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Un Recuerdo y Una Explicación

Megumi se hallaba en, al parecer, una casa tradicional japonesa. Cruzaba puertas y caminaba a paso rápido por los pasillos del lugar. Cruzaba por ellos despreocupadamente, como si los conociera de pies a cabeza. 

Usaba un kimono de color azul marino con blanco, el cual se alzaba con cada paso de Fushiguro. 

Llegó hasta una puerta, donde se encontró con un hombre que poseía unos curiosos tatuajes por todo el cuerpo y rostro; y unos ojos carmesí que lo miraban con cariño,

Usaba un kimono de color claro con un borde negro, y una bufanda y zapatos negros pulcros y cuidados. 

El hombre le sonreía.

—Ya llegué —dijo el hechicero al entrar en la puerta. El omega corría para llegar a los brazos del otro. 

Ocultó su rostro en el pecho del contrario, mientras el interceptor comenzaba a hacerle mimos.

—Ya estás en casa —dijo el omega, mientras se perdía en el olor de granada de su alfa.

Entonces comenzó a abrir sus ojos, mirando cada vez más lúcidamente a sus dos compañeros. 

—Fushiguro ¡por fin despertaste! — dice Nobara mientras lo observa preocupada. 

¿Fue un sueño? Lo sintió tan terriblemente real, como si fuese un recuerdo.

—¿Por cuánto tiempo dormí? —Fue lo primero que salió de la boca del omega

—Llevas exactamente tres días, Megumi —dijo Itadori, mirando su brazo como si en él tuviera un reloj.

Fushiguru abrió los ojos como platos. ¿Tanto había dormido? Solo recordaba estar en el cuarto de Itadori, con Sukuna... ¿Abrazándolo?

—¿Qué sucede?, sabes que puedes contar con nosotros para lo que necesites, no te quedes mirando el suelo como si contuviera todas las respuestas del universo, da miedo —decía su amiga con un poco de sarcasmo.

El azabache, sin aviso ni reparo,  comenzó a soltar varias lágrimas. Una tras otra, se hacían cada vez más rápidas. No las controlaba, sólo empezaron a caer. 

¡Eran las malditas hormonas!, pensaba Megumi.

Intentaba limpiar su cara y bajar su rostro, pero eran cada vez más constantes. 

Sus amigos lo vieron un momento  para luego ir a abrazarlo. Un abrazo muy cálido, lleno de cariño y amistad.

Megumi se secó las lágrimas de forma rápida con el antebrazo. Vió a los dos betas y alzó la mirada.

—¿Nos podrías decir qué pasa?, queremos ayudarte —insistió Yuuji.

El azabache pensó mucho. Para después soltar la bomba que lo mantenía inquieto:

—Estoy embarazado.

Las expresiones de Nobara y Itadori eran algo interesante, para tomar una gran foto y enmarcarla.

Megumi juró haber visto la obra de Edvard Munch "El grito" en la cara de sus compañeros.

Eran como una mezcla de shock y confusión. Pero si te ponías a mirarlos detenidamente, podrías notar una pizca de felicidad.

—¡Pido ser la madrina! —demandó firme la hechicera.

Ahora él confundido era Megumi.

—¡Y yo seré el padrino! —exclamó Itadori colocando una mano sobre su pecho. 

—Ehhh...  —soltó confundido el hechicero pelinegro.

—¡Siii!, ¡también hay que hacer el baby shower!

—Necesitamos saber primero el género — mencionó  Itadori. 

—Eso se sabrá dentro de un par de meses, tonto.

Ambos betas fantaseaban.

—Ni siquiera les he dicho si lo tendré o no —interrumpió serio el omega. 

La sonrisa de ambos betas se apagó. Tenía razón, sólo estaban asumiendo, poca información era la que tenían. No conocían ni los sentimientos de su compañero, ni la situación en la que se pudo haber generado todo. ¡Pudo ser un violador! o un perverso aprovechado. Aunque también, podía ser que su compañero mantenía una relación amorosa con alguien y nunca quiso decirlo. Miles de teorías invaden la cabeza de ambos. 

