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Capítulo 7

Jin enredó sus dedos con los dedos de Namjoon mientras caminaban por el corredor oscuro, la noche tranquila y de fiesta había quedado atrás horas antes, ahora eran ellos, solo ellos y las nubes que amenazaban con explotar en lluvia en cualquier momento.

Luego del espectáculo de Poker habían corrido a través de un pasillo escondido detrás de una de las paredes, el peligris no había podido negarse, solo había seguido al multimillonario por allí, parte porque temía que matara a sus amigos, y parte porque muy en el fondo, casi escondido, se hallaba una curiosidad insana por saber que estaba ocurriendo.

— ¿Qué se supone que haremos entonces?

— Harás...

— ¿Por qué yo? ¿Por qué solo? Tienes al chef Jung... a Jackson ¿Por qué yo?

Jin se detuvo bruscamente, empujó el cuerpo del pintor contra la mohosa pared de un edificio abandonado y pegó su cara contra la suya, fue solo entonces cuando pudo ver sus grandes ojos marrones teñidos de sangre, irritados de contener las lágrimas que se negaba a soltar.

— Porque no confío en nadie, porque todos son unas ratas asquerosas ¿No te dice nada que confíe más en ti que en mis allegados más cercanos? Te dije que había un topo, y creo que podría ser cualquiera de ellos dos... o ambos

— Pero el chef Jung lo conoce desde antes...

— En el negocio de la mafia, mientras más tiempo conozcas a alguien, más probabilidades hay que te clave un puñal por la espalda

Namjoon lo miró durante un largo minuto, ese no era el Jin calculador y seductor con el que había estado jugando los últimos días, y aunque lo fuera a negar, obligar a alguien a firmar algo solo para garantizar su fidelidad también hablaba de su desesperada situación.

— Escúchame una cosa... me importa muy poco tus problemas estructurales, mátalos y sigue con tu vida ¿No es eso lo que hace la mafia?

El multimillonario tapó su boca con la palma abierta de su mano, antes de poder quejarse o golpearlo, el pelinegro se llevó un dedo a la boca y le señaló hacia arriba; haciendo caso omiso al hecho de que no podía respirar, el peligris miró hacia el lugar señalado y se sobresaltó al ver una sombra oscura, apenas podía distinguirse de la mugrosa pared del edificio, pero sin lugar a duda era un hombre joven, algo delgado y con una enorme arma en las manos.

Con el más delicado de los silencios, Jin volvió a señalar, pero esta vez hacia un pequeño agujero oscuro en la pared de la edificación, la piedra alisada con el tiempo mostraba el paso que la gente había realizado a través de este, parecía ser un pasaje concurrido, aunque en ese momento el único que los acompañaba era el viento silbante y la lluvia resonante.

Los dos atravesaron el agujero, Jin debió agacharse ligeramente para caber con facilidad y Namjoon debió ajustar su duro estómago para poder caber. No necesitaron palabras, no requirieron absolutamente más nada que un intercambio de miradas, el pelinegro señaló el bolsillo de su pantalón, y el peligris se llevó sus manos hacia el suyo, asombrado de encontrar en él una cuerda de bajo, sabía que era de ese instrumento en particular porque era demasiada gruesa, pero algo elástica.

Jin caminó de puntillas hacia las escaleras, estaban maltrechas, pero eran sólidas y por suerte no crujían al subir por ellas. Caminaron como gatos, sigilosos y con la gracia de bailarines profesionales, en ningún momento se detuvo a pensar que eso estaba mal, que no debía continuar, que no le debía nada a Jin, ni siquiera cuando vieron la puerta roja al final del pasillo, color que quedaría grabado para siempre en el fuero interno de su corazón, color que sería fuente de sus más oscuros sueños irreales, color que le daría algo por lo que no dormir en la noche además de Jimin.

