Huida y Sacrificio
Guardia Elfo: ¡Vienen!, es hora de irnos. —Gritó por el pasillo el guardia al que le había susurrado en el pasillo.
Elfa: Siganme —Exclama la elfa con la cabeza del Rey.
Corrimos, el castillo era un laberinto, pero los elfos lo conocían como la palma de su mano.
Afortunadamente salimos rápidamente por la puerta trasera del Castillo.
Allí corrimos por nuestras vidas, habían casi 2 kilómetros para llegar a la muralla.
Y como era de esperarse, yo estaba ¡CANSADÍSIMO!.
Este cuerpo tenía una peor condición física que el original mio.
De igual forma, no podía parar, era vida o muerte.
Por supuesto, no quería morir otra vez y menos en un solo día en este mundo.
Ashly: ¡AMELIA!—Un fuerte rugido se escuchó a nuestras espaldas.
Esto era lo que temía, desde un inicio ese era mi mayor temor.
Ashly corría tres veces más que nosotros; era un monstruo y faltaba muchísimo para llegar a la aldea de los elfos, como indicaba la elfo que sostenía la cabeza del Rey, algo bastante espeluznante, tocaba que agarrase su calvicie.
Solo había algo que estaba dudando en hacer.
Tenía que sacrificar a una persona...
No había opción, pero ya había decidido quien sería el que nos permitiese vivir un día más.
Toqué el hombro del guardia elfo del comienzo.
Volví a repetir esas palabras.
Amelia: Muere por nosotras.
El guardia me miró fijamente mientras corría, luego miró al suelo y se lamentó, pareciendo recordar su crudo pasado, mostrando en sus ojos, unas gotas de sangre, algo que desgarró mi corazón.
Arish: ¡Si!—Entre lágrimas gritó y se dió la vuelta, desenfundando su espada y alzandola por los aires—¡Soy ARISH, hijo de una gran madre e hijo de un guerrero!... ¡PADRES MÍOS, ESPERO QUE NO LLOREN POR MI!... ¡USTEDES CRIARON A UN GUERRERO Y MORIRÉ COMO UNO!... ¡Por mi familia! y... ¡POR LOS ELFOS! ¡LARGA VIDA!.
Así que su familia sigue con vida...
Amelia: ¡No se detengan! ¡¿Quieren morir?!—Grité al ver como los demás se detienen.
Escucharon mis palabras e ignoraron al guerrero a nuestras espaldas.
Arish... recordaremos tu sacrificio, viviré para contarles a tus padres tu honorable sacrificio.
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Llegamos al final de la muralla y ahí estaba Lilith.
Lilith: ¡Ame...!—Detuvo sus palabras al ser apuntada por una espada.
Amelia: Detente, es mi compañera. Gracias a ella estamos aquí con vida.
Dije eso, pero aún así todos los elfos continuaban con sus dudas y su gran temor a la raza humana.
Elfa: ¡Es una humana!—Con ira grita la elfa con la cabeza del rey en sus manos.
Amelia: Lo sé y entiendo sus dudas, no les digo que confíen en ella, confíen en mí... Solo les pido eso.
Aun con ello, no parecían del todo seguras, pero solo me dí la vuelta y le dí un pequeño empujón a Lilith para que continuáramos corriendo.
Así comencé a correr al lado de Lilith y los otros elfos hicieron lo mismo.
Lilith sentía un ligero sentimiento de culpa y preocupación.
Lilith: ¿Cómo haremos para que yo pueda entrar en la ciudad de los elfos?...
Amelia: No te preocupes por eso, yo ya pasé por mi sufrimiento debido a ti, ahora te toca sufrir un poco.
Lilith: Si es así entonces mejor vamos a otro lugar.
Amelia: ¿Eh?, déjamelo a mí, veré que puedo hacer.
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Pequeños rayos del sol atravesaban los pequeños orificios que dejaban las hojas de los árboles, con un fuerte suspiro vuelvo a levantarme, estirandome por lo cansado que estaba, alrededor de 2 horas caminando, ya había amanecido, pero algo que me hizo volver a suspirar fue las grandes murallas de piedra.
Unas grandes murallas habían opacado mi vista y con eso, nuestro viaje había culminado, habíamos llegado a nuestro destino, un sangriento destino.
Cómo era habitual, dos guardias bastante equipados con armadura de plata custodiaban el gran portón de la muralla, dando la entrada a la ciudad y por supuesto, daban paso a los comerciantes y distribuidores en sus carretas.
Amelia: ¿Puedo pedirte un favor?—Dirigí mi palabra a la Elfa que sostenia la cabeza del Rey (La elfa que fue violada por el mismo y ella, tenía un dos cuernos en su frente no tan largos, iguales al mio).
Ciertamente, había un gran problema.
Todos, absolutamente todos los elfos de que estaban a mi vista tenian un precioso cabello amarillo, yo dudaba del mio, ya que es blanco, absolutamente diferente al de ellos, pero mi mayor preocupación es Lilith.
Elfa: Me gustaría ayudarte, pero... Sé que no eres como los demás, y sé que salvaste mi vida, por eso te debo un favor, pero no puedo ayudarte ahora.
Era claro, no entendía nada de lo que decía, absolutamente nada entendía de lo que dijo, pero era notorio lo que me decían sus ojos, a pesar de que le salvé la vida, el odio que mostraban esos hermosos ojos esmeralda.
Yo era realmente poco diferente a los otros elfos, lo único que me diferenciaba era mi cabello, pero mi conocimiento sobre este mundo se hacía presente en esta conversación.
