Capítulo 14
3 de julio del 2021
— Es más de medianoche, pensé que iríamos a la biblioteca a preparar la charla. Nos queda poco tiempo, Agust —dijo el rubio haciendo un puchero mientras era -casi- arrastrado.
— Hay mucha gente allí, las actividades cada vez consumen más tiempo y escuché que en Naturales también están preparando un debate. Las mesas deben estar llenas entre los chicos y chicas de ambos enfoques. En cambio, si tenemos un lugar que es sólo para nosotros, ¿Por qué no usarlo? Puedes hacer todo el ruido que quieras y nadie te va a molestar.
Jimin lo golpeó con la mano que tenía libre: — Eres un imbécil, Agust ¿Tanta confianza te tienes?
— Me refería a que puedes practicar tanto como quieras sin que te manden a callar, ¿En qué cochinadas piensas? A veces creo que eres tú el que me está corrompiendo —replicó el pelinegro en risas, notando que el menor se había volteado tratando de esconder su rostro avergonzado.
— Cállate y camina, hace brisa.
— ¿Lo dices para que te abrace?
— No, lo digo para que te calles y camines más rápido.
Agust soltó la mano de Jimin y se apresuró a entrar a la cabaña para buscar las mantas que ellos mismos habían llevado hace unos días para que pudieran estar cómodos. El rubio cerró la puerta tras de sí, poniendo seguro en caso de que algún curioso quisiese irrumpir, sabía que no era permitido para ellos estar en un lugar diferente a las cabañas, laboratorios y biblioteca en horas de la noche pero desconocía si la excepción se extendía hasta el pequeño salón de música. Era mejor prevenir que lamentar.
— Bueno, empecemos ¿Trajiste todos los materiales?
— Sí, están en la mochila.
El rubio empezó a buscarla, pero por la poca luz en el lugar no pudo ubicarla— ¿Dónde está el interruptor? No veo nada y no encuentro tu mochila.
— Ya, dame un segundo, subiré los tacos. La mochila está en la esquina detrás del piano, cari-... —antes de que pudiese terminar la frase, se detuvo abruptamente percatándose de lo que había dicho y se apresuró a dirigirse al lugar donde se encontraban los interruptores de circuito. Jimin se quedó estático, había escuchado lo que dijo el pelinegro y se sintió extraño por el mote. Se apresuró a ir al lugar indicado, encontrando una mochila con unos cuantos libros, una laptop, comida y agua.
— Listo, la encontré. ¿Dónde nos vamos a sentar?
— Puse unas cuantas mantas y cojines en una de las esquinas, queda debajo de uno de los bombillos así que tendremos luz suficiente — gritó el pelinegro, quien aún estaba intentando iluminar el lugar.
Jimin se sentó en el lugar indicado, sintiendo una grata sensación de confort que le proporcionaban las mantas y cojines. Notó la luz volver junto con el aire acondicionado enfriado de forma agradable el lugar. Min entró un poco apenado y tomó asiento a su lado.
— Siento demorar tanto, por alguna extraña razón no lograba descubrir qué taco pertenecía al salón.
El menor negó, restándole importancia al asunto.
— Respecto a lo que dije hace unos minutos, espero que no te haya incomodado. No fue mi intención hacerte sentir de esa forma...
— Está bien. Es decir, sí me sentí incómodo. No tenemos nada formal, todavía no hemos hablado respecto a lo que sucedió. Siento que ambos tenemos mucho en qué pensar pero aún no es momento de preocuparnos por eso, y menos a días de tener que presentar la segunda actividad.
— Tienes razón, fue algo apresurado. Pero no puedo evitar querer llamarte de alguna forma diferente a como lo hacía antes. No eres mi novio, no todavía, pero tampoco eres alguien cualquiera.
— Nunca nadie además de Tae y mi familia me ha llamado por algo que no sea mi nombre. Es un poco extraño para mí — el rubio finalmente volteó a mirarlo. Acercó una de sus manos a la del pelinegro y empezó a jugar con sus dedos—. pero si lo haces tú, supongo que está bien.
— Me gusta cuando tomas mi mano, Minnie.
Jimin sonrió al escuchar su nuevo mote, le gustaba esta faceta tierna y romántica de Agust y estaba cayendo perdidamente por la persona que estaba frente a él.
— ¿Sabes algo? Me gusta más cuando me llamas Min.
— ¿Por tu apellido? Creí que seguir llamándote de esa forma sería un poco rudo, por eso empecé a llamarte por tu nombre.
