006 - Conversación con una ex diosa
La historia original así como sus personajes no me pertenecen. El crédito es para sus respectivos creadores. Esta historia está escrita por diversión y deseo de entretener sin ánimos de lucro.
...
Ikal no sabía que hacer, frente a él, no solo estaba un dragón cuya forma humana era sumamente atractiva, era un dragón colosal y no cualquiera, era Quetzalcoatl, diosa creadora de la humanidad, sabía y poderosa… por más tranquila que sea ¿Que le haría a un reencarnado que puede haber alterado el destino de muchos seres?
- ¿Sabes quién soy? -pregunta Lucoa aún sin abrir los ojos- ¡Me siento alargada!
Esa tranquilidad era otra cosa que le asustaba a Ikal, sin contar que debe estar atenta con sus otros sentidos, el que Lucoa en una situación complicada no te vea, denota su confianza y su percepción de que es nada en comparación a ella.
- Nací en México -aclara Ikal, retrocediendo poco a poco-, me tome el tiempo de investigar mis raíces y cultura.
- Que interesante… -dice Lucoa, moviéndose detrás de él, haciendo que su espalda choque con su hocico- ¡Me resultas sumamente interesante!
Aún paralizado por repentino y rápido movimiento de Lucoa, Ikal puede notar que una luz se libera detrás de él.
Con sus nervios controlados, se da la vuelta para mirar a la mujer detrás suya, lo único que puede pensar, es que el anime no le hace justicia a la belleza de Lucoa, voluptuosa o no, su belleza es, literalmente, divina.
- Parece que eres un pequeño muy descarado -dice Lucoa riendo un poco y abriendo uno de sus ojos.
- ¡Perdona! -se disculpa Ikal- Solo que no sabía que Quetzalcoatl era una mujer y menos una… tan… hermosa…
- ¡Qué lindo eres! -chila y abraza a Ikal.
En ese momento, ignorando el hecho de que casi se asfixia de no haber agachado un poco la cabeza, aunque aún le falta aire, entiende porque el niño se siente incómodo con Lucoa.
Lucoa, en su forma humana es hermosa, aun siendo una ex diosa, lo que refleja su belleza interna, y debido a qué es una dragona y una deidad, su pureza, aun siendo una persona buena, puede hacer sentir inferior e indigno cualquiera, haciendo que no se quiera estar demasiado cerca, más en un niño, sin embargo… Ikal no es realmente un niño.
Ikal empuja con todas sus fuerzas a Lucoa y, por fortuna o por desgracia, empuja un par de montículos, grandes y suaves.
- Eres un atrevido, pequeño -dice Lucoa sin verse incómoda.
- Perdón, pero no podía respirar -dice Ikal sin avergonzarse demasiado.
- ¿Cómo te llamas? -pregunta Lucoa, sin tomarle importancia a lo sucedido.
- Me llamo Ikal Sobu -responde, relajando su postura - ¡Es un placer conocerla señorita Quetzalcoatl!
- Es un gusto Ikal, eres muy educado, pero por favor, solo dime Lucoa -dice Lucoa haciendo un signo de paz con las manos -¿Que eres? -pregunta más curiosa que antes- No pareces un dragón, ni un mago, pero tampoco eres un humano normal.
- La verdad no lo sé -responde Ikal, suspirando-, hace unos años desperté poderes psíquicos, por lo que puedo volar y eso -explica- y hoy justamente empecé a despertar ese fuego que no tengo idea de que es.
- Entiendo… -dice aceptando la respuesta - ese fuego es parecido al de los dragones, pero los poderes psíquicos no son comunes en dragones, es más propio de magos… -explica- es muy curioso… -dice intentando deducir la respuesta correcta a la especie de Ikal- ¿No será porque no eres de este mundo?-pregunta, repentinamente sería.
Ikal se pone pálido y comienza a sudar frío, de repente, un miedo aterrador lo invadió y salió volando, disparada hacia la dirección contraria a la que se encontraba Lucoa.
Estaba yendo a tal velocidad que tuvo que cerrar los ojos, su piel dolía al ser golpeada a tanta velocidad por el viento, pero no le importaba, solo podía pensar en algo.
- No quiero morir -susurra, soltando unas lágrimas.
La piel de Ikal se empezó a secar e irritar por el viento y aunque se cubrió con los brazos, que tuvieron la misma suerte, pequeñas llegas empezaron a aparecer en su cuerpo.
De la nada, su cuerpo empezó a frenar para luego aterrizar en algo suave y turgente, pero por las manos que lo abrazaron, volvió a aterrarse y sacudirse.
- Tranquilo… -dice Lucoa con una sonrisa sosteniendo a Ikal un poco lejos de ella- ¡Solo estaba preocupada por ti! -confiesa - Si hubieras aparecido en mi mundo, un ser poderoso habría intervenido, ya sea para obtener un beneficio o para no ser perjudicado -explica-, eso te podría beneficiar o afectar, pero igualmente hubieras perdido tu libertad -dice algo seria- ¡Fue bueno que aparecieran aquí! -dice abrazando de nuevo a Ikal- Aunque el cuerpo en el que estás debió haber muerto -dicen curiosa-, supongo que eso hace a tu nombre aún más adecuado para ti.
Antes la mirada confunde Ikal, Lucoa explica que su yo bebé, debía morir en el parto, pero debido a la intervención del ser que lo mandó a ese uno no fue así.
- Ahora que ya no huyes de mí… -dice Lucoa, abrazando y acariciando a Ikal nuevamente- ¿Me puedes hablar de ti?
Ikal suspira y, sin opción, pero sin dudar, le cuenta a grandes rasgos su historia y cómo acabó aquí, claro, omitiendo que ese mundo es algo ficticio en el suyo de origen.
- ¿Un dios dragón llamado Mushu? -pregunta Lucoa a la nada y suspira en rendición, o conoce o ha escuchado de él- De cualquier forma… ya estás aquí, así que disfruta de esta nueva oportunidad… -dice sonriendo- nunca había visto a un reencarnado, no como tú y los que hubo fueron contados con una mano -asegura- ¡El último fue cuando yo aún era diosa y ya pasaron milenios!
Ikal estaba asombrado ¿Más como él? Lo único que le aliviaba era que eran pocos y actualmente era el único.
- Gracias… Lucoa -dice Ikal -, creo que… te desarías de mi…
Al decir eso. Ikal se puso a llorar, estaba aliviado y feliz, podía seguir viviendo.
- No hay de que -dice Lucoa recuperando su actitud alegre- ¡Además te tengo una sorpresa!
- ¿Qué es? -pregunta Ikal realmente curioso.
- ¡Te voy a entrenar! -dice cruzando los brazos y pidiendo una expresión seria y determinada.
Aunque Ikal estaba muy contento por recibir ayuda de alguien del calibre de Quetzalcoatl, se preguntaba cómo podría meterla a su casa sin que surgiera algún que otro problema.
Solo podía esperar a que su yo futuro lidiara con eso, lo único que podía hacer ahora era alegrarse.
- ¡Te lo agradezco mucho Lucoa!
...
Continuará...
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