La Elfa, a pesar de todo sintió un poco de culpa al no aceptar mi ayuda y habló con las otras Elfas.
Me sentía excluido cuando hablaban entre sí, incluyendo al guardia, pero en esos momentos una de las elfas empuja a la elfa que tenía la cabeza del Rey, mostraba bastante desprecio, pero parecía que habían tomado una decisión.
Elfa: No te ayudaré, porque odio a los tuyos, pero...—Haciendo señas con su mano, hizo que una de las elfas que estaban con nosotros se acercara—Ella te ayudará.
Nao: Soy Nao, estoy sumamente agradecida con usted Lady Amelia, será un honor ayudarla.
Un leve sonrojo vino a mi, la elfa me consideraba alguien importante, ya era hora, de seguro debo tener algún poder o algo, es imposible que llegue a este mundo lleno de miseria siendo una miseria... Aunque puede ser una posibilidad.
Lilith: Wua—Lleva su mano a la boca de la sorpresa—Si lo dicen así pareces toda una princesa.
Amelia: Jeje, es que lo soy...
Lilith: ¿Ah sí?, no lo pareces, pareces una marimacho...—Rie, ocultandola con su mano.
Amelia: Callate Lilith, soy toda una señora.
Aunque yo solo quería un favor, es como si Nao fuera ahora mi sirvienta, not bad.
Nao a simple vista se veía como alguien seria y fría, pero al instante las comisuras de su boca se levantan, mostrando una coqueta sonrisa.
Nao: Jeje, ¿Te enamoraste de mi Lady?...—Yo gimoteo por sus palabras, ya que ella me descubrió como la veia detenidamente—Eres muy tierna mi Lady—Se acerca a mí y agarra mi cachete, jalandolo suavemente.
Vaya... parece que es toda una niña malcriada cuando está fuera de rol...
Nao, aquella chica Elfo, sin cuernos y con su cabello rubio solo hasta la mitad, sus ojos eran violeta como los de Lilith, y su cuerpo era igual de espectacular, solo que no tenía grandes proporciones, pero tenía una fina figura.
Alejo suavemente su mano y la miro con irritación.
Amelia: No molestes... ¿No te da vergüenza estar desnuda?.
Su expresión de maldad rápidamente cambia a una de verguenza y timidez al ver mi casi mentira, solo tenía una túnica, pero no tenía nada por debajo, podían notarse los puntos en sus senos, pero no era algo de qué preocuparse tanto.
Nao: Pero Lady Amelia—Toma mi mano y la acerca lentamente a su busto—Si eres tu no me importaría que me vieras desnuda y tampoco que me hicieras otras cosas—Rie coquetamente, pero yo rápidamente me safo de sus encantos.
Es una completa pervertida, no sabia que habia otra Lilith en este mundo.
Elfa: Amelia, si no te importa. Quiero llevarme el crédito por la cabeza del Rey, entre nuestras hermanas no nos mentimos y eso es lo que quiero.
Bueno, con tal de que me vea como una hermana y no como alguien odiosa la verdad no me importa.
Amelia: Si es lo que quieres no me pondré... Después de todo no quiero méritos por haber matado a alguien, pero sabes que me tendrás que recompensar debidamente luego.
Las elfas sonrieron, excluyendome de la gran recompensa que recibirán, igual no importaba, con tal de estar relajado unos días hay cosas que hay que sacrificar. Sin embargo debía resolver el misterio de mi cabello.
Elfas elfas ahora determinadas dieron el primer paso. Nao a base de mis órdenes roba una manta que estaba en una carreta, para luego cubrir la cabeza de Lilith con ella. (Es un caso extremo, por supuesto que le pagaré si no se me olvida).
La Elfa con la cabeza del Rey la levanta, mostrando la cabeza mutilada del Rey de los humanos y las otras elfas junto al guardia comenzaron a gritar.
—¡Lo conseguimos!.
Naturalmente toda la atención estaba fijada en ellos, específicamente en aquella cabeza.
—¿E-Es ese el Rey?—Habla confundido un comerciante.
—¿Qu-e?, ¿Le ganamos a los humanos?—Decía otro elfo sumido en una incógnita.
En poco tiempo la duda fue aclarada y con ello, gritos de un extraño triunfo penetraron mis oídos.
Los Elfos admirados por el logro, nos abrieron paso mientras gritaban de júbilo.
Evitando un poco la atención, me alejé con Lilith y Nao un poco de ellos.
—¡Ella es Daia!—Grió un elfo en la multitud.
En un momento todos la alabaron, dejando un gran camino entre la ciudad, directamente al castillo del Rey Elfo.
—¡DAIA! ¡DAIA!.
Era exuberante la emoción de la multitud, tanto que lanzaban pétalos de flores a los elfos que lograron la hazaña. Creando un hermoso escenario lleno de victoria.
Era contagiosa la gran sonrisa de Daia.
Este podría ser el mejor día para Daia y sus compañeros.
Sin embargo...
El hermoso momento desapareció al instante...
—¡Siento dañarles su celebración!.
Con un pisotón hizo retumbar el suelo, como si de un terremoto se tratara, destruyendo vidrios y las tiendas de madera que acaparaban el centro de la ciudad.
Allí en la entrada del castillo había un humano.
Un humano en la ciudad de los Elfos, aunque eso era lo menos importante. Además de tener una increíble armadura de un oro reluciente, dejando verse las grandes escamas en ella, las escamas de lo que antes fue un colosal dragón.
En su mano colgaba una cabeza.
Una cabeza de un elfo con cabello blanco.
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