Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

¿Por qué?

—Itadori, necesitamos hablar con Sukuna —ordenó Gojo.

Se encontraban en la habitación del pelirosa, que miraba con curiosidad a su profesor. Y sentía un inexplicable deseo de abrazar a su compañero azabache, esa sensación nacía desde lo profundo de su ser. 

Fushiguro estaba claramente decaído. Más pálido de lo normal, parecía enfermo. 

A pesar de su curiosidad de gato, Yuuji decidió no preguntar el por qué de su estado,  el por qué de la seriedad de su profesor,  el por qué de esta inesperada orden. 

Pensaba que Megumi tenía sus motivos.  Y no tenía porqué preguntar. Si su compañero no quería compartir su situación pues no lo iba a presionar.  Podría ser el un excelente indagador, pero no sería un entrometido.

—¿Cuánto tiempo exactamente? Podría salirse de control. 

—Unos diez minutos.
 
—Pero lo controlarán y evitarán que haga algo malo —dijo el beta.

—Tranquilo pequeño,  ¡Estás frente al grandioso Gojo Satoru! ¡El mejor hechicero de todos los tiempos! —proclamó el profesor alzando una mano. Hizo una ligera pausa en su discurso:

—Además, si eso hipotéticamente imposible pasara, tú eres capaz de controlarlo.

El pelirosa solo asistió con la cabeza, confiaba en Gojo más de lo que imaginaba, y que él sintiera la confianza de que pude controlar a Sukuna, lo hacía muy feliz.

Después de intercambiar una mirada con el Itadori; el albino volteó a mirar a Megumi,  el cual seguía como un zombi.

Pero aún así, le sonrió a su alumno.

Yuuji,  después de compartir un asentimiento con las personas presentes, se concentró hasta que su cuerpo ya no era de su pertenencia.

Las marcas negras comenzaban a aparecer. Y antes de que Sukuna dijera una palabra o terminará de hacer una mueca de sorpresa y angustia, Megumi le dió una cachetada.

Gojo se mordió el labio para evitar que una carcajada se escapara de su boca.

La expresión del omega anunciaba miedo.  Tenía miedo de que lo volvieran a dañar, que el rey de las maldiciones hiciera una catástrofe en la pequeña habitación de Yuuji. Puede decir que ver a Sukuna en ese momento fue como ver una cucaracha volar.

Cuando la maldición volvía a abrir la boca para decir algo, Fushiguro devolvió nuevamente la cachetada.

Por dentro, Itadori resistía a sacar una gran carcajada. Pero a la vez, no podía ocultar su preocupación.  ¿Qué había pasado?  ¿Por qué Fushiguro había actuado tan propensa mente?

Ya que los que actuaban así era Nobara y él, Megumi era la voz de la razón que ellos ignoraban.

Satoru estaba anonadado y con una sonrisa enorme en sus labios, hace unos minutos él omega no podía mantenerse de pie sin marearse, pero ahora, estaba oponiéndose al rey de las maldiciones.

Algo estaba claro.  Fushiguro  podría haber perdido todo y estar destrozado; pero nadie, absolutamente  NADIE,  podía quitarle su orgullo.

—Satoru puedes largarte —dijo Sukuna con un semblante serio. En tono de orden. 

El alfa iba a insultar a la maldición, pero Megumi interrumpió:

—Puedes salir, por favor Gojo — pidió en un susurro, que si no fuera por el silencio del lugar no lo habría escuchado.

—Llámame si necesitas ayuda — dijo inquieto, no quería dejar a su alumno con ese tal alfa. Suficiente daño ya le había hecho al omega hasta el momento.

El azabache asintió con la cabeza. Mientras el hechicero salió y los dejó solos en la habitación.

La mirada de Sukuna no reflejaba ni una pizca de orgullo, sarcasmo y seguridad, como siempre era. Más bien, mostraba arrepentimiento, comprensión, compasión y angustia.

—¿Por qué? —Susurro Megumi—. ¡¿POR QUÉ YO CARAJO!?

—No lo recuerdas, ¿cierto? —preguntó la maldición, cabizbajo.

"¿Recordar qué, maldito?" pensaba Fushiguro.

Aunque sin razón alguna, sintió sus piernas temblar y perder la estabilidad.

Sukuna tomó a Fushiguro en sus brazos, antes que el menor cayera al suelo. Sus miradas cruzaron, sólo Itadori sabía cuánto tiempo estos dos habían sostenido la mirada, una mirada dulce que nunca había visto en ambos. ¡Podría decir que duró una eternidad!

Megumi empezó a temblar,  lo que alarmó a la maldición. E hizo algo que nadie había visto, hasta ese momento.

