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Prólogo

Namjoon abrió los ojos, el estruendoso sonido proveniente de la calle lo había puesto alerta, su garganta seca le pedía a gritos otro trago más por lo que, ignorando la hora, extendió su brazo y tomó lo primero que sus dedos tocaron, el brebaje caramelo resbaló por la comisura de sus labios, pero logró beber la mayor parte y no se detuvo hasta que la quemazón fue demasiado insoportable, el malestar subió desde su estómago y amenazó con salir por su boca, pero aguantó hasta que la sensación desapareció.

Dejó la botella vacía sobre la mesa de luz dispuesto a volver a conciliar el sueño, sin embargo, el tono destinado a su mánager y mejor amigo le obligó a abrir los ojos nuevamente.

— ¿Qué? —Gruñó mientras se presionaba el puente de su nariz con sus dedos, la voz gruesa detrás de la línea era una mezcla de emoción y de miedo, por lo que tuvo que aguzar su oído para comprender a su mánager.

— Prepara tus habilidosas manos porqué el museo Awake acaba de firmar un contrato para la exposición de veinte piezas tuyas....

— ¡Taehyung!

— No me grites a mí Kim Namjoon, la entrega de las obras es a fin de mes...

— ¿Estás demente? No he pintado en un año y me pides veinte obras en un mes...

— Sé que puedes... oh si no las entregamos a tiempo... nos demandaran por dos millones...

Namjoon cortó la llamada, estaba enojado, muy enojado, pero nada era suficiente para levantarse a enfrentar el día.

Se sentó apoyando los pies en el suelo, la oscuridad reinaba en su habitación, aun así, logró llegar sin problemas al baño, debía sincerarse con él mismo, tenía suficiente plata para retirarse y no volver a pintar nunca más, algo que había hecho el año anterior.

Entró a la ducha con los ojos cerrados, sabía lo que iba a ver si los abría y no estaba preparado para ello. Taehyung le había pedido que mandara a pintar de blanco toda la casa, cada centímetro cuadrado era un recuerdo más de su relación fallida, de su amado que la muerte le había arrebatado.

Quizá Taehyung tenía razón, quizá si alguien le obligaba a trabajar podría empezar a superar su dolor, o cubrirlo para que no lo aturdiera demasiado como hasta el momento.

Estaba saliendo de ducharse cuando la puerta de su habitación vibró ligeramente con el sonido de golpes insistentes.

— ¡Está abierto!

El peligris salió justo a tiempo para ver a su amigo entrar por ella, sabía que era lo que diría primero, el lugar no era el mejor en lo que limpieza se trataba.

— Iugh, Namjoon ¿Cómo puedes vivir en este cochinero? ¿Y la señora que limpia?

— La despedí cuando intentó tirar mis cosas y limpiar mis paredes

— Falta te hace la verdad —Namjoon puso los ojos en blanco, pero no se quejó cuando el chico se puso a ordenar el lugar, tirar las botellas en bolsas de basura, abrir las ventanas para ventilar, barrer y limpiar los pisos, al finalizar el pintor también se dejó llevar y entre ambos ordenaron todo y pusieron cada cosa en su lugar, Taehyung era el único que podía tratarlo de esa forma sin que él explotara, otra persona ya le habría despedido o gritado hasta quedarse sin voz.

Ambos agotados se sentaron en la mesa de la cocina, el chico le sonrió y aunque sabía que intentaba no demostrarlo, pudo ver ese pequeño punto de lástima que sus ojos reflejaban.

— Estoy bien Tae

— No... no lo estás, pero tampoco hablarás de eso así que te propongo otra cosa en su lugar... tu estudio en el jardín, limpiamos, ordenamos y te pones a trabajar, porque no tengo plata para pagar en caso de que no entreguemos las obras...

— Yo sí... —Namjoon se tragó el resto de la frase mientras su manager lo comía con la mirada, entendía que no era tanto por la plata sino por su imagen como profesional del arte, si fallaba en esta entrega nadie lo volvería a contratar, ¿Arruinaría su propia imagen por esa sensación de vacío existencial? Claro que no.