— Todo el mundo usa mi nombre, Minnie. Pero amo la forma en la que me llamas "Min", más aún cuando pareces enojado y haces ese pequeño gesto con tu boca que se ve jodidamente adorable en ti —Jimin no se percató en qué momento el pelinegro se había acercado tanto a él, no pudo evitar observar sus labios y acercarse un poco más para volver a probarlos y revivir esa extraña sensación que salía a flote cuando estaba a su lado.
Lentamente se sumieron en un beso, el cual, diferente al primero, era tímido y suave. Min dejaba pequeños besos en sus labios y su mano había subido a su mejilla acariciándola suavemente. Ambos juntaron sus frentes, dando fin a este. — Me vuelves loco, Park Jimin. — dijo antes de darle un beso en la comisura de su boca.
— ¿Sabes qué me vuelve loco? Que faltan siete días para la presentación y no hemos avanzado en absolutamente nada. — sacó la laptop de la mochila y la puso sobre sus piernas. — A trabajar, Min.
(...)
— Tengo hambre, me estoy muriendo de hambre, ¿Me vas a dejar morir de hambre? — habló Jimin dejando la laptop a un lado y recostando su cabeza en las piernas del pelinegro para llamar su atención.
— Hay comida en la mochila, escoge lo que quieras. No sabía qué te gustaba así que traje varias cosas. — Agust apartó la vista de los libros para observar el rostro del chico que reposaba en su regazo.
El rubio hizo un pequeño puchero — Dame de comer, ya no siento las manos de escribir.
—Minnie, no esperes a que te alimente sólo porque te ves tierno.
El menor levantó su cabeza un poco para darle un beso al pelinegro—. Quiero papitas, por favor. — terminó la frase dándole otro pequeño beso.
Agust negó al notar lo manipulador que se tornaba en ocasiones el chico, se estiró para alcanzar la mochila y sacar un paquete—. Al menos levántate, te vas a atorar si comes acostado. No sé practicar RCP; si te ahogas, te mueres.
Jimin se incorporó a regañadientes y se levantó para sentarse entre las piernas estiradas del mayor quien lo observaba con una ceja alzada.
— ¿Qué? Dijiste que no me ibas a dar de comer si seguía en esa posición, pero aún me quiero recostar, así que te usaré de almohada —recargó su cabeza en la clavícula de este y sintió cómo posiciona el brazo sobre su estómago—. Me voy a quitar el audífono, háblame alto o por el oído izquierdo. Me fastidia tenerlo puesto tanto tiempo —le explicó al pelinegro mientras se quitaba el pequeño dispositivo y lo dejaba sobre el cojín en el que anteriormente se encontraba acostado.
El pelinegro posicionó al chico a su lado derecho, ocasionando la risa de este al sentirse como un muñeco por la forma en la que había sido movido.
— ¿Así está mejor? —el rubio asintió al escucharlo fuerte y claro por su oído funcional.
El mayor destapó la bolsa para empezar a alimentarlo—. ¿Cómo funciona el aparato?
Jimin se tomó unos segundos antes de hablar, para poder organizar sus ideas y explicarlo de forma simple sin decir cosas de más.
El tema aún resultaba complejo para el rubio, pero de alguna forma se sentía cómodo con el chico a su lado. No podía explicar la forma en la que las cosas entre ambos habían escalado tan rápido ni quería pensarlo con detenimiento. En ese momento estaba bien, se sentía extrañamente querido y las caricias en su piel propiciadas por el mayor le ayudaban a relajarse y darse cuenta que, en realidad, lo que estaba haciendo era correcto. Sus sentimiento, cualquiera que fuesen, se sentían correctos. Ahora sólo quería confiar y para eso debía abrirse con él y contarle las cosas que no se atrevía a decirse ni siquiera a sí mismo.
— Funciona como un amplificador. ¿Recuerdas que mencioné cómo sin él siento un ligero rumor? —sintió cómo el pelinegro asentía antes de tomar otra papita y dirigirla a su boca— bueno, con el audífono esta molestia desaparece y hace que escuche los sonidos de forma fuerte y clara. Cuando estoy sin él, todo lo que logro escuchar es este molesto ruido, de fondo percibo los sonidos externos, pero se escuchan bajos así que a menos que estén muy cerca o me concentre mucho, no puedo escucharlos.
— ¿Es reversible?
— No... lo sé... Las papitas están deliciosas, hace mucho no comía. ¿De qué sabor son? — habló apresuradamente el menor para cambiar de tema y evitar decir algo que no debía.
— Crema de cebolla. Traeré más cuando tengamos que estudiar hasta tarde.
— A este paso me vas a engordar —rió Jimin, aligerando el ambiente que se había vuelto tenso tras hablar sobre su condición.