Se dió la libertad de llorar, todos los sentimientos que se habían acumulado los estaba liberando. Sin control ni calma. 

Sus sollozos eran desgarradores a los oídos de Sukuna, él nunca, NUNCA, SIN PENSARLO ALGUNA VEZ, quiso hacerle daño a Megumi,  eso no era lo que quería. 

Solo quería recuperarlo. Recuperar lo que alguna vez tuvo y perdió. 

El azabache derramaba lágrimas silenciosas.

—¿Por qué yo? —Dijo entre lágrimas, secandolas duramente con el puño de su mano—. ¿Por qué tuve que ser yo? ¿No pudo ser alguien más? ¿Acaso me estas utilizando? ¿Utilizaste al primer omega y te aprovechaste de su celo?  ¡Ja! ¿Sabes qué?,  no se ni por qué me molesto en esto,  ¡ERA DE ESPERAR DE UNA MALDICIÓN TAN ESTÚPIDA, ¡tsk!

El significado de aquellas palabras esculpidas puede definirse como un mecanismo de defensa ante el daño a su orgullo, aflicción de su omega, o simplemente, palabras nacientes de todo el tormento de sentimientos abultados en su pecho, aunque también puede ser los cambios de humor que estaba sufriendo en esos días.

Sea cual sea el origen, ni Fushiguro estaba seguro si lo que había dicho se acercaba tan sólo un poco a la verdad. En ese momento no controlaba ni entendía sus sentimientos. No entendía si lo que había dicho era verdad o sentía todo lo contrario. 

Sukuna se encontraba arrepentido.Con una culpa que lo carcomía.

Después de un breve momento, y encontrando las palabras correctas, Sukuna dijo en un tono apenas audible:

—Por la promesa que hicimos, cuando nos volviéramos a encontrar...

Fue interrumpido. 

—Siempre estaríamos juntos —completo Megumi con los ojos bien abiertos.

No sabía cómo conocía tal promesa, sólo salió de sus labios. Tal como si la conociese desde años atrás, como si fuera esa canción que aprendió en la escuela y ahora no la puede dejar ir.

—No pensé que pasaría esto, después de todo soy una maldición —se disculpó Sukuna, el azabache seguía entre sus brazos,  no tenía ni la fuerza ni la voluntad para pararse. Parecía que aquellos brazos que lo envolvían en un cálido abrazo lo hubiesen atrapado y no lo dejarían ir. 

En resumidas cuentas,  Fushiguro seguía débil, pero no quería moverse. No sabía cómo explicarlo, pero se sentía protegido.

Tal vez era su omega interior, buscando un alfa que lo consuele.

—No sé qué hacer —dijo en un susurro.

—Saldremos de esto juntos.

Esas eran las últimas palabras que Megumi hubiera esperado escuchar de Sukuna. Eran reconfortantes al saber que no estaría solo en eso.

La única opción más lógica era abortar. Pero en realidad, seguía inseguro. 

"En un mundo injusto existen las personas justas y de buen corazón".  Fue la frase que pasó por la mente del omega. Palabras dichas por su hermana mayor. 

El no se consideraba una persona justa y de buen corazón. Al fin y al cabo era un hechicero no un héroe. Pero tampoco quería permanecer donde se encuentran las personas injustas.

Con todo esto, se hallaba una parte muy mínima de sí mismo, que decía que podía hacerlo, que podía tenerlo. Después de todo él era un Omega dominante, y según la doctora es un milagro que hubiera quedado en cinta. Era infértil y lo sabía bien, pero la oportunidad significaba un futuro casi imposible de poder obtener.

No podía desperdiciarla.

—Voy a tenerlo —dijo en un susurro a Sukuna.  Este no había apartado la mirada del omega desde que empezó a sumergirse en sus pensamientos.

Quizá Megumi no lo recordara, pero él haría lo imposible para que el corazón del pelinegro vuelva a latir por él.

Abrazó al hechicero, mientras esté solo se acomodaba en el pecho del pelirosa.

Sus ojos se cerraban poco a poco, ya había pasado por mucho ese día, definitivamente necesitaba descansar.

—Siempre te voy a proteger, Meg...

Cuando los ojos de Fushiguro se cerraban y las manos dejaban de acariciar su espalda, las marcas de la maldición desaparecían.

Él se había ido.


Sukuna siempre muy SIMPatico.

Por si las dudas, Fushiguro tiene 17 años, pronto 18.

Porque no quiero que el nene tenga a su bebé a los 15, mejor cuando esté cerca de ser mayor de edad.

Bueno, espero que les haya gustado.

[ Corrección 19/08/2022]

Sin más.

Besos Mágicos y Abrazos Peligrosos La Autora

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro