Capítulo 45
¡Alto! Antes de leer este capítulo, revisa que hayas leído la parte anterior, titulada El Comienzo del Fin, o no entenderás nada de aquí.
—¡Espera un segundo! No estoy entendiendo nada. ¿Me estás diciendo que básicamente ustedes son parte de dos ejércitos enemigos creados por dioses mitológicos para luchar contra un demonio que podría volver a la vida buscando revancha? —Audrey señaló con un dedo acusatorio a las tres personas que se encontraban frente a ella: Dominik, Oliver y Abril.
Ellos asintieron encogiéndose de hombros. No sabían muy bien cómo actuar después de haber revelado su secreto a una humana, pero ese había sido sin duda alguna un muy buen resumen.
—Sí, algo así —habló Abril, acompañando sus palabras con un gesto de la mano.
Darren, en tanto, se encontraba junto a Audrey, todavía más confundido que ella. Estaba de pie, cruzado de brazos y un rostro atiborrado de seriedad, pudiera decirse que incluso un poco malhumorado, pero en gran medida era porque no quería hacerles saber que tampoco estaba entendiendo una sola palabra de la historia que Abril acababa de narrarles.
—Es que es imposible... ¡Nada de eso existe! ¡No existen los demonios ni las deidades prehispánicas! ¡No existen las batallas místicas y de ninguna manera existen los ángeles!
Dominik, que había permanecido callado un buen rato, frunció el ceño y tomó la palabra, algo indignado.
—¿De la misma manera en que no existen los fantasmas? ¡Vamos, chicos! Ustedes han peleado con las Sombras, han escapado de un Canum y tú hasta has vuelto de la vida, Audrey! No puede ser que justo ahora se hagan los que de repente no creen en nada paranormal, incluso aunque tienen las pruebas ante sus ojos. ¡Me lo esperaba de todos menos de ustedes!
—Yo no he dicho que no crea lo que me han contado —profirió Darren en voz baja.
Como era de esperarse, el cuerpo del muchacho no estaba siendo dominado por otra cosa además de los nervios. Era la primera vez que se dejaba ver en serio ante más de una persona al mismo tiempo, y desde luego todo era gracias al dije, que estratégicamente estaba oculto bajo la tela de su playera. Ese día en general estaba resultando una auténtica locura para él, porque por ejemplo: después de tanto insistir en lo mismo, Audrey había descubierto lo que había tras la puerta prohibida de la escuela, con nada menos que la compañía de su peor enemiga, todo frente a ojos del fantasma; la había sorprendido besándose con otro chico que no era él, lo que lo llevó a discutir fuertemente con ella, ocasionando que se fuera de la mansión por varias horas seguidas. Y cuando hubo vuelto, se topó con que Audrey se hallaba en un extremo del jardín principal, reunida con Dominik, Oliver y su melliza. La joven, apenas verlo, le pidió que se colocara el colgante en el cuello, alegando que debían hablar de algo muy importante. Y cuando lo hizo, los dos muchachos parecieron sonreír, pero no se mostraron sorprendidos ante su súbita aparición, cosa que le extrañó bastante. Sin en cambio, pronto Abril comenzó a narrar una loca historia sobre deidades que peleaban, sin hacer siquiera un comentario sobre su presencia, cosa que acabó por confundirlo todavía más.
Y ahora hablaba con ellos como si fuera cosa de todos los días...
—Tienes razón, Dominik, pero es que... —la muchacha no podía encontrar las palabras adecuadas para expresar su inquietud, por lo que suspiró, creyendo que lo mejor era cambiar de tema—. Bien, entonces, ¿por qué no mejor dicen qué ocurrió después? Se supone si lo que me... nos están contando es verdad, ustedes solían trabajar en equipo con el objetivo de encontrar el arma de la que les hablaron sus deidades, pero por lo que alcancé a comprender, ya no están juntos en esto. ¿Qué pasó?
—¡¿Qué pasó?! —exclamó Abril, mirando furiosa a Dominik—. ¡Pasó que esos mugrosos Iztac nos atacaron sin razón alguna un día! ¡Estoy segura de que lo único que querían era encontrar el arma por sí mismos y usarla en su propio beneficio!
—¡Eso no es verdad! —le regresó Dom, en el mismo tono—. Fueron los Cazadores quienes nos atacaron y mataron a muchos de los nuestros sin motivo aparente. No sé por qué, pero eso fue lo que pasó.
—¡Mentiroso! —gritó Oliver.
—¡Embustero! ¡Todos los de tu maldita raza Iztac son unos traicioneros de mierda!
—¡Cierren la maldita boca ya! —aquella orden salió de la boca de Darren. Este ya se mostraba más enojado de lo que Audrey lo había visto desde que lo conocía—. A ver, Dominik, según lo que escuché en la leyenda, y por la forma en que he relacionado los hechos, tú eres miembro de los Iztac, ¿no es así? —Dom asintió—. Pero por lo que escuché, los Iztac son inmortales, así que ¿cómo puede ser posible que los Cazadores hayan matado a muchos de los tuyos, cuando se supone que no pueden morir?
—Tienes razón —suspiró el joven de ojos azules—. No podemos morir... Pero sí nos pueden matar.
—¿Qué? —Audrey se mostró desconcertada—. A ver, ¿cómo está eso?
El chico inhaló y exhaló varias veces, como si le aburriera mucho entrar en detalles del tema.
—Como lo dijo la Cazadora, al no caer en la tentación de Tsitsimilt, las deidades nos dijeron que nuestra responsabilidad era cuidar de los humanos mientras la batalla se desarrollaba entre ellos. Así que a cada uno de nosotros se le asignó lo que llamamos un protegido. Un mortal definido por nuestro nivel de poder y por el suyo. Lo digo porque cada uno de ustedes despide un aura distinta, que varía en pos de lo que pueden y no pueden hacer, y de la fuerza que hay en su interior. A mayor sea su fuerza, a más poder que emita su aura, mayor será el puesto que ostente el Iztac a quien se les asigne como guardián.
»Ya que aclaramos ese punto, debo decir que de alguna manera nosotros somos inmortales, pero existe una forma de acabar con nosotros...
—¿Y cuál es?
—Que nuestro propio protegido nos mate.
Un estremecimiento recorrió el cuerpo de Audrey. Acostumbrada a disimular la presencia de Darren, evitó mirarlo, pero él sí lo hizo con ella.
—¿Hablas en serio? —inquirió la chica.
—Así es. Se supone que para que los míos mueran, nuestro protegido es quien nos debe matar, esa es la única manera de dar fin a nuestras vidas.
—Pero, entonces, ¿cómo hicieron los Cazadores para exterminar a varios de los tuyos? —preguntó Darren en esta ocasión, tratando de encajar las piezas del rompecabezas.
Dominik se lamió los labios antes de contestar:
—Cada diez años, los Iztac hacemos un baile para conmemorar el surgimiento de nuestra raza. Hace mucho tiempo solíamos invitar a nuestros protegidos, y durante una temporada nos tomábamos hasta la libertad de pedir a los Cazadores que nos acompañaran. Pero todo cambió cuando una noche, mientras la velada iba muy bien, los Cazadores de repente se mostraron salvajes y controlaron las mentes de nuestros protegidos para que nos atacaran.
»Como aquella noche en especial no solíamos estar preparados para una pelea, nos tomaron con la guardia baja y lograron asesinar a muchos de nosotros, y días después, cuando nuestro ejército les devolvió el golpe, ellos fingieron no saber nada del ataque llevado a cabo en nuestro palacio, así que eso dio pie a una guerra que aún hoy en día se desarrolla en nuestros respectivos terrenos, e incluso muchas veces aquí, en el dominio de los humanos.
—Bueno, pero ¿cómo tienen la certeza de que realmente fueron ellos los que controlaron la mente de sus protegidos? —Audrey, aunque anonadada, tenía bastante interés en el tema.
—Porque sabemos que los Cazadores son los únicos con el poder de controlar la mente de cualquier otro ser vivo. No hay nadie más con ese mismo poder.
—¡Es que eso no fue lo que ocurrió! —exclamó de pronto Abril, fuera de sí por completo—. ¡Fueron los Iztac quienes invadieron nuestro terreno y nos atacaron de la nada diciendo que nosotros lo habíamos hecho primero! ¡Son unos malditos mentirosos, hijos de pu...!
—¡A callar! —demandó Darren, mirando a la chica amenazadoramente.
—Oigan, esto no me huele nada bien. ¿Quién dicen que atacó primero?
—¡Ellos! —exclamaron Dominik y Abril señalándose mutuamente, a lo que Darren y Audrey se miraron poniendo los ojos en blanco—. Como dije, esto no me huele nada bien. Dominik, ¿estás completamente seguro de que no existe nadie más capaz de dominar la mente de otras personas o animales como dices que pueden hacerlo ellos?
—Sí. Solo los Cazadores pueden hacerlo.
La rubia negó efusivamente con la cabeza.
—Yo no estaría tan segura.
—¿Qué quieres decir? —Oliver se mostró intrigado.
—Bueno, yo en lo personal no creo que ninguno esté mintiendo. Puede haber una forma de que ustedes realmente hayan dominado la cabeza de los protegidos de los Iztac como dice Dom, pero también que lo hayan olvidado, de modo que cuando los Iztac llegaron a vengarse, pareciera que lo hacían sin motivo aparente.
—¿Y cuál es? —Abril, aunque escéptica, también se mostró atraída por las conjeturas de la mortal.
—Con la intervención de un tercero —dijo simplemente, lo que puso a pensar largo y tendido a todos, hasta que por fin Oliver dijo:
—¿Estás diciendo que alguien más pudo controlar nuestras mentes para que nosotros controláramos a su vez las mentes de los mortales y ellos mataran a su respectivo guardián?
—Es una posibilidad —aclaró—. No tengo la certeza de cuán grande es su poder, pero quizá, si es lo suficientemente fuerte como para dominar la mente de su propia raza, entonces no sería tan impensable como parece.
—Lo es... —susurró Abril—. Y hasta ahora todos hemos vivido creyendo que no podía ser posible algo como lo que tú dices, pero ya que lo mencionas, creo que sí hay una persona capaz de hacerlo...
Acto continuo, ella, junto con Dominik y Oliver se miraron entre ellos y exclamaron, con los ojos muy abiertos de quien descubre un secreto elemental:
—¡El Caído!
Los chicos parecían tan sumidos en su reciente descubrimiento, que Audrey tuvo que preguntarles a qué se referían para que Abril diera un paso al frente y le dijera:
—Se dice que hace mucho tiempo, antes incluso de que las deidades entraran en su sueño eterno, uno de los Cazadores hizo algo muy malo. No sé lo que fue, pero eso ocasionó que lo desterraran de nuestras tierras, pero curiosamente, cuando cayó en terreno de los mortales, mantuvo sus habilidades consigo.
—Eso significa que, si El Caído es real —argumentó Oliver—, está entre nosotros, haciendo pleno uso de sus habilidades para conseguir lo que desee.
Las últimas palabras de Oliver se repitieron como un disco rayado en la cabeza de Audrey.
Está entre nosotros, haciendo pleno uso de sus habilidades para conseguir lo que desee...
Está entre nosotros.
Pleno uso de sus habilidades...
Miró a Darren con la boca abierta. ¿Acaso sería posible que él...?
—No, Audrey. El caído no es Darren Rosewood, quédate tranquila —le soltó Oliver adivinando lo que pensaba. Audrey pareció relajarse, pero muy dentro explotaba a preguntas.
—¿Y cómo sabes que no lo soy?
—Porque hemos investigado todo lo que podemos sobre ti, además de que podemos percibir la claridad de tu aura, y en ti no hay casi nada de maldad.
—Anotado, pues. Trataré de no ofenderme con ese casi nada.
—No es maldad —intervino Dominik—. Es resentimiento.
—¿Cómo lo sabes? —interpeló la canadiense—. Hablando de eso, aún no nos han dicho por qué decidieron contarnos toda la verdad sobre sus deidades, por qué hasta ahora y qué tiene que ver con nosotros. Además, ¿cómo sabían de la existencia de Darren? Es algo que sinceramente no logro entender.
—A eso vamos... —le dijo el ojiazul—. Como dije, nuestro protegido es determinado por el poder que despide su aura. Al principio yo no sabía el porqué de que a ti te hubieran asignado como mi protegida, pues yo ocupo un puesto muy alto en la pirámide de mi raza, así que no tenía sentido que alguien como yo fuera el guardián de una simple humana.
—No, pues perdón, ¿eh?
—Sin embargo... —añadió, tratando de contrarrestar la ofensa que sentía la chica al oír sus palabras—. Nada me cuadró desde el principio, por lo que decidí investigar y descubrí algo muy interesante...
—¿Y qué es?
Dominik miró a Oliver. Este asintió como animándolo a algo, y tras una leve dubitación, declaró:
—Que tú, Audrey Williams, no eres una humana común y corriente.
—¿Entonces que soy?
—Una reencarnada.
La maravilla golpeó a Audrey como un campanazo.
—¿Qué? —dijo, y se llevó la mano a la frente, sintiéndose abrumada por todas las verdades que estaba descubriendo—. A ver, ¿es que acaso toda la gente que conozco guarda secretos? Mis padres, mi hermano, mi abuelo, mis profesores, mi ex, mis mejores amigos, seguramente mi perro, ¡y hasta él! —señaló a Darren con ambos brazos, exasperada—. ¿Hay alguien aquí a quien le falte revelarme su secreto también?
—Bueno, ya que lo mencionas...
En cuanto oyeron aquella voz, la chica se quedó gélida. Volteó, y en el momento en que sus ojos repararon en la persona que acababa de aparecer en su patio, su mente perdió el control y gruñó furiosa.
Porque el recién llegado era ni más ni menos que Morgan Phillips, el Rompehuesos.
—¡Ay, ¿es en serio?! No puede ser posible, ¿también tú? ¿Y qué eres? ¿Alguna clase de unicornio mutante mitad bruja, mitad elfo y mitad hada?
—De hecho no puede haber tres mitades en un entero, y en realidad... No. soy un Iztac...
Darren y la chica abrieron los ojos como plato, tratando de no desmayarse de la impresión, ya que si bien Morgan había demostrado no ser un chico normal desde el principio, ninguno de los dos se esperaba que perteneciera al bando de Dominik.
—No puedo creerlo, Morgan. ¿Y quién se supone que es tu protegida?
—Es tu amiga Vanessa...
—¡Chale! —exclamó la rubia, con una mezcla de desconcierto y furia apropiándose de ella—. ¿Qué nadie confía en mí?
—No es eso —dijo Morgan luciendo sumamente arrepentido—. Lo que ocurre es que para nosotros es peligroso revelar nuestra existencia a cualquier mortal, así que debemos hacer una profunda investigación antes de decidir revelarles la verdad.
—De acuerdo, y ya que hablamos de revelar verdades... —masculló Oliver, mirando a Dominik y Morgan—. ¿No creen que ha llegado la hora de decirle la verdad a Abril?
—¿Verdad? ¿Qué verdad? ¡Díganme esa maldita verdad, ahora!
Su mellizo la observó temeroso, pero no flaqueó y comenzó a hablar:
—La verdad, Abril, es que para averiguar el motivo de que Audrey fuera la protegida de Parker, él y yo decidimos hacer una alianza temporal...
La respuesta de la chica no se hizo esperar.
—¡¿QUÉÉÉÉ?! ¡¿ACASO ENLOQUECISTE, PEDAZO DE MIERDA?! —su grito se escuchó tanto que Darren temió que Alex o Marie los escucharan en la casona, pero Dominik no tardó en aclararle que había utilizado sus poderes para crear un campo sobre ellos que evitaba que alguien en el exterior pudiera verlos u oírlos—. ¡Hijo de puta, eres un traicionero! ¿Cómo osaste aliarte con el enemigo? ¡¿Sabes el costo que pagarás por esa infamia?!
—¡Lo sé, Abril! Pero si tan solo te sentaras y te callaras, podrías entender que hemos...
—¡¿Osas darme órdenes a mí?! ¿Cómo te atreves...?
Abril tomó a Oliver por el cuello de la playera y lo sacudió enérgicamente, con mucha más fuerza de la que una mujer normal podría haber inyectado en la acción.
De repente, una esfera de luz azul pasó volando por su lado y sintió un ardor en el hombro que la obligó a soltar a su hermano, volteando hacia el responsable de lo ocurrido: Darren. Caminó hacia él con mirada salvaje y trató de amedrentarlo, sin embargo, él ni siquiera parpadeó.
—Toma asiento y déjalos hablar —proclamó.
Lanzando un gruñido, la chica obedeció casi de inmediato, y Oliver se aclaró la garganta para seguir hablando.
—Gracias, Darren. Y bueno, como decía, una noche Parker se infiltró en nuestro fuerte, y me pidió que lo ayudara a averiguar la razón de que a lo asignaran como tu guardián.
—¿Y descubrieron algo?
El futbolista se mordió el labio, asintiendo, para sorpresa del propio Dominik.
—Él sabía que tú eras una reencarnada, es decir, una persona cuyo espíritu ha vivido en cuerpos distintos durante mucho tiempo. Pero yo descubrí algo más.
—¿De qué hablas, Grey? ¿Qué descubriste?
Oliver alternó la mirada entre Dominik y Audrey, para después contestar:
—Tú, Audrey, tienes nada más y nada menos que sangre de Cazadora.
—¡¿QUÉ?! —exclamaron todos al mismo tiempo.
—Me tomó mucho tiempo descubrirlo, pero después de una larga investigación me topé con que alguien en tu familia fue un Cazador muchísimos años atrás.
—¿Un Cazador? ¿Y quién es? ¡Habla, Oliver! ¿Quién de mi familia es un Cazador?
—Fue —corrigió el muchacho—. Tu abuelo. Graham Williams.
Audrey abrió los ojos de par en par, total y completamente asombrada.
—¿Mi abuelo... fue uno de ustedes? —miró a los mellizos—. Pero, ¿qué ocurrió? Se supone que debía seguir vivo, entonces.
—Salvo que tu abuelo no fue un Cazador toda su vida —aclaró el muchacho—, solo una parte de ella.
—¿Y luego? ¿Ustedes tienen forma de dejar de ser... lo que son?
—No, o por lo menos no la conocemos, pero tu abuelo sí, y un día decidió dejar de serlo. No sabemos para qué, no obstante, se deshizo de su condición semi-inmortal y bajó a la tierra de los humanos siendo uno de ustedes, por lo que por eso tuvo descendientes, envejeció y murió, como una persona normal.
—¿Es... en serio?
—Totalmente.
—Bueno, ¿y esa es la razón por la que me asignaron a Dominik como guardián? ¿Que yo tengo sangre de Cazadora en las venas?
—En teoría...
—Sí, pero a mí aún no me satisfacen sus respuestas. Todavía no he sabido qué tiene que ver esto conmigo —objetó Darren, a lo que Dominik lo miró en seguida.
—Estaba a punto de explicar eso, pero esta salvaje —apuntó a Abril—, tenía que salir con sus tonterías.
—¡Cierra la boca, mugroso!
—Abril, cállate ya —nuevamente le ordenó el fantasma y ella, con cierto recelo, le obedeció.
—Como les dije, no tardé en saber que Audrey era una reencarnada, por lo que seguí indagando y aquí viene la mejor parte... ¿Listos? —ambos asintieron, expectantes—. Ustedes dos no se conocieron por casualidad. No es coincidencia que tú, Audrey, puedas ver a Darren. No sé a ciencia cierta cuál es la razón, pero sí sé que ambos compartieron una vida en el pasado, así que no, el día en que Audrey descubrió tu existencia —se dirigió a Darren— no fue el primero en que se vieron. Tanto tú como ella ya se habían conocido en una vida anterior...
—¿Y eso está relacionado con ustedes por que...?
—Porque como les dijo la salvaje..., digo, Abril Grey, las deidades dotaron a los Cazadores con un sexto sentido para detectar cuando «el arma secreta» fuera utilizada por quien la resguardaba, por su guardián.
—¿Y eso qué? —Audrey estaba cada vez más ávida de información.
—Que una de las últimas veces en que el poder del arma secreta fue utilizado —dijo el mellizo—. Fue casi inmediatamente después de que Darren muriera.
Aquella revelación los tomó por sorpresa. Si bien Darren había llegado a la conclusión de que en algún momento de su existencia había estado vivo, escucharlo de boca de Oliver resultó más inesperado para él de lo que pensaba.
—Exacto —expresó Dominik tras la conmoción ocasionada por su aliado—. Por eso llegamos a la conclusión de que uno de ustedes fue, probablemente, el guardián del arma secreta que las deidades nos brindaron. Y para descubrir si fuiste tú —miró a Audrey— o tú —ahora a Darren—, determinamos que lo mejor sería ver los recuerdos de sus vidas pasadas.
—¿Y eso sería posible? ¿De qué manera? —la chica trató de no mostrarse demasiado ignorante al respecto, pero toda esa información era algo que se le escapaba de las manos.
—La primera vez que entré como tu amigo a la casona —habló Dominik—, me di cuenta de que hay una fuente muy poderosa de energía en la sala. Al analizarla de manera más profunda, di con que no es más que un contenedor de recuerdos. Estos son objetos que sirven para guardar las memorias de una o más personas durante un periodo indefinido de tiempo, así que es posible que alguien haya atrapado las suyas allí.
—Pero, ¿qué objeto es ese? —preguntó Darren asimilando la información.
—El espejo del pasillo. Es ahí donde han estado ocultas las memorias de ustedes dos durante muchos años, y creo que viene siendo hora de verlas.
—Pero por desgracia solamente cuatro días al año se puede —agregó el Cazador, echando un serio vistazo a los jóvenes—. En el cambio de estación cada tres meses, o sea que tendremos que esperar hasta marzo para saber quién de los dos era el guardián del arma secreta de las deidades, quizá también su actual paradero. Y si la suerte está de nuestro lado, podremos estar listos antes de que comience El Despertar; el momento en que Tsitsimilt se levante de su sueño eterno e inicie la batalla final contra nuestros creadores.
—Bien —dijo Audrey—, pero espero no ser la única que piensa que es una completa locura perder tiempo valioso de preparación para la batalla final peleando entre bandos. Es decir, acaban de aceptar que es muy probable que un tercero sea el responsable del malentendido entre ustedes, y quizá, solo quizá, se deba a que este «tercero» desee retrasarlos para que no esten listos a la hora de pelear contra Tsitsimilt.
—¿Y tú qué propones? —replicó Abril mirándola desafiante, pero Audrey se limitó a mirarla y no necesitó otra cosa para entender lo que le estaba diciendo sin palabras. De inmediato su rostro se llenó de enojo—. Oh, no, de ninguna manera pienso aliar a mi ejército con esa bola de mugrosos. Primero muerta.
—Pero, Abril, ¿y si su guerra se prolonga y cuando el demonio despierte no se han preparado lo suficiente? Lo mejor sería que hicieran una alianza temporal, y cuando lo venzan, entonces continúan...
—¡¿Cómo te atreves, tú, simple humana, a cuestionar mis decisiones?! ¡No eres más que una sucia mortal que no vale nada!
Abril se dirigió con rapidez hacia Audrey, pretendiendo tomarla por el cuello de su blusa como había hecho con Oliver, pero eso nunca llegó a ocurrir. No obstante, para decepción de la rubia, no fue Darren quien lo impidió en esa ocasión, sino el Rompehuesos, de hecho el fantasma no hizo más que mirar el espectáculo sin expresión alguna en el rostro.
—No te atrevas a tocarla —advirtió Phillips—. Además creo que ella tiene razón.
—¡¿Y tú qué sabes?!
—El Despertar está cada vez más cerca, lo sabemos, y ni ustedes ni nosotros nos hemos preparado para cuando eso ocurra. Si tan solo nos unimos, únicamente para derrotar al demonio y de paso entrenar a las mortales, podríamos tener una oportunidad de ganar. Sin mencionar que Lawson...
Morgan calló de inmediato. Sus ojos se abrieron enormes y Audrey frunció el ceño, dándose cuenta de que la reacción de su amigo delataba que había dicho algo que no debía.
—¿Lawson? ¡¿Qué tienen que ver las Lawson en esto?! ¡Dime, Oliver! —gritó la melliza, a lo que su hermano se levantó con un suspiro y dijo, resignado:
—Otra de las cosas que ocurrió en medio de mi alianza con Parker, fue que descubrí que alguien de la familia Lawson tiene un aura sumamente poderosa, tan poderosa que pudo vernos en una de nuestras batallas con los Iztac, ¿recuerdas? Aquella vez en que fuimos al Palacio pensando que uno de los suyos había roto las reglas, pero solo era una trampa.
—¿Hablas del mismo en que uno de nuestros Cazadores cayó en este mismo jardín y fue visto por este par de inútiles?
—¡Mucho cuidado con lo que dices, Abril! —exclamó Darren, acabando con la poca paciencia que le quedaba—. Si vuelves a ofendernos, no me va a importar que seas mujer a la hora de ajustar cuentas contigo.
—¡¿Ah, sí?! Pues esta mujer puede pararte el trasero en un santiamén. ¿Acaso crees que soy igual de débil que la mojigata de tu humanita?
Darren no se contuvo. Abril ni siquiera había alcanzado a parpadear, cuando la mano del fantasma se hallaba rodeando su cuello, aunque no con tanta fuerza como él lo hubiera querido.
—¿Siempre es así de insoportable? —se dirigió a Oliver, a lo que él asintió encogiendo un hombro. Darren volvió a mirar a Abril, furibundo, y agregó—: me caías mejor cuando pensaba que eras normal.
Sorpresivamente, Darren la lanzó, imprimiendo mucha fuerza en su movimiento, hasta que la espalda de la joven impactó contra el tronco del roble que condecoraba el jardín principal. No se detuvo allí. Caminó con decisión hacia ella, sin desdibujar la furia en sus facciones.
—Vuelve a ofender a Audrey y ni siquiera llegarás con vida al Despertar, ¿oíste?
Abril no asintió, pero tampoco mostró ganas de retarlo, por lo que luego de un rato de silencio, Oliver prosiguió con lo que estaba contando:
—Como decía. En efecto, fue aquella vez en que el Cazador cayó en este patio. Ella nos vio y fue allí cuando me enteré de la fuerza de su aura, así que se lo comenté a Parker y él me dio un brebaje especial que intensificaba el poder en su interior. Se lo he estado administrando desde entonces, y la he entrenado a cada momento en que se me permite.
»Ahora maneja un arco como toda una profesional, es veloz, ágil y pelea bastante bien.
—¿Te refieres a Vanessa, Oliver? —Indagó Audrey.
—No. Me refiero a Romina Lawson. Y es verdad lo que tú dices: si ambos ejércitos nos unimos y los entrenamos a ti, a Darren y a Romina, hay una gran posibilidad de que podamos vencer a Tsitsimilt y a sus Sombras. ¡Abril, solo piénsalo!, la victoria está en nuestras manos, pero depende de ti si la tomas o la dejas.
Abril Grey contempló la seriedad en el rostro de su hermano. Consideró rechazarlo en ese mismo instante, pero después se puso a reflexionar largo y tendido hasta que cayó en cuenta de que si le tomaba la palabra a Oliver y formaba una alianza con los Iztac para derrotar al demonio, la batalla estaría casi ganada. Estaba consciente de ello porque hacía muchos años que había visto el potencial de quienes ahora eran sus peores enemigos; sabía lo poderosos que eran y ella, como nadie más, se destacaba por no desperdiciar una sola oportunidad cuando esta se encontrara justo frente a sus narices, por lo que se repuso del ataque del fantasma, se plantó con demasiado recelo frente a Dominik, y le dijo, sin atreverse a bajar la barbilla:
—Está bien, lo haré. Los Iztac y los Cazadores formarán una alianza temporal y entrenarán junto con las mortales y el fantasma para el día en que Tsitsimilt despierte buscando la derrota de nuestros creadores.
Dominik no sonrió, pero asintió complacido y dijo:
—De acuerdo, buscaré a Evan.
Audrey levantó una ceja, confundida.
—¿Quién es Evan?
—Mi hermano. El capitán del ejército Iztac.
Aquella fue una noche sumamente llena de revelaciones, no solo para Audrey, sino también para el espectro. Cuando ambos entraron en la habitación, conscientes de las verdades que se les habían desvelado, lo único que ella deseaba era hablar de eso, conjeturar, excavar en busca de huecos en las declaraciones de sus amigos, pero para desgracia suya, apenas reunirse en su cuarto, Darren se alejó hacia el mirador, dándole la espalda e indicándole que no quería que se le dijese ni una sola palabra. Audrey, herida, lo entendió de inmediato y ni siquiera se mostró sorprendida cuando al levantar la vista de su teléfono, no vio a Darren por ningún lado.
Tomó su laptop y se fue directo hacia su carpeta de imágenes. Algún tiempo atrás, cuando apenas estaba comenzando a conocer a Dominik y Vanessa, esta le había propuesto tomarse una serie de fotografías en el Zócalo capitalino, cosa que si bien había sido divertida, la dejó desconcertada cuando, al anochecer, examinó cada una de las fotos que se habían tomado. Una le había llamado especialmente la atención, y aunque llevaba semanas sin acordarse de ella, al verla nuevamente todo cobró sentido ahora. Porque en la imagen, Dominik posaba sonriente, con los ojos destellantes de alegría bajo el sol de aquella tarde, pero al observar más detenidamente, podía notarse algo anormal en él, y en cuanto Audrey lo vio, después de tantos días no supo cómo sentirse al respecto, mas algo en su interior se sintió satisfecho, como si la antepenúltima pieza de un rompecabezas hubiera encajado al fin.
Y es que en la foto, a espaldas de Dominik había dos tenues resplandores blancos, nada más y nada menos que en forma de un par de magistrales alas. Exactamente como las que esa noche había visto mientras su amigo la salvaba de morir.
Sin duda alguna, Dom no era un chico normal, pero tampoco el Rompehuesos, ni Oliver, ni Abril, ¡ni siquiera ella!
Giró el cuerpo hacia el sofá junto a su cama para compartir su descubrimiento, pero entonces recordó que estaba sola en la habitación, con la única compañía de Chester en aquella fría noche de enero.
—Ya volverá... —se dijo y le dijo a Chester, entristecida, refiriéndose a la ausencia de Darren.
Pero él no volvió ni al otro día, ni al siguiente, ni a los otros dos...
....
La última vez que los Cazadores y los Iztac habían estado reunidos pacíficamente en un mismo lugar había sido más de dos siglos atrás, durante el baile en conmemoración al surgimiento de la raza de los Sangre Blanca, sumos protectores de los humanos. No muchos recordaban aquella desastroza noche, y los que lo hacían, preferían no divulgarlo, por ello es que para algunos Iztac dicha reunión no existía. Para ellos, aquella fría noche de enero era la primera que se había realizado a lo largo de la historia. Y estaban presenciándola: la unión «pacífica» de dos ejércitos que habían estado envueltos en una guerra a simple vista inacabable, para escuchar las declaraciones de sus respectivos comandantes. No sabían nada de estas, había que hacer hincapié. Solo había dos Iztac y dos Cazadores que poseían la información completa, pero nadie sabía quiénes eran, por lo que en la plancha del Palacio Iztac se encontraban ambos bandos hablando en voz baja con sus más cercanos compañeros, preguntándose, entre susurros, para qué se suponía que los habían mandado a llamar los voceros de sus generales. Y pese a que les habían dicho que las armas no eran necesarias, tanto los miembros de un equipo como otro, mantenían una mano sobre las espadas que colgaban de sus cinturones, mirando con un recelo indescriptible a quienes habían tenido que atacar durante más de doscientos años en sangrientas batallas, esperando el momento de que llegara la esperada traición, la trampa.
En el interior del palacio, dentro de una habitación al fondo del edificio, se encontraban Oliver, Abril, Dominik, Morgan y un personaje desconocido para nosotros, pero no para ellos. Su nombre era Evan Parker, y se miraba como un apuesto caballero que reflejaba por lo menos veintisiete a veintiocho años. Tenía unos ojos azules, preciosos, pero atiborrados de una furia de origen desconocido. Su cabello era castaño oscuro y lo llevaba rapado sobre la oreja derecha, de modo que el resto le caía hacia el lado izquierdo, hasta la altura de la barbilla. Este hombre era ni más ni menos que el Comandante de las fuerzas armadas de los Sangre Blanca.
—Dominik, ¿en serio crees que esta sea una buena idea? Aún tengo mis dudas —preguntó, evitando no mostrar la inquietud que dominaba su cuerpo.
Dominik asintió, luciendo demasiado convencido.
—Estoy completamente seguro de que si lo hacemos bien, podremos obtener resultados satisfactorios en nuestra empresa. Como Audrey Williams ha dicho, seguir en nuestra guerra infinita solo contriburá a que no estemos preparados para la llegada del Isitistli.
Evan Parker asintió justo cuando uno de sus soldados llegaba, respirando agitadamente.
—Señor —le dijo a Evan—, los nuestros y los visitantes empiezan a impacientarse. Creen que es una trampa, y están esperando que se les dé la orden para atacar al otro.
—No te preocupes, Jeff. Saldremos ahora.
El comandante dio la orden a los que se encontraban con él de dejar la habitación, y formados en una hilera, con él y Abril Grey a la cabeza, respaldados por sus acompañantes fue como los suyos los vieron llegar. Al principio hubo confusión. Los Cazadores, que se encontraban en calidad de invitados, observaron a su líder en busca de una señal suya para levantarse en armas, mientras que los Iztac no les quitaban la vista de encima con la finalidad de anticipar un ataque sorpresa. Pero cuando vieron que al estrado se acercaron los capitanes caminando a una distancia peligrosamente corta, la confusión dominó a cada uno de ellos.
—Con ustedes, los respetables Líderes del ejército Yestli Iztac y el de los Cazadores: Evan Parker y Abril Grey —anunció un hombre extendiendo el brazo hacia los susodichos, y por parte de los Sangre Blanca hubo una reverencia colectiva a manera de saludo hacia su capitán.
A continuación, el primero en tomar la palabra fue Evan.
—Respetables compañeros Iztac, hoy es una noche excepcional en la historia de los ejércitos. Por años hemos estado envueltos en una guerra que no parece tener un fin próximo ni una clara meta, ignorando por completo lo que se nos ha asignado como deber desde nuestra creación. Las deidades nos han pedido proteger a la humanidad, a aquellos que no tienen nuestras fuerzas ni nuestras habilidades para poder luchar como lo hacemos nosotros. Se nos ha dicho que debemos estar listos para el Isitistli y lo hemos ignorado a causa de un problema entre bandos más que personal.
Evan dejó de hablar y fue Abril quien siguió con el discurso:
—No podemos ocultarlo. Esta noche hemos revelado el secreto de nuestros mundos a una humana —la explanada se llenó de murmullos y expresiones aterrorizadas—. Pero no se preocupen, no es una humana cualquiera, porque ella tiene ni más ni menos, una fuerte conexión con un fantasma, un ser del más allá, y no solo eso, sino que además es una reencarnada, y todo parece indicar que alguno de ellos fue en su vida pasada el guardián del arma que las deidades dejaron para nosotros antes de sumirse en su sueño eterno.
Los cinco que estaban sobre el estrado pudieron escuchar con claridad los comentarios de las primeras filas:
«¡No puedo creerlo!»
«¡Van a encontrar el arma!»
«¡Estaremos preparados para la llegada del Isitistli!»
—He de añadir —continuó—, que esta joven nos ha brindado una nueva perspectiva de la guerra que hemos mantenido entre nosotros. Nos planteó una nueva teoría, nos expuso su hipótesis y nosotros nos dedicamos a analizarla minuciosamente hasta tomar una decisión difícil, sí, pero que a la larga será provechoso para ambos ejércitos.
—Es por eso —manifestó Evan, temblando por dentro a sabiendas del tumulto que causarían sus siguientes palabras— que hemos decidido que los Iztac y los Cazadores formarán una alianza temporal con el objetivo de entrenar para cuando Tsitsimilt despierte de su sueño eterno. Vamos a prepararnos juntos, planear estrategias de batalla, y cuando logremos vencerlo, entonces retomaremos nuestra pelea.
—Pero por ahora, seremos un mismo ejército, no importa cuánto nos pese...
—Pero, señor... —dijo una persona justo frente a ellos, y por sus blancas alas, podía adivinarse que era un Iztac—, tenemos reglas que nos prohiben entablar una alianza con... Ellos —enfatizó su última palabra mirando a Abril de mala manera—. ¿Qué pasará con eso?
—También lo hablamos, descuida. Hemos encontrado una forma de revertir el reglamento el tiempo que deseemos, y lo utilizamos sin dudar, de manera que ahora no será necesario castigar a aquél o aquella que entable cualquier tipo de relación con alguien del bando contrario, a excepción de la amorosa, y para muestra tenemos a Oliver Grey, miembro de los Cazadores, a Morgan Phillips, de la primera línea de defensa de los Iztac, y creo que todos ya ubican a mi hermano Dominik —los susodichos dieron un paso al frente. Dom recibió saludos por parte de varios de los suyos—, ellos hace un tiempo habían hecho una alianza secreta para entrenar a una mortal sumamente poderosa, y tanto Abril Grey como yo, hemos decidido que no se les castigará ni siquiera con azotes.
»Así que les suplico quiten la mano de sus espadas y alejen de sus mentes cualquier estrategia de batalla que tengan. Necesito que se hagan a la idea de que aquí, en la plancha del palacio Iztac, ha comenzado una nueva era, la era de la alianza entre los Iztac... y los Cazadores. Y para muestra, Abril y yo procederemos a recitar el cántico de unión.
Para ello, ambos se colocaron uno frente al otro. Sus ojos chocaron, y aunque conservaban la ferocidad en ellos, cada rastro de odio estaba comenzando a desaparecer gradualmente. Abril se aclaró la garganta, dispuesta a tomar la palabra primero, y después de una inhalación, comenzó diciendo:
—Yo, Abril Grey, capitana del ejército de los Cazadores, juro solemnemente formar una alianza con los Yestli Iztac, trabajar con ellos en pos de la tranquilidad y la paz, y no descansar hasta derrotar a Tsitsimilt para satisfacer a nuestros creadores a la próxima llegada de El Despertar.
Evan fue el siguiente.
—Yo, Evan Parker, supremo comandante de los Yestli Iztac, juro solemnemente aliar a nuestros respectivos ejércitos con la finalidad de prepararnos para el Isitistli, hacer todo lo que esté en nuestras manos, hasta poner en peligro nuestra propia vida y garantizar la satisfacción de nuestros creadores en la batalla con Tsitsimilt.
»Juntos, juramos dirigirlos con sabiduría hacia la victoria, para poner fin a la oscura existencia del único enemigo que tenemos en común: el demonio.
Acto seguido, ambos se estrecharon la mano con firmeza. De sus palmas nacieron algunas chispas multicolor, y sintieron una corriente eléctrica recorriendo sus brazos, pero si les dolió, nadie pudo notarlo.
El silencio dominó la Plaza principal por un momento muy prolongado, pero después de varios minutos, se oyó un coro de voces produciendo pregunta tras pregunta, y es que no podían explicárselo. Hasta hace poco habían tenido que atacar los fuertes de sus enemigos en busca de la victoria en su propia guerra, y ahora, de la noche a la mañana, sus capitanes decretaban una alianza para trabajar juntos... No lo entendían.
Pero era así, y a pesar de que les había costado asimilarlo, Evan y Abril lo habían entendido al fin:
Estaban presenciando el nacimiento de una nueva era, y todo gracias al descubrimiento de Audrey Williams...
¿Podría funcionar?
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Quiero aclarar algo muy importante:
Primero que nada, ¡¡¡estoy muy feliz de llegar a este capítulo!!! Este está en la lista de los que había imaginado desde que comencé a escribir la primera versión, aunque claro, muchas cosas cambiaron desde entonces.
Segundo: la leyenda de «El comienzo del fin» está basada en la mitología prehispánica, sí, pero es mi deber decirle a todo aquél que no tenga mucho conocimiento en la materia que cuatro de las deidades aquí presentadas son reales: Quetzalcóatl, Xipe Totec, Huitzilopochtli y Tezcatlipoca. No son hermanas ni nada, pero yo quise que fuera de esa manera. En cuanto a Tsitsimilt, él no es real. Solo quise crear una quinta deidad que jugara el papel de enemigo y fue lo que salió.
Tercero: como han visto, use algunas palabras de origen Náhuatl para darle forma a mi historia, pero he de admitir que tuve que traducirlas por medio de un diccionario en línea, de manera que puede que no signifiquen exactamente lo que yo pretendo. Así que si alguno de ustedes sabe hablar este dialecto, con libertad puede contactarme y nos ponemos de acuerdo para una posible colaboración.
Les recuerdo que antes de este capítulo, publiqué una parte mucho más corta en la que se cuenta la leyenda. Vayan a revisar que la hayan leído o a partir de aquí se perderán en la trama, y bueno, decidí actualizar ahora, para compensar que siempre me tardo años en subir un nuevo capítulo. Ustedes se merecen todo lo bueno por soportarme ♥️
Muchas gracias a las poquitas personas que todavía me leen. <3
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