— Es imposible que eso suceda, pero si llega a pasar encontraremos una forma en la que puedas hacer cardio y que te diviertas en el proceso —replicó el pelinegro en su oído, tornando su voz más ronca de lo normal.
— Eres un puerco, Min. Cállate.
— Te hablo de salir a correr todos los días y tú me llamas puerco, eres un asqueroso pervertido, Minnie.
El mencionado soltó una fuerte carcajada, Agust notó cómo sus mejillas se elevaban haciendo sus ojos más pequeños. Al ver cómo Jimin elevaba su mano para tapar su boca, lo detuvo—. No hagas eso, me encanta ver cómo ríes. Y es aún mejor cuando soy yo quien provoca tu sonrisa.
El rubio le quitó la bolsa al mayor, retiró los libros y la laptop que estaba junto a ellos, y agarró una cobija gruesa que estaba a sus pies—, te vas a cansar de la espalda, acuéstate. Vamos a dormir ya, es tarde. Mañana seguimos con el trabajo —dicho esto se levantó a apagar la luz que ya se estaba tornando molesta.
Con su celular, alumbro el camino al chico que lo esperaba acostado.
— ¿Realmente vamos a dormir acá? ¿No vas a estar incómodo en el suelo o durmiendo con la ropa del día?
— Min, nos estamos quedando en la cabaña más alejada, son las tres de la mañana y al ser verano, tenemos el aire acondicionado a su máxima capacidad. Si salimos así, el choque térmico nos va a enfermar, sumándole que a esta hora hace mucho viento. Así que no molestes, tengo sueño. Allí hay un baño y nos lavamos los dientes apenas lleguemos a la cabaña —replicó con voz cansada el menor acostándose a su lado y abrazándolo—. Sólo abrázame y duérmete.
Como un autómata, Agust hizo lo que el rubio le había pedido. Jimin sonrió al sentir los brazos del mayor a su alrededor, realmente no se había percatado lo cansado que estaba hasta que el pelinegro lo abrazó. Fue así como en menos de nada, cayó profundamente dormido.
A la mañana siguiente, Jimin se daría cuenta del error que había cometido.
— No... no... no puede ser —murmuró el rubio preocupado.
— ¿Minnie? —bostezó el chico acostado a su lado. Lo había despertado.
— Mierda, Min. Lo hice pedazos —Jimin se apresuró a mostrarle su audífono sobre sus manos -o lo que quedaba de él- con un notable arrepentimiento que reinaba en su mirada— Anoche... mierda... anoche se me olvidó recogerlo del piso. Me acosté sobre él. ¡Mierda!
— Hey... calma. Tranquilo. ¿No tienes otr... —el pelinegro no terminó de hablar pues fue interrumpido por el rubio que saltó levantándose de su cama improvisada.
— ¡Sí! ¡Eso es! —respondió rápidamente como si un recuerdo hubiese llegado a su mente en cuestión de segundos—, en mi maleta, de repuesto —balbuceó mientras se ponía los zapatos y corría hacia la puerta del pequeño lugar—. ¡Vamos, qué esperas!
Y así fue como ambos salieron disparados hacia la cabaña que compartían, en búsqueda de aquel repuesto. No tardaron en llegar al dormitorio y a Jimin poco le importó que fuesen las 7 a.m. y que probablemente despertaría a sus otros dos compañeros, pues entró azotando la puerta contra la pared y corrió hacia su maleta.
— ¿Dónde pasaron la noche? —cuestionó un azabache al ver llegar la pareja a la cabaña.
— ¿Qué haces acá? —replicó el pelinegro al ver a Taehyung tan temprano en su cabaña y que, por el contrario, sus otros dos compañeros no se encontraran por ningún lado.
— ¿No te enseñaron que es de mala educación responder una pregunta con otra? —le respondió toscamente— ¿Jimin? ¿Qué estás buscando? —se dirigió a su mejor amigo con preocupación al verlo escarbar sus pertenencias con desespero.
— ¿Y a ti no te enseñaron a visitar lugares ajenos a una hora prudente? —interrumpió el pelinegro.
— Tú cállate. Tienes 19, debería denunciarte por estar pervirtiendo a un menor.
— Tengo 18.
— Tiene 18.
Replicaron el rubio y el pelinegro al mismo tiempo, el primero ahora buscando entre sus cajones.
— Pero se ve como un bebé, ¿Cómo te atreves a pervertir a mi bebé?
— Tae, basta. ¿Qué necesitas? — dijo Jimin con voz cansada, no encontraba el repuesto de su audífono y empezaba a frustrarse.
