Adiós
La sensación de estar flotando en un lugar era tan presente y duradera, sentía como la nada lo abrazaba y se lo llevaba hasta el fondo, abrió lentamente los ojos, cerrándose brevemente por la luz blanca tan brillante. Entonces la gravedad hizo lo suyo, la caída fue casi eterna, no sentía miedo de caer solo… existía.
Llegó hasta un punto dónde la caída comenzó a ser lenta hasta que se detuvo. Flotando en la nada. No sé dió cuenta cuando cerró los ojos hasta que los abrió, en medio de un salón enorme, era un museo le decía la lógica, pero… son tus recuerdos decía su alma.
Varios cuadros estaban colgados en la pared, se sentía en el Louvre. Solo se sentó en una banca que se encontraba en medio del salón. La banca era negra pero podía ver palabras escritas en color blanco. Las palabras aparecían y se iban rápidamente pero su caligrafía era peor que la de Itadori. Era como si alguien usará un palillo para escribirlas.
Eran palabras deprimentes las que podía leer.
"No lo vas a lograr"
"Eres un fracasado"
"Una gran habilidad con un pésimo portador"
"Un omega imperfecto"
Podía seguir leyendo una y otra vez las palabras dolientes. Apartó su mirada de esas palabras y se enfocó en los cuadros de la habitación.
Un cuadro, dónde hay dos personas, eran una mujer de cabello noche y Sukuna, Megumi no entendía lo que veía pero sentía que esa mujer era él, no sabía el porqué. Era él que estaba en un columpio con una sonrisa bajo un árbol, la luz del sol reflejaba su rostro con ojos oceánicos, Sukuna estaba detrás empujándola. La mujer sonreía abiertamente incluso tal vez soltando una carcajada. Los tatuajes del rostro del alfa se acentuaban por su ligera sonrisa llena de cariño. Le recordaba la pintura " Los felices azares del columpio".
No entendía nada, pero podía leer en la inscripción baja de la pintura, una placa dorada con letras de plata y bronce.
Vida 6
Una mujer alfa de vida cómoda, con el rey de las maldiciones hecho hombre.
La dama condenada a casarse en un matrimonio arreglado escapa de su hogar para conocer a su alfa destinado.
Ahora una espada fue la causante de que cruzarán caminos y miradas.
El destino cruel e injusto a las dos almas separó
Haciendo que la dama volviera a iniciar el ciclo maldito del amor.
Megumi miró nuevamente la pintura más de cerca, viendo una espada negra reposada en el árbol donde la mujer se columpiaba.
¡¡ Era su espada!!
Su arma maldita, la que usaba en sus misiones, supuestamente esa espada pertenece a la bodega de la academia Jujutsu. Pero parece que siempre estuvo conectada a él.
Sonrió ante la idea y dejó que su vista vagara unos momentos en el lugar, dónde un cuadro de dos amantes bajo las estrellas llamó su atención.
Se acercó al recuerdo. Era un chico igual a él bailando junto a Sukuna bajo las estrellas, incluso podía escuchar el fluir de un río y los animales nocturnos a su alrededor, como si fueran la música para el baile de los amantes.
Nuevamente había una placa bajo la obra.
Vida 4
Un beta y el rey de las maldiciones bailando con la luna como testigo de su amor.
Un beta enamorado de la tinta y el papel, pero también de la sonrisa de un alfa.
No es un omega, no cree poder corresponder al alfa, pero a pesar de no poder darle descendencia el alfa lo ama.
Pero un virus enfermó al joven amante volviendo a qué iniciará el ciclo maldito del amor.
Pero cuando miraba más de cerca el cuadro algo en la habitación llamó su atención, era un recuerdo que se estaba creando, fue un brillo corto pero recordaba muy bien el momento.
Camino rápidamente para verlo más de cerca, era él con Sukuna, justo en el momento cuando se reencontraron, cuando sus miradas se cruzaron. Ese mismo día en que Itadori se volvió el recipiente del alfa, recordaba muy bien ese día.
