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¿Quién soy?

¿Qué es la amistad?

Una palabra relativa y que, para muchos, no tiene un significado claro o es imposible de reconocer, ya que muchos buscan arduamente un significado durante toda su vida...

Para mí significa armonía, el hecho de conocer el pasado de la persona a tu lado, aceptarlo y entenderlo, algo más que eso, ser real. Poder estar al lado de alguien, sin pensar en algún estatus o un objetivo, que es algo que confundimos con quienes nos rodean. Amistad va más allá, va más allá de alguien que nos haga sonreír, alguien más que coloree nuestro oscuro paisaje... alguien que nos haga sentir completos...

Estaba infundido en esos pensamientos mientras veía el pasar del tiempo frente a mis ojos, mareándome al ver tantos árboles pasar por mis ojos, y mirando la pequeña ventana del carruaje con una vista perdida.

Hasta era gracioso ver como los capullos que había formado Saya, se movían con el viento, sosteniéndose con fuerza a las paredes del carruaje para no caerse y, en mis piernas estaba la cabeza de Nao, durmiendo con gran tranquilidad, mientras sostenía mi mano como a un peluche.

Afuera del carruaje estaba un súbdito de Saya, el conocido hombre que no se deja ver su rostro con esa capucha, conduciendo los dos caballos que movían la carreta.

Saya: Amelia... ¿Cuál es tu objetivo?

...

Amelia: Ya te lo dije ¿No?

Saya: Nunca me dijiste cuál es tu objetivo, simplemente quieres revivir a una amiga tuya por simple inercia. Puedo ver que no es lo que verdaderamente deseas.

¿Lo que verdaderamente deseo?

En medio del día, con un fresco viento moviendo nuestros cabellos, Saya me observaba, mostrando esos tenebrosos ojos, perturbando mi momento de paz.

Saya: No quiero molestarte... Solo quiero saber de ti. No me malinterpretes, solo quiero que te prepares para lo que vendrá. Creo que puedes imaginarte a lo que me refiero...

Parece que la responsabilidad de pertenecer a la Trinidad no me dejará de perturbar, el simple hecho de tener esta marca es la muestra de una gran responsabilidad.

Saya: Si te digo que estás preparada para lo que sea, ¿Tú que me dirías?... ¿Huirías o aceptarías de mala gana?

Amelia: No lo sé...

Cuando iba a comenzar a pensar Saya volvia a interrumpirme.

Saya: Amelia, esto es importante. Tienes un poder oculto, tú eres la única criatura en este mundo que puede pertenecer a las tres facciones, la luz, la oscuridad y la tierra.

La Guardiana se acomodó en su silla, llevando unos mechones de su cabello por detrás de su oreja.

Saya: Tienes dos hermanas.

Amelia: ¿Dos hermanas?

Saya: Como las tres son gemelas pude reconocerlas... la primera vez que te vi pude sentir un poco de terror... pero supe que no eras ninguna de esas dos viles criaturas.

Significa que Astaroth no es la única criatura tenebrosa...

Si Saya sintió miedo, entonces solo significa que mi segunda hermana es igual de tenebrosa que Astaroth.

Saya: Astaroth y Micaela son tus hermanas...

Amelia: Entonces Astaroth no es mi única hermana...

Saya cerró sus ojos y dejó de mirarme, apartando su mirada para otro lugar, luego de detallar cada movimiento mío.

Saya: Con eso queda confirmado... No sabes absolutamente nada, es hasta extraño que no sepas nada... ni de quien eres.

Amelia: Todo eso tiene una razón...  —Intenté explicar, pero...

Saya: No quiero escucharlas, solo te daré una advertencia...

"Tendrás que luchar contra todo este mundo, tu sola ¿Estás preparada para pelear sola?"

...

...

...

¿Pelear yo contra todos?...

¿A que se refiere con pelear contra todos?...

Saya: Puedes pensar en eso después, parece que hemos llegado al Reino de la Reina Maga.

El hombre encapuchado abrió la puerta del carruaje y le tendió la mano a Saya, ayudándola a salir.

Me había quedado atontado de pensar las cosas...

De vuelta a la realidad, desperté a Nao y la ayudé a salir del carruaje, viendo como Saya sacaba del capullo a los Arpianos y entre esos capullos; el cuerpo de Tiara cayó al suelo con delicadeza, viendo yo nuevamente a la persona que quiso arriesgar su vida por mí.

Me acerqué a ella y quitaba las telarañas que seguían adheridas a su cuerpo, entre eso, veía como sus párpados inferiores estaba rojos e hinchados de tanto llorar. La levanté sobre mis brazos, sintiendo todo su peso, pero era manejable.

Frente a mí, estaban unas altas murallas hechas de ladrillo, tan imponentes e irradiantes de magia que hasta se podía ver como unas pequeñas partículas de luz decoraban estas murallas, y, en medio de la colosal puerta, dos guardias, con imponentes lanzas hablaban con Saya, arrodillados y nerviosos frente a su presencia.

Los guardias se levantaron y asintieron frente a una orden de Saya, que al instante se pusieron manos a la obra.

Saya: Amelia, acompáñame. Los guardias se ocuparán de estos arpianos.

Nao: Déjenme acompañarles — Intervino, preocupada por mi.

Saya: Como quieras, solo no molestes.

Saya volvió a entrar en el carruaje, junto a la ayuda de su súbdito, para luego hacernos señas de hacer lo mismo.

Dejé a Tiara sobre las manos de un Guardia y luego de mirarlo un poco mal para asegurarme, volví a entrar en el carruaje.

###

Dentro del castillo las cosas parecían no ser lo más de hermosas, era diferente, como si le faltara vida a sus habitantes y con ello, a sus casas. A comparación de otros pueblos, aquí se podía ver un gran cambio en la arquitectura, como si se tratara de la era medieval, con sus altas casas hechas de bloques y concreto, reforzados con vigas y columnas de madera; junto a su techo en triángulo, hecho con tablones de madera.

A pesar de estar todo tan bien hecho, faltaba vida... no era por los habitantes, ya que había muchos, haciendo sus trabajos diarios, vendiendo productos en sus pequeñas tiendas al lado de la calle principal del reino, que conectaba al castillo, mientras que otros hacían otras cosas, como un reino común.

Pero les pasaba algo...

Saya: Están nerviosos — Dijo al leer mi expresión.

Amelia: Por la muerte de la Reina... — Deduje.

Saya: La Reina tenía un hijo, es ahora un adulto, pero dudo que tenga la capacidad de gobernar lo que podría ser un país; poco pudo aprender de una madre que hacía todo sola.

Me quedé callado frente a una melancólica Saya, que solo observababa el gran reino, recordando a su gran amiga; la anterior Reina.

Este Reino era particular, se podía ver decenas de razas conviviendo juntas, donde no importaba eso, solamente vivir como uno más y sin distinciones, era realmente bonito ver algo como eso, algo que nunca había podido ver en mi aventura en este mundo.

Nao: Es gigante...

Se podía apreciar ahora, el gran palacio, en el centro de un extenso jardín estaba el imponente palacio, con dos grandes torres que en la parte superior levitaban dos gigantes esferas magicas, siendo estas el núcleo de la barrera que protege este reino y siendo también la ayudante de varias tareas, como la luz o el crecimiento de los cultivos del Reino.

Bajamos del carruaje y fuimos guiados por un guardia, imponente, como si de un ogro se tratase.

Saya: Esto me trae recuerdos, recuerdo que yo fui la persona que eligió las flores que están por todo este jardín.

Amelia: Vaya trabajo... Por eso gran parte de los colores de este jardín son violeta y negro.

Normalmente, un jardín debería tener cientos de colores que saltan a la vista, en cambio, en este jardín los colores primordiales son el negro y el violeta, dándole un toque bastante tenebroso al castillo... en fin... las góticas y sus cosas...

—La Guardiana de las dagas ha llegado y ha traído visitas, trátenlos como a sus reyes— Dijo el Guardia a las sirvientas del lugar.

Con solo escuchar esas palabras, todas las sirvientas comenzaron a moverse más deprisa.

—Las guiaré al salón principal, allí esperarán al Rey— Con cordialidad, el Guardia comenzó a caminar dentro del Castillo, siguiéndolo a la vez.

