sea gracias a un ingles y escoces, quienes tenían en su mano extrañas varitas, suelta un pequeña risa como si aliviara el dolor. Cae. Se desploma. El mas bajo ya se había desmayado hace unos segundos, a lo cual se desploma con el, pero evita que golpee utilizándose como amortiguador.
Aquel alegre pelirrosa se espanta al verlo.
Mas cuerpos inertes los rodean, aunque es obvio que múltiples potencias lograron escaparse, eso no evita que muchos no corrieron con la misma suerte, se les notaba desmayados, y si o se ponía en duda, algunos posiblemente algo muertos.
Varios deseaban que fuese un sueño,
Lamentable no lo era.
No lo era.
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