Y bajo la mirada notando rápidamente la nueva placa creada.
Vida 12
Un hechicero mirando fijamente a una maldición con sus almas entrelazadas.
La bendición había presenciado la llegada del rey de las maldiciones y venenos.
Un omega con alcohol en las venas y recuerdos borrosos.
Siendo el elegido para darle descendencia al alfa pero…
— Pero…— Megumi espera un momento para ver si aparecía la continuación quedando decepcionado en el proceso, tocó su vientre inconscientemente pero sus ojos se abrieron por la impresión. Estaba plano, no había nada referente a su embarazo. No iba entrar en pánico así que solo inhaló y exhaló varias veces hasta calmarse — Está bien, estoy en un lugar desconocido, no estoy embarazado y probablemente esté muerto.
Eran varias cosas que sobrepensar en ese momento. Mejor siguió caminando por el enorme lugar. Logró vislumbrar el cuadro de una chica alfa, era el en su vida número seis, abrazaba con mucha fuerza una espada de hierro que estaba envuelta en una manta con un sello dorado. No entendía nada. Solo que una opresión se colocó en su corazón. Como si le hayan quitado a alguien querido.
Al finalizar el pasillo blanco un enorme cuadro del tamaño de la pared lo horrorizó por la escena sangrienta que mostraba era como ver la pintura de la matanza de Quíos, un cuadro de Eugène Delacroix. Se colocó la mano en su boca evitando vomitar. Había visto escenas peores pero algo de este cuadro simplemente lo repugnaba.
No noto cuando las lágrimas comenzaron a caer de sus mejillas lleno de impotencia, solo cayó de rodillas mientras un grito desgarrador escapaba de sus labios. Abrazo su vientre escondiendo su cabeza entre sus piernas flexionadas.
No sabe dónde está, no sabe a dónde va y ni el porque estaba en ese lugar.
Y si estaba muerto…
No pudo decirle adiós a sus amigos, no pudo hacer tantas cosas que deseaba hacer… no pudo despedirse de Sukuna. Nuevamente lo dejaría solo.
Abrazo su vientre y una sonrisa casi invisible se vislumbra en su rostro.
Estaba vez su alfa no estaría solo, habría alguien quien le haría compañía.
Levantó su cabeza viendo la pintura. Si tan solo las cosas no hubieran pasado de esa manera. Acercó su mano derecha al cuadro y cuando estaba a punto de tocarlo una fuerza invisible lo empujó suavemente al recuerdo.
Parecía que lo sujetaban fuertemente del otro lado mientras él atravesaba la tela que era como si saliera del agua. Logró ver el otro lado; era una pesadilla. Específicamente, su pesadilla. Aún recuerda ese sueño en sus primeros meses de embarazo. El corriendo en una enorme casa con gritos de batalla alrededor, sangre por dónde mirara y un alfa enfrente de él que está a punto de asesinarlo. Sabía cómo terminaba la escena, solo suspiro cansado y sonrió.
— No está vez —estaba más que convencido que está vez, él lograría ver a Sukuna, corrió del lado contrario agradecido de no tener un peso extra logró escapar del alfa rápidamente, necesitaba hablar con Sukuna, quería reencontrarse con su alfa y poder despedirse.
Evitó notablemente las demás batallas y corrió hasta el centro del huracán de sangre. Era Sukuna contra otros hechiceros, estaba herido pero no puede decir la gravedad del caso. Necesitaba distraer a los demás alfas, así que no lo pensó dos veces e invocó a sus lobos de jade junto con Nue. En realidad lo hacía por puro impulso, no sabía si su técnica iba a funcionar, pero sabía que lo haría porque al fin y al cabo era un recuerdo o eso quería creer.
Sus queridos lobos atacaron a los hechiceros y Nue comenzó a dispersar rayos por la habitación.
La distracción estaba hecha así que se acercó a Sukuna. El alfa estaba desangrándose del brazo derecho y tenía una herida enorme en el estómago.
— ¿Qué haces aquí? — preguntó el alfa en shock — Busca un lugar seguro, no quiero que te hagan nada.
Megumi no pudo evitar llorar
— Tonto — fue lo único que dijo mientras las lágrimas resbalaban por su mejilla — Búscame en mi otra vida y en la siguen y la que continúa después de ella, siempre búscame, no quiero seguir con este círculo de dolor por siempre.
Sukuna no entendía pero haría lo que fuera por su omega.
— Lo haré, siempre te buscaré — la sonrisa entré lágrimas de Megumi fue suficiente para Sukuna para jurarse internamente que siempre lo buscaría.
— Te amo — dijo sin fuerzas Megumi cerrando los ojos mientras besaba a Sukuna, podía sentir como el fuego de las técnicas de sus atacantes los rodeaba, pero ya no le importaba, solo quería estar con Sukuna.
Abrió los ojos y estaba en su habitación en la academia, estaba en su habitación con Sukuna en el suelo viéndolo con arrepentimiento. Era un Deja vu, el lugar lo conocía, la escena es la misma la misma cuando…
Su mano derecha le dió una cachetada a Sukuna y nuevamente la regresó. Un hilo de sangre salía de la comisura de los labios del alfa.
— Hice todo lo que me pediste, te busqué en cada una de tus vida y te perdí.
Megumi no podía más y abrazó a Sukuna.
— Gracias por cumplir tu promesa.
Las lágrimas comenzaban a derramarse por sus ojos, pero todo comenzaba a desaparecer, su cuarto, sus cosas, incluso Sukuna y cuando se dió cuenta, estaba nuevamente en el vacío blanco de un inicio. Pero a diferencia del anterior había dos niños agarrados de las manos. Una niña y un niño, tenían la misma edad, cinco años.
Pero el parecido con Megumi era enorme, la niña tenía el cabello alborotado color noche, sus ojos eran la sangre derramada en batalla y en su frente había una marca de nacimiento como una corona y debajo de sus ojos como si tuviera otro par. El niño era exactamente igual a la niña, con la diferencia que que era más tímido, parecía que quisiera esconderse detrás de su hermana mientras la chica era confiada.
Megumi estaba enfrente de los niños, se sentía nervioso.
— ¿Porque no vuelves, mamá?— la niña tenía un tinte de pregunta en su voz.
— Estoy muerto — fue lo único que respondió, el niño solto en llanto.
— Quie-ero conocerte, no puede conocerte la primera vez — el niño moqueaba mientras su voz se perdía en su garganta.
¿Conocerlo?
Entonces un recuerdo fugaz pasa por su mente, estaba embarazado en su primera vida y murió antes de dar a luz junto con su cachorro.
Era su pequeño cachorro que estaba viéndolo con ojos de tristeza.
Megumi lloró y abrazó fuertemente a sus dos cachorros.
— Estarán en buenas manos, estarán con sus tíos y padre, todo va a estar bien, aunque yo ya no esté — las palabras se quedaban atrapadas en su garganta — Los volveré a ver, lo prometo.
Los niños abrazaron a su madre, Megumi cerró los ojos
— Lo prometo — dijo en un susurró y cuando los volvió a abrir era el techo gris con telarañas y el dolor de su vientre era fuerte.
— Abrió los ojos — le mencionó una enfermera a otra.
— Funcionó — dijo con alegría la encargada.
— No se dejen engañar, este es solo el inicio— les recordó la anciana, acercándose a Megumi — Tu alfa ya viene, el destino apenas está terminando de hilarse.
Megumi no tardó mucho tiempo cuando un grito desgarrador salió de su garganta y las enfermeras se pusieron en sus posiciones listas para ayudar en el parto. La energía maldita se estaba estabilizando.
Los gritos del fondo se amortiguaron por los gritos de dolor de Megumi. Parecía que los seres de sombra creados se habían destruido por el grito de su amo.
Maki, Nobara y Toge estaban peleando con esos seres cuando se sorprendieron por el grito y la destrucción de los mismos. Ellos estaban evitando que dañaran a las enfermeras.
Corrieron rápidamente a la habitación entrando, notando que Megumi estaba vivo y es un momento crucial del parto.
—Esto es complicado, Sukuna — Itadori peleaba a diestra y siniestra contra sus enemigos mientras su contraparte usaba un par de técnicas escondidas intentando llegar a los calabozos.
Pero algo detuvo al beta y al alfa de su objetivo, un grito fuerte que sobrepasó a los de la batalla y el llanto continuo de un niño.
Pero ese llanto no venía solo, estaba acompañado de otro.
— Ya nacieron — dijo en shock Yuta.
— ¡Ya nacieron! — grita emocionado Itadori.
— Ya nacieron — susurró Sukuna más para él que para los de su alrededor. Con un solo golpe lleno de poder derrotó a los hechiceros.
Eso hizo que los chicos notarán que Naoya se había escabullido como la rata inmunda que es. Eso no evitó que corrieran para llegar a los calabozos y cuando Sukuna abrió la puerta con fuerza del otro lado vio a Megumi cargando dos mantas del mismo color con una sonrisa tranquila. Cuando los ojos de ambos se robaron, Fushiguro dijo:
— Hola, Sukuna — la voz del Omega era suave y tersa, como una caricia a su alma, cuando vio a su alrededor noto a varias betas femeninas al fondo de la habitación y detrás de Megumi estaban Maki, Nobara y Toge.
— Son mis ahijados los niños más hermosos del planeta — con orgullo en su voz dijo Nobara convencida de sus palabras.
— Yo también quiero ver — el puchero de Yuji hizo que Maki se moviera y dejara ver a los dos niños.
— No puedo creer que estás hermosuras tengan de padre a Sukuna — eso hizo que el mencionado mirara a Yuji con desprecio y que también una risa saliera de Megumi.
— Atún
— Inumaki tiene razón — Yuta tradujo para los demás las palabras de su pareja — Es mejor salir de este lugar antes de que algo sucediera.
Entonces la puerta se cerró con fuerza mostrando los sellos que alguien puso en ella.
— Vaya, vaya.
— Es la rata — dijo rápidamente Itadori mientras se ponía en posición para proteger a su amigo y ahijados.
— Pero si tenemos a los de primero, segundo y al rey de las maldiciones en este lugar — todos estaban listos para pelear una ronda más contra Naoya.
Pero habían más sellos en la habitación que brillaron y se pegaron a los que tenían más energía maldita en la habitación. Que eran Yuta, Sukuna, Inumaki e Itadori.
— Mejor desaparezcan — y con un chasquido de dedos los cuatro desaparecieron dejando a los demás asustados.
Naoya solo sonrió cínicamente a los restantes.
— Hagamos más divertido está reunión familiar, quieren — Naoya con un movimiento de manos fue la causante de que los niños lloren y los mayores temblarán — Extensión de dominio.
La habitación se estaba convirtiendo en un lugar tenebroso y helado.
Nobara rápidamente notó que Maki había quedado fuera del dominio. Ahora la pelea era contra Naoya. Era difícil sino imposible por la falta de experiencia de la chica. Agarró su martillo y algunos clavos.
— No intentes pelear que yo ganaré — con un golpe rápido Nobara fue arrojada lejos de su amigo. Los ojos del alfa se dirigieron al omega junto con los niños. Una aura de poder los rodeaba, no sabía si venía de Megumi o de los bebés.
— Pelear contigo en esas condiciones sería desastroso así que evitemos eso y entrégame a los niños.
— Sobre mi cadáver
— Eso pensé
Naoya intentó atacar pero los lobos de jade de Megumi intervinieron y con un movimiento de mano el alfa mató a los caninos.
— Olvidas que estás en mi dominio, yo aquí tengo el poder, Fushiguro.
