Epílogo
Podía sentir la hierba bajo sus pies, el suspiro de aire fresco en su rostro, el sonido del viento junto con una brisa fresca. Ese era uno de los momentos del día donde podía descansar, inhalar con fuerza el oxígeno del alrededor; podía vivir sin él, pero le gustaba la sensación que dejaba en sus pulmones, tan llenos y … vivos.
Una melancolía se sentó sobre él mientras exhalaba, sentía como si algo le faltara a su corazón, como si un pedazo de su alma hubiera desaparecido. La sensación de paz se volvió en su tormento personal, como podía disfrutar de la vida cuando no estaba él…
Estaba por regresar a las habitaciones de la academia cuando logró escuchar algo quebrándose a lo lejos, volvió a suspirar, pero de cansancio esta vez haciendo que una vena comenzará a notarse en su frente que estaba apunto de estallar.
— ¡¡¡Yakusoku y Akuma Fushiguro!!! — La voz de su padre fue suficiente para que los niños dejaran de correr en el salón de clases, los dos pequeños se vieron a los ojos con un claro mensaje :”Papá nos va a matar”. — ¡¡¡Qué les dije sobre molestar al mocoso!!!
Itadori solo miró ofendido a Sukuna, claro, ese día él quiso cuidar a los gemelos, pero eso es un gran error, el peor error de su vida. Se le había olvidado que esas bolitas dulces de cachorros compartían genes con el rey de las maldiciones. Había apartado la vista un segundo ¡¡¡Un segundo!!! y los niños ya habían hecho un desastre en el salón, un par de escritorios rotos y los lockers abollados. Podría decir más sobre la situación, pero en ese momento piensa que ha perdido demasiada sangre en esa situación.
— Que no tenemos que molestar al tío Yuuji —dicen con una voz inocente y angelical ese par de demonios en miniatura.
—Exacto — dice haciendo énfasis en la palabra del mayor, sus hijos eran un caso tremendo, pensó que heredarían la personalidad de Megumi, por lo menos un rasgo, pero no, la vida quería darle su propia medicina. El karma de siglos y siglos de caos y destrucción le estaban cobrando factura con todo y regalías. Lo único bueno que sacaron de su bendición era su belleza nocturna.
Una imagen mental, un recuerdo en realidad de Megumi, aún lo recuerda con vivencia ese momento, donde su omega estaba sentado en el balcón de su habitación siendo iluminado por la luna llena de esa noche, emanaba una aura de serenidad pura, su delgada figura se destacaba en ese paisaje nocturno. Sus ojos verdes, fijos en el horizonte reflejaban la magia y el misterio de esa noche junto con la luz lunar que se reflejaban en ellos, creando destellos de enigmas y sueños. El chico mordía ligeramente sus labios de una forma pensativa como seductora, revelando un rastro de anhelo y anticipación ante un atisbo de pensamiento profundo y pasiones ocultas. El viento nocturno acariciaba suavemente el rostro de su musa, susurrando secretos y suspiros alrededor. Y su cabello… su cabello oscuro se mecía perfectamente en armonía con la brisa, como si una cascada de sombras danzantes que se enmarcan en su rostro otorgándole un aura de misterio y encanto.
En ese momento, Megumi era un poema vivo, una expresión de la belleza en su forma más pura y cautivadora. Su presencia, su mirada y el gesto delicado de morder su labio revelaban una sensualidad sutil o una invitación a adentrarse en el reino de sus pensamientos profundos y deseos ardientes.
Sentía que al momento de verlo el tiempo se detenía mientras Megumi se perdía en sus pensamientos. Su presencia magnética y su aire de enigma crean una atracción irresistiblemente romántica, capaz de capturar corazones y encender el fuego de la pasión. Era el epítome del romance que con su presencia cautivadora deja huella imborrable en todos aquellos afortunados que pueden observar en ese momento sublime.