— Vine anoche a traerte unos panecillos que sobraron. Pero... no importa. ¿Qué buscas? —le preguntó nuevamente al rubio acercándose a él.
— Mi audífono de repuesto, Tae. Sabes que siempre lo cargo conmigo, siempre en mi maleta, pero no...
— Jiminnie... el audífono que tenías era el audífono de repuesto —Taehyung devolvió a la realidad a su mejor amigo, tomándolo por los hombros y haciendo que lo mirara— El invierno pasado... ya sabes...
En medio de su desesperación, el rubio olvidó que, de hecho, ya había dañado su audífono el invierno pasado luego de una pelea con el entonces imbécil de Agust. Suspiró manteniendo la compostura. No podía gritarle ni reclamarle a nadie más que él mismo. Nadie lo había obligado a lanzar el primer audífono en un acto de enojo, ni tampoco a dejar el de repuesto descuidado para luego aplastarlo.
— Da igual, quedan dos semanas, podré sobrevivir sin él. No soy completamente sordo así que podré sobrellevar la situación —murmuró resignado y miró a los chicos que lo veían preocupado —. Estaré bien. Sólo griten y los escucharé —dijo riendo un poco por su mala broma— Por cierto, ¿Para qué me buscabas, Tae?
El azabache asintió entendiendo el giro de 360 grados que su mejor amigo le había dado a la conversación. Sabía que Jimin podía sobrevivir sin su audífono, lo había hecho cuando en el doctor le dijo que necesitaría aprender a vivir usándolo, pero este se negó a obedecer por lo extraño que le parecía. Duró un mes sin el dispositivo, aunque al final tuvo que llevarlo a regañadientes pues el molesto pitido en su tímpano lo estaba volviendo loco. Dos semanas no serían un gran problema.
— Vi que no estabas y Eunbin mencionó que quizás estarías en biblioteca, así que llamé a Jaemyung y a Sunhee quienes sí estaban allí y dijeron que no te habían visto desde la comida. Me preocupé así que te escribí y llamé, pero no contestabas, entonces me quedé a dormir esperando que llegaras.
— Tuvieron que haberlo visto, parecía una gallina que había perdido a su pollito —la puerta del baño se abrió, mostrando el rostro mañanero de Jeon— Woow... ¿qué pasó aquí? —preguntó refiriéndose al desorden que había ocasionado Jimin.
— ¿Tú qué haces aquí? —cuestionó el rubio apresurándose a reorganizar sus pertenencias. Dirigió su mirada a Agust quien se encontraba sentado en su cama y encogía los hombros en un claro signo de que tampoco tenía ni idea de qué estaba sucediendo.
— Bueno, alguien tenía que evitar que Tae enloqueciera y yo estaba cerca. Así que me auto invité a dormir con él.
Jimin miró su litera con desconfianza— Levántate Kim Taehyung, iré a quemar las sábanas —la risa del tatuado llenó el lugar, recibiendo una mirada fulminante del rubio.
— No te preocupes, Park. Dormimos en la cama de Min, es un poco más grande. En la tuya hubiese sido incómodo.
El mencionado, quien se había desconectado de la conversación para enfocar su atención a su celular, miró a su mejor amigo procesando sus palabras. De forma casi imperceptible levantó una pantufla, la cual le dio al chico tatuado directamente en el estómago. El azabache al ver a su ¿pareja? en el piso, se apresuró a levantarlo— Eres un animal, Agust. Ya nos vamos, no soporto estar en lugares donde no nos quieren —volteó a ver a su amigo— luego te escribo, desagradecido, y espero que esta vez respondas.
La pareja salió del lugar llevando consigo todo el alboroto. Jimin terminó de poner todo en su lugar en silencio y se dirigió al baño para cambiarse la ropa y lavarse los dientes. Al salir vio al pelinegro acostado en la litera.
— ¿Qué haces?
— Te aviso que voy a dormir contigo, no pienso volver a tocar esa cama — dijo con una mueca de asco mientras se levantaba y caminaba hacia el baño. Al pasar junto al menor se detuvo, le dio un beso en la mejilla y siguió su camino. Antes de cerrar la puerta del baño el rubio alcanzó a escuchar un —No tuve tiempo para decirlo pero, buenos días, Mimi.
Buenas nochessss
Un día adelantado porque estamos súper quemadas en parciales, digan fighting! c:
Esperemos que estén disfrutando su lectura y que estén amando a los personajes tanto como nosotras lo hacemos.
Enviando buenas vibras y mucho amor <3
-Pitu y Aly.
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