¡Posiblemente habían incomodado a su amigo! La cara de los betas marcaba aflicción y vergüenza. 

—Tsk —el pelinegro soltó una risa mientras movía la cabeza en señal de negativa—. No se como llegué a juntarme con ustedes. 

Nobara e Itadori se miraron. No sabían lo que estaba sucediendo.

—¿Bromita? —preguntó
Itadori dudoso luego de dos o tres minutos.

Megumi rodó los ojos.

Ambos betas se miraron, este era un escenario algo peculiar. No aguantaron soltar una risa. 

No obstante, no tardaron en lanzar la mayor de sus dudas:

—Espera, pero, ¿Quién es el padre?   —dijeron al mismo tiempo los hechiceros.

Fushiguro miró detenidamente a Itadori. Y tras un minuto exacto, el beta habló:

—¡¿Soy yo?! —exclamó espantado.

El azabache negó con la cabeza, pero seguía viendo detenidamente a su compañero.

El pelirosa posó su dedo pulgar señalando hacia atrás.

—¡¿Está detrás de mí?! —preguntó casi sorprendido.

Volteó. ¡Estaba seguro que el padre del hijo de su amigo estaba detrás de él!

Pero no había nadie.

Los estudiantes se vieron fijamente y luego a Megumi. El seguía viendo sin detenerse a Yuuji. Hasta asustaba. 

Entonces, Nobara pensó en una  posibilidad para ella improbable:

—El padre está dentro de Itadori.

—¡Aaah! —exclamó Yuuji—. Un segundo... ¿Quééé? —Itadori casi gritó. Su sorpresa fue mayor cuando Fushiguro asintió con la cabeza.

Nobara abrió los ojos, ni siquiera ella estaba segura de su hipótesis,  pero se acababa de confirmar.

Los ojos de Yuuji, en cambio,  comenzaron a llenarse de agua. Parecía seguir procesando todo. 

—Lo siento, lo siento, lo siento —Rogaba el pelirosa—. Fushiguro ¡fue mi culpa que tú terminarás en esta situación! Debí controlarlo, debí estar alerta, soy lo peor... ¡Lo siento!  ¡Lo siento!

—No es tu culpa, Itadori —dijo en un susurro, quería decirlo en voz alta y clara; no obstante, parecía que sus cuerdas vocales no funcionaban y su voz se quedó atorada en su garganta. Mucho fue el esfuerzo para decirlo entre susurros.

—¡Claro que no!, ¿cuándo fue que perdí el control?, ¡dime!, ¿cuándo fue que te hizo Sukuna daño? —preguntaba con desesperación y preocupación.

"Daño",  no era exactamente lo que pensaba Megumi. Quizá sólo ¿confusión?

Algo definitivo era, el "daño" no era la palabra correcta aquí. En realidad, los pensamientos de Megumi no se enfocan en eso: si Sukuna le hubiera hecho daño, en este momento estaría repleto de moretones, mordidas o/y chupetones.
Y desde luego, estaba seguro que caminar sería costoso al día siguiente del incidente. Lo cual no fue así.

El omega estaba algo avergonzado y confundido por sus pensamientos. Todo era un misterio.

—No me hizo daño —declaró. Itadori alzó una ceja. 

—¿Cuándo ocurrió?

—Todo fue... durante la fiesta que organizaron hace unas semanas. 

—A la que no querías ir — agregó Nobara. Haciendo un ligero énfasis en el "no".

—No podía ir, mi celo caía en esa fecha —explicó a sus compañeros,  ellos entendieron.

—Pero, te encerraste en tu cuarto, ¿cómo sucedió esto? —seguía la hechicera.