Era cierto, estando en el dominio de Naoya, Megumi estaba lejos de ganar, solo tiene la probabilidad de ganar si usa su dominio.
Aunque su cuerpo no tuviera fuerza, logró ver cómo la enfermera menor y la mayor llegaban para evitar que salieran heridos los niños.
— Usar tu dominio te matara — advirtió la anciana, ya lo habían traído a la vida una vez, duda poder hacerlo dos veces.
— Pero no usarlo también lo hará.
La mayor le dió un asistir con cabeza porque Omega tenía razón. Megumi logró arrodillarse sin suficiente fuerza para estar de pie pero no bajó nunca la mirada contra Naoya.
— Extensión de dominio — un suspiro cansado salió de los labios de Fushiguro — Jardín Azabache de las Quimeras.
Las sombras del alrededor comenzaban a tomar forma y contraatacando el dominio de Naoya. Un pequeño templo en medio del mar de la oscuridad sería la descripción más acertada que podían hacer.
La canción de shinigamis era impresionante, pero el alfa atacaba una y otra vez evitando ser dañado, pero un golpe en el rostro lo dejó desorientado, era el Omega de pie y listo para pelear.
Cuando el alfa lanzó un golpe el cuerpo de Megumi se hizo un charco de sombra.
— Pero que…
— ¿Sorprendido?— era la voz de Megumi, pero no sabía de dónde provenía.
— No te ocultes, cobarde.
— No me oculto — la voz parecía inocente pero la risa que soltó era maniática — Solo juego bajo mis propias reglas.
Una de las bestias atacó a Naoya por la espada dándole un mordisco y quitándole algo de ropa con algo de piel.
—¡¡Maldito omega!!
Cuando usó su técnica el lobo desapareció en las sombras.
Y ahora la risa de Nobara se escuchó.
— Maldito pedazo de mierda, nadie se tiene que dirigir a tí como un alfa o algo humano — el insulto fue justo al ego del alfa matando a los shinigamis. Pero eso no será suficiente — ¡Técnica de muñeco Vudú!
Los cuatro habían caído en un lugar lejos de la residencia Zenin.
— ¿Dónde estamos? — a Itadori le dolía la cabeza por la caída.
— Alga
— Si estoy bien, gracias por preguntar, Inumaki — Yuta aparecía entre unos arbustos, haciendo que su cabello esté lleno de hojas y ramas pequeñas.
— Malditasea — Sukuna intentaba que un sello funcionará mientras miraba alrededor.
Los tres vieron al alfa mientras se maldecía.
— Parece más humano — susurró Itadori.
—Atún con mayonesa
— Si, es un sello de transporte, parece que esa rata nos llevó a las afueras de Japón.
Yuta se acercó a ayudar mientras Toge comenzó a buscar una referencia visual para poder irse. Mientras Itadori analizaba las palabras.
— ¿Llamó a Gojo- sensei? — los dos alumnos de segundo lo vieron sorprendido y Sukuna solo ignoraba.
— Si ese anciano nos ayuda, hazlo y si no, no estorbes — Sukuna estaba por mandar al carajo o al Inframundo de un golpe si lo molestaban más de la cuenta, estaba nervioso, Naoya estaba en la misma habitación que Megumi y sus hijos. Podía teletransportarse pero eso le quitaría energía maldita y tal vez si lo hace sin control mataría a los de su alrededor. Por eso necesita un sello.
No había notado que Yuji había llamado y colgado hasta que una ráfaga de viento y energía maldición se puso detrás de él.
— Gojo-sensei — dijo felizmente el beta.
— Yuji~
— Nos ayudará o no — la voz de Sukuna sonaba aterradora y Satoru no entendía nada
— Sensei, necesitamos ir a la residencia Zenin para darle un par de golpes a Naoya y ver a los bebés de Megumi.
— ¿Ya nacieron? — dijo con sorpresa el alfa.
— ¡Siii!
— No puedo creerlo, ¡ Soy abuelo!
