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La ley de la vida

Amelia: ¿Por qué tanto apuro, Astaroth?

Nao y yo estábamos en nuestros alces, con un ritmo a lento, mientras que Astaroth todavía con posesión de mi cuerpo, observaba el mapa, intentando descifrar el confuso trozo de papel.

Astaroth: ¿Qué crees? Vendrán por nosotros si no nos apuramos

Nao: ¿Más enemigos?— Preguntó, ahora acostumbrándose a la Demonio.

Amelia: De los elfos...

Astaroth: Es bueno que lo entiendas.

Nao: ¿Los Arpianos no iban a ganar?

Al parecer la guerra no es un terreno fácil...

Y como es de esperarse...

Todos volverán a morir...

Amelia: Al parecer si morirán, desde un principio era realmente difícil ganar...

Astaroth: Déjame felicitarte por tu estrategia, de verdad que hubieran ganado si no fuera por ese armamento tan inútil de los Arpianos, además los Elfos se especializan en el arco, por lo que estás atacando su punto más fuerte.

Amelia: Puede que con tiempo hubiera pensado en algo mejor.

Astaroth: No te culpes, pensaste en algo rápido. Si conocieras a tu enemigo hubieras ganado con facilidad.

Amelia: ¿Ehh? ¿No es la primera vez que me tratas de forma tan amable?

...

Amelia: Hasta te ves linda cuando te quedas callada.

¿Para qué me miento? Es difícil mantener la calma en una situación como esta. Como dice Astaroth, ellos morirán, probablemente unos podrán escapar y podrán matar a muchos elfos, pero no ganarán.

Nuevamente seguimos siendo perseguidos.

Amelia: Nao ¿Estás bien?

Nao: Solo deseo que Tiara siga con vida...

La elfa miraba para abajo, con un semblante triste y sin esperanzas, como si quisiera llorar...

Debo ser fuerte...

¿Soy la guardiana maga, no? Debo ser fuerte.

Amelia: Astaroth ¿Me enseñarías magia?

Astaroth: No.

Lo suponía...

Astaroth: No te lo tomes a mal, simplemente no puedo usar magia. Solo uso magia maldita y al igual que Nao; solo puede usar magia sagrada.

Amelia: Entiendo...

Será un camino bastante largo...

No tuve mucho tiempo para seguir lamentándome mi situación, ya que fuerte comenzó a acercarse, era disparejo y a la vez débil, como si intentara mantenerse en vuelo.

Al darme la vuelta pude ver a una arpiano, con una flecha holgada en su ala, haciendo que de ella brotara sangre y le generara una gran tortura con cada aleteo.

Eso no era todo, otra flecha residía en su garganta, obstruyendo sus palabras y tan solo pudiendo generar un chillido de su boca que también estaba congestionada de la sangre que era inevitable.

Nao: ¡Tiara!—Al verla alzó las riendas del alce, deteniendo su caminar y dando la vuelta a la dirección de Tiara, que de a poco iba descendiendo— ¿Cómo te pudieron haber hecho esto?

Tiara aterrizó en el lomo del caballo, acostada y fatigada, sosteniendo su cuello, afligida por el dolor de la flecha.

Astaroth: Parece no haber tocado un punto crítico, qué mala suerte...

Las palabras de Tiara eran impronunciables, solo era notable como transmitía su dolor con su boca.

Era como si esa flecha fuera su tortura para su cercana muerte.

Nao: ¿Q—---Qué debo hacer?...— Exclamó con sus ojos agrietados y con lágrimas— A este punto va a morir...

Sus palabras fueron transmitidas hacia mí, dándome responsabilidad de lo sucedido.

No había tiempo que perder en este momento.

Amelia: Astaroth ¿Cómo puedo usar magia de curación?

Astaroth: Imposible. La curación es un milagro, no puede ser usada por alguien sin un don divino.

Al pronunciar esa contradicción, Astaroth con mi boca hizo que perdiera la esperanza...

Debía haber otra forma para que Tiara pudiera seguir viviendo...

Amelia: Astaroth ¿Hay alguna forma de que Tiara no muera?

Astaroth: La hay... Usando la ley de la vida.

La ley de la vida...

En esta vida, si se desea crear algo, se debe sacrificar algo equivalente...

Es lo que hacemos a diario, día a día sacrificamos algo para dar función a algo más.

El hecho de caminar es a consta de energía y otros factores, así como la magia; para crear magia se necesita Maná, que proviene de la energía que absorbe el alma, energía que proviene del todo en este mundo...

Entonces la forma de usar esta ley es dando un sacrificio equivalente.

Astaroth: ¿Qué darías a cambio? No todo es permitido, debe ser algo semejante...

En esos momentos vi como caminaban unos animales, ocultos en los arbustos y otros simplemente observando que hacíamos... también observé los árboles, esa vitalidad que transmitían...

¿Algo como esto podía salvar a Tiara?

Tal vez... lo mejor sea matar a un humano o una criatura con proporciones humanoides... pero eso sería convertirme en un asesino.

¿Convertirse en un villano para salvar a los que quiero?

¿Es esa la mejor opción?...

Pensé en los héroes y en su filosofía, esa filosofía de "Matar a uno para salvar a muchos" y en la filosofía de los villanos; "Matar a muchos para salvar a uno"

Ahora que es lo más rápido... Tal vez destruir unas decenas de árboles pueda salvar la vida de Tiara o matar a decenas de animales... pero el tiempo no me correspondía.

Tenía que hacer lo inhumano...

Amelia: Nao, esto es una orden...— Suspiré y fruncí mi entrecejo— Perdóname por lo que haré...

Nao: ¿Q-Que quieres decir?...

Amelia: Nao, sígueme, asegúrate de que Tiara no se mueva tanto— Puse mi mano en mi corazón y le di un pequeño golpe con mis pies al alce para que comenzara a galopear— Astaroth ¿Dónde hay alguna criatura cerca?

Astaroth: Parece que tomaste la mejor decisión... no te arrepientas luego...

Astaroth cerró mi ojo izquierdo y comenzó a meditar, dejándome mi lado, dejándome ver por mi ojo derecho y tener control de mi respectivo lado.

Mientras galopábamos con los alces, Astaroth volvió a abrir su ojo correspondiente y comenzó a hablar.

Astaroth: Siento la presencia de dos formas de vida cerca, deben ser unos viajeros, tienen poca presencia de magia. Sigue al Noroeste, los encontrarás pronto, te lo dejo a ti, te daré instrucciones en su momento.

Amelia: De acuerdo...

Como dijo Astaroth, seguimos hacia el noroeste, deteniéndonos en una carretera, viendo las marcas de todos los carruajes y pisadas de animales que han caminado por esa deteriorada tierra.

Allí caminaban dos viajeros, con orejas peludas y largas colas de gato; viéndonos confundidos y a la vez preocupados al ver a Tiara tiritar de dolor.

Con solo verlos, ver esos rostros jóvenes y llenos de vida...

Astaroth: Son débiles, debes tener sus dos vidas para que sea equivalente al cuerpo fuerte de Tiara.

Nao: ¿Los vas a...

Amelia: Nao, guarda silencio, es una orden...

Me bajé del alce y me posicioné en frente de los dos, era inevitable no mostrar una expresión sin emociones frente a lo que iba a hacer.

Hasta el infierno sería mi hogar después de esto.

—¿Qué tienen con nosotros? Solo somos unos viajeros— Dijo uno de los Ookami, con sus orejas hacia abajo y su cola entre sus piernas.

Amelia: Solo quería que me vendieran unas cosas...

—¿No deberías preocuparte por ella primero?— Señaló el otro Ookami.

Amelia: Sé usar el milagro de la curación, por lo que necesito de comida para recuperarme, así que muéstrenme rápido sus cosas.

—Ah, entiendo, tenemos esto— Se agachó un Ookami y comenzó a buscar entre su bolsa, mientras que el otro también buscaba en la suya.

Astaroth: (Alza tu mano derecha y crea una esfera de viento, procura que este atraiga todas las partículas de vitalidad, yo me encargo del resto)

A instrucciones de Astaroth, levanté mi mano y concentrando las partículas de maná en mi mano logré crear una esfera de viento un poco inestable para mi primera vez, pero era poderosa. Por otro lado, Astaroth con la otra mitad de mi cuerpo a su control, levantó mi brazo, y apuntó con mis uñas ennegrecidas a sus cabezas, mientras que los Ookami miraban sus bolsas.

Amelia: Tienen permitido maldecirme...— Dije, dándoles mis últimas palabras a aquellos seres inocentes...

Unos lazos oscuros se generaron de mis uñas, agarrando por el cuello a los Ookami, apretándolos tan fuerte que apenas podían ocasionar algún sonido de sus bocas.

Nao solo cerró sus ojos, llevando su mano a su boca, como si quisiera vomitar, mientras que Tiara estaba inconsciente, a minutos de dar su último aliento.

Astaroth: Nao, quita primero la flecha del ala de Tiara, luego la de su cuello y procura que su sangre no salga. Hazlo bien, es tu único trabajo.

Nao, asustada y tiritando, comenzó a hacer lo que le dijo la Demonio. Primero sacó con facilidad la flecha del ala, esparciendo sangre al sacarla, luego, se quitó su camisa, dejando que una fina tela cubriera sus pechos; esta camisa la llevó cerca del cuello de Tiara, y, con rapidez, sacó la flecha de su cuello, colocando al instante la camisa, presionando con fuerza, humedeciendo a la misma velocidad esa camisa blanca, a una espesa sangre.

Era ahora mi turno.

Esos lazos que había invocado la Demonio comenzaron a introducirse por los orificios del rostro de los Ookami, comenzando de a poco robar la vida de ellos, haciendo que poco a poco sus jóvenes pieles comenzaran a agrietarse y arrugarse, expulsando partículas verdes, como luciérnagas, brillantes y llenas de bondad; estas fueron succionadas por la esfera de viento, que de a poco, comenzó a hacerse más grande debido a la gran cantidad de partículas que había succionado.

Astaroth: Estos intestinos serán un gran manjar.

Astaroth mostró una gran sonrisa con mi boca, y, con esto, había acabado con la vida de dos inocentes seres, que al verlos sin vida, eran solo unos simples esqueletos...

Con la esfera levitando sobre mi palma, caminé cerca de Tiara, acercando la esfera hasta su cuello y al estar cerca disipé la esfera, cayendo sobre sus heridas las partículas de vitalidad.

Poco a poco, estas partículas eran succionadas por el cuerpo de Tiara, curándola también.

Lentamente, el cuerpo de Tiara volvía a su estado original, haciendo que esas heridas nunca hubieran estado en su cuerpo...

Amelia: Lo siento Nao— Acerqué mi mano a su cabeza, pero ella al verla se alejó instintivamente.

La Elfa Nao mostró rápidamente una expresión de arrepentimiento y bajó su cabeza.

Nao: Lo siento mi Lady, no sé lo que hago... Ruego que me perdones...

Amelia: No importa... puedes levantar tu cabeza. Es hora de que sigamos nuestro camino, los elfos deben estar cerca.

Con esto había finalizado una etapa en mi vida.

La etapa de acabar con la vida de un ser semejante a mi...

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