Capítulo 15
Ambos chicos se dirigieron a su escondite donde habían acordado que sus sesiones de práctica se llevarían a cabo. Luego de que rutinariamente ambientaran el lugar y se pusieran cómodos, se dispusieron a recitar el libreto que habían estructurado y que sería el contenido de su presentación.
A decir verdad, Min era el único que hablaba, pues Jimin se había sumido completamente en sus pensamientos los últimos días, que había sido complicado para él memorizar los fragmentos que le habían sido asignados. Eso y que realmente no se sentía capaz de exponer algo tan personal para él.
Jimin, en palabras propias de sus profesores, siempre se había destacado por hacer unas presentaciones excelentes, y era verdad. De hecho, se sentía cómodo presentando un tema cuando tenía pleno conocimiento sobre este. Sin embargo, aunque en su exposición fuese a tratar un tema tan cercano a él, realmente no entendía de qué se trataba. Receptores, percepción musical, memoria traumática... Esos y más conceptos técnicos parecían explicar lo que ocurría con Jimin, sin embargo, para él todo se resumía en la ansiedad que sentía cada vez que los recuerdos se adueñaban de su sistema. A simple vista era tan claro para Min cada vez que exponía uno de sus fragmentos, pero para Jimin sólo eran palabras concatenadas entre sí que buscaban tener sentido.
— Sé que esto es difícil para ti, Minnie —De pronto escuchó cómo el pelinegro se dirigió a él. Jimin había dejado de prestar atención y el chico se había dado cuenta—. Pero eres demasiado valiente... y permitirme llevarte a las respuestas que tanto has estado buscando... eso de verdad es importante para mí.
El rubio no pudo evitar sonreír, las palabras de Min eran el repelente efectivo contra sus pensamientos intrusivos, y ello se veía reflejado en la sonrisa que ahora adornaba su rostro y en esa calidez que pronto había invadido su corazón. Estaba nervioso, no lo iba a negar, lo había estado desde que Min mencionó el tema que quería tratar, pero había aceptado hacerlo. Sabía que en el fondo quería hacerlo y Min era ese impulso que necesitaba para seguir adelante.
— No sé qué hice para merecerte —respondió honesto, mirando esos ojos felinos que se habían convertido en su cosa favorita de ver.
— Has hecho muchas cosas por mí, eres tan bueno que las has hecho sin darte cuenta de ello. Me convertiste en alguien distinto —El pelinegro le respondió contagiado por su sonrisa. Ambos se quedaron mirando al otro por varios minutos, tan cómodos que no era necesario decir algo más.
— ¿Por qué siempre te me quedas viendo?
— ¿Te he dicho alguna vez lo mucho que me gustan tus ojos? —El rubio le respondió con otra pregunta.
— ¿Por qué? ¿Qué tienen mis ojos? Son normales, negros y.... normales.
— No lo sé, siento que le dan un toque felino a tu mirada —Aseguró acercando sus pequeñas manos al rostro pálido del chico. Trazó un camino por toda su cara, desde sus ojos, hasta su barbilla, pasando por su frente y aterrizando en sus labios.
— ¿Felino? ¿Mis ojos me hacen lucir como un tigre? —El pelinegro aprovechó para tomar una de las manos del rubio y jugó con intentar morderlo.
Jimin rió, negando suavemente con la cabeza y entrelazó su mano con la de su compañero, guiando aquella unión hacia sus labios—, No. Pareces un gatito. Un gatito feliz, enojado y cuando me miras... —hizo una pequeña pausa—. un gatito enamorado —Masculló y depositó un beso en los nudillos del pelinegro.
La inesperada acción de Jimin hizo que el rostro pálido de Min se tiñera de un suave tono rosado, y Jimin sintió en ese momento la necesidad de besarlo. Y así lo hizo. Se acercó lentamente al mayor y al ver que este cerró los ojos, unió sus labios y se sintió caer en un campo lleno de pétalos de rosa.
(...)
''Lo que hace importante a tu rosa, es el tiempo que le has dedicado. Le dijo el Zorro al Principito.''
''Estoy seguro de que todos tenemos una rosa como el Principito. Esa rosa representa a alguien de nuestra familia, a mamá, a papá, o a nuestros hermanos. Como las rosas, existen millones de personas en el planeta tierra, pero sólo aquellas que ocupan un lugar tan importante en su corazón serán realmente las únicas en el universo que valgan la pena.''
''¿Quién es tu rosa?''
Jimin sabía quién era su rosa, no lo había notado desde el principio, pero siempre estuvo delante de sus ojos. Ahora, aunque era demasiado tarde, se había vuelto claro para él.
''Los hombres –dijo el principito– se meten en los trenes, pero no saben a dónde van. No saben qué quieren ni saben qué buscar...''
¿Qué era lo que buscaba Jimin? ¿Realmente iba a encontrar algo que explicase su condición médica y lo sensible que se ponía cada vez que debía enfrentarlo?
''Pero los ojos no siempre saben ver. Hay que buscar con el corazón.''
