Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Declaración de Guerra

Rastus: Este es mi hogar, aquí podremos hablar tranquilamente.

Abrió la puerta de una pequeña herrería que parecía abandonada. Ver esos calderos, oxidados, esas herramientas desgastadas y empolvadas solo significaban que habían dejado de usarse.

Dentro de la herrería el lugar era pequeño, una cocina y cuatro camas que ocupaban todo el lugar, que a pesar de todo estaba organizado y con bastante vida. Me recordaba las casas de mis amigos, donde usaban cobijas coloridas o como Pólux, que usaba una cobija de una princesa "Esta cobija me da más de lo que una mujer me da" decía mientras se reía...

Rastus: Perdona si no es de su agrado, un Alto Elfo como usted debe preferir un lugar más sofisticado.

Amelia: No te preocupes por eso, he estado en lugares peores en todo mi viaje.

Rastus se sentó en una cama y yo hice lo mismo en otra, pudiéndonos ver las caras, mientras que la luz del sol se asomara por los pequeños orificios del techo de madera, dando lugar a un leve recuerdo de mi pasado.

Era como si estuviéramos en mi mundo, en la escuela, mirándonos para hacer un trabajo difícil, llenos de seriedad para ganar este trabajo y no hacer ningún trabajo más el resto del curso.

Rastus: ¿Qué decías de Phoenix?...— Dijo, con una mirada seria apartándose de las cordialidades.

¿Sería lo mejor decirle directamente que soy yo?...

¿En que estoy pensando? Como si no lo conociera desde hace mucho tiempo.

Amelia: Ammmm— Enderecé mi espalda y llevé mi mano a mi cabeza, para rascarme un poco— Puede ser un poco difícil, más bien, puede ser imposible de creerlo... — Suspiré al verle ese rostro tan serio— No has cambiado nada, mi gran amigo.

Acerqué mi mano a él, esperando que la estrechara.

Amelia: Pensé que cambiarias un poco con la reencarnación, hasta pensé que dejarías de ser menos feo mi brother. Pero estás igual, hasta me da risa verte tan demacrado, ni cuando te dejó tu novia estabas de esa manera— Comencé a reir.

Rastus: No puede ser...

Estaba atónito, no podía contener sus lágrimas...

Amelia: Ha pasado tiempo Rastus, pero fin nos volvemos a encontrar.

Le mostré una larga sonrisa y el comenzó a llorar como nunca lo habia hecho. Estrechó mi mano y la sostuvo con fuerza, sintiendo el espesor de su palma, significando todo lo que habia luchado...

Rastus: Phoenix... De verdad que no puedo creerlo... ¡Phoenix!— Se levantó y me dió un fuerte abrazo.

Amelia: ¡Ey!. No me abraces guarro.

Ese fuerte abrazo en vez de sentimientos solo me provocó gran asco, sentir a un hombre, tocando mi cuerpo, con tal confianza solo hizo que me provocara un gran asco.

Amelia: ¡Suéltame asqueroso!

Le empujé haciendo que volviera a sentarse en la cama. Las emociones de Helena salieron a la luz con ese abrazo.

Amelia: Espera Rastus, no me malinterpretes, solo que mirame como soy ahora.

Rastus: De verdad que sigo sin creerlo— Mostró una larga sonrisa, mientras se limpiaba sus lágrimas— ¡¿Cómo fue que te convertiste en tremenda hermosura?!

Amelia: No lo sé... pero ese no es el problema, me impresiona que me creas tan fácil.

Rastus: Ah, eso. Solo puede haber una persona que sepa de Phoenix y eres tu o nuestros amigos. Además, esa manera de alargar las palabras no te las quita si no tu mismo.

Amelia: Vaya manera de recordarme...

Rastus: Es lo que hay, además...

Sus palabras se detuvieron, mientras miraba las dos camas enfrente suya. Ese sentimiento de tristeza e impotencia se podía notar en su rostro.

Rastus: Es una pena que no pueda celebrar nuestro reencuentro... pero... hay algo que debo contarte...

Su expresión de felicidad volvió a convertirse en una fría y llena de seriedad. Juntó sus manos y se inclinó hacia delante, apoyando sus codos en sus piernas, mirando el suelo, sin emociones, apenas tiritando en su asiento...

Rastus: Algo muy malo sucedió hace días...

Eso solo podía significar una cosa... Aquella advertencia de esa mujer fantasma.

Mientras pensaba alguien entró por la puerta, un ser con cuernos oscuros y alas de murciélago. Una demonio que nunca había visto, había hecho presencia.

Stella: ¿Llegaste tan rápido, cariño? Te traje un poco de comida— Cerró la puerta, observó a Rastus y luego sus ojos se fijaron en mi...

La bolsa con panes que llevaba en sus brazos cayeron al suelo y al instante levantó sus manos, mostrando esas garras y una leve presencia de magia que palpitaba entre la palma de sus manos y... una increíble ira brotaba... ese odio latente con solo verme...

Iba a atacarme...

Rastus: ¡Espera! ¡Cálmate Stella!— Se colocó en medio de nosotras.

Stella: Es un Ángel ¡Nuestro enemigo!...

Rastus: ¡No es lo que crees!... Es Phoenix ¡Mi amigo!

Stella: ¿Amigo? Si es una mujer ¿Cómo va a ser tu amigo? Nunca tuviste amigas.

Rastus: ¡Todo tiene explicación!— Se acercó a la demonio y le ayudó a bajar sus manos— Solo cálmate mi vida, tan solo déjame explicarte.

Stella: ¿Seguro no te está engañando, no ves que es una Ángel muy linda? ¿No viste lo que le hizo ese Ángel de aquella vez a Pólux?

Rastus: Lo sé y sabes como me siento, por eso debes calmarte. Esta persona que ves no es un Ángel, es mi gran amigo Phoenix.

Amelia: Emmm, en realidad si soy un Ángel...

Rastus: ¡Cállate!

Amelia: Ok...

Mi amigo recogió la bolsa y los panes que habían caído al suelo y se los entregó a Stella. Dándole unas pequeñas palmaditas en la cabeza para que se calmara.

Rastus: ¿Ya estás mejor? Solo siéntate y escúchanos. Phoenix te demostrará que puedes confiar en él.

Stella asintió con su cabeza y fue guiada por Rastus hacia la cama, ayudándola a sentarse junto a él. Haciendo que esos ojos tan rojos como el rubí me miran con enojo, algo que no se comparaba a Rastus, a sus ojos marrones y llenos de bondad.

Rastus: Phoenix, amigo. Me gustaría que habláramos de como llegamos aquí y de nuestras bizarras aventuras, pero... no hay tiempo— Los ojos de Rastus volvieron a cristalizarse, haciendo que Stella comenzara a acariciar su cabeza— Hay que actuar de una vez y por eso debes saber la verdad y lo que pasó hace unos días...

Phoenix: Sabes que nunca me ha gustado el misterio, entonces dímelo de una vez.

Rastus: Si... es cierto. Siempre has sido honesto y rápido con las cosas, pero... para mí es difícil decírtelo. Entonces te lo mostraré.

Parece que las presentaciones con Stella no iban a ocurrir en este momento.

Stella: Te vigilaré— Una tenebrosa advertencia.

Rastus se levantó de la cama y caminó hasta la puerta de la casa, abriéndola, para dejar entrar los rayos de luz que reflejaban el brillo de sus lágrimas.

###

A través de los callejones, un especioso lugar ocultaba el Reino. Un lugar desolado y tenebroso. Una pequeña brisa de viento movía con suavidad el pasto del lugar, pudiendo escuchar las brisas de viento en este silencioso espacio.

Los rayos de luz eran inexistentes, como si las nubes maldijeran por completo el lugar. Un color grisáceo, tenue y sin vida, tan desolador como la misma destrucción, las mismas cenizas...

El lugar al que muchos terminan, al que muchos acuden como hogar y esperan hasta la infinidad por una liberación. Era muy pesado, tan pesado que hasta la misma respiración comenzaba a ser difícil y el corazón comenzaba a palpitar en son de respeto y lástima.

Un lugar lleno de lástima y desesperación, al que con solo llegar puedes sentir múltiples miradas de seres que ni siquiera sabes que son, ya que no puedes verlos. El lugar donde más se ha derramado lágrimas... Que hasta las nubes muestran su consideración también mostrando sus lágrimas con su lluvia.

"El lugar que nos espera" Pensé, al ver la infinidad de rocas talladas con infinidad de nombres. Una extensa pequeña montaña estaba repleta por una infinidad de tumbas...

Ni las hermosas flores podían irradiar su hermoso color al lado de tal lugar tan decepcionante...

Solo podía ver unas lágrimas caer y desaparecer en la tierra, Rastus y Stella mostraban su pésame con sus lágrimas...

Rastus comenzó a caminar, atreves de la multitud de tumbas, y atrás mío Stella me vigilaba, sin pestañear y sin ocultar su infinita ira. Seguí a Rastus, evitando pisar los pequeños relieves de tierra, que al parecer, contenían los cuerpos de los fallecidos.

Infinidad de tumbas podía ver, nombres tan distintos y tallados con amor me sorprendían y unas pequeñas muestras de aprecio estaban por todo el lugar; espadas, flores, comida, entre otras cosas que reflejaban el amor de esa persona.

Sin embargo, en medio de toda esta tristeza, habia un lugar, irradiante y hermoso. Una gran tumba, poderosa y bien cuidada que hacia sentir pequeñas a las que estaban alrededor.

Parecía que nos mirara... La luz del sol iluminaba aquella tumba, como si dijera "¡Aquí estoy!"... Era increíble lo que podía hacer aquella persona... Esa persona que estaba debajo de esa tumba podía hacer que hasta la misma luz del sol solo lo mirara a él.

"¿Qué haría el mundo sin soñadores" Recordaba esas palabras que siempre decía ante el momento de la perdida.

Si...

Ahí estaba un gran amigo...

El que siempre despertaba ese valor de luchar...

Un verdadero guerrero...

Un verdadero amigo...

Amelia: Pólux...

Allí estaba escrito su nombre...

Rastus cayó en sus rodillas y apoyó sus brazos en la tumba, dejando que sus lágrimas se deslizaran sobre las paredes de la tumba... eso hacía... que la tumba pareciese que también llorase...

Me acerqué a la tumba y me postré sobre mis rodillas.

Amelia: ¿Por qué lloras Pólux? ¿Acaso es la primera vez que miras a una mujer tan hermosa como yo? ¿De eso lloras? Una lástima, mi gran amigo... Yo soy Phoenix, tu amigo. Así que lamento destruirte tus deseos— Sonreí y comencé a reír ante mi broma.

Una risa que se desvanecía en el infinito silencio...

Un silencio tan aterrador y realista que al instante te decía el problema que estaba delante de tus ojos...

Ya está muerto... Eso me decía la realidad...

Aun así... siempre buscamos la manera de que este lugar se sienta vivo... ¡Como si se sintiera que él estuviera aquí con nosotros!...

Como si se sintiera en casa...

Con sus amigos, riendo, como lo hacíamos cada día...

Amelia: Pólux, he vuelto, aunque es una lástima verte de esa manera... — Le di unas pequeñas palmaditas en la cabeza a la tumba— Esperaba volver a verte con un abrazo...

Con un abrazo...

Unas palabras que hicieron que mis ojos comenzaran a doler, acumulando lágrimas.

Amelia: ¿Sabes una cosa Pólux?— Me levanté y puse mi pie sobre la cabeza de la tumba. Mostrando un gran irrespeto a este lugar— Puede que este no sea el final...

Asi es... puede que este no sea el final...

A pesar de querer revivir a Lilith, también había una persona más que debía revivir...

Sin embargo, hasta entonces había algo que seguía con vida.

Lo que hace que los muertos estén con vida...

Amelia: ¡YO ACEPTO TU DESEO PÓLUX!— Grité, dejando salir mis lágrimas.

El deseo es lo que hace que los muertos sigan con vida.

Su meta...

Y eso lleva a una cosa...

El recordar...

Mientras siga en los recuerdos nadie morirá nunca.

"NADA MUERE SI ESO SIGUE EN LOS RECUERDOS"

Amelia: ¡PAGARÁ EL QUE HIZO ESTO!— Una gran sonrisa hizo de mi bonito rostro uno tenebroso, una sonrisa que no podía contener, que mostraba todos mis deseos, aunque a pesar de ello, mis tristes lágrimas acompañaban esa macabra sonrisa.

Alcé mi pie que estaba sobre la tumba, y con fuerza, golpeé la tumba, volviendo a poner mi pie sobre la tumba.

Amelia: Te vengaré...

Mientras miraba el cielo, le mostraba mi sonrisa, mi muestra de lealtad a Pólux, mi aprecio y amistad nunca acabarían y nunca le daría un adiós hasta completar mi venganza...

Amelia: ¡ESTA ES LA GUERRA! ¡ESTA ES MI DECLARACIÓN DE GUERRA!.

El momento donde todo va a cambiar ha comenzado.

El principio de un villano.

"Para luchar contra monstruos se debe tener cuidado de no convertirse en uno"...

Así era... debía convertirme en un monstruo para acabar con este objetivo.

En medio de mi macabra sonrisa habia comenzado algo...

Este es...

Amelia: Este es el comienzo de mi juego de VENGANZA.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro