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Los Guardianes y Coronación

—Es un placer volvernos a reunir.

La voz de una mujer se alzaba entre la oscuridad, su voz era una gran melodía capaz de cautivar a cualquier hombre, te hacía sentir totalmente enamorado de aquella voz.

—Hoy démosle la bienvenida a una nueva compañera, una nueva Guardiana.

Dice eso para luego dar un pequeño aplauso, haciendo que se levantaran 6 cristales, cristales que brillaban con un único color. Estos cristales simbolizaban los seis elementos: Agua, viento, fuego, tierra, luz y oscuridad.

Los seis cristales formaron un círculo, rodeando a la oscura mujer del centro, en uno de esos cristales estaba yo y en cada cristales había otras personas, pero no podía ver sus rostros.

—Bienvenida Amelia, puedes presentarte—Me señala, haciendo que la marca de mi pelvis brillara intensamente con un color violeta.

Mi cabeza estaba confundida y mucho menos quería presentarme sin saber que estaba sucediendo, pero su voz tan atractiva me hacía obedecerle.

—Me llamo Amelia y... soy una elfo—Cerré mi boca sin saber qué más decir... Un leve silencio se había generado.

Quería decir más cosas, como que soy un Reencarnado y otras cosas de mi antigua vida, pero mejor me abstuve.

—Amelia—La mujer me observaba desde la oscuridad—Eres ahora la Guardiana Maga y estos serán tus compañeros, ellos te ayudarán a detener las atrocidades de los Dioses, solo pideles ayuda y ellos vendrán.

Terminó su discurso y con ello unas hermosas luces iluminaron el lugar, una parte específica del cuerpo de cada persona de los cristales irradiaba una cálida luz.

La silueta del primero era un hombre gigante, su marca reside en su pecho izquierdo, en su corazón. Mostrando un casco, brillando de color verde.

El segundo una mujer, su marca en el muslo de su pierna derecha, dos dagas de color rosado.

El tercero, un hombre con un aura intimidante, a pesar de no poder verlo. Se veía realmente poderoso, su marca en su pecho derecho, una gran espada de color rojo.

El cuarto, una mujer con su marca en su espalda, en su lumbar arriba de sus gluteos, formando una lanza, brillando como el sol, un radiante amarillo.

El Quinto nuevamente una mujer, con su marca en su ojo izquierdo, un arco Azul.

Por último, la Sexta. Con mi marca en mi pelvis, con un fuerte color violeta. formando una mano, y en su palma la silueta de una pequeña flama.

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Miraba el detallado techo de mármol mientras pestañeaba repetitivamente, totalmente alucinado con lo que había sucedido.

Mi cabeza estaba sobre un lugar cómodo, algo totalmente nuevo, un lugar agradable y maravilloso, donde podrás estar todo el día y nunca cansarte.

El regazo de Lilith.

Lilith: Despertaste—Intenta controlar sus lagrimas—N-No nos des... esos sustos.

Que exagerada es esta gente, se toman muy enserio las cosas... aunque es entendible luego de un desmayo.

Sin embargo, en aquel momento, sumido en tal comodidad miraba el techo y miraba la gran carga que ahora tenía.

Esta gran responsabilidad que me fue encomendada.

Sé que no podré permanecer en paz por mucho tiempo, este cuerpo tiene demasiados problemas o bueno, no es el cuerpo, es este mundo, la gente está corrompida, se puede notar la bondad y la maldad en cada esquina.

Amelia: Lo siento, tu belleza hizo que me desmayara...—Le guiñé el ojo y ella me miró con enojo—¿Cuánto tiempo estuve desmayado?.

Lilith: Estuviste tres días...

¡¿TRES DÍAS?!.

Lilith: Bromeo, solo fueron 10 minutos.

Jeje, maldita ¿cómo puede decir eso con esa cara tan bella?.

Dejando de lado las bromas ¿Seria buena idea contarle a Lilith que fui inscrito a una secta satánica sin mi consentimiento? De seguro la asustaría, ser un Guardián puede ser un gran problema.

Nao: ¡Apurense! el carruaje nos espera.

Amelia: Al menos preocúpate por mí.

Nao: Lady Amelia... Sigues un poco pálida, puedo llevarte en mi espalda si quieres—Oculta su sonrisa malévola al terminar su frase.

Qué pervertida que es...

Amelia: No gracias.

Me levanté de mala gana y las seguí, después de todo mientras estaba inconsciente habían vestido de mi y me habían terminado de maquillar, quién sabe qué otras cosas hicieron.

Las tres llevábamos unos elegantes y sofisticados vestidos, así como cuando alguien va a casarse, pero mucho mejor. El color predominnate de Lilith era el Violeta, el de Nao el Verde y el mio el Negro, como si fuera a un funeral...