La mirada de su musa se aparta de la noche de encanto revelando sorpresa y curiosidad en sus ojos jade, una sonrisa suave como loto y sensual como rosa lo recibe en su llegada, con una risita lo saludaria y con su voz ensoñadora y tranquila diría:
— Llegas tarde, Sukuna
Un suspiro escapó de sus labios ante aquella imagen de ensueño, notando como los de su alrededor lo miraban como que había perdido la cabeza. Podía notar a Yuuji hacer la señal de loco mientras sus hijos solo asienten con la cabeza.
—Está bien, ustedes dos a su habitación.
— Pero papá…
— Papá nada, a su habitación.
Yuuji miraba como los niños se notaban enojados mientras arrastraban los pies hasta su habitación.
— Son igual de tercos que tú… — susurra Itadori mientras una risita se escapaba de sus labios, Sukuna solo lo observó con molestia, sus hijos eran demasiado, incluso para él, pero lastimosamente solo había una persona en esa tierra que era capaz de calmarlos y tranquilizarlos en su totalidad y era …
— ¡¡¡ Abuelo Toru !!! — el grito de sus hijos se escuchó demasiado fuerte, juraría que le sangran los oídos a la mitad de estudiantes del lugar, sin decir que todos. Itadori sonrió con un "Adivina quien vino" pintado en su cara. Solo le quedaba suspirar en frustración ante toda la situación.
Sukuna salió del salón mientras caminaba a los dormitorios, no tuvo que ir muy lejos para ver al hechicero más fuerte sentado en el suelo junto con dos niños que los abrazaban y reían por lo que decía el hombre. Satoru amaba demasiado a los gemelos, según palabras de él "le recordaba a Megumi y Tsumiki", aunque Sukuna sabía que sus hijos no se comparan en nada a los niños que Gojo crío, sabía que había gato encerrado, pero no iba a insistir, no ahora.
— Entonces llegó la maldición y yo como el mejor hechicero de mi generación, sin decir, que el mejor de todo el mundo del jujutsu, los derroté sin sudar.
— El abuelo Toru es el mejor — mencionaba Soku mientras se colgaba del cuello de Satoru para abrazarlo más fuerte. En cambio su gemela se sentaba en el suelo recostando su cabeza en el hombro de su "abuelo". También es curioso la manera en la que los gemelos terminaron llamando "Abuelo Toru" a Satoru y todo es culpa de Nobara e Itadori.
Nobara había cuidado a los gemelos mientras Itadori y Sukuna estaban en misiones. ¿Porque Sukuna hacia misiones de hechiceros? La respuesta es muy fácil.
Desde la muerte de Megumi se juró cumplir los deseos de su omega, el deseo de Megumi era que sus hijos crecieran con sus amigos y con su tutor. Así que simplemente Sukuna se tuvo que adaptar a las reglas de la academia para cumplir esos últimos deseos, además, él podría ser la peor maldición jamás creada y el rey de estás, pero no sabe cuidar a niños, ni un poco.
Mientras Sukuna e Itadori estaban en misiones, Nobara estaba intentando que los niños dijeran sus primeras palabras y que fuera "tía" o "Noba", algo para ganarle a Itadori. En ese momento de aprendizaje de los menores, ellos estuvieron a cargo de Satoru por un tiempo ya que los tres se fueron a una misión fuera de la ciudad.
No sé sabe lo que sucedió, pero cuando volvieron de la misión los niños decían "abu" a Satoru y "mal" a Sukuna, haciendo reír a Gojo. Aunque no le da ni un poco de gracia a Sukuna. Sin contar que según Satoru:
— Tengo todo el derecho de ser el abuelo de los niños, soy la persona que crío a Megumi.
Aunque lo odiara y quisiera matarlo con sus propias manos, Sukuna sabía que ese alfa estúpido tenía razón.
Sukuna solo negó con la cabeza llevando todos sus recuerdos hasta el fondo de su mente para analizar su situación actual.
Satoru cargó a Soku en su hombro izquierdo y a la pequeña Akuma en su brazo derecho. Con una sonrisa Satoru dijo:
— Su siguiente misión es de un grado especial que tomó poder en el clan Zenin.
Sukuna arrugó las cejas al mencionar a ese maldito clan. Itadori solo observó todo en silencio, sabía que los Zenin eran un tema delicado para Sukuna.
— ¡¡¿ Por qué no se salvan ellos solos?!! ¡¡¿No son hechiceros?!! — Satoru ya esperaba esa respuesta de Sukuna, pero aún así con tranquilidad respondió.
— Desde que Soku activó su técnica maldita el clan Zenin fue atrapado por una maldición de grado especial. Está maldición en particular ha asesinado a los ancianos del Zenin y al mismo Naoya — después de lo sucedido con Megumi, Naoya había sobrevivido y nadie fue capaz de asesinarlo. A Sukuna se le había colocado un sello especial junto con un trato con Itadori, no podría matar a nadie al menos que fuera necesario, estrictamente necesario.
— Cuando lo conozca tengo que darle una medalla — admite Sukuna mientras Itadori asiente con la cabeza.
— Tienen que exorcizar esa maldición — concluye Gojo mientras Sukuna arruga sus cejas con una mueca de indignación.
— Eres un asco dando misiones— Satoru se encogió de hombros ante las palabras de Sukuna; era muy malo dando misiones… definitivamente, pero no puede ignorar las muerte de hechiceros aunque fueran unos bastardos de mierda.
— Lo sé — dice finalmente Gojo mientras se alejaba con los niños — No se preocupen, los voy a acostar para que duerman.
A Sukuna le apareció una vena sobresaltada en la frente haciendo que Itadori lo viera preocupado, parecía apunto de explotar en cualquier momento y ver a alguien que es una copia exactamente suya morir desangrado enfrente de sus ojos, sería definitivamente traumático.
— Bastardo de mierda— dice entre dientes para comenzar a salir de la academia siendo seguido muy de cerca por Yuji.
— No trates así a Toru — Itadori intentaba calmar un poco a Sukuna aunque sólo avivará las ganas asesinas de esa maldición milenaria.
— No intentes proteger a ese alfa de pacotilla solo por ser tu estúpida pareja.
Itadori le sacó la lengua de una forma muy infantil a Sukuna mientras el rey de las maldiciones reía sin verlo directamente.
— Agradece que tengamos ese tonto trato porque te cortaría la lengua por esa imprudencia.
Itadori se quedó en silencio volviendo a guardar la lengua en su boca.
— Eres malo, Sukuna.
— ¿Hasta ahora te das cuenta, mocoso?
Yuji resopló intentando quitar un mechón de cabello que estaba cerca de su ojo derecho. No sé dieron cuenta que habían llegado hasta las puertas del clan Zenin hasta que un grito ahogado los sacó de su burbuja.
— Definitivamente le tengo que dar una medalla — dice con una sonrisa cínica Sukuna mientras escuchaba los gritos de agonía — Es todo un deleite escuchar esta obra de arte.
— Definitivamente nuestros conceptos de arte son totalmente diferentes.
Sukuna rodó los ojos entrando a la casa de los Zenin que consistía en una casa tradicional japonesa.
El ánimo de los compañeros bajó rápidamente al ver la masacre. Eran animales negros que se arrastraban de las sombras como muertos vivientes que atacaban a los hechiceros del clan, parecía que no atacaba a la servidumbre como tampoco a los niños.
Una melodía melancólica se escuchaba en la casa, como si fuera un tarareo de una canción de cuna, era como si el niño no quisiera dormir y su madre lo intentará dormir.
Los dos se vieron fijamente, Itadori con dos dedos señaló la dirección de la melodía, luego su nariz, luego a Sukuna y nuevamente la dirección de la música.