El pintor se detuvo en seco, quizá pensar en su exnovio fallecido segundos antes de matar a un matón no era la idea más brillante del mundo, algo que confirmó cuando, al levantar la mirada, distinguió una fantasmal figura blanca pegada a la maldita puerta roja.

Mierda

Sin importar lo suave que fue dicho, el eco que yacía en el lugar hizo su trabajo, la vibración viajó a través de los recovecos y se esparció a lo largo y ancho de la edificación, para suerte, o no tan suerte, de ambos, fue el segundo escogido para que la puerta se abriera de par en par, la tenue luz de fuera se filtró por el pasillo, dándole apenas algunos segundos para esconderse contra la pared del pasillo.

— Lo he perdido... —El hombre se quedó en su lugar mientras escuchaba al interlocutor del otro lado. Los dos, pintor y multimillonario mafioso, se miraron directamente a la cara, no necesitaban decirse nada para confirmar lo que ya sabían "Ese era Jackson" — No idiota... no sé dónde van... seguramente a revolcarse o algo...

Jin sacó un arma desde una sobaquera oculta y bien disimulada, sin más y con demasiada confianza apareció en el campo de visión del secretario.

— En serio Jackson, y yo que iba a pedirte que me dijeras "papi" que decepción...

— Señor... —Pero aquello que estaba a punto de decir fue ahogado por su propia razón, comprendió que su jefe no le creería nada de lo que fuera a decir, al hacerlo su rostro cambió violentamente a una sonrisa lobuna y espectral —. Larga vida a ZugZwang

Todo sucedió en cámara lenta, Jackson reveló su mano libre, aunque la oscuridad regía entre las cuatro paredes, el filo verde de una granada apareció radiante, centelleante cual regalo radiactivo.

Namjoon la vio primero, sabía que Jin no la podría ver a tiempo, sabía que era la única salida para ambos, y aun así ¿Por qué mierda estaba corriendo hacia el loco a punto de explotar en vez de dejar a ambos morir allí sin más? Jimin reía a su lado, parecía extasiado de pensar que estaban a punto de unirse en el infierno por el resto de la eternidad, todo ¿Por un estúpido mafioso millonario?

El grito que salió de su boca distrajo al secretario, quién miró asustado, por más asesino que fuera, había olvidado la primera regla "Si vas a matar a alguien, asegúrate que esté solo".

Tomó del cuello de la camisa a Jackson, ignorando las risas hilarantes de Jimin alcanzó a tirarlo con fuerza dentro de una habitación y cerrar la puerta antes que un estruendo violento interrumpiera la noche, la vibración de la explosión hizo caer la pintura vieja de las paredes, golpeó la puerta con la fuerza de cien caballos de fuerza e hizo que el pobre pintor saliera despedido contra la pared.

— ¿Qué mierda hiciste? —Gritó enojado Jin mientras corría hasta llegar a su lado.

— Se... dice gracias... infeliz —Susurró adolorido mientras tosía restos de pintura y restos de pared que se había tragado por el fuerte golpe.

Lo último que hubiera esperado es escuchar la risa del mafioso, podría esperar gritos o insultos, pero no eso.

— Podrías haberte ido... podrías haberme dejado —El peligris lo miró con dificultad, su vista estaba algo borrosa, su cabeza latía como si fuera a destrozarse en cualquier momento, cada vez que respiraba algo se clavaba en su pecho; y, aun así, el hecho de ver al multimillonario confundido por no haberlo abandonado, le pareció lo más gracioso de todo el día, lo que desencadenó un ataque de risa, el sonido inundó el lugar haciendo que al final, ambas risas resonaran llenando el lugar vacío y solitario.

— ¿Puedes levantarte? —Preguntó su ahora jefe mientras extendía su mano para intentar ayudarlo a incorporarse, en el proceso de levantarse Jimin apareció en su campo de visión, no parecía feliz por el resultado, y aunque intentó captar la atención de Namjoon, este lo ignoró como siempre lograba hacerlo.

