Guardián de la Espada
Rastus: Todo terminó en un suicidio. En una cuerda colgada a una viga de la casa, apretando su cuello frente a nuestros ojos, mientras su baba corría por su boca... Eso era algo que no puedo sacar de mi mente. Ese momento donde vi que nos separábamos y tomábamos caminos distintos.
Mi amigo abrazaba sus piernas, mientras con una de sus manos apretaba su cabeza, viendo como las venas sobresalían, demostrando ese odio y miedo que sintió.
Amelia: Tomó una difícil decisión...
Rastus: El solo hecho de ver a Pólux, mirándonos con esos ojos sin vida, hizo que Tristán tomará la peor decisión... Todavía lo recuerdo, como si fuera ayer, y tan solo han pasado tres días desde eso. Desde el día que no pude detenerlo. Solo podía ver como Tristán sangraba, verle como su sangre brotaba desde sus manos, al momento que sus uñas se enterraban en la piel, dándole abertura a la sangre...
Amelia: "Un monstruo", seguro eso pensaste.
Rastus: Si... No era el mismo, solo buscaba venganza.
Venganza...
Una palabra que se difuminó en bello atardecer, mientras estábamos sentados en un pequeño tronco cortado, lejos del Reino, con las murallas a nuestra derecha y frente nuestro, el gran sol ocultándose. Parecía que este era el lugar preferido de Pólux, donde podía descansar de su interminable dolor.
Rastus: Parece que tomó la decisión de unirse al ejército del Rey Demonio... pero ¿Un simple humano podrá matar a un Ángel?
Puede ser imposible, pero parece que en este mundo hay trucos bastante sucios para ganarle hasta al enemigo más poderoso.
Amelia: ¿Qué sucedió con Pólux? ¿Por qué tomó esa decisión?
Rastus: Pólux fue un guerrero hasta el final, cuando el Ángel lo maldijo comenzó su sufrimiento. Esa masa oscura que había sido incrustada en su cuerpo, poco a poco iba a creciendo, comiéndose de a poco la piel hasta llegar al músculo y luego sus órganos. Decía que era como si pequeños gusanos masticaran, miles de pequeños mordiscos lo atormentaban cada segundo.
Amelia: Entonces esa masa comenzó a crecer mientras se alimentaba de su cuerpo.
Rastus: Así es, en solo un día esa masa era igual de grande como mi cabeza... No puedo imaginarme el dolor que sentía Pólux.
Amelia: ¿Buscaron ayuda?
Rastus: Fue difícil, ya que la Reina Maga había muerto hace pocos días. Pensábamos que debíamos perder la esperanza, pero Tristán nunca se rindió. Habló con todos los magos del Reino, en busca de ayuda... Eran amables, después de todo la Reina Maga había hecho un gran trabajo con sus habitantes, pero... ¿Por qué todos decían que era imposible?
Amelia: ¿Ninguno sabía la cura a su maldición?
Rastus: Así es, alrededor de 200 magos y hechiceros vinieron a investigar el caso, pero todos negaban una cura. No puedo imaginar que sentía Pólux en esos momentos.
Decirle a alguien que no tiene salvación...
Rastus: Pólux se había rendido, a pesar de que Tristán decía que buscaría la ayuda de cualquier lugar, Pólux se rindió... Pólux golpeó a Tristán y nos dijo que lo dejáramos solo...— Su voz se quebró— S-Solo podía escucharlo llorar... esos interminables lloros y llantos eran como un golpe, un golpe a nuestra incompetencia. ¿Éramos tan inútiles de no poder ayudar a nuestro amigo? ¿Éramos tan inútiles como para no vencer a lo imposible?...
Las lágrimas de Rastus volvieron a salir, brillando, acompañando el reflejo de la inmersiva noche, de la desolada Luna que siempre nos acompañaba en los peores momentos.
Rastus: Tristán comenzaba a cambiar, ver a Pólux llorar de tal manera lo hizo desesperarse hasta tal punto que asesinó a una persona inocente...