La respiración de Jimin empezó a entrecortarse, su ritmo cardíaco se aceleró y sintió miedo. Estaba acostado en el piso, era consciente de ello, pero no podía abrir los ojos ni mover sus extremidades. Empezó a gritar. Otra vez, los recuerdos se estaban apoderando de su mente.
Abrió los ojos, pero no veía absolutamente nada, todo a su alrededor era una noche negra sin ni una estrella que le hiciese compañía. Estaba sumido en una completa oscuridad. Quiso correr, pero sintió sus pies atrapados en el suelo, como si arena movediza le impidiese escapar. Se desesperó.
El pelinegro a su lado se había despertado y aterrado no supo qué hacer en el momento en el que Jimin se empezó a mover a su lado y a murmurar cosas inentendibles. En un momento, el rubio apretó tanto su mandíbula que sus dientes habían empezado a rechinar por la constante fricción que se creaba involuntariamente entre los mismos.
— Jimin... Jimin despierta. — cuando por fin pudo reaccionar el pelinegro zarandeó al menor intentando despertarlo de su pesadilla. No sabía qué podía ser tan malo para que ocasionara esa reacción en Jimin, pero necesitaba sacarlo de allí. — Mimi, por favor... despierta. — rogó con miedo de que la situación se le saliese de las manos y odiando aquello que atormentaba al rubio.
Cuando Jimin por fin pudo abrir los ojos, él estaba ahí.
El rubio lo observó. Lucía tal y como lo recordaba, sus mejillas sobresalían dándole un aspecto de niño bueno. Y es que lo era, él era muy bueno para este mundo.
— Lo siento mucho, realmente lo siento mucho — el menor alzaba su mano para tocar su rostro. — Si yo no hubiese sido tan egoísta, si yo.... — A medida que hablaba las lágrimas empezaban a caer. — Te extraño mucho, no puedo hacer esto sin ti. Yo no- no, no puedo — se acercó aún más a él y lo abrazó. Sentirlo de nuevo en sus brazos, poder volver a percibir su característico olor a canela y dulce, era un sueño para él y temía despertar. — No me dejes solo, por favor. No te vayas, no me dejes. Me siento incompleto sin ti. — pero el horrible pitido en su tímpano derecho hizo acto de presencia, terminando por desesperarlo. Su respiración empezó a fallar. Miles de imágenes, sensaciones y sonidos se instauraron en su mente.
Las voces infantiles.
Los aplausos.
El olor a café.
El sonido de una caja registradora.
Los gritos.
Los libros esparcidos en el piso.
La última canción.
El olor a canela y dulce.
Su último Fouette.
Hojas rotas.
Él.
Sintió cómo la otra persona le correspondía el abrazo y empezaba a mecerlo. La letra de una canción que desconocía empezó a salir de sus labios. El rubio empezó a sentir cómo las caricias que eran propinadas de forma uniforme en su cabello y aquella voz ronca lo calmaban poco a poco.
— Keep holding on... 'cause you know we'll make it through, we'll make it through... — el pelinegro cantó suavemente intentando tranquilizar a Jimin. — Just stay strong... 'cause you know I'm here for you... — susurró otro pequeño fragmento de la canción mientras él mismo se perdía en los cabellos dorados del chico que sostenía entre sus brazos. Después de un rato en el que esperó que Jimin volviera dentro de sí, sintió al chico moverse.
— Min... — Jimin abrió los ojos sorprendido. Su mente le había hecho una mala jugada. Otro episodio en el que sus recuerdos eran su peor enemigo y las alucinaciones se adueñaban de su realidad.
— Las personas, si bien no pueden sanar autónomamente, pueden ser ayudadas a salir adelante. Poco a poco y con paciencia, ayudarla a crear recuerdos que puedan hacer que esas memorias pasen a un segundo plano —el pelinegro recitó uno de sus fragmentos de la presentación sobre el cabello del rubio, aspirando su aroma a lavanda— ...sé que la música no te trae buenos recuerdos, pero ¿sabes por qué te canto cada vez que veo que esas memorias se adueñan de tu mente? Jimin... yo quiero ayudarte a que la música sea un buen recuerdo para ti. —soltó temeroso, Min había dado un paso arriesgado, pero Jimin lo valía.
El rubio en sus brazos lo miró a los ojos, aunque las lágrimas que se habían vuelto a acumular en ellos le hacían la vista borrosa. Cerró los ojos liberando su océano. El menor sabía que Min estaba ahí, y no era necesario verlo directamente, porque su corazón sabía que así era.
— Todavía no es demasiado tarde... todo esto puede desaparecer —le aseguró llevando sus pulgares a las mejillas del rubio, secándolas una vez más— No te voy a dejar solo —mencionó al recordar que Jimin, en medio de su alucinación, insistió en que no lo dejara. Y aunque ahora sabía que no se refería a él propiamente, le prometió que nunca lo haría.
Feliz inicio de semana <3
-Pitu y Aly.
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