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MANSIÓN MALFOY
Después de la muerte de Astoria Malfoy, Draco Malfoy se vio repentinamente necesitado por una nueva mujer que limpiara su casa, las habitaciones y la gran mansión, la cual ahora estaba vacía de elfos, pues Hermione Jean Granger logró su cometido por los derechos de los elfos.
Narcissa Malfoy se encargó de conseguir una mucama para Draco, una con buena resistencia, por ende esta debía ser joven y aprender cada una de las reglas de etiqueta.
Cosa que Brooklyn aprendió desde pequeña.
Ella fue la mujer perfecta para Narcissa Malfoy.
Brooklyn trabajó por un año en aquella mansión, con tan solo la compañía de Draco Malfoy.
Mucho tiempo ignoró su presencia, hasta que... Draco comenzó a crear una obsesión por aquella hermosa mujer, con rasgos finos y sonrisa hipnotizante.
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Draco estaba caminando con una de sus camisas blancas de botones entre las manos, tenía prisa por llegar al ministerio y necesitaba una limpia, ¿qué acaso esta mujer solo sabía ponerlo caliente?
Conformé se iba acercando a la habitación de aquella chica, podía escuchar respiraciones pesadas, ¿acaso ella-
No.
Ella no tenía permitido meter a ningún hombre o mujer a la mansión, de lo contrarío ponía su vida en total riesgo.
Draco comenzó a caminar de forma suave, haciendo que sus zapatos dejaran de hacer ruido cada vez que golpeaban el suelo con prisa.
La respiración... los jadeos.
Los sonidos del pecado se hacían más fuertes y claros conforme él se acercaba a la habitación.
¿Estaba violando su privacidad?
Sin embargo, comenzó a mover las piernas, empujando suavemente la puerta que ella dejó abierta, encontrando a un desastre de gemidos.
Brooklyn estaba acostada, con las piernas totalmente abiertas, sus dedos jugando en su entrada, entrando y saliendo con violencia, curvándose antes de salir, su cabeza echada contra las almohadas, mientras su cabello se esparcía por la cama, sus ojos completamente cerrados mientras sus labios se separaban para dejar salir jadeos, gemidos y un nombre.
Draco se quedó en silencio cuando escuchó su mismo nombre salir de aquellos labios, que ahora solo dejaban salir nada más que puras obscenidades.
"Sr. Malfoy" lo estaba llamando mientras ella empujaba tan violento los dedos dentro de ella, que podía escuchar el choque de pieles, el pecaminoso sonido que hacían sus jugos.
Todos aquellos sonido eróticos hipnotizando a Draco Malfoy.
—Mierda. — maldijo la castaña, al notar la presencia de Draco.
Ambos se miraron por varios segundos, sin saber que hacer. Ella se cubrió rápidamente con las sabanas y lo miró atónita.
—Yo- discúlpeme, — comenzó a tartamudear. —no era mi intención... debí dejar la puerta abierta.
Los evidentes nervios la hicieron tomar un color carmesí en las mejillas, evadiendo la mirada intensa del rubio parado frente a ella.
—¿Qué se supone que hacías? — preguntó Draco en un leve susurro.
—Pensé que era obvio. — respondió, como si por dentro no estuviera deseando que su colchón se abriera y se la tragara, salvando cada célula de su cuerpo de la vergüenza frente a su jefe.
Ella se puso de pie, sin esperar más tiempo, envolvió la sábana en su cadera y lo tomó por el brazo con fuerza, deseando que saliera de la habitación. —Vete.
—¿Y prefieres seguir tocando tu coño pensando en mi?
Las palabras la tomaron desprevenida, mientras lo veía caminar lentamente a la puerta y girarse, enarcando una ceja.
—Yo no... yo no estaba haciendo-
—¿Y qué estabas haciendo entonces? ¿Pensando en tu novio? — preguntó con un tono burlesco, porque ambos sabían... que Brooklyn tenía aquel desprecio a quien hacía llamar su novio.
Brooklyn apretó los labios y señaló la puerta.
—¿En serio quieres que me vaya?
No.
—Si.
Draco suspiró y asintió, metiendo ambas manos a sus bolsillos, giró sobre sus talones, dispuesto a salir por la puerta con la imagen de aquella bonita chica tocando su cuerpo, mientras pensaba solo en él tocando ahí por él.
—Dra- ¡Sr. Malfoy! — dijo ella.