—¡¡ Nos ayudará o no!! — Sukuna estaba a punto de matar a Satoru, estaba a punto cuando unos segundos después estaban en el complejo Zenin.
Gojo no dijo nada pero él sabía que tenía que ver con Megumi y eso era suficiente para ayudar.
Cuando entraron la fuerza de energía maldita y los gritos de Naoya se escuchaban. Corrieron por los pasillos hasta entrar a la habitación donde fueron sacados a la fuerza.
El cuerpo de Naoya estaba en el suelo, no sabían si vivo o muerto pero no importaba sino como la habitación estaba rota, Maki abrazaba por la espalda a Nobara mientras la beta lloraba desconsoladamente, diciendo una y otra vez.
— Esto es mi culpa, él me tuvo que ayudar aún estando débil.
Ellos se acercaron y vieron el cuerpo de Megumi más pálido de lo que era, como si respiración era más lenta y entrecortada. Y los llantos de los niños de fondo.
Sukuna se alejó del grupo para acercarse a su omega, Fushiguro sonrió y con una débil voz que solo Sukuna escuchaba dijo:
— Cuida a Yakusoku y Akuma — Sukuna sabía que se refería a los niños, algo irónico sus nombres promesa y demonio — Volveré
Su respiración entrecortada comenzó a tranquilizarse poco a poco. Sukuna podía ver a los demás llorar, pero él no lo hacía. Había aprendido todo este tiempo que llorar no dejaría que el alma doliente se fuera en paz así que solo mostró una sonrisa compasiva, tocó la mejilla de Megumi, le dió un beso en la frente y luego en los labios. Fushiguro se fue con una sonrisa.
La habitación se apagó en ese momento, Yuji comenzó a llorar y Satoru lo consolaba, pero los ojos celestes del mayor parecían a punto de llover. Había acogido a Megumi desde pequeño, era como si pequeño cachorro. Nobara se seguía culpando una y otra vez, mientras Maki solo se quedaba callada y bajaba la mirada. Yuta e Inumaki de alejaron un poco, el alfa estaba conmocionado igual que Toge, extrañaría demasiado a Megumi.
Pero un grito desgarrador se escuchó fuertemente en el cuarto, el grito del rey de las maldiciones al perder a su reina. Sukuna abrazó fuertemente el cuerpo sin vida de Megumi dejando caer lágrimas por sus mejillas y apretaba fuertemente su mandíbula.
Perdió a Megumi.
Perdió a su bendición.
Pero sabía que no era un adiós, sino un hasta pronto.
Estoy que voy a publicar desde el inicio de diciembre pero pasaron varias cosas, como la muerte de mi perrita, a quien le dedicó este capítulo. La mayoría de lo que pensó Sukuna sobre no llorar enfrente de Megumi antes de que falleciera, me lo dijo mi mamá cuando mi perrita agonizaba.
El grito de Sukuna fue inspirado en mi hermano y como tomo la muerte de Kory ( la perrita) ya que era muy apegado a ella en todo los sentidos.
Así que su muerte fue dura.
No he estado bien emocionalmente o mentalmente desde entonces, pero quería que como regalo de navidad atrasado y año nuevo tuvieran el cap.
Ya solo falta el epigolo y los especiales.
Así que aún está historia no termina.
Y para noticias menos tristes, YA TENGO MIS LENTES.
Hace un tiempo no escribía porwue después de usar el celular me daban dolores de cabeza e incluso no lograba ver a lo lejos.
Pero salió que tengo genética de la mala, y miopía con astigmatismo.
Pero ya estoy mejor. Bueno sigamos con las noticias.
Pueden dejarme sus preguntas aquí sobre la historia y yo responder después del epigolo para dar paso a los especiales.
Estoy muy agradecida con todos ustedes y el amor que le han dado a esta historia.
MUCHAS GRACIAS A TODOS USTEDES
Sin más
Besos Mágicos y Abrazos Peligrosos La Autora
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