Amelia: Puedo suponer que asesino a alguna criatura semejante a un Ángel.
Rastus: Si... Él asesinó a un Elfo...— Miró su mano, viendo una cicatriz que tenía en su palma— Salí a buscar a Tristán y cuando lo encontré solo vi como apuñalaba con un tenedor a un Elfo... Fue un momento grotesco, ver tantos orificios en el cuerpo del Elfo me provocaron náuseas, pero lo más problemático fue que intenté detener a Tristán, pero al tocarle él me atacó con esa arma, dejándome esta cicatriz en mi mano. Había sucumbido a la locura...
Amelia: ¿Pólux supo de esto?
Rastus: Si... En esa noche Tristán había regresado a casa, cubierto de sangre, sin ocultarle nada a Pólux, lo abrazó como si hubiera hecho algo bueno, pero ese solo fue el detonador del suicidio de Pólux.
Amelia: A pesar de que no había cura, parecía que no quería rendirse desde el fondo de su corazón...
Rastus: Pero ver como nuestro amigo Tristán comenzaba a hacer cosas inhumanas tomó la decisión de suicidarse...
Me levanté del tronco y estiré mis brazos, enderezando mi espalda.
La Luna podía ver mi sonrisa, esa sonrisa que no había sido borrada desde el momento de mi declaración de guerra. Ya tenía más que información suficiente para imaginarme las formas tan dolorosas que sufrirá la criatura que comenzó esta guerra contra el enemigo equivocado.
Amelia: Rastus, la guerra se acerca y les demostraremos al mundo que somos los peores enemigos que puedan tener.
Acerqué mi mano a él, mostrándole el comienzo de nuestro pacto. El comienzo de nuestra batalla de venganza.
Amelia: ¿Qué decides tu mi gran amigo? ¿Quieres destruir el mundo conmigo?
Rastus: Je... Con solo verte esa sonrisa tan tenebrosa no puedo evitar sentirme de la misma manera.
Se levantó y estrechó mi mano, siendo la luna la que nos observaba, la que sería el testigo de nuestro inquebrantable pacto.
Rastus: Haremos que hasta los mismos Dioses le teman a un hombre.
Esa tenebrosa sonrisa también se reflejó en el rostro de Rastus...
Este era el comienzo de dos monstruos.
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Perspectiva en Tercera persona.
En este vasto mundo, existen seis maestros que mantienen el equilibrio en este planeta. Longus World es el nombre de este mundo, donde hay un planeta donde reside la Guadiana Maga, Amelia. En el planeta tierra existen innumerables seres, siendo los principales los Demonios, Humanos y Ángeles, con poderes tan desnivelados que el equilibrio más de una vez fue destruido.
La Madre Tierra creó una orden, la Trinidad, donde pertenecen los Guardianes, seres con gran capacidad moral, capaces de mantener el equilibrio mediante sus actos, con un poder concebido por la Madre Tierra y todos los seres vivos del Planeta y en parte, del mundo.
Estos Guardianes tienen un rol importante, siendo guiados por la línea del destino de la Madre Tierra, una línea que solo se puede quebrantar mediante un inconmensurable poder, significando que los Guardianes están destinados a repetir las mismas acciones de sus antepasados, siendo el fin su sacrificio, el alimento del Dragón.
En las tierras bajas, donde la lava es imprescindible y los Demonios por todos lados, había un Guardián. El Guardián de la espada, observando de reojo a una mujer que marcaba con una daga un punto en específico de un mapa, tan grande que parecía representar todo el planeta.
—Tu presencia estorba— Suspiró la mujer, llevando un pañuelo hacia sus ojos, intentando calmar su cansancio con un masaje fuerte, que solo le provocaba dolor y unas ojeras tan notorias que cubrían con un color morado todo el alrededor de sus ojos.
—"Solo quiero salvar a mis hijas, ese es mi único objetivo en la vida"— El Guardián de la espada repitió unas palabras que había recordado, sonriendo de gracia ante tales palabras que para él eran divertidas— Llevas semanas sin dormir correctamente, puede que tu salud no te permita salvar a tus hijas.
—Cállate, esto no te incumbe...— Unos ojos fríos y filosos, tan tenebrosos frente a su rostro demacrado.
—La Demonio Alanna que engendró al peor enemigo de los Demonios, un Ángel tan macabro que mató a su propio padre y una...— Un golpe fuerte a la mesa interrumpió sus palabras.
Alanna: ¡No hables mal de mis hijas! ¡NINGUNA TIENE LA CULPA!— Un desgarrador grito y unas manos que dañaban su rostro con sus uñas— Mis niñas nunca tuvieron la culpa, la guerra y los Ángeles la tienen. ¿Qué vas a saber tú? ¡¿ACASO SABES LO QUE ES PERDER A TUS HIJOS?!
—No lo sé, por eso no me importa— El Guardián de la espada apoyó su espalda en una pared, recogiendo sus brazos, mientras suspiraba al ver como comenzaba a llorar Alanna, la madre de Astaroth, Helena y Micaela.
Alanna: Caín, vete de una vez, no te metas en mi vida ¿Crees que un Guardián es capaz de solucionar mis problemas? ¿Cierto que no? Entonces ¡¿Qué haces aquí?! ¿Vas a ayudarme a recuperar mis hijas?... ¿Acaso quieres matarme?— El Guardián la interrumpió.
Caín: Tu hija Helena es ahora la Guardiana de la Magia.
Esas palabras hicieron que Alanna dejara de arañar su rostro y solamente mirara a un punto fijo de la habitación. Un retrato, donde estaban todos juntos, Garl, el papá, Alanna, la mamá, Astaroth; la trilliza Demonio, Micaela; la trilliza Ángel y Helena; la trilliza hibrida o Demi-Ángel. Ellos en un retrato, cuando vivían juntos, en un palacio en la tierra, alejado de los Demonios y los Ángeles, donde podían sonreír correctamente y juntos...
Pero había cosas que no se podían recuperar...
Alanna: Helena está muerta, esa no es mi hija. De seguro la Madre Tierra usó un alma perdida y la introdujo en su cuerpo.
Caín: Puedes tener razón, puede que sea otra persona, pero sigue teniendo la apariencia de tu hija ¿Vas a descartar ese hecho? ¿No querías recuperar a tu hija?.
Alanna: Ya te dije que Helena está muerta.
Caín: Te equivocas ¿No es tu hija? ¿Acaso perdiste la fe? ¿Cómo puedes ser tan negativa cuando tienes a una persona igual que tu hija cerca de tú? ¿Desde cuándo descartaste la idea de que Helena sigue viva?
Alanna: Ya te dije que mi hija murió...
Caín: ¿Piensas que Garl, tu esposo, murió en vano? ¿Él no creó un ejército y se enfrentó al líder de los Ángeles en vano? Tu hija volvió a caminar gracias a él, gracias a él ella no es una simple marioneta, gracias a él tu hija es ahora un perfecto recipiente para una alma. Si no hubiera llegado a tiempo tu hija hubiera dejado de tener maná y por ello no pudiera ser un recipiente, si no otro sería otro ser inerte.
Alanna comenzó a llorar.
Caín: El maná proviene del alma y eso significa que una pequeña parte de Helena todavía vive...
El Guardián de la espada, Caín, terminó de hablar. Saliendo de la casa, dejando sola a Alanna, la madre de Helena.
"Helena todavía vive" Unas palabras que se había negado desde que perdió todo. Ahora, con una nueva verdad, había una nueva posibilidad.
Fue un milagro que Caín se presentara ante ella, era como si le devolvieran la vida a una perdida madre.
Alanna: Debo recuperar a mis hijas...
Unas palabras que se desvanecieron en el aire, pero unas lágrimas que apareciendo, mostrando un nuevo sentimiento.
"Debo ir por Helena", era siguiente objetivo de Alanna.
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