Draco se detuvo, le estaba dando la espalda, mientras sentía la mano de la chica envolverse alrededor de su brazo con fuerza, impidiendo que él pudiera dar otro paso más fuera de la habitación.
—¿Si? — respondió en voz baja, aún dando la espalda.
—No quiero faltarle el respeto a la Sra. Malfoy —. dijo en un bajo susurro —. No es mi intención ponerlo incomodo... si desea que tome mis cosas y me vaya, lo haré sin duda.
Draco se tensó al escuchar aquel nombramiento de su difunta esposa.
—No le faltas el respeto a nadie en esta casa —. admitió —. Pero se lo vas a faltar a mi hijo, quien esta durmiendo unas habitaciones adelante.
Brooklyn cerró los ojos avergonzada. —Prometo que voy a tener más cuidado.
—Vamos. — corrigió a la chica.
Entonces Draco se dio media vuelta, mirando a la mujer que por años limpió su casa, en ausencia de Astoria. Aquella que lo había cuidado después de los accidentes en el ministerio, quien recogió su cuerpo inconsciente del ministerio después de las batallas donde perdió.
Una niña es a quien recibió. Una niña fue la primer mujer en ir por él mientras recuperaba la consciencia. Una niña asustada, con las piernas temblorosas, las manos sudadas y los ojos moviéndose por todo el lugar, Theodore le dijo lo asustada que ella se veía, mientras le preguntaba si Draco acaso había muerto.
Recordaba haberla escuchado llorar, pues caminar entre cuerpos sin vida, en estado de inconsciencia, el piso manchado de sangre y familias gritando y llorando por perdidas después de alguna batalla con las nuevas mafias del mundo mágico.
Tuvo que llamar a Theodore para que calmara a la chica.
Theodore siempre tuvo ese tacto con ella, como si fuera su hermana menor. Sus palabras siempre eran dulces y aliviaban el dolor del pecho de los demás.
Le causo lastima verla así, por lo general Pansy solía llevarlo a casa, nunca lo hizo Astoria. Draco jamás se atrevería a exponer de esa forma a su difunta esposa. Astoria fue un ser de amor, aquel de los más sensibles y empáticos al dolor ajeno.
Jamás permitiría que alguien la dañara de alguna forma, ni mucho menos que cargara con penas ajenas.
Pero ahora no la tenía.
Ahora tenía aquellos sentimientos, aquella obsesión por la mujer parada frente a él, quien envolvía la sábana en su cintura y lo miraba desconcertada.
Draco tomó su mano y la llevó hasta rozar sus labios, mientras la sábana caía de la cintura, al no tener la suficiente presión para cubrir las zonas de la piel desnuda.
El rubio besó el dorso de su mano, mientras sus ojos se pegaban a los de ella.
—Déjame complacerte, déjame conocer cada una de tus fantasías, porque estoy dispuesto a cumplir cada una de las tuyas —. susurró sobre el dorso de la suave mano —. Permite que mis caderas se unan a las tuyas, bailando en sincronía, mientras tu boca deja salir la música, aquella que será celestial para mis oídos.
Las palabras...
Las palabras siempre han de causar un efecto en todo ser humano, porque las palabras tienen poder, a pesar de ser algo que no podamos tocar.
Las palabras consiguieron un montón de mariposas en el estomago de Brooklyn, las mariposas que revoloteaban sus alas, rozando y golpeando la piel de su estomago... haciendo un cosquilleó que teñía sus mejillas de rojo. Un rojo intenso.
Ella asintió, estaba hipnotizada por las palabras suaves y remáticas, a pesar de saber los pecados que detrás de ellas se escondían, esperando envolver cada hebra de su cuerpo y hacerla una adicta a él, tanto como él lo sería de ella.
—Habla. Dime eso con palabras —. rogó el rubio —. Dame o niégame tu mero consentimiento.
Y es que Brooklyn sentía que estaba sumida en los sueños más preciosos.
Ella estaba enamorada de su jefe desde el momento en que llegó a la Mansión, lo vio bajar a desayunar con su distinguido traje negro. Era un hombre hecho y derecho. Alguien de admirar... alguien que se podía desear con facilidad.
Y si estaba enamorada de aquel hombre... con las palabras que salían, simplemente sonaban románticas de sus labios, se estaba dejando caer aún más por él.
Pero ella estaba tan avergonzada de darle un si en voz alta, aún si era lo que más deseaba.
—Señor...
Draco movió su mano a su cintura, la cual se encontraba cubierta por la delgada camisa color blanco.