Nao: ¿No son hermosas todas estas alfombras?— Comentó pisando las reconfortables alfombras que estaban por todo el palacio.

Saya: Tienes buen ojo Elfa. Yo las hice todas.

Amelia: Has de tener mucho tiempo libre... Por algo estás tan vieja...

Procuré hablar bajito para que la araña no me escuchara.

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Un gran ventanal dejaba ver fuera del palacio, mostrando lo hermoso del jardín, y, una pequeña mesa aguardaba dulces nunca antes visto para mis ojos.

Unas sirvientas nos atendían, trayéndonos comida y bebida, mientras esperábamos en la pequeña mesa al Rey de este lugar.

Saya: Han perdido la educación ¿No sería lo mejor que nos dejaran cambiar estas sucias ropas antes de ver al Rey?

Ante tal indirecta, una sirvienta se puso nerviosa y quiso hablar, pero solo Saya sonrió, con intenciones de solo molestar a la sirvienta.

Era como si Saya pudiera sentirse más en casa.

¿Podré yo sentirme de la misma manera?

¿Podré yo conocerme?...

...

...

Con solo recordar lo que me decía Saya, me quedaba pensando, en quien era realmente yo...

¿Por qué era que Astaroth no me ha vuelto a hablar?

¿Por qué me sentía tan extraño en este lugar?...

Muchas preguntas pasaban por mi mente, como si quisiera evadir la realidad, pero es realmente difícil hacerlo.

Cada momento en la vida es un descubrimiento...

Era difícil explicarlo, pero este lugar, este palacio, me traía ciertas emociones, ciertos sentimientos que envolvían mi corazón y me hicieran querer llorar.

Por alguna razón quería llorar... mientras comía mis dulces, aguantaba con fuerza las ganas de querer llorar...

Amelia: ¿Qué me pasa?...

—Qué inesperada visita, maestra Saya.

Una tierna y delicada voz hizo que mi corazón comenzara a doler...

Saya: No has cambiado nada, mi pequeña aprendiz.

Alcé mi mirada, pero era difícil, las gotas de lágrimas comenzaban a invadir mis ojos...

Esta mujer poseía unas largas alas, tan relucientes y hermosas, blancas como las nubes; y su cabello, igual de blanco como esas emplumadas alas... Era un Ángel y también era un elfo, con esos dos característicos cuernos que solo posee un Alto Elfo; igual que el mío, solo que ella tenía dos cuernos en su frente.

¿Quién era ella?...

¿Cómo era posible que una persona que no conozco me haga querer llorar?...

Con solo verle esos ojos amarillos era un gran dolor, no quería mirarla, mientras más la veía más lágrimas salían...

¿Por qué?

¿Por qué me sucedía esto?

¿Qué era es este dolor que siento en mi corazón?

Las lágrimas no dejaban de salir, gota a gota mi falda comenzaba a humedecerse, ni mis dedos podían parar estas lágrimas. Las lágrimas se escabullían entre mis dedos.

Nao: ¡Amelia! ¿Qué te sucede? ¿Te duele algo?— Con solo verme dejó de comer y se preocupó por mí.

No tenía una explicación para mi tristeza, que era tan fuerte que mi boca comenzaba a pronunciar un leve llanto...

Saya y las sirvientas se habían acercado para ayudarme, pero el llanto de mi boca no me dejaba hablar.

—No puede ser cierto...

La Ángel llevó sus manos a su boca y parecía que unas pequeñas gotas comenzaban a dibujarse en sus ojos.

Como si fuera arte de magia, me levanté de la silla e intenté levantar la mirada, para ver al ángel que producía mis lágrimas.

El Ángel al reconocerme llevó sus manos a sus ojos, para también intentar controlar sus lágrimas...

¿Qué era lo que pasaba?

Astaroth no movía mi cuerpo, se movía por si solo, había algo que me hacía moverme.

Amelia: ¿Qué soy?...

Me dije, entre lágrimas, entre llantos...

Amelia: ¿Q-Quien... demonios e-eres?... —Le dije al Ángel, que mostraba una radiante sonrisa.

Una sonrisa que nunca habia visto, pero mi corazón si...

—Volviste... mi querida prima...

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