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Cap 11 ... ¿por qué?


(Benedict)

Luego de una entrada con mucha bebida, nos invitaron a sentarnos. Era la hora de la verdad. Nos acomodaron en nuestros lugares y fue cuando la vi. Llevaba un vestido a media pierna con unas mangas brillosas de color dorado, en su mano tenía un sobre que hacia juego con su atuendo y su peinado tirado a un costado resaltaba su brillosa piel y dejaba ver su hombro derecho. No podía creer lo que veía. Mis ojos no podían dejar de observarla. Ella no se daba cuenta que estaba bellísima, no se daba cuenta lo que podía generar en los hombres con solo verla. Un repentino ataque de celos comenzó a invadir mi cuerpo. ¿Qué mierda haría si otro de los tantos invitados osaba hablarle? No sentí la presencia de Lucas. El comenzó a reír y se acercó a mí.

- Eres Benedict cumberbacht amigo. – lo miré confuso. – relájate y deja de lado tu mente engañosa.

- ¿Cómo sabes qué...?

- Porque te conozco, se lo que estás pensando y deberías disimular un poco – tomó su vino

- ¿Tanto se nota?

- Le has sacado una radiografía de su cuerpo.

- Es que no puedo evitarlo.

- Deberías...

- La haría mía en este preciso momento.

- No necesitas contarme tus perversidades Ben. – golpeó mi hombro.

Un camarero nos invitó a tomar asiento, ya que la mayoría estaba en el lugar asignado. Nos disculpamos con Lucas y nos sentamos. Alice, Cleo y Olivia amigas de Kate. Se sentaron juntas, dejando a la castaña en una de las puntas. Ella tomó asiento, me observó y solo de su boca salió un Hola. Sonreí y le devolví el saludo. El entusiasmo vino a mi cuerpo. Y pasé una velada muy tranquila observándola de reojo y sintiendo que ella hacia lo mismo varias veces durante la cena.

Cuando los novios comenzaron su baile luego de la cena, los demás invitados aprovecharon para invadir la pista y mover sus caderas al compás de la música. Steven había tomado de la mano a Cleo y la había tirado prácticamente en la pista de baile. Alice y David conversaban y tomaban un poco de vino y Olivia también se había perdido en el baile con Lucas. Yo me quedé estático ahí sin poder hacer nada, había aprovechado la cena para tomar varias copas de vino y así poder asimilar la situación en la que me encontraba.

Unas jovencitas se acercaron a mí y me pidieron si podía firmarles unos autógrafos, me sacaron fotos. Accedí porque fueron muy amables.

A los pocos minutos se habían retirado hacia sus respectivos lugares. No le presté atención. Cuando me di cuenta Kate no estaba en su lugar. Comencé a desesperarme y buscarla por todo el salón. Me levanté y me adentré en la pista de baile. Lucas que me había visto me hizo una seña para que lo acompañe. Kate se encontraba bailando con ellos, muy desinhibida. Me acerqué como una fiera que quiere atacar a su presa, y comencé a bailar. Tratando de no invadir su espacio.

De un momento a otro Kate se dio vuelta y se encontró con mi cuerpo danzando a la par. Solo le tomó un momento quedarse estática en el lugar y luego comenzar a danzar nuevamente. Agradecí a los dioses por su actitud y me acerqué más. No tenía control de mi cuerpo, entonces la tomé de la mano y le di una vuelta. Ella sonrió, pero no dijo absolutamente nada. Todo era un descontrol, sonreíamos, bailábamos al compás de todos los ritmos y no nos interesaba lo que pasaba alrededor, en la pista había tanta gente que nadie solo mis amigos y sus amigas se dieron cuenta de la situación. Ambos teníamos un poco de alcohol encima. Y me encantaba. No podía creer lo que sucedía. Todo estaba a mi favor. Nicholas que estaba a un costado conversando con otras personas levantó su copa y yo asentí en agradecimiento. Stacy estaba a su lado y sonreía.

El calor comenzó a invadir ambos cuerpos, yo saqué mi móvil para observar la hora y luego lo guardé. También quería verificar no tener ninguna llamada de Lily.