— Piensa en una temática y ve por ella tigre...

— Dios ¿Cuántos libros de autoayuda te tragaste antes de venir?... No respondas, es una pregunta hipotética.

— Solo inténtalo, podrías hacerlo sobre él...— Namjoon entrecruzó su entrecejo, ponía la misma cara cada vez que le mencionaban su existencia, pero no lo interrumpió, quizá Taehyung era su ángel de la guarda en cuanto a su dolor se trataba.

— Lo intentaré... lo haré, quizá ya es hora de hacerlo

El rubio le sonrió, sabía que para Namjoon eso había sido un gran paso, al menos el poder escuchar de eso sin abandonar la habitación.

Taehyung levantó una ceja, esto estaba siendo muy fácil, y Kim Namjoon no era una persona fácil ¿Qué le había pasado esos días que él se había ido para que cambiara de opinión? La culpa lo carcomió ligeramente, hacía un tiempo le había anunciado que luego de la boda se iría un mes de luna de miel, la celebración había sido hermosa, pero se lamentó el tener que haberse ido sabiendo lo mal que estaba su amigo, ¿Qué había pasado entonces?

— Tae... ¿Vienes?

El chico levantó la vista y lo vio vestido de entre casa y listo para salir de allí, ¿Qué demonios le había pasado a su amigo? No abrió la boca, simplemente asintió y salieron ambos, camino al jardín, el cual cruzaron sin mirarlo demasiado, por suerte Namjoon no había echado al jardinero, quién parecía seguir haciendo un trabajo excelente en cuanto al cuidado de las plantas se refería.

Cruzaron el lugar por un pequeño sendero de piedras y árboles, intentó no mirar al peligris, pero le fue imposible no asegurarse que estuviera bien, sabía lo que ese lugar había significado para su amigo y su pareja, el lugar dónde su amor había florecido, dónde habían anidado la posibilidad de dejarlo todo y amarse en público sin importar el qué dirían, pero ni Namjoon ni Jimin habían sido lo suficientemente fuertes para dar el paso, sin embargo el que había sido un cobarde había sido Jimin, dejando el mundo sin importarle que el supuesto amor de su vida lo encontrara colgando de esa viga.

Se detuvieron frente al estudio, la zona segura de su mejor amigo, ambos respiraron profundamente como preparados para la batalla y finalmente abrieron la puerta al mismo tiempo.

El lugar seguía tan desastroso como siempre, pero eso era algo bueno, el desorden daba paso a la creatividad, o al menos eso sostenía el pintor.

Ambos se sonrieron y luego de algo de esfuerzo lograr tirar abajo la gran y pesada cortina que impedía que la luz entrara al lugar, la hermosura de los cuadros colgados por doquier iluminó los ojos de ambos, y luego de un año de estar encerrado dentro de ese cascarón vacío, el corazón de Namjoon volvió a bombear de nuevo, allí estaba él, el cuadro más perfecto, más roto y más triste que había pintado nunca, era su master piece, su punto de no retorno y el único que lo mantenía a pesar del tiempo y el lugar, porque cada centímetro de él había sido producto del amor.

Se acercó lentamente y rozó con la punta de sus dedos uno de los miles de trazos del centro de la pintura, todo se oscureció a su alrededor, Taehyung desapareció y el día le dio pasó a la noche, la luz de la luna entraba intensa y enfocaba solo un punto de la habitación, Jimin reía angelicalmente mientras abría sus piernas, la tela cuasi transparente que cubría cada aspecto erógeno de su piel solo excitaba más al pintor.

El peligris se acercó más a su musa mientras medía sus proporciones, sus piernas torneadas y fuertes músculos marcados, su perfecta ingle desprovista de pelos, la tersa piel alrededor de su ombligo.

Jimin volvió a reír, pero esta vez llevando juguetonamente una de sus manos libres hacia su miembro, rozándolo por encima de la tela mientras llevaba una copa de vino a sus labios con la otra mano.

— ¿Te gusta lo que ves Joonie? Quizá deberías venir a probarlo en vez de mirarme como un tonto

Namjoon dejó el lienzo tirado aun lado y se acercó lentamente, su brazo se estiró hasta rozar uno de los pezones duros que se erguían contra el trozo de tela, el color oscuro del mismo contrastaba con la blancura y perfección del cuerpo que tenía delante, cada curva, cada recoveco de ese cuerpo lo llevaba a la locura, al punto máximo de todo.

Estaba a punto de sellar el pacto con ese demonio completamente caliente que tenía delante, estaba a punto de probar la ambrosía de los labios perfectamente delineados y rojos de Jimin, cuando un suave golpe en su hombro lo llevó a su realidad de nuevo.

— ¿Namjoon? ¿Estas bien?

El pintor parpadeó rápidamente, desconcertado al notar como el sol brillaba nuevamente y entraba con fuerzas a la habitación, como el lienzo blanco de su recuerdo estaba ahora ocupado por él, su perfecto y muerto ex novio, con una mancha roja color bordó por debajo.

— Lo siento, estaba perdido en...

— Lo sé... ¿Quieres que saque eso de aquí?

— No... sí... ponlo en el depósito, no quiero venderlo... no podría hacerlo, no puedo trabajar con eso aquí.

— Considéralo hecho, recuerda intenta hacer algo variado ¿Sí? Necesitamos la plata... bueno yo la necesito.

Namjoon rio con la bulla, pero terminó echando a su mejor amigo para poder concentrarse, su proceso era fácil, inspirarse era lo primero, necesitaba encontrar una emoción que explotar y a partir de ahí crearía su mapa.

Se acercó a su reproductor de música y le dio play a lo que sea que tuviera dentro, Pequeña serenata nocturna de Mozart comenzó a sonar a todo volumen, la sonrisa pícara del pintor se extendió por todo su rostro dejándose guiar por la melodía y frente al caballete tomó su pincel y sin necesidad de un boceto inicial, comenzó a plasmar lo que Mozart tanto tiempo atrás le había inspirado.

Rojo, azul, amarillo, la pintura danzaba por el lienzo, sus movimientos ágiles tocaban la melodía silenciosa que Mozart solo podía inspirarle tan bien, y así como comenzó la vez anterior, los recuerdos volvieron.

— No deberías pintar con los ojos cerrados, no ves lo haces

La furia de sus movimientos se hizo más patente y mientras el rubio se quejaba, Namjoon no lo interrumpió, el fantasma de su novio muerto lo observaba, a veces decía cosas pero estaba demasiado absorto para escucharlo, el placer, la emoción, la alegría todo se combinaba en una marisma melódica que hacía demasiado tiempo no sentía.

La música comenzaba a oírse más fuerte y mientras lo hacía, más callado lograba ver a Jimin, luego de tantos meses perseguido por la sombra de la tristeza, por el miedo a caer en ese abismo insondable que había sido el infierno de vivir sin él, al poner ese pincel sobre ese lienzo completamente blanco todo había cobrado sentido de nuevo.

Sus dedos manchados recorrieron su obra mientras su cuerpo danzaba más allá del lienzo, y el siguiente fue manchado, rojo, bordó y negro, todo parecía encajar, todo tenía un lugar, y aunque danzaba en el mismismo desastre cósmico, un orgasmo de sensaciones placenteras lo llevo a comprender que no todo estaba perdido y que aún tenía el don.

Se echó hacia atrás extasiado mientras veía las obras cobrar forma, sutilmente y cargadas de su pasión, todas y cada una le devolvían una emoción, un nombre una necesidad no cubierta aun por su conciente recién despertado.

Falta, amor, tristeza, dolor, pasión, sexo, placer...

Namjoon cayó de rodillas completamente rendido mientras miraba sus obras cobrar vida mientras Mozart callaba al terminar su sinfonía.

— Te extrañé viejo amigo...

Susurró mirando a su fiel compañero, repitiéndose internamente lo mucho que había necesitado eso.

