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Reencuentro

Eyyyy ¿Cómo están mis queridos lectores? XD Pues hoy vengo con un one shot sexoso. Es un lemon y no guarda relación con ninguna historia publicada por lo que pueden leerlo sin necesidad de pensar en nada más allá. En serio.  

¡¡Espero que les guste!!

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Reencuentro:

Sus ojos brillaban mientras observaba a los demás, parecía que reflejaran la luz que los pequeños faroles puestos para iluminar la habitación emitían. Para el que no se fijara del todo éstos podían parecer dorados, una mezcla del brillo del oro y la calidez del cobre. Una mezcla de la tierra y el lujo. Entre lo mágico y terrenal, con una invitación enmarcada en sus facciones y gestos, una invitación que decía por un lado que fueras y la tomaras, que arrancaras su ropa y profanaras, y por otro que ella era una Diosa intocable, que aunque quisieras rozarla o respirar el mismo aire no podrías hacerlo; eso no era cosa de mortales.

 Y aunque en un principio solo pudiera dejarme embriagar por el hechizo de su presencia, altanera y dominante, pronto sentí la necesidad de dar un paso más, de observar más allá de la magia, más allá de su cuerpo… incluso más allá de sus ojos. No pude alejarme de sus ojos, no eran dorados, eran de un verde fuerte, como del agua del río reflejando el bosque, como esmeraldas. Estos ojos no decían lo mismo de antes, ahora hablaban de fuerza y finura, de carácter y control, hablaban de quien era en realidad. Me hablaron antes de conocerla de sus mañas y virtudes, de cómo se comportaría ante cierta situación… y tal vez fue solo instinto y no sus ojos, quién sabe, pero lo cierto es que aun antes de hablarle sabía que estas no serían las últimas palabras que cruzaríamos así como sabía que hacerte con Issa era más complicado que profanar a una Diosa virgen, que hacerte con ella era intentar evitar que el agua escape de tus manos, que hacerte con ella era prácticamente un imposible. Y aun así seguí avanzando, acercándome a ella, alcanzando su presencia, aspirando su perfume al llegar a su lado, siendo más consciente que nunca de su cuerpo que volvía a mi mente como vuelven de golpe los recuerdos de un sueño que creías olvidado.

 Tal vez había soñado antes con Issa, no me extrañaría. Había cierta química que nos unía, no era solo yo, éramos los dos, era como si un hilo nos arrastrara al otro. Era el destino. Era deseo realmente, ese anhelo incontrolable que se pega a tu piel y envuelve tus pensamientos, que acelera los latidos de tu corazón y quita la respiración, que sin quererlo se transforma en jadeos que buscan ser ocultados. Que hace que aprietes los puños evitando caricias que podrían asustar al otro, que podían alejar al otro, y que al final te volverían loco.

El saludo más que un saludo fue un reconocimiento, el salón estaba lleno de gente pavoneándose por todo el lugar, haciendo gala de lo que tenían mientras la banda tocaba una canción que realmente ninguno de los presentes conocía provocando una queja desafortunada de un tipo demasiado ebrio, y sin embargo, a pesar del alboroto que se había formado, ni los miramos, nos observamos el uno al otro, desde el cabello hasta los pies. Ella llevaba un vestido de satén verde que dejaba su escote a la vista, sus pechos bronceados destacaban y sus largas piernas te invitaban a perderte en ellas, subir hasta sus muslos, besar su sexo; no, morderlo. Hacer entrar tus dedos. Que tu polla se adueñara de él, mientras los dientes se clavan en sus pezones oscuros.

—No creo que nos conozcamos –habló mientras seguía por su parte el recorrido con sus ojo de mi cuerpo. Sonrió, yo reí.

—Tal vez sí lo hacemos, tal vez somos amantes y no lo recordamos. – Hizo una mueca con sus labios que esperaba fuera de aprobación antes de responder.

—No creo ser un ser olvidable.

—Tampoco creo que lo seas. – Volvió a sonreír, cuando lo hacía una expresión felina se adueñaba de su rostro un momento antes de relajarse.

—¿Entonces?

—Buscaba una excusa para sacar el tema de ser amantes. — Mentiría vilmente si dijera que también pude ver que la forma en que me vio no transmitía enojo, que simplemente le divertía la situación, y que me seguiría el juego. Hubo un silencio antes de que su voz nuevamente se adueñara del lugar.

—… Puede que tengas razón, siento cierta chispa entre nosotros –dijo ignorando mi revelación, y volviendo a mirarme a los ojos. Estaba aburrida, esto la ayudaba a pasar el rato en vez de tener que actuar cordialmente con todos los que se le acercaban, y tragarse los insultos que sabía se perdían en su garganta cuando ciertos ejecutivos de mierda se le insinuaban —. Tal vez sí somos amantes y han borrado nuestra memoria.

