Hazel.

Tres días han pasado desde mi encuentro con Jaden. Mañana será nuestra cita, estoy tan ansiosa, aún sigo sin creerme que él me ha pedido tener una cita. En mi vida he tenido pocas veces, citas, y no me emocioné tanto como ahora.

«Cuantas veces tengo que repetirlo, es porque te gusta Hazel».

Mi subconsciente tiene razón, me gusta Jaden y siempre ha sido así, no hay porqué negarlo. Lo ha hecho desde que tenía trece años y lo conocí.

El sonido de unos tacones acercándose a mí habitación, me saca de mis pensamientos. La puerta se abre, mostrando a mi abuela. Regresaron ayer, y desde que llegaron han estado actuando extraño, y un poco alertas. Camina hasta quedar frente a mi tocador, repiqueteando sus uñas sobre la mesa, voltea a mirarme.

—Vengo a informarte, que el sábado vendrá la familia Brandon a cenar. Infórmale a tus amigas… y por favor, compórtense.

—¿Puedo saber quiénes son ellos?

—Nuevos inversionistas en el Bufete.

—¿Él, ya lo sabe?

—No, y no tiene porqué saberlo.

—Tranquila… no le diré nada.

Asiente y a continuación sale de la habitación. No pasan ni dos minutos, cuando la puerta se abre de nuevo. Ésta vez se trata de Alice y Heather, las dos se lanzan a mi cama.

—Estoy aburrida—dice Alice, alargando la i.

Heather no deja de mirar su teléfono y sonreír. Me hago una idea de con quién, podría estar hablando, Alice también lo nota.

—¿Estás hablando con Thomas?

—No… nos dimos cuenta que no compaginamos—suelta con simpleza.

—Como saben eso, si, ni siquiera  tienen dos semanas conociéndose—refuto, con el celo fruncido.

—No, pero lo poco que llevamos conociéndonos, hemos visto que nos parecemos en muchos aspectos. Y, ya saben lo que dicen: Polos iguales repelan, y eso es lo que nos ocurrió a nosotros.

—No siempre tiene, porqué ser así—le comenta Alice.

—No, pero nosotros fuimos el caso contrario. Cambiando a otro tema—Heather deja su teléfono a un lado y me mira— notaste que al bombón repostero, le gusta el jardinero sexy.

—Si, lo sé—hago un mohin.

—Yo no noté nada—musita Alice confundida.

—Como lo vas a notar, si estaba babeando por Bryce—le dice Heather, en tono juguetón.

Dirijo la mirada a Alice, que se encuentra con todo el rostro sonrojado.

—Y tú, ¿Qué hay con Bryce?. Y no me digas que nada, porque ví esas miradas que se lanzaron—termino agregando, ella abre mucho los ojos y logro ver un atisbo de nervios en ellos.

—No hay algo en sí, solo hemos estado hablando y ya—musita, y sé que le cuesta hacerlo.

—Haré como que te creo—la miro, entrecerrando los ojos—por cierto chicas, el sábado vendrá un inversionista a cenar.

—¿Tenemos que vestirnos elegantes, o con ropa casual?—Indaga Heather.

—Supongo que con ropa casual… pero que sea bonita.

—De eso no te preocupes.

Me recuesto sobre mi espalda, mirando en techo. No puedo evitar esbozar una sonrisa, al mirar las estrellas que se encuentra ahí. Pareciera que fue ayer, cuando Jaden me ayudó a colocarlas.

Fueron tantos momentos, que pasamos juntos durante esos dos años. Tardes debajo del árbol, escuchando música, hablando sobre los libros que leía… admirándolo mientras dibujaba.

Pero todo eso cambió, cuando mis abuelos decidieron enviarme al internado.

El resto de la tarde, la pasamos viendo un maratón de una serie que Thomas le recomendó a Heather, Dark. Era un poco confusa, pero muy interesante.

Al llegar la hora de la cena, Isobel nos avisó que ya mis abuelos nos esperaban en el comedor.

Nos encontrábamos cenando, siendo el único sonido, el chocar de los cubiertos contra los platos.

—Chicas, no les había dicho, pero dentro de unas semanas será la gala benéfica.

Rompe el silencio mi abuelo, bebiendo de su vino nos dirige una mirada.

—¿Sobre que es la gala, señor Evans?—le interroga Alice.

—Es una recaudación de fondos, para un centro hospitalario—le responde mi abuelo, mirándola a los ojos.

—Oh, eso suena interesante.

—Lo es querida, a mí esposo y a mi siempre nos ha gustado ayudar en el centro—secunda mi abuela.

«¿Ayudar? No lo creo, querrás decir, ganar fama mediante esa acción».

Esa noche me duermo pensando, en todo lo que me ha pasado durante éstos años. Desde la muerte de mis padres, luego mudarme con mis abuelos, después las clases particulares -ya que mis abuelos, así lo quisieron- vivir encerrada en la mansión. Hasta que lo conocí a él, Jaden, el trajo color a mi vida, alegría.

Y luego se me fue arrebatada.

[…]

Dejo mi cabello húmedo suelto, para que se pueda secar al natural. Me coloco mi albornoz, y me dispongo a buscar mi atuendo de ésta noche.
Mi teléfono suena, anunciando un mensaje.

Jaden: Paso por ti a las 7:30, pequeña.

Hazel: Aquí te espero, Taylor.

Miro la hora «5:30», aún me queda tiempo «Por qué nos buscaste, tu ropa antes Hazel».

Luego de sacar tanta ropa del armario, me decidí por usar un simple vestido blanco, con encaje de color rosa pálido y sandalias del mismo color. Opto por un maquillaje discreto y hago ondas en mi cabello.

Observo mi reflejo en el espejo, y estoy satisfecha por el resultado.

«Te ves muy hermosa Hazel».

Siempre me he sentido a gusto en cuanto a mi aspecto. Cuando llegué al internado, mi compañera de habitación en ese entonces junto a sus amigas, solían burlarse de mi aspecto, sólo porque usaba ropa ancha y tenía frenillos.

Nunca me afectaron sus comentarios y burlas, al fin y al cabo era mi aspecto y así me sentía cómoda. Un año más tarde, cuando regresamos de vacaciones de verano, mi aspecto cambió por completo. Ya no tenía que usar frenillos, y empecé a interesarme en usar ropa más ajustada.

Chloe y sus amigas no siguieron molestándome, de hecho hasta llegaron a pedirme consejos de moda -cabe recalcar, que no me reconoció- pero Alice llegó a mi rescate, en ese momento.

El sonido de mi móvil me logra desconcentrar, sacándome de mis pensamientos. Comienzo a rebuscarlo entre toda la ropa, y lo encuentro debajo de mi chaqueta de cuero rojo. Lo desbloqueo encontrándome, con un mensaje de Jaden.

Estoy afuera, pequeña rubia.

Le respondo con un “Enseguida salgo”  y me apresuro en buscar mi bolso. Reviso si tengo lo necesario, tomo una chaqueta -porque últimamente, a estado haciendo mucho frío- y me encamino a su encuentro.

No me preocupo en avisarle a alguien que ya me voy, porque: Las chicas salieron con los chicos y, mis abuelos fueron a una reunión.

Éstos últimos han estado un poco tensos, y cuando avisaron que iban a una reunión, no les creí en lo absoluto.

Jaden se encuentra fuera del auto, recostado a este con los brazos cruzados, a la altura de su pecho. Lleva un pantalón negro y una camisa del mismo color, sobre ésta lleva una chaqueta de cuero marrón.

«Guapo, guapo, guapo».

El me observa de pies a cabeza, hasta llegar a mis ojos, escrutándome con la mirada. Esboza una sonrisa de lado, ocasionando que se le firme un hoyuelo.

Siento un torrente de emociones, camino hasta llegar a el. Se incorpora de la posición que estaba, toma mi mano subiéndola hasta sus labios, y dejar un beso en el dorso de ella.

—Pequeña rubia.

—Taylor.

—¿Lista para nuestra cita?—indaga bajando mi mano, y entrelazarla con la suya. Mi rostro está caliente. Asiento.

—Demasiado.

—En ese caso, vámonos.

Abre la puerta del auto por mi, haciéndose a un lado para que pueda subir, cierra tras de mi y se dirige al lugar del conductor. Al estar dentro, abrocha su cinturón de seguridad y yo lo imito. Pone el auto en marcha ya arranca hacia nuestro destino.

—¿A dónde iremos?—pregunto, aún no me ha dicho dónde será nuestra cita. Me mira de reojo, formando una sonrisa.

—Es una sorpresa pequeña.

Tras decir eso, enciende el reproductor de música. Sé que lo ha hecho, con la intención de que no pueda seguir preguntando, a dónde nos dirigimos. Me dispongo a relajarme en mi asiento y, disfrutar de su compañía.

¡Hey! ¿Cómo están?

¿Les está gustando la historia?

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Hasta el próximo Domingo.