Abordamos el carruaje y con somnolencia miraba el cielo con escasas nubes, con curiosidad tocaba la marca de mi pelvis, aunque si me vieran creerán que estoy haciendo algo pervertido.

Recopilando la información, parece que estoy en un estado complicado.

Sin darme cuenta y sin merecerlo era ahora uno de los héroes de la profecía, tengo una de las marcas que representan a las personas con un divino poder, capaz de darle pelea a cualquier caos en esta tierra, un poder dado a los más fuertes en este mundo, un poder creado para mantener el orden, llamados los Guardianes...

Que lio...

Suspiré y cerré mis ojos por el cansancio.

Había algo realmente extraño.

En cada sueño veía algo idéntico.

Una mujer sentada en la oscuridad, abrazando sus piernas y dejando ver sus dos grandes cuernos, por desgracia no podía reconocer su rostro, de hecho, no podía verlo, la oscuridad era tan prominente que no podía apreciar mucho.

Cada sueño salía esa mujer con aspecto tenebroso.

No era una pesadilla, solo estaba ahí sentada en el suelo oscuro, viéndome siempre, esperando algo de mi.

<<Tu poder puede llevarte al caos>>

Recita esas palabras, escuchándolas por primera vez.

<<Tu bondad te hará perder la vida>>

Lo sabía...

Abrí mis ojos.

Volví a la realidad, los colores radiantes del día opacaban mi vista.

Suspiré y miré por la ventana del carruaje el gran castillo de la nueva reina Elfo, era una maravilla arquitectónica, ni los italianos podrían compararse a esta maravilla, pero... En lo más profundo de mi ser lo único que veía era escombros y un mar de sangre.

¿Desde cuando comencé a ver estas alucinaciones? ¿desde que mi marca apareció? o ¿después de ver morir a tantas personas?

Tal vez la locura ya se ha apoderado de mí desde hace tiempo...

Daia: ¡Tardaron!—Alegaba con un gran enojo—Nuestros invitados están esperando.

Amelia: No me culpes, dile eso a la señorita que tarda una hora en el baño—Señalo a la inocente Lilith.

Lilith: ¡¿Yo que?!.

Lo impresionante era que yo con mi ahora hermoso rostro de cultura angelical dijera cosas tan poco educadas...

Convertirse en una dama valerosa y delicada va a ser un largo trabajo que nunca haré...

Daia con gran apuro agarra de mi mano y me fuerza a correr con esta larga falda, por suerte no llevaba tacones, ya que no existen. Gloria a Dios, Amen.

Entramos al castillo, evadiendo a los elfos de cabello blanco en su mayoria y algunos con cabello amarillo que solo erán guardias o sirvientes.

Subimos por el telón rojo, hasta un lugar alto donde estaba el trono y donde todos podían vernos.

A mi lado había una elfa, sosteniendo una almohada bordada con cristales y sobre ella estaba la corona, una corona totalmente de oro y cristales preciosos.

Enfrente de los Altos Elfos(Los de cabello blanco) y los ordinarias debía coronar a Daia.

Maldición, si estuviera con mis amigos en estos momentos sería todo un espectáculo, las Altas elfas son lo mejor que se ha podido crear en esta vida, su hermosura me cautiva y sus miradas me intimidan...

La vestidura de los elfos era realmente una envidia, estaba claro el prestigio que poseían y sus guardias no eran poca cosa, el lugar estaba repleto de esclavos y guerreros.

Daia: Comencemos con la coronación Amelia, cuento contigo—Sostiene mi mano con sus dos manos, pudiendo sentir su temor.

La verdad...

Esto era realmente malo.

Muy, muy malo.

Los Altos Elfos me miraban con decepción y rencor.

Daia: Bienvenidos y gracias por asistir a este tan importante día en mi vida, al nacer en una pequeña cabaña nunca pensé que podría estar parada aquí, siendo ahora una gobernante, un sueño que jamás creí que lograría y todo esto lo pude lograr gracias a Amelia—Termina su discurso.

La nueva Reina Daia me mira, esperando que cumpla con mi parte.

Ella dió dos pasos al frente, pudiendo apreciar su espalda y su vestido más grande que su cuerpo, mostrándome el gran color a sangre que este poseía, algo que me dió un poco de nauseas.

Ahora solo debía coronarla.

Tomo la corona delicadamente y con cuidado y me acerco a Daia, arrodillándose ante mí, mostrando su gran felicidad en su hermoso rostro.

Apoyo y acomodo la corona sobre su rubio cabello, y acerco mi mano para ayudar a levantarse y al hacerlo me arrodillo ante ella, demostrando que ella era ahora la reina de esta ciudad.

La verdad no sabía nada del proceso de coronación, así que solo hice lo que creí correcto...

La nueva Reina le sonríe al público, recibiendo pocos aplausos del mismo.

Ningún Alto Elfo dió un aplauso, los únicos fueron los criados de Daia y sus compañeros, además de los esclavos de los Altos elfos.