—Salí por algo —no iba admitir que había olvidado sus supresores, sería demasiado vergonzoso para este punto—. Mi celo llegó cuando estaba cerca de mi habitación, pero solo tengo recuerdos borrosos, fragmentos de esa noche.

Nobara comprendió al instante, ya que recordaba que esa noche Yuuji tomó por primera vez; eso tampoco lo olvidaría, Yuuji era de esos borrachos insoportables. Milagrosamente cayó dormido después de unas horas. Ese momento era un alivio para su ser y un descanso a sus oídos; pero ahora sólo podía arrepentirse de invitar a Itadori a beber y no mantener un ojo sobre el chico. Pues en ese momento,  fue cuando Sukuna tomó el control.

Igualmente, Nobara recordaba ver a Itadori salir del lugar. Se sorprendió ya que ni se tambaleaba ni se sostenía de algún lugar, sino que caminaba con elegancia y estilo. En ese momento no le tomó mucha importancia, sabía que el beta tenía mucha resistencia y además, Maki era más importante en ese momento, existen prioridades.

Aún así, la culpa seguía comiendola, ¡si tan solo ella lo hubiera detenido en vez de quedarse con su novia! Si tan solo lo hubiese hecho todo estaría bien en estos momentos.

La misma cuestión que Megumi había reflexionado hace unos momentos, llegó a la mente de Nobara:

—¿Cómo es que pudiste caminar el día siguiente?, además, no tenías chupetones ni mordidas cuando nos vimos días después.

Él mencionado solo se encogió de hombros. Ni él tenía la respuesta.

—Ni siquiera yo lo sé, es algo que solo una "persona" sabe.

En ese momento ambos entendieron y las miradas cayeron en Itadori, que parecía estar debatiéndose internamente.

¿Estaba hablando con él?

Luego de unos momentos movió la cabeza de forma afirmativa con una sonrisa.

—¿Qué te dijo? —demandó con presura Fushiguro.

—¿Qué? ¿De qué me hablas? He estado aquí con ustedes —dijo el mencionado.

—Itadori no te hagas el idiota, qué te dijo Sukuna —siguió la demanda Kugisaki.

El demandado suspiro pesadamente.

—Dijo, que se haría cargo de ti, Fushiguro —señaló al mencionado. 

—Qué-e  —tartamudeó Megumi con un ligero sonrojo, que por suerte ninguno de sus amigos notó.

—Quien diría que alguien como él se haría responsable —dijo la única mujer del lugar.

Itadori se encogió de hombros.

—Bueno, cosas locas pasan en este mundo loco —dijo al final el beta.

Todos en el lugar suspiraron mientras reflexionaban sobre la situación. Hasta que Nobara habló:

—Pero, lo tendrás, ¿verdad? —comentó su compañera—. Es... El hijo del Rey de las Maldiciones. 

—Lo voy a tener —aseguró firme y sin dudar el hechicero. Su cabeza estaba en lo alto. Le iba a demostrar a esa maldición que él podía hacerlo.

"𝘚𝘪𝘦𝘮𝘱𝘳𝘦 𝘵𝘢𝘯 𝘰𝘳𝘨𝘶𝘭𝘭𝘰𝘴𝘰". Pensaron sus amigos, con una sonrisa en el rostro.

—Entonces eso significa ¡que si va haber baby shower!, hay que comenzar a preparar todo, el lugar, los invitados, la decoración, los regalos... —comenzó a fantasear nuevamente Nobara.

—¿Enserio estarás bien? —dijo preocupado Itadori, ignorando a Nobara la cual seguía soltando cada detalle del Baby Shower.

—Sí, estaré bien —dijo con una pequeña sonrisa Fushiguro. Seguro de sus palabras.

Al fin y al cabo, tal vez no sería tan malo al final.

E estado investigando, para poder hacer este fanfic usando la lógica del omegaverse y del anime.

Algo complicado, tal vez use algo de mi imaginación.

[ Corrección 19/08/2022]

Besos Mágicos y Abrazos Peligrosos La Autora

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