El resto del día fue ligeramente más tranquilo, una vez que volvió a acostumbrarse al peso del pincel en su mano, de que sus muñecas sonaran como mezcladora de cemento y todos sus dedos se relajaran, logró terminar tres de esos cuadros, sin embargo, debía enfrentarse a lo obvio, no podía mantener ese ritmo, si salía de allí y volvía a entrar a su casa no podría salir nuevamente.

El peligris miró por las ventanas del estudio, la luz hacía mucho había ido paulatinamente desapareciendo por detrás del paredón del jardín, le había llevado un día de sol a sol completar esos tres, y ni siquiera sentía el dolor en sus rodillas o el peso en sus hombros, porque cuando pintaba el resto del mundo desaparecía por completo.

La sensación de estar en la cima comenzaba a desvanecerse y así como había logrado acallarlo, Jimin apareció nuevamente frente a él.

— Ya dilo Jooni, tú... has perdido la cabeza... tu... estás... loquito

— Cállate idiota, ni siquiera estás vivo, no puedes venir a joderme

— Oh, pero Namjoonie estás equivocado, puedo joderte la vida y todo lo que quiero, solo depende de ti hacerme desaparecer

El peligris lanzó su puño directo a la cara de su exnovio fallecido, pero lógicamente la atravesó y se dio contra la pared, el golpe lo hizo temblar, pero agradeció al cielo no dañársela.

— ¿Puedes dejarme solo por hoy? Necesito concentrarme

— Me quedaré calladito señor Kim

Jimin se sentó sobre uno de los caballetes vacíos, pero mientras tomaba un cuarto lienzo e intentaba plasmar algo, pudo ver desde el rabillo de su ojo como la figura del chico comenzaba a desnudarse lentamente.

— No estas ayudando...

— Oh vamos capitán, solo soy una alucinación de tu exnovio muerto, disfrútame y tócate mientras me miras

Namjoon desvió la mirada, pero era imposible no dejar de verlo, Jimin aparecía cada vez que giraba la vista y cada vez tenía menos ropa.

— Dios, ¿Por qué mierda no puedo tener un puto duelo normal?

— Ya puedo ver tu pene erguido Joonie... gózame bebé

Namjoon lo miró directamente, Jimin estaba acostado en el suelo de madera rodeado de pinceles secos y tarros de pintura, sus dedos vagaban entre los pequeños potes hasta que sin aviso alguno comenzó a colorearse su cuerpo con ellos.

El pintor se acercó lo máximo que pudo sin arruinar su estado alucinatorio, desabrochó sus pantalones y comenzó a jalarse el miembro de arriba hacia abajo, Jimin mordía su labio inferior mientras pequeños gemidos salían de su garganta, sus manos recorrieron su cuerpo, apretando y pellizcando sus pezones.

El mayor se acercó un poco más y jugando con la línea de la locura y la realidad, apoyó sus labios sobre esa piel tersa y llena de pintura, cerrando los ojos casi podía sentir el calor que emanaba ese cuerpo, los pequeños dedos del menor jugueteando con su cabello riendo mientras le hacía cosquillas con su barba incipiente de dos días.

— ¡Ahh! Joonie lo haces muy rico... métela mi amor... hazlo bebé

Aún con los ojos cerrados el pintor siguió bombeando dentro de su mano, en su fantasía metía y sacaba su falo del interior del trasero de su bebé, los gritos de ambos llenaron el recinto mientras una violenta tormenta explotaba en el exterior, los rayos caían, los relámpagos iluminaban todo como si fueran fláshes de cámaras, el sonido a la lluvia rompiendo contra la chapa del techo los acompañó, acallando de esa forma todo el ruido que podría haber salido de allí.

Finalmente, el pintor estalló en un orgasmo brutal, Jimin desapareció frente a sus ojos y todo se tornó muy frio y solitario. Con una sonrisa angustiante se dejó caer en el suelo, cansado y muerto de hambre, Namjoon se dejó llevar por los brazos de Morfeo

https://youtu.be/YofUPSyCrwo

Si querían escuchar la canción que Namjoon estaba escuchando.

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