—Soy un hombre de gran instinto, algo nos trajo acá hoy, no deberíamos ignorarlo.

— ¿Y cómo podríamos descubrir eso, hombre de gran instinto? – preguntó luego de haber sido ella esta vez quien acortara las distancias para llevar su rostro hasta mi cuello y susurrar las palabras, a las que había sido capaz de prestar atención solo bajo un gran uso de mi auto control; su cabello pelirrojo rozaba mi cuello y barbilla, y sus pechos se sentían demasiado cerca de mis brazos. Estaba más cerca de lo que debería para el bien de ambos, si hubiera ganado la locura en ese momento me habría acabado de olvidar donde estábamos y la habría hecho mía

—Tengo un par de ideas al respecto… ninguna que involucre un salón de baile. — Aclaré, tomándola de la cintura para guiarla entre la multitud hacia la salida. Sé que ella dejó que lo hiciera, que si lo hubiera deseado me habría quedado sin mano, pero la verdad es que no era eso lo que ella deseaba llevarse a casa esa noche, ella quería más, era ambiciosa, lo quería todo. Pudimos esperar a llegar a algún otro lugar, a tener más privacidad, pero no había tiempo, no para nosotros. No para mí, que había acercado sin ser del todo consciente su cuerpo aun más al mío, transformando mi mano guía en su cintura en una amarra que la mantenía fuertemente aferrada a mí, con su culo apretado contra mi polla, que a estas alturas estaba durísima. Sobraba la ropa, sobraba ese vestido y mis pantalones evitando que la follara. Una vez fuera del salón, en un apartado del jardín, el contacto que aun cuando me excitara había sido sin premeditación cambió, mi mano viajó hasta su intimidad al tiempo que frotaba mi sexo contra su cuerpo. Jadeé al sentir cómo sus bragas se mojaban ante los movimientos de mis dedos sobre su sexo, y oír la respiración de ella volverse agitada.

 —¿Y si en realidad eras un violador eh?-cuestionó mientras avanzábamos hasta un lugar más escondido, lejos de cámaras de vigilancia y vacío.

—Entonces ya es tarde para ti, porque tal vez te demuestre que soy uno. – Mis dedos índice y corazón entraron en ella luego de decirlo, un suspiro escapó de sus labios antes de que me alejara de ella para quedar frente a mí.

—No digas tonterías, si alguien va a ser dominante acá voy a ser yo. – Reí un poco, solo un poco antes de que sus labios se apoderaran de los míos que los recibieron ansiosos, como dándole la bienvenida realmente a un viejo amante, sabiendo exactamente qué hacer con el otro, que en este caso era solo intensificar el contacto, morderlos con fuerza a momentos y sellarlos hasta dejar al otro sin aire. Buscarlos si se alejaban y no soltarlos —. Pero no por eso debes detenerte… — volvió a hablar guiando mi mano con la suya hasta su sexo, haciendo que la masturbara, esta vez con más fuerza, masajeando sus puntos más sensibles en un movimiento más acelerado, para después ser ella quien frotara con intensidad mi polla, sacando la ropa que estorbaba y envolviendo su mano en ella, moviéndola con profesionalismo a la vez que acariciaba mis testículos, a momentos con sus uñas que los rasguñaban. Y aunque quise que siguiera y correrme entre sus dedos, no podía conformarme con eso, quería que con su boca chupara mi verga, que su saliva se mezclara con mis fluidos, y poder correrme en su boca, que lamiera mis testículos con la misma fuerza con que los tomaba, que su lengua se perdiera en mi polla como si fuera para ella el más sagrado de los alimentos. Y también quería que termináramos con este juego y entrar en ella, que mi polla entrara en su coño, ya húmedo y listo para recibir más que unos dedos.

—Estás mojadísima… — hablé contra su oído no muy alto, jadeando por lo que sus manos hacían, y reprimiendo los deseos de hacerme pseudo violador y obligarla a que bajara hasta mi polla y cumpliera mis fantasías.

 —Y tú durísimo – susurró ella a su vez sobre mis labios, mientras delineaba con uno de sus dedos el contorno de mi sexo —. Pero aun no me vas a follar, primero vas a hacerme sexo oral; quiero que me muestres que tu lengua no solo es buena en mi boca…

 —¿Por qué un violador haría eso?

—Ya te lo dije – comenzó a hablar divertida—, acá la única violadora soy yo, y quiero sentir tu lengua en mi coño, ya sabes, como en los viejos tiempos – susurró contra mis labios antes de besarme, unir nuestras lenguas en un contacto menos feroz y más sensual. Una provocación hecha beso.