- ¿Quieres tomar algo? - me atreví a decir, ella sólo asintió. Los nervios comenzaron a invadir nuevamente mi cuerpo. Me acerqué a una barra donde servían tragos y pedí dos Martinis. Ella lo tomó gustosamente y sonrió. Creo que estaba ebria.

- Gracias.

- ¿estás bien? – la miré

- Si – dijo tranquila. – creo que necesito ir al tocador.

- ¿quieres que te acompañe? – solo atiné a decir, temía su respuesta, pero no perdía nada siendo cortés.

- Puedo sola, gracias igual. – ella dejó la copa y comenzó a dar unos pasos hacia el corredor. El sentimiento de frustración había invadido mi mente. Kate se paró en seco, parecía que estaba debatiendo con su mente. La conocía. Giró su cabeza y me observó, yo estaba parado sin decir nada mirándola. – está bien. Y siguió caminando hacia el corredor.

Comencé a seguirla, los tocadores no estaban tan lejos del gran salón de los espejos. Ambos caminamos en silencio, tenía la sensación que ambos son sentíamos como unos completos desconocidos, tanta historia entre nosotros, tanto amor, tanto odio y rencor por momentos. Estábamos escritos de historias. Ella me observó unos momentos cuando el corredor se dividía en dos tocadores diferentes. Yo solo asentí y me recargué contra una pared revestida de telas vedes esmeraldas.

Esperé unos minutos, comencé a caminar de un lado a otro. No podía controlar mi cuerpo. Tuve sensaciones parecidas a la primera vez que estuvimos en una fiesta con Kate. Donde terminamos en las sabanas de mi habitación. Tan jóvenes, tan inexpertos. Fue la primera vez que había hecho el amor. Que había entregar todo, que mi alma se había partido en dos. Y luego de decepción al amanecer.

Sus pasos me alertaron y salí de mis pensamientos. Dejé de caminar para observarla. Era tan hermosa. Parecíamos dos adolescentes. Bendito sea el alcohol que nos ha dejado volver a descubrirnos y no terminar en gritándonos como solíamos hacer. Como la noche anterior.

- ¿todo bien? - dije con un hilo de voz.

- Si, debemos volver.

- Claro- dije incómodo. – el silencio volvió a reinar en el corredor. Varias personas pasaban por nosotros lado, pero poco me importaba. Saqué de mi bolsillo la caja de cigarros y prendí uno.

- Deberías dejarlo.

- ¿tú lo has hecho? – retruqué.

- No.- sonrió.

De repente ambos, nos quedamos estáticos porque estábamos pasando por el jardín de las flores. Donde nos habíamos encontrado. La luna dejaba ver la hermosa fuente. Comenzamos a caminar hacia ese bello lugar, era como un imán que nos atraía. Ambos nos quedamos en el lugar observando. El olor a vainilla inundó mis fosas nasales. Miré a Kate, estaba con los ojos cerrados sintiendo. Me quedé unos segundos admirando su presencia, su perfección. Lagrimas comenzaron a salir de sus ojos. ¿Qué sucedía?

- Benedict no debemos estar aquí. – abrió sus ojos y me observó. Yo solo me quedé en silencio, me acerqué. Ella ni se inmutó.

- ¿por qué lloras? - levanté mi mano para secar sus lágrimas. Ella reaccionó y se alejó.

- No debemos estar aquí, juntos.

- ¿por qué? – me acerqué un poco más.

- No... no puedo. – logró decir. – me acerqué un poco más hasta llegar a ella.

- ¿por qué? – insistí. Levanté mi pulgar y sequé una de sus lágrimas. Ella cerró sus ojos y se dejó. Sentí como su piel se erizó. Necesitaba besarla. Necesitaba saber el por qué.

- Por favor. – yo me acerqué más pegando mi cuerpo al suyo. Maldita sea no tenía idea de lo que me hacía sentir.

- ¿por qué? - volví a decir cerca de su boca.

Nuestros rostros estaban tan cerca, mi mano dejó su rostro y comencé a tocar su pelo. Ella seguía igual, estática, vulnerable, con los ojos cerrados. A mi merced. Comencé a rozar mi nariz con la suya, su respiración era más acelerada. Necesitaba devorarla.

- Por favor- con un hilo de voz. – acerqué mi boca a la suya y la besé. 

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