Daia estaba un poco sorprendida, pero sabía que esto sucedería.

Yo me levanto y tomo su mano con mis dos manos, mostrándole mi sonrisa.

<<MATALA>>

<<MATALA>>

<<MATALA>>

<<MATALA>>

<<MATALA>>

<<MATALA>>

<<MATALA>>

<<MATALA>>

<<MATALA>>

<<MATALA>>

Fuertes gritos resonaron en mi cabeza, la misma voz de antes volvió a aparecer con gran intensidad, haciéndome tiritar del dolor de cabeza.

Rápidamente me recompongo, para no hacer preocupar a Daia y continuar con el festín.

<<ERES UNA IDIOTA AMELIA, HUYE SI NO QUIERES MORIR. SOLAMENTE MIRA LAS CARAS DE ESOS SUCIOS ELFOS, CLARAMENTE DICEN QUE QUIEREN MATARTE>>

Bajé por la alfombra roja y me acerqué a una mesa para sentarme.

Daia comenzó a saludar a todos los Altos Elfos, claramente mostrando sus sonrisas falsas de un típico noble...

<<Amelia, vete de ahí, vete de esa ciudad. Morirás...>>

Coloqué mis manos en mi cabeza y susurré para mi misma.

—Lo sé, cállate un momento por favor.

<<Solo debes matarla, tomar ese cuchillo de la mesa y matarla, así ganarás aliados poderosos>>

—Deja de decir eso, no lo haré, además no te conozco.

<<Haz lo que te digo y me lo agradecerás... sabrás con el tiempo quien soy>>

—Ajá si, no me importa y mejor callate si no quieres que llene mi cabeza de pensamientos pervertidos y haga que sientas putrefacción de estar en mi mente.

Lilith: Amelia ¿Estás bien? Estás bastante pálida.

Amelia: Necesito un poco de aire fresco.

Lilith: Déjame ayudarte—Dice eso y toma mi mano, llevándome al balcón.

Al pasar al lado de los Altos Elfos podía sentir la sed de sangre en mi espalda...

¿Me matarán aquí?.

Sé que romper la tradición de los Altos Elfos es malo, pero se puede solucionar con palabras...

Amelia: Lilith, ¿puedo pedirte una petición egoísta?.

Lilith me mira confundida, ella se apoya en la baranda de mármol mientras el sol caía sobre su velo.

Lilith: Claro, eres mi amiga.

Amelia: ¿Pelearías conmigo hasta la muerte?.

Recuerdo que le dije lo mismo a mis amigos antes de morir, era cierto. Morimos todos, pero esta vez quiero que sea diferente, quiero que vivamos.

Lilith: Amelia, cuando te dije que quería cumplir mi venganza es porque realmente quiero hacerlo, pero si fuera por eso no estaría aquí, reconocí que hay cosas más importantes y tu eres una de ellas.

En esos momentos me sonrojé ¿Era una declaración de amor?.

Lilith: Desde pequeña siempre he vivido como la más débil, mi hermana realmente es muy poderosa, desde que recibió una maldición por un demonio ella dejó su humanidad por la justicia—Mira con melancolía la ciudad—Siempre he querido poder... y mi corazón es una prueba de ello, mi corazón está corrompido, puede que no lo parezca, pero he matado a más personas de las que crees.

Amelia: Entiendo.

Lilith: Amelia, cuando caiste del cielo, en esos momentos yo estaba enterrando el cuerpo de un humano y si, mi hermana no es la única con una maldición... pero, cuando te ví, mi corazón fue invadido de luz, eres la mujer más hermosa que he visto en mi vida y estar a tu lado me ha hecho reír bastante, aunque solo hayamos estado juntas por estos dos días.

En esos momentos Lilith se acerca a mí y toma mis dos manos.

Amelia: ¿V... V-Vas a... Besarme?...

Lilith: Jeje ¿Eso es lo que quieres? ¿en medio de tantas miradas?.

Amelia: Bueno, no es como si me importase eso, besar a una lindura es más que un deleite.

Lilith: Qué cosas tan raras dices Ame.

En vez de besarme, ella me da un abrazo, podía sentir su cabeza en mi hombro, yo era un poco más alta, pero parecíamos iguales al abrazarnos.

En esos momentos sentí amor, pero en lo más profundo, recordaba a aquella mujer en mis pensamientos y ella me hacía sentir como si Lilith fuera alguien falsa...

Lilith: Te acompañaré hasta el final Amelia, por ahora hay que comer, espero que no me descubran...

Dice eso y se aleja, dejándome solo en el balcón.

¿Cómo se podía ser tan amable? La verdad era inimaginable, solo nos conociamos por dos dias y ya dice que arriesgará su vida por mi...

No sé porque no logro creerle.

Siento que oculta algo más oscuro.

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