— Creo que me he roto algo

— Ven... te llevaré a casa, te arreglaré lo que sea que te hayas roto

Ambos caminaron hacia la salida, a paso de tortuga los dos hombres se dirigieron hacia el oeste, llegando al final del callejón y subiéndose a un coche oscuro, los dos se dirigieron con rumbo a la ostentosa mansión del millonario.

Jungkook abrió los ojos, la tormenta explotaba a raudales fuera de la casa, podía verlo a través de la ventana, la cual sin la protección de las cortinas se veía amenazadora.

— TaeTae... TaeTae —Gimió asustado mientras intentaba despertar a su esposo, +este se dio vuelta adormilado y lo abrazó protectoramente contra su pecho, el calor y el suave latir lo arrullaron y lo tranquilizaron lo suficiente para bajar el acelerado ritmo desbocado.

— Tranquilo Cookie, tu esposo cuidará de ti

El rubio abrió los ojos y le sonrió, aunque había sido un día largo y ambos estaban muertos de cansancio, si fuera estaba tronando con fuerzas el pelinegro no iba a poder dormir,

— TaeTae... ¿Recuerdas el día que nos conocimos? —Susurró el pelinegro mientras acariciaba la mejilla del chico, sus ojos se encontraron y ninguno tuvo que decir nada para saber cómo terminaría esa conversación.

— ¿Hablas de cuando tu exjefe me arrojó una piedra por la cabeza y tuviste que suturarme?...

— No... aunque me encanta que recuerdes ese día... tan hermoso, tan pacífico... tan berrinchudo y mal educado...

— Jimin me tiró una piedra a mi cabeza ¿No es razón válida para estar enojado? —Jungkook soltó una carcajada, su mano ya no acariciaba la mejilla de su esposo, ahora reposaba sobre la cadera ajena, cada vez más cerca de su objetivo.

— Yo pensaba más en lo otro... lo que pasó luego de las suturas...

— Oh... hablas de cuando metí mi miembro en tu boca para callarte... creo que recuerdo algo... pero es difícil, pasaron algunos años... ¿Quieres revivir el recuerdo? —Jungkook acercó su boca al lóbulo de su amado, su lengua carmín lamió la carne y sus dientes mordisquearon el filo de la oreja.

— Oh bebé, creo que al que le toca ser cayado es a ti...

Sin tener tiempo a nada más, los fuertes brazos del guardaespaldas se cernieron sobre el abogado, las manos fuertes del menor recorrieron libremente cada recoveco, cada curva en el cuerpo ajeno. Los suaves gemidos que despedía la boca de Tae era aliciente suficiente para saber que estaba haciéndolo bien.

Jung...Jungkook... pa...para — El guardaespaldas hizo caso omiso al pedido desesperado, en cambio mojó sus labios y con su voz gruesa hizo vibrar sus cuerdas vocales para hacerse oír.

— Dime una razón válida para que me detenga, y no... mi enfermedad no es razón suficiente.

El mayor gruñó, pero los dedos salvajes de su esposo le hacían el trabajo de pensar demasiado complejo, y cuando las dos primeras falanges se clavaron en el filo de su ano, todo se volvió aún más complicado.

Yo... Yo...

— No es una razón válida bebé... abre las piernas para papi

Taehyung obedeció, y mientras descansaba su cabeza en el hombro de su esposo, su miembro comenzaba a reaccionar a las caricias, la mano libre de Jungkook se cerró sobre el largo y delgado cuello de Taehyung, apretando con cuidado lo suficiente para darle placer, pero no para matarlo.

Aagh...

— Me encanta tenerte así, disponible para mí, hecho un mar de lágrimas... quiero que me pidas... que me ruegues que te la meta ¿Harás eso por mí? —Dijo con su voz grave y firme mientras soltaba ligeramente el agarre para poder liberar a su esposo.

— No... esta noche no voy a rogarte Jeon

El pelinegro enredó sus piernas con las de Tae y las forzó hasta lograr abrirlas tal y como le había exigido minutos antes, sin perder mucho tiempo, su mano golpeó su muslo interno, y sin darle tregua, volvió a golpear dos o tres veces el mismo punto, disfrutó al ver la marca roja en él.

— Algo me dice que sólo me dices que no porque disfrutas que te golpee ¿Te gusta que te haga eso Taehyung? ¿Te gusta que marque tu piel?... ¿Qué te diga puta?

No... Aagh —Gimió el rubio echando por tierra su fachada dura y dejándose derretir y deleitar por las manos de su esposo.

— Hoy quiero que aprendas una lección importante... —Jungkook llevó su mano a al miembro de su esposo, puso su dedo pulgar sobre la punta rosa y apretó hacia abajo mientras apretaba con los demás dedos alrededor del falo —, al final de la noche me darás lo que quiero...

Con su mano libre tomó la pequeña botellita de lubricante que siempre escondían bajo la almohada, y dejó caer el gel sobre la entrada. El frio cerró su entrada, pero no por mucho tiempo, la primera falange del dedo forzó la apertura lo que llevó a Tae a clavar sus uñas en la tela de la cama.

Jung...kook... Aahgg

El pelinegro se rio, decidiendo que por esa vez sería benévolo, metió tres de sus dedos de golpe y sin aviso comenzó a meterlos y sacarlos, cada estocada rozaba la próstata, los dulces gemidos de Tae inundaron la habitación, cada sonido vibraba dentro del cuarto haciendo que la tormenta afuera pasara a segundo plano, cada penetrada violenta hacía mover al mayor, su cuerpo rozaba el pene del pelinegro por lo que, al cabo de algunos minutos, estaba empalmado y preparado.

— Solo pídemelo Taehyung

Jung...Kook... en... tus... sueños... jódete

El pelinegro frenó de golpe las estocadas, fingiendo enojo, empujó al chico lejos de él, bajándose de la cama con cuidado de no tropezar, y caminando hacia el armario.

— En cuatro mirando a la pared...

La voz gruesa y dura del guardaespaldas no dejó lugar a dudas, esa era una orden que si desobedecía sería capaz de dejarlo sin sexo sólo como castigo, y como no quería eso, se puso en cuatro mirando a la pared. Eligió no mirar, le gustaba la adrenalina de fantasear con su próximo castigo.

— Esta es tu parte favorita ¿A que sí? — Jungkook se acomodó de rodillas detrás de Tae, su miembro grueso y largo se acomodó en la entrada, acomodándose, pero no metiéndose —. Si llegas a las diez nalgadas sin buscar tu recompensa, te daré tu premio

Antes de poder opinar, Jungkook dejó caer su mano abierta sobre la nalga blanca de su esposo, el sonido del golpe cosquilleó ambos cuerpos, y aunque lo intentó, en el cuarto golpe, Tae retrocedió auto penetrándose y buscando el alivio que ambos necesitaban, Jungkook no lo detuvo, lo dejó gozar a gusto hasta que ambos llegaron al clímax que tanto necesitaban.

Jungkook cayó sobre Tae, ambos rieron alegres luego de la liberación.

— Te amo Tae

— Te amo... futuro papá Jeon

— No puedo creer que esto está pasando... aunque aún sigo enojado por lo que hiciste —Tae se dio la vuelta con esfuerzo y lo miró con un puchero en sus labios.

— Lo siento... ¿Qué puedo hacer para compensártelo?

— Bueno... esto es una buena forma de hacerlo... también puedes masajear mis pies, dónde están más olorosos

— Eres un tarado...

— Soy tú tarado

Taehyung rompió en risas mientras que fuera la tormenta por fin comenzaba a amainar, el día parecía precioso y sólo auguraba cosas buenas. 

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