Sukuna lo vio de pies a cabeza y con dos dedos le hizo la señal de loco, sin contar que después los pasó cerca de su garganta como si fuera un cuchillo para asesinarlo. Itadori tragó saliva con nervios, Sukuna rodó los ojos con una sonrisa comenzando a caminar por el pasillo como si fuera su propia casa e Itadori lo seguía detrás de una manera cautelosa aunque algo ridícula, como los espías en televisión.
Enfrente de la puerta habían dos lobos que los dejaron entrar a la habitación sin ningún inconveniente. Nuevamente ellos dos se vieron a los ojos, eso era un mal presentimiento para Sukuna, le traía malos recuerdos de su amor, así que abrió las puertas con fuerza quedando hipnotizado por la vista.
En la penumbra de la oscuridad que los rodeaba, las sombras danzaban un baile sin música, la figura esbelta de una persona se envuelve en la oscura elegancia de un atuendo demoníaco, un hanfu de colores oscuros con líneas verde jade como runas místicas que bailan en su cuerpo como un manto nocturno. El negro profundo abraza cada curva de su cuerpo, mientras destellos de azul marino danzan en la sombra de la tela. Las líneas de verde serpentean con gracia, como hechizos tejidos en la propia tela, añadiendo un toque de encanto sobrenatural.
Sukuna sentía que su alma escapaba de su cuerpo al ver la hermosa figura enfrente de él. Un aroma de lluvia llamó su atención en la habitación junto con esos ojos tan brillantes como los adornos de su vestimenta. La maldición enfrente de él le sonreía con seducción, cada línea de sus labios carnosos y brillantes, una fruta prohibida para los gitanos y perdidos en su oscuridad. Podía reconocerlo sin importar el tiempo que había pasado.
Reconocía todo su ser, desde su piel blanca como nieve hasta su cabello oscuro como la medianoche de ensueño. No era su mente jugando una mala pasada, tampoco el destino riéndose en su cara, en serio, era él, era…
— Megumi.
La maldición sonrió gratamente al ser reconocida, Itadori no despegaba la vista de su viejo compañero de batalla. Tenía la misma apariencia de la última vez que lo vio con vida.
— Sukuna, mi rey de las maldiciones — dice Megumi con una sonrisa acercándose al alfa.
No, no era una ilusión por otra deidad, tampoco era un juego sucio de su cerebro. En serio tenía a su amado enfrente suyo. Sus piernas temblaron hasta estar de rodillas ante Megumi, ante la persona que su alma había elegido.
— Mi reina — fue lo único que dijo Sukuna al tomar la mano de Megumi y darle un beso en el dorso con una mirada que ardía más que el sol, haciendo contraste con los ojos verdes como esmeraldas, dando un contraste de una destrucción natural. — Mi reina de las maldiciones.
Ya casi cumplo un año sin actualizar, pero solo diré que este año a Sido el más pesado de todos, desde buscar universidad hasta chocar el carro de mi mamá (larga historia)
Muchas gracias a las personitas que estuvieron desde el capítulo uno (en esta historia puedo notar la evolución de mi escritura)
Sin ustedes no hubiera llegado hasta aquí.
creo que ya me puse emocional *se seca una lágrima*
Los quiero un montón, si les gusta leer más sobre este shipp pueden ir a mi perfil o visitar mi página de facebook donde tengo variedad jajaja
Autopromocionarme es mi pasión, que no se noté
También agradezco a mi beta que a estado desde que máquinaba está historia en mi cabecita y escuchaba todos los tipos de rumbo que pudo haber tomado, te quiero pendeja MUAK
Pronto subiré los especiales de esta historia junto con uno que otro extra.
Si alguien quiere dar una aportación (ideas, dibujos, playlists, yo que sé soy pobre) pueden hacerlo con toda libertad
Los quiero mil
Besos Mágicos y Abrazos Peligrosos
La Autora
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