—Solo es un si o un no —. dijo suavemente, como si la frialdad se hubiera desvanecido por completo —. Si me permites... voy a tocar tu cuerpo como el más delicado de los instrumentos, voy a dejar que mi cuerpo y el tuyo se unan en sincronía, en una melodía. Escuchando la música que sin duda será grata de escuchar...
Brooklyn simplemente quedaba encantada, como si él estuviera encontrando las palabras perfectas para combinar y así hacer sonar un acto sucio e impuro en un acto lleno de romance, simplemente hermoso.
—Si, por favor —. murmuró ella, pero sabía que eso era insuficiente para aquel hombre. Él necesitaba escuchar más de ella, algo más seguro —. Por favor, señor Malfoy. Muéstrame aquel talento del que tanto pavoneas, haz que mi boca sea cerrada... cerrada con tus labios, por favor.
Draco sonrió como si el hecho de que ella siguiera el juego sin sentido de palabras, le pareciera simplemente exquisito.
Sin dudarlo más, Draco la tomó por la cintura, envolviendo sus dos manos y empujando su cuerpo contra el de él, chocando sus labios con fuerza, deseo y desespero.
La combinación y la descripción, de dos almas que se anhelaron por mucho tiempo, siendo al fin unidas, al fin saciadas el uno del otro.
Pero oh, que equivocados estaban aquellos dos, quienes se desvestían en la cama, con paciencia y cuidado.
Admirando la piel del otro, como si fuera el momento más esperado de sus vidas.
Porque Brooklyn pasó todos sus días en la mansión Malfoy, sin tener contacto sexual con un hombre y Draco Malfoy se sentía incapaz de sentirse excitado luego de la muerte de su esposa.
Pero se sentía tan fácil estar así, como si fuera algo que hacían a menudo, cuando era su primera vez en la intimidad.
Draco la recostó sobre la cama, mientras él bajaba su mano por las curvas perfectamente imperfectas de su cuerpo, acariciando cada rayón de su cadera, las marcas más claras en su piel. Tocando como si fuera la reliquia más hermosa de todas. La más valiosa y satisfactoria de admirar.
Su mano serpenteó desde su cadera hasta su intimidad, mientras sus ojos se posaban sobre los de ella. Una mujer desnuda, completamente enamorada bajó, asintiendo con seguridad, para después notar como sus ojos se cerraban y sus labios se separaban al mismo tiempo.
Exhalando puro placer, al sentir la mano de Draco separar los pliegues suaves, los cuales ya estaban mojados, comenzando a tocar su clítoris con sumo cuidado, pero al mismo tiempo aplicando la suficiente presión para hacerla gemir por su simple toque.
Sentía como su humedad comenzaba a esparcirse por toda su intimidad, empapando sus dedos. Porque ella se estaba preparando para sentir a Draco dentro de ella.
Las manos de Draco jugaban con sus puntos más sensibles ahí abajo, mientras ella separaba las piernas para él y pedía entre gemidos más y más.
Como si supiera que nunca estaría satisfecha de Draco Malfoy.
Los labios del rubio se pegaron a los de ella, mientras hundía uno de sus dedos en ella.
De pronto todo se torno a un ambiente sensual, dejando las bromas de lado, el romance seguía, pero no tan presente como hace unos momentos.
Entonces Draco sacó su pantalón negro, mirando intensamente a la chica que deseaba tener sus dedos sumergidos en su calor una vez mía.
El rubio quedo solo en boxers, mientras se acomodaba entre las piernas de ella, bajando su cabeza, para así poder besar la piel suave y de olor delicioso de su cuello, dejando pequeñas mordidas, dejando que sus dientes rasparan la piel sensible y ella jadeara, apretando sus piernas alrededor de su cuerpo.
Draco comenzó a frotar su protuberancia tan dura como una roca, contra sus puntos sensibles. Dejando que ella mojara con sus jugos su ropa interior.
Gimiendo en su oído, mientras aferraba sus manos a los hombros musculosos de aquel hombre.
—Por favor... — jadeó ella, mientras levantaba su cadera, deseando más fricción, deseando sentir algo dentro de su interior, algo que ella pudiera apretar con sus paredes mientras gritaba extasiada por el placer.
—¿Qué es lo que quiere mi belle demoiselle? — preguntó, refiriéndose a ella en francés.
Ella jamás había sentido tanta excitación por escuchar a alguien hablar en otro idioma, menos en francés, a pesar de ser un idioma exquisitamente tentador.
—Quiero que me folles, por favor. — suspiró, mientras Draco se frotaba con más fuerza, aplicando más presión justo donde ella lo necesitaba.
El placer recorriendo su cuerpo, un placer que jamás había experimentado, sentir los cálidos jugos de una mujer empapando la tela de su ropa jamás había sido tan excitante... tan exquisito.
Como si el placer de ella fuera el suyo.
Draco jadeó en su oído, al escuchar como las palabras vulgares salían de la boca de ella, pidiendo ser follada cual puta.
—¿ma belle demoiselle desea ser follada? — preguntó, sin detener sus movimientos sensuales sobre ella, sin querer dejar que ella perdiera un segundo el placer que él solo podía provocar en ella con un simple movimiento.
Ella asintió frenéticamente. —Por favor, si, señor Malfoy.
Y aquello que ella siempre usaba para referirse a él con respeto, fue lo que lo hizo caer a los pies de la bella dama. Lo tenía en la palma de su mano, a su merced.
Draco se puso de rodillas, aun estando entre sus piernas, para luego bajar su ropa interior, la cual estaba manchada de aquella humedad que él se haría adicto a probar, su comida favorita sería ella.
Se volvió a cernir sobre ella, dejando que sus labios rozaran entre ellos y la punta de su miembro jugara en su entrada, haciendo que ella se impacientara cada vez más, probando lo desesperada que ella estaba por sentirlo dentro, estirando su piel con fuerza, de formas deliciosas.
Y en ese pequeño instante, en el que Draco atrapó sus labios entre los suyos, él se hundió por completo y de golpe en ella.
Quedó unos segundos sin moverse, mientras estiraba su vagina, dejando que ella cerrara los ojos y apenas respondiera al beso como era debido. La estaba volviendo loca. Una adicta. Una obsesiva. Una obsesión enfermiza al sexo, pero solo si era con él.
Draco esperó a que ella respondiera al beso, porque amaba tragarse sus gemidos, sus respiraciones pesadas y amaba sentir lo calidad que ella era, lo apretada que estaba y la forma en que por momentos ella se apretaba con fuerza, como si estuviera a punto de correrse, pero se lo prohibiera.
Draco la sintió mover sus labios sobre los de él, moverlos de forma lenta y sensual, como si él no estuviera dentro de ella en ese mismo momento, ella succionaba sus labios con calma, tirando de su labio inferior en el momento.
Eso hasta que el rubio comenzó a moverse dentro de ella, al principio fueron movimientos suaves y lentos, esperando no lastimarla a ella, pero lo hizo con brusquedad cuando ella empujó sus caderas contra las de él, pidiendo que fuera más rápido.
Estaba ebria, llena de él. Pero quería más. Deseaba más.
Draco la folló con fuerza, entrando y saliendo a una velocidad bestial, escuchando como sus pieles chocaban.
La habitación llena de sus gemidos, jadeos y el golpe erótico que provocaban las pieles de sus caderas al encontrarse.
Golpeó su punto repetidas veces, disfrutando de como ella gemía para él, mientras ella lo tomaba todo y lo apretaba con fuerza, Draco comenzó a jadear en su oído, haciendo que ella se excitara más de lo que estaba.
Las mariposas golpeaban su estomago de forma violenta, dando aquel cosquilleo a su estomago.
—Draco... — gimió.
Ella no tuvo que decir nada más, porque él gimió de forma ronca en el momento que ella se apretó.
—Hazlo, solo para mi.
Y ella se corrió con fuerza, mojando su miembro y sus piernas mientras Draco la follaba en su orgasmo, deseando llevarla a su punto más alto. La euforia llenando sus sentidos en ese momento que pintó sus paredes, como si fueran un lienzo, él era aquel artista y ella era nada más que su musa.
La llenó de él.
Cuando ambos terminaron, Draco dejó caer su cuerpo sobre el de ella. Brooklyn escuchaba su pesada respiración y cerró los ojos, con los labios aún entre abiertos.
Y ninguno quería, pero era demasiado tarde para volver atrás o decir que no.
Justo en ese momento, comenzó el capricho, la obsesión y el deseo de Draco Malfoy por la mujer que simplemente se dedicaba a cuidar de su hijo, limpiar su casa y mantener el orden mientras él no se encontraba en casa.
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¿Qué les parece?
¿Les gusta?
¿Parte dos?
Déjenme saber sus pensamientos por favor.
Att: —F💖
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