"Me perdí, cuando menos lo pensé, estaba en un bosque perdido entre los árboles café barro, de esos qué con solo ver el color ya estás intoxicado, si le das mucha importancia, el oxígeno es un espeso humo cargado de pesadillas tormentosas, escuchas pasos donde no hay nada, escuchas como las personas perdidas se arrastra por el piso sin poder verlas porque están muertas, escuchas como los monstruos acechan -Hola let- dijo ella, -Hola Hanna- respondió ella".

Llega abriendo la puerta poco a poco con su vestido rosa pastel, dando saltitos en cada paso que daba mientras se acercaba a ella con una sonrisa aún más brillante a cada segundo, Let admiraba el contraste que le daba al lugar, cortinas gruesas color vino tinto impidiendo cualquier Rayo de luz, las paredes de un color negro humo, un candelabro de cristal empolvado en la mitad de la habitación normalmente apagado y en el centro como si fuera la atracción principal del circo, una jaula de acero puro, pesada y colosalmente grande; Hanna muy feliz con su vestido de boleros rosa pastel se sienta en el piso aún espacio considerable de la jaula -¿por qué tan feliz?- Le pregunta Let con un tono de extrañes - hay un chico muy amable, nos prometimos que vamos a hacer muy amigos para siempre- Hanna al decir esto sonaba tan soñadora, tan feliz que Let llegó a envidiar la ignorancia e inocencia de
hanna, aunque no quería que viviera en el mundo onírico, no como lo hizo ella- Eso no puede pasar ¿qué tan cuerdo te suena eso? ¿Acaso eres tonta? ¡BÁJATE DE ESA NUBE!- Exclamó Let burlándose de Hanna, generándole una rabia tan caliente y destructora como la lava -¿¡QUÉ VAS A SABER TÚ!? Estás encerrada día y noche, no puedes salir de esta jaula porque afuera de ella eres inútil- Let sintió una punzada, demostrando que realmente le había dolido ese comentario -¿qué vas a saber tú? Que vienes de un mundo perfecto porque vives con la vista en el mundo onírico- Respondió R a la defensiva aún estando realmente dolida -¡¡CONTIGO NO SE PUEDE HABLAR!!- Gritó Hanna mientras hacía un berrinche, se volteó hacia la puerta gigante de madera de roble gruesa y por ende pesada, Hanna con la ira en carne viva azotó la puerta, Let miro hacia allá asustada por la actitud, ella nunca era así, Hanna normalmente era tan pasiva que ver como de sus ojos salían incandescentes llamaradas de fuego la asustaba, la preocupaba...

Una semana después regresó Hanna, esta vez su vestido era de color lila, venía tan feliz de nuevo, tenía una sonrisa soñadora, eso era malo, Let lo sabía, ella conocía que tan cruel era el mundo por eso trataba que se diera cuenta prefería ser cruelmente honesta y que se forje el acero en ella a que el mundo fuera cruelmente mentiroso con ella - Ahora somos los mejores amigos, puede que no te guste nuestra amistad, mas no puedes hacer nada- Let con una mirada vacía y fría le respondió -Me agrada su amistad, no me malinterpretes, lo que me disgusta es que seas tan ingenua como para creer en un "para siempre"- Hanna entre enojo y confusión le pregunto - ¿por qué no sales? Podrías tomar cartas en el asunto, tu misma te encerraste ahí, tu misma puedes salir, acaso...- fue interrumpida por un grave y fuerte "VETE" por parte de Let, Hanna no sabía que hacer, ahora con la respiración agitada se fue tratando de hacer poco ruido; Let luego de la partida de Hanna, se sentó con la mirada oscura a meditar, en sus pensamientos estaba lo que dijo Hanna, como lo hizo, lo dijo con desesperación, Hanna estaba cambiando y no necesariamente para bien.

Pasaron meses y nada que venía Hanna, una tarde sin previo aviso está llego, pero para sorpresa de Let no estaba sola, venía con ella un niño alto para su edad, con cabello abundante vestido con unos jeans, camisa básica blanca y una camisa de cuadro azules, el chico veía Hanna todo con una curiosidad palpable, un pequeño contacto visual hubo cuando  fue por agua para él y él empezó a mirarla fijamente, Let le devolvió la mirada, no obstante al saber que era un completo desconocido y su paranoia la llevó a un TIC en la cabeza, haciendo que de vez en cuando su cabeza se moviera bruscamente, luego de eso Hanna regreso, hablaron un poco más y los dos niños se fueron cruzando aquellas gigantes puertas oscuras. Al día siguiente llegó Hanna furiosa, llorando de la rabia -¡¿Qué le dijiste?! ¿¡Cómo te atreviste!?- Soltando ese tipo de comentarios, Let muy asustada, pese a eso, se acercó tratando de ver qué pasaba, si la podía ayudar, aunque en un movimiento rápido y repentino la agarra del cabello y con una fuerza poco coherente de ella la llevo al piso, haciendo a R llorar del dolor, soltando sollozos a diestra y siniestra confundiéndose con los alaridos incoherentes de Hanna, con su otra mano busco algo en la mochila de ella, luego hurgar y hurgar, encontró una pequeña caja, la cual no demoro en abrir y sacar una aguja con un hilo rojo, usando el cabello de Let, la acerco lo más que pudo a los barrotes, asegurándose que no se moviera al enrollar sus piernas alrededor de la cabeza y los barrotes, ahora con sus manos libres empezó a coser poco a poco la boca de Let, yendo de labio a labio, haciendo gritar escandalosamente a Let; luego de mucha sangre y lágrimas derramadas, Hanna se fue de la habitación aun soltando incoherencias, ¿lo raro? El chico jamás regresó...