Como si fuéramos realmente amantes, o quizás como si yo hubiera sido en el pasado el más leal de sus consortes no pude más que cumplir su orden, su petición, descendiendo con mi boca hasta su sexo, trazando su frontera con mi lengua antes de adentrarme en él, lamiendo y succionando su zona más sensible. Observando también a momentos como cerraba los ojos para sentir con más fuerza lo que le hacía, cómo acariciaba sus pechos con desesperación y arqueaba de placer, mientras de fondo se oían sus gemidos, sus palabras alentándome y mi respiración desacompasada. Su intimidad pronto estuvo más húmeda, cubierta de sus fluidos nacidos de orgasmos que no solo hicieron que su sexo se contrajera, sino que también que un suspiró más fuerte escapara de sus labios y su rostro formara una mueca al llegar al climax. La deseaba, deseé lamer su sexo y llenarme de ella, pero no fue suficiente, todavía me sentía carente, como si una parte de mi estuviera perdida… y tal vez era mi razón y no las ganas de ella.

Probablemente era solo lujuria lo que me hacía sentir de esta manera, y si era así era la lujuria más grande de todas, una que me estaba cegando y no me permitía ver más allá, una que había hecho que ella se transformara en mi mundo. Ella mi mundo y yo un explorador morboso que no dejó ni un milímetro de ella sin rastro de su saliva, que no permitió que sus pasos fueran detenidos por nada, ni que su respiración volviera a la normalidad.

—Muero por follarte – susurré en cuanto mis labios llegaron a su cuello y antes de morder el lóbulo de su oreja. Antes de besar su cuello y darle pequeñas mordidas, que repetí al hacerme con su boca—. Me vuelves loco. — De nuevo frotaba mi polla contra su sexo sin entrar en ella, auto torturándome y torturándola, buscando que su cuerpo y sus palabras me buscaran, ver que su deseo era el mismo, que no era el único loco.

 —Muero porque me folles –habló con su voz hecha un hilo y contorneándose para sentirme mejor. No esperé más que eso para hacerla mía, hacer que mi polla entrara en su sexo húmedo y dispuesto, adentrándose en su intimidad, recorriendo las paredes de su sexo en un contacto que se hacía cada vez más profundo. Jadeó al sentirme en ella, yo hice lo mismo, así deberíamos estar siempre. Estando en ella la idea de haber sido amantes pasados cobraba sentido, sobretodo porque parecía que habíamos esperado por esto siempre. Esperado por sentir el contacto de nuestros sexos, del mío aumentando el vaivén con el que la hacía mía, buscando enterrarme con fuerza en su interior, queriendo oír mejor sus gemidos, esperando que se transformaran en gritos, que no solo su cuerpo pidiera estar conmigo con movimientos que hacían me adentrara más en ella. Que gritara pidiendo más. Que quisiera de mí tanto como yo quería de ella.

—Adri… me vengo… — dijo sin dejar de arañar mi espalda, que había sufrido el ataque de sus uñas desde que mi polla había hecho contacto con su coño—. No pares, sigue…

—No pensaba hacerlo.— Mis movimientos se volvieron frenéticos, el bamboleo de sus pechos me enloquecía y sus gemidos más sonoros me excitaban cada vez más. Mi polla seguía durísima, necesitaba de ella más que si se tratara de una droga, y puede que por eso la idea de que sin ella moriría me asaltara un instante—. Ni cuando me corra dejaré tu sexo. — Ella no respondió y solo gimoteó como respuesta.

Mi mente se perdió y simplemente me dejé llevar, envolviéndome del todo en el juego de hacerla mía de entrar con más ímpetu en ella, de acelerar mis movimientos mientras le susurraba –o tal vez gritaba— lo mucho que la deseaba, cuánto la había extrañado, cómo amaba cada parte de ella, lo bien que me recibía su coño y lo mucho que disfrutaba perdiéndome en él aunque en el proceso mi espalda quedara destruida con sus uñas. Un último suspiro de ella, una electricidad que envolvió su cuerpo nuevamente e hizo que se estremeciera fueron el preludio de mi propio climax, de que me corriera en su interior y mis propios gemidos se unieran en el ambiente antes de volver a besarla. 

—Me haces hacer muchas locuras.

 —Yo podría decir lo mismo, mi amante lejano – dijo sonriendo, besando mis labios más suavemente, divertida. Así era Issa. Y ahí, entre el césped del jardín de salón de eventos ambos reímos. Siempre reíamos. —Me pareció que era una buena excusa.

—No lo era, pero funciona contigo porque estás buenísimo.— Su mirada se unió a la mía, y había algo en ella, un brillo especial—. Te amo Adrien.

 —Y yo a ti Issa, pero la próxima vez podemos follar en mi apartamento, lo sabes.

—Pero así estas fiestas serían insoportables.— Nuevamente nos besamos, antes de vestirnos, olvidarnos de la historia inventada, volver a ser nosotros mismos e irnos al apartamento. Ahí no tendríamos que contenernos y podríamos ser algo más que simples y ridículos amantes lejanos.

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Bueno, gracias por leer <3

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