Aplastar al enemigo
El tiempo pasaba naturalmente en este mundo y el gran vacío en mi corazón permanecía, pensé que sería buena idea contar los días en este mundo, pero no. Cada pasar de días son agobiantes y solo van 7 días.
Veía las grandes alas anaranjadas y las garras filosas de los Arpianos mientras se asomaba el sol por el horizonte, algo que parece que no ha cambiado a comparación de mi mundo o tal vez ya me acostumbré a los días de aquí.
Una meta: "Revivir a la hermana de Nao y a Lilith" ¿Cómo lo haremos si ni siquiera conozco mi propio cuerpo?.
Tiara: Amelia, vengo a contarte una noticia.
La Arpiana Tiara acababa de llegar de su expedición, sus alas se veían realmente cansadas, pero parecía no ser un problema para ella.
Cerca de mí estaba Nao, tirando unas pequeñas ramas a la fogata con la que prepararía nuestra comida y al ver a Tiara se sienta a mi lado para escuchar la noticia.
Tiara: Visité el Reino de los Elfos Áureos y para mi sorpresa estaba destruido.
Así que así se llamaba el Reino, Los Elfos Áureos. Aunque olvidando eso decidí mentirle a Tiara, no decirle que por mi culpa fue destruido será lo mejor.
Amelia: ¿Cómo dices? Estábamos allí hace unos días. ¿Cómo pudo suceder?— Finjo exaltarme.
Tiara: No sé qué pudo haber sucedido, es realmente atroz lo que se vio— Se sienta cerca de nosotras y nos vuelve a mirar con miedo en sus ojos— Mitad del Reino había sido destruido, como si un meteorito hubiera caído, destruyendo la mitad del Reino, pero eso no era todo... Todos, absolutamente todos los Elfos de ese Reino fueron masacrados, era como ver un Reino fantasma, el simple pisar te hacía temblar y al ver esos cuerpos amontonados sin vida te hacía vomitar.
Nao: Espera...— A mi lado mi sirvienta estaba en shock—¿Qu—.... Qué sucedió con la Reina?...
Tiara: No lo sé, decenas de sirvientes habían sido mutilados, como si se hubieran llevado miles de cuerpos para ser devorados... pero no vi a ninguna Reina, lo más seguro es que fue llevada a ser comida.
Amelia: Así que... Daia está muerta...—Suspiro pesadamente al sentir el fin de otra vida cercana— ¿Cómo pudieron haber hecho eso?.
Esos malditos humanos... de seguro se llevaron a Daia para ser devorada ¿Cómo pueden vivir así? Comiéndose... aunque puede que yo sea el que esté equivocado y ellos solo quieran sobrevivir.
Las lágrimas de Nao comenzaron a brotar sin fin de sus ojos... ¿Qué puedo hacer yo ahora mismo?.
Amelia: Lo siento Nao...— Abrazo su cabeza, haciendo que ella me abrazara con fuerza mientras lloraba en mi pecho.
Nao: D-Daia... Daia era... u-una gran amiga.
La tristeza de Nao era contagiosa, pero debía mantenerme firme. Solamente acariciaba su corto cabello áureo mientras empapaba mi camisa con sus lágrimas saladas.
Tiara: Amelia... ¿Ustedes son las culpables?— Sin mirarnos, la arpiana comenzó a darle vida a la fogata.
Amelia: ¿Eh?... No...— Miro al suelo para ocultar la mentira de mi rostro— Solamente nos fuimos de allí, tal vez tuvimos suerte al no presenciar esa masacre y aún más suerte de seguir con vida.
Tiara: Entiendo... a pesar de todo te siento distante Amelia, soy una madre y sé cuando mis hijos mienten, pero no eres mi hija, aun así te sientes débil y sin rumbo alguno— Incrusta en el suelo un palo con una lagartija en el medio— Pienso que el deber de toda madre es guiar a sus hijos por el buen camino, al final "Estamos aquí para ser el recuerdo de nuestros hijos", por eso Amelia sé que me estás mintiendo.
Amelia: No sé... lo que dices.
Al escucharla me hizo recordar a mi madre, la persona que siempre estuvo a mi lado en los peores momentos, era como si Tiara fuera ahora una madre para mí, una gran calidez provenía de ella, como si me comprendiera y me daría la clave para seguir adelante.
Tiara: Nao ¿Quién era tu amiga?.
Nao: Daia era mi heroína... En el momento en que los Elfos perdimos contra los humanos y cuando nos tomaron de esclavas, la conocí... Ella me daba la espalda, con sus manos atadas y sus ojos hinchados de tanto llorar, mientras nos azotaban con un látigo los humanos para caminar más rápido.
En esa oscura celda hablábamos todo el día y ella siempre hablaba sobre su familia, el porqué sigue luchando mientras que cada día llegaba un guardia humano para violar a una chica y Daia siempre me protegía, tres días enteros fue violada por más de 10 hombres, siempre protegiéndome diciendo "Me acostaré con cualquiera, pero por favor no la toquen", así hasta que fuimos llevadas hasta el Rey Humano y nos encontramos con Amelia...
Tiara: Es bueno saberlo Nao, pocas veces se encuentran grandes amigas en los peores momentos, aunque no es momento de que le digas adiós, no la vi, puede que siga con vida, si en verdad es tu heroína, lo seguirá siendo hasta el final.
Nao: Pero... yo no pude estar a su lado...
Tiara: No te culpes, las personas se van, al final estás siguiendo un camino y de seguro será difícil, por lo que es bueno aprender de una vez.
Es sorprendente que una persona pueda decir las palabras indicadas en las cualquier situación, como en este caso, Nao lo había comprendido, a pesar de estar invadida en lágrimas, reconoció el porqué estamos aquí.
Amelia: Oye Tiara ¿Puedes escucharnos? La razón del porqué estamos aquí.
Tiara: Me encantaría, pero ahora debemos irnos.
Una expresión de seriedad se apoderó del rostro de Tiara y a nuestro alrededor decenas de Arpianos comenzaron a volar, dejando caer excesivas hojas de los árboles, ese revoloteo era tan fuerte que ni las hojas más fuertes podían soportar ese torrente ventarrón.
Un fuerte sonido se apoderó del lugar, como el de una trompeta, o más bien, el sonido generado de los cuernos usados como instrumento.
Tiara: Una guerra se aproxima. Váyanse antes de que vengan por ustedes.
Tiara llevó sus dedos a su boca y silbó, ordenándoles a los alces que se acercaran a nosotros.
Nao: ¿Nos atacan los humanos?— Dijo, nuevamente asustada, al escuchar el sonido de la guerra.
Tiara: No, nos atacan los Elfos. Por eso tienen que irse, antes de que mi tribu los considere a ustedes también enemigos.
Nuevamente, se va a liberar una guerra...
Tiara: Aprovechen para huir, no sé qué sucede, pero parece que el objetivo son ustedes, después de todo es difícil que los elfos quieran eliminarnos.
Amelia: ¿Están lejos de aquí?— Le pregunté.
Tiara: Todavía están lejos, pero el hecho de ver a uno de mis hijos clavado en una lanza de ellos es algo que nunca voy a perdonar.
Tiara daba miedo con solo verla, las garras de sus patas mostraban su filo y sus alas estaban erizadas, conteniendo ese profundo odio, que probablemente venga hacia nosotros.
Parece que coronar a Daia fue una mala opción, ahora soy alguien conocido, en busca de mi cabeza, como si no permitieran que un Alto Elfo quebrantara la ley...
¿Qué debía hacer?
¿Luchar y agitar el avispero o dejar que toda esta tribu sea destruida?
Amelia: Tiara— Puse mi mano en su hombro, mostrando también una expresión de seriedad— ¿Pueden ganar?
Tiara: Es imposible que le ganemos a portadores de milagros y magia, el solo hecho de ver sus armaduras te demuestran que nos superan por mucho.
Amelia: ¿Sabes cuantos son?
Tiara: ¿Alrededor de 100? Eso fue lo único que pude calcular...
Amelia: ¿Cuántos Arpianos habitan aquí?
Tiara: Alrededor de 500, pero no todos son guerreros, diría que solo 200 están preparados para pelear.
Ganan en superioridad de números, pero parece que los recursos que poseen no los beneficia contra ellos. Es como comparar una pistola con una espada, ya se sabe quien será el probable ganador.
Astaroth pudiera encargarse con facilidad de ellos, pero parece que no peleará por un tiempo, después de todo quedo yo, alguien que no sabe pelear ni usar magia...
¿Dejar morir para vivir o matar para vivir?
Si no quiero que las personas que me han ayudado mueran, tengo que entrar en acción...
Así que debo pelear...
Amelia: Les ayudaré— Miré a Nao— Mi querida, tendrás que verme pelear una vez más, así que espero un buen beso de tu parte al terminar.
Nao: ¿Estás bromeando?...— Expresó terror en sus palabras— ¿Cómo piensas ganar?
Amelia: Déjamelo a mí, esta no será una victoria para mí mismo— Volví a dirigirme a Tiara— Quiero que reúnas a todos los Arpianos cerca de la casa del Monarca, recibirán instrucciones.
Tiara: Pero los Arpianos no son de recibir mucho instrucciones.
Amelia: Entiendo, hasta me sorprende lo diferente que eres a los otros, pero solo diles que si quieren salvar a su familia que se reúnan.
Tiara: E-Está bien, como ordene Amelia.
La Arpiana abre sus alas y revolotea, alejándose rápidamente de mi vista, generando de su boca un silbido fuerte y alarmante, como si fuera una señal de su tribu.
Nao: Mi Lady, espero que no piense hacer alguna locura.
Amelia: Para nada, esta vez usaré el ingenio.
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Amelia: Monarca ¿alguna vez has dirigido una batalla?
Monarca: Toda mi vida ha estado llena de batallas, si no nunca hubiera formado esta tribu que vez ahora.
Amelia: Te doy dos opciones; la primera es: Sigue mis órdenes y haré que tu tribu siga viviendo o has lo que quieras y todos morirán.
Monarca: Bastante valor debes tener para amenazar a un Monarca, parece que las jovencitas han comenzado a cambiar— Frotó su barba, deteniendo a los Arpianos que nos apuntaban con sus lanzas— ¿De verdad piensas que un viejo no puede ganarle a unos de tu raza?
Amelia: ¿Acaso este viejo piensa que puede ganarle a mi raza?
Monarca: Bastante simpática jovencita, pero esta es mi tribu y este es mi bosque, si pierdo será mi culpa y si gano la victoria será mía ¿Acaso piensas traicionar a tu propia sangre?
Amelia: Nunca traicionaría a los de mi sangre, solo pienso lo mejor para ellos. Por esa razón es que deben morir, porque es lo mejor para ellos y para mí.
Monarca: Es la primera vez que escucho algo como eso— Bufa el Monarca, golpeando el suelo con su bastón— No creo que mis hijos querrán seguir tus ordenes.
En este momento estaba rodeado de Arpianos, cientos de ellos volaban y otros apoyaban sus pies en el pasto, sin dejar de mirarme con esos ojos amenzadores y esas garras intimidanes.
Entre todos ellos estaba Tiara, preocupada y sin razones para confiar en mi...
Amelia: Se que no lo harán por lo que los obligaré a hacerlo.
Monarca: ¿Estás preparada para morir?
Amelia: Es muy temprano para que muera, pero eso mismo va para ustedes— Me di la vuelta y me dirigí mi voz hacia todos los Arpianos— ¡Les daré dos opciones!
—Sigan mis órdenes y todos vivirán o desobedezcan y todos morirán de todos modos.
Monarca: ¿De verdad crees que puedes matarnos tu sola?— Mostró una larga sonrisa burlona.
Bien, es hora de que la Reinita haga su aparición.
Amelia: (Asri, es hora de que hagas tu entrada épica)— Hablé en mi cabeza— (No me hagas perder el tiempo, reinita)
Astaroth: Te voy a matar si me sigues llamando así.
Mi lado izquierdo comenzó a cambiar, tornándose de un solo lado mi cabello a uno oscuro, como el profundo vacío, al igual que mi ojo, a excepción de las runas que había aparecido la vez pasada, como si esta vez Astaroth no pudiera mostrar toda su forma.
Astaroth: Soy Astaroth, la persona que ronda en sus pesadillas y la que pisará sus tumbas.
A pesar de recibir las miradas de todos, estos no dudaban, generándole un largo suspiro a Astaroth.
Astaroth levantó mi mano izquierda, generando una esfera de misma oscura y dando como toque final a una pesada ala en mi espalda; una ala fuerte y larga, con un plumaje oscuro y tenebroso. Esta ala había aparecido en lado izquierdo de mi espalda.
Astaroth: Atrévanse a hablar y una profunda maldición corromperá sus cuerpos, les recomiendo que se suiciden antes de que eso suceda— Sonrió con pasión, demostrando esa voz dura y de poca delicadeza.
Como era de esperarse, el silencio inundó el lugar.
Sin tiempo que perder le arrebaté el control a Astaroth.
Amelia: Quiero que todos los que se sientan orgullosos de su vuelo se acerquen a mí, ustedes serán el orgullo en esta batalla (Por no decir que serán la carnada) Acérquense, no les pasará nada a mi lado.
Los Arpianos, con dudas, decidieron obedecer, luego de mirar la expresión de terror del Monarca y sin decir ni una sola palabra, unos 30 Arpianos bajaron de los cielos y se acercaron a mí.
Amelia: Ustedes tendrán el trabajo de fatigar a los Elfos, esquiven cualquier hechizo y cualquier arma, mientras que ustedes también los atacaran con arco y flechas, otros pueden usar lanzas, como mejor les convenza. Y cuando se queden sin armas, ustedes se ubicarán atrás de los Elfos, atacándolos cuando de la señal, por ultimo quiero que todos recuerden que los Elfos quemarán el bosque, aprovechen su velocidad para evitar el fuego.— Di un aplauso e hice señas con mi mano para que volaran.
Amelia: Ahora quiero que todos los que sean grandes arqueros se oculten en los árboles, apuntando en las zonas donde no tienen armadura los Elfos, y, como mejor opción, sería bajarlos de sus monturas. Con eso escuchado ahora váyanse.
Unos 40 Arpianos comenzaron a volar.
Amelia: Por último, todos los que estamos aquí los esperaremos, así que asegúrense de ocultarse, aprovechen esa habilidad que tienen de volar, recuerden que ustedes son los reyes de este bosque y deben protegerlo.
Di un último aplauso, dando el comienzo de esta batalla.
Monarca: Astaroth ¿Por qué no peleas tu contra ellos?.
Astaroth: Porque sería aburrido, quiero que ustedes se maten ¿Acaso me dices que son tan débiles que no pueden contra unos simples elfos?
Qué buena mentirosa que eres Asri, solo por ocultar el hecho de lo cansada que está.
Amelia: Bueno viejito, te dejo a cargo del resto, espero éxitos en tu victoria, no te olvides de apagar el fuego.
Era momento de irse, era un desperdicio seguir perdiendo tiempo en un lugar como este, además de que este lugar en un futuro puede que vuelva a ser atacado.
Amelia: Monarca, volveremos a visitarlos, espero que sigas mejorando en el arte de la guerra, ahora es tu obligación llevar la paz en tu tribu— Comencé a caminar, ignorando la exagerada preocupación que tenía el Monarca y el resto de los Arpianos que estaban alrededor.
Astaroth: Sirvienta, reúne a los alces y entrégame el mapa, nos iremos lo más rápido posible.
Nao: C... C-Como ordene— Asustada comenzó a correr hacia donde estaban nuestras cosas, silbando a